En
momentos en que arrecia la campaña mediática contra López Obrador
parece oportuno realizar un breve balance de lo ofrecido como candidato y
lo hecho hasta ahora, todavía sin las riendas del poder en las manos.
Para empezar canceló el negociazo del nuevo aeropuerto en Tezcoco, promesa de campaña y sentida demanda de sus votantes y de muchos millones más de mexicanos. También procedió a extinguir el Estado Mayor Presidencial, fuerza armada inútil, desacreditada y muy onerosa.
Ofreció y cumplió no utilizar y vender el lujosísimo, costoso e innecesario avión presidencial, insolente expresión del odioso culto a la personalidad. E igualmente prometió y cumplió no alojarse en Los Pinos, la antigua residencia presidencial, símbolo mayor del antiguo régimen hoy en extinción.
También ofreció y cumplió retirarles las exorbitantes y ofensivas pensiones a los ex presidentes, así como una montaña de canonjías, sinecuras, prebendas e injustificados privilegios: sirvientes, choferes, guardias, secretarios, edecanes y millonarios gastos de representación.
López Obrador ofreció avanzar sustantivamente, y ya lo está cumpliendo, en el proceso de despenalización de la producción, comercialización y libre (en verdad libre) consumo de la mariguana.
Hace sólo unas horas comenzó legalmente la venta de productos elaborados con la yerba. Con esta medida legal se libera a millones de mexicanos, sobre todo los jóvenes, del peligro de ser procesados y encarcelados como si fueran peligrosos delincuentes. Haber retirado esa prohibición implica avanzar significativamente en el camino de la democracia y del respeto a los derechos humanos.
Asimismo López Obrador ofreció echar abajo la mal llamada reforma educativa de Peña Nieto. Y esta es otra promesa cumplida. El presidente electo entiende perfectamente que la educación del pueblo mexicano tiene que darse con los maestros y no contra ellos.
Y en consonancia con esta medida ofreció su más amplio reconocimiento a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), como el único sindicato que fue capaz de resistir el embate neoliberal y privatizador de las tres últimas décadas.
Si bien no fueron promesas de campaña, se pueden consignar otros dos grandes logros de López Obrador. Uno, haber roto el monopolio de los titulares de la Defensa y de Marina para imponerle al presidente a los nuevos secretarios. Y dos, haber ideado y puesto en práctica la política de las consultas populares para la toma de decisiones trascendentes. Diez avances monumentales.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Para empezar canceló el negociazo del nuevo aeropuerto en Tezcoco, promesa de campaña y sentida demanda de sus votantes y de muchos millones más de mexicanos. También procedió a extinguir el Estado Mayor Presidencial, fuerza armada inútil, desacreditada y muy onerosa.
Ofreció y cumplió no utilizar y vender el lujosísimo, costoso e innecesario avión presidencial, insolente expresión del odioso culto a la personalidad. E igualmente prometió y cumplió no alojarse en Los Pinos, la antigua residencia presidencial, símbolo mayor del antiguo régimen hoy en extinción.
También ofreció y cumplió retirarles las exorbitantes y ofensivas pensiones a los ex presidentes, así como una montaña de canonjías, sinecuras, prebendas e injustificados privilegios: sirvientes, choferes, guardias, secretarios, edecanes y millonarios gastos de representación.
López Obrador ofreció avanzar sustantivamente, y ya lo está cumpliendo, en el proceso de despenalización de la producción, comercialización y libre (en verdad libre) consumo de la mariguana.
Hace sólo unas horas comenzó legalmente la venta de productos elaborados con la yerba. Con esta medida legal se libera a millones de mexicanos, sobre todo los jóvenes, del peligro de ser procesados y encarcelados como si fueran peligrosos delincuentes. Haber retirado esa prohibición implica avanzar significativamente en el camino de la democracia y del respeto a los derechos humanos.
Asimismo López Obrador ofreció echar abajo la mal llamada reforma educativa de Peña Nieto. Y esta es otra promesa cumplida. El presidente electo entiende perfectamente que la educación del pueblo mexicano tiene que darse con los maestros y no contra ellos.
Y en consonancia con esta medida ofreció su más amplio reconocimiento a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), como el único sindicato que fue capaz de resistir el embate neoliberal y privatizador de las tres últimas décadas.
Si bien no fueron promesas de campaña, se pueden consignar otros dos grandes logros de López Obrador. Uno, haber roto el monopolio de los titulares de la Defensa y de Marina para imponerle al presidente a los nuevos secretarios. Y dos, haber ideado y puesto en práctica la política de las consultas populares para la toma de decisiones trascendentes. Diez avances monumentales.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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