martes, 12 de marzo de 2019

Urkullu 2: del rey que amenaza al rey burlado


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Urkullu 2: del rey que amenaza al rey burlado


El ranking de fechas de Urkullu marca los picos de temperatura del periodo en torno al referéndum catalán del 1 de octubre de 2017.

Por Domingo Sanz
La mitad anterior de esta reflexión sobre la declaración de Urkullu en el juicio de los catalanes finalizó con la sorpresa por las sesenta veces que había mencionado las diecisiete fechas distintas a las que hizo referencia, siempre de memoria, durante los treinta y cinco minutos que empleó para contestar a fiscales y abogados. Quedaron pendientes para esta mitad el desglose de las fechas y su análisis.
Fecha (todas de 2017) Nº de veces citada por Urkullu*
4 de octubre 10
19 de junio 7
21 de septiembre 7
10 de octubre 7
26 de octubre 6
27 de octubre 5
25 de octubre 4
19 de julio 3
20 de septiembre 2
1 de octubre 2
26 de agosto 1
6 de septiembre 1
7 de septiembre 1
20 de octubre 1
21 de octubre 1
22 de octubre 1
23 de octubre 1
*En cuatro o cinco ocasiones Urkullu utilizó la expresión “en esa misma fecha”, inmediatamente a continuación de alguna de las que citó con día y mes, por lo que también se han contabilizado.
Para no descontextualizar el análisis conviene tener en cuenta que Urkullu era en 2017, y lo es ahora, el presidente del Gobierno vasco, por lo que su situación es más delicada que la de otros testigos. Esto añade mérito a su declaración.
También hay que tener en cuenta que Urkullu respondió a las preguntas de fiscales y abogados a partir de sus vivencias personales. Es decir, no alegó a cada paso que se hubiera enterado de lo que estaba ocurriendo a través de los medios, como sí hicieron de otros testigos. El mayor ridículo lo protagonizó Rajoy cuando, tras confesar de manera inconsciente que conocía lo declarado por Soraya, se justificó con que se había enterado por la prensa digital, como si eso sirviera para saltarse la norma que establece que un testigo no debe conocer lo declarado por los anteriores.
El ranking de fechas de Urkullu marca los picos de temperatura del periodo en torno al referéndum catalán del 1 de octubre de 2017. Una fecha que, por cierto, va conquistando los callejeros de Catalunya a costa de nombres como “España”, el “Rey” o “La Constitución”. No sin expresar dolor por escrito, el “ABC” se hacía eco de estas movidas municipales el 10 de octubre de 2018.
Sin más prolegómenos, analizaremos las fechas de Urkullu.
El 19 de junio de 2017 comenzó su implicación. Tras hablar con Puigdemont, se comprometió por primera vez a hacer lo propio con Rajoy. Es lógico, pues, que en su declaración hiciera referencia a ese día en varias ocasiones.
Las fechas del 20 y 21 de septiembre son las de las concentraciones populares de protesta contra las detenciones de independentistas y los registros practicados en algunas instituciones de la Generalitat. Es lógico que el móvil de Urkullu sonara con insistencia y, por tanto, que entre amas fechas sumara 9 menciones en su declaración. Seguro que no le llamaban para pedirle que desconvocara una movida con la que él no tenía nada que ver.
Entre el 10 y el 27 de octubre, fecha más moderna de las que citó durante el juicio, se concentraron los hechos relacionados con la declaración de independencia, con la convocatoria o no de elecciones anticipadas en Catalunya, con el decreto que facilitó la salida de empresas y con la declaración del 155 por parte del gobierno y sus aliados, el PSOE y Ciudadanos. Un periodo breve pero intenso, que se aderezó con aquel dialogó de sordos entre Puigdemont y Rajoy. Urkullu hizo 26 menciones a alguna de esas 8 fechas, con una media de 3,25 citas por fecha y un máximo de 7 para la del día 10.
En cambio, la fecha del 1 de octubre solo suscita 2 menciones por parte del lehendakari. Parece evidente que ese día las espadas estaban en alto, quizás deseando que ni Guardia Civil ni Policía Nacional provocaran muertos, y todos los que pudieran pensar en el Urkullu mediador sabían que la suerte estaba echada.
He dejado para el final la fecha triunfadora de este ranking. Lo fue, con diez menciones, la del 4 de octubre de 2017. Insistamos en lo del contexto.
A las 9 de la noche del día anterior, 3 de octubre, el rey había aparecido en la televisión durante 6 minutos. Tanto el PP como Ciudadanos aplaudieron de inmediato aquel discurso, pero el PSOE no fue tan unánime. En cambio, el Ibex 35 anunció su sentencia inapelable desde primera hora de la mañana, y terminó cerrando así:
04/10/2017 – IBEX35 – 9.964,90 (-2,85%).       
Fue la mayor caída desde el Brexit, en junio de 2016, pero, lo más grave fue que hacía mucho más tiempo aún que nuestra Bolsa no se distanciaba tanto de los europeos. Fue una debacle de origen político y solo española, pues ese mismo día el CAC40 de París cerró plano (-0,08%), y el DAX alemán incluso subió un 0,53%. Por si faltaran evidencias, el día 2, tras el referéndum, el IBEX 35 cayó bastante menos, el 1,21% y el día 3, en medio de aquel “paro de país” en Catalunya que tan vengador puso al rey nocturno, incluso cerró plano (+0,02%).
Solo cuando se dicte la sentencia y Urkullu autorice el acceso a los más de 300 documentos de su mediación, que ha puesto a buen recaudo, puede que nos enteremos de si él mismo intentó convencer a Puigdemont para que hiciera una declaración institucional en la noche del mismo día 4 del fiasco bursátil, o fue iniciativa del propio catalán hoy exiliado en Waterloo. Lo cierto es que habló y sus palabras se interpretaron como respuesta a las de Felipe VI, y como bálsamo de fierabrás por el Ibex 35, que respondió recuperando el día 5 casi todo lo perdido en la sesión anterior:
05/10/2017 IBEX35 10.214,70 (+2,51%)
Y también alejándose de la tendencia de Europa, pero esta vez en positivo. Ese mismo día 5, el CAC 40 de París cerró con una subida de las menores (+0,30%), y al DAX alemán le tocó estancamiento, terminando con un -0,02%.
Por tanto, el móvil de Urkullu, “El testigo perfecto” según Javier Álvarez de La SER, no paró de sonar aquel día 4 de octubre, y por eso repitió esa fecha más veces que ninguna otra, aunque no mencionara ni una sola vez el nombre del principal culpable de tanta alarma: el rey Felipe VI, un autoritario irresponsable y muy de derechas, sin cuyo desprecio amenazante contra la parte más movilizada de una sociedad aún española nada sería igual en este momento, e imposible que fuera peor. A Rajoy, cuando salió de La Moncloa tras la censura de Sánchez, casi le faltó tiempo para informar que, en contra de lo que tantos habíamos pensado, el rey no había sido su pelele, sino todo lo contrario.
El tiempo ha pasado desde aquel 4 de octubre y se fue llenando de detalles.
En febrero de 2018 los peligrosos habituales pusieron el grito en el cielo hasta conseguir que ARCO ensuciara su currículum, y también la imagen de este país, retirando la obra de Santiago Sierra titulada “Presos políticos en la España contemporánea”, que a partir de ese momento se dedicó a recorrer ambientes menos irrespirables que el de Madrid.
En cambio, en febrero de 2019 el Ninot de Felipe VI, del mismo Santiago Sierra y expuesto para su venta con la condición de que sea quemado antes de un año, no ha tenido ni que esperar al cierre de este ARCO para recibir varias ofertas y, según los digitales, ser adjudicada al postor que aceptó cumplir la condición destructiva.
Y, lo nunca visto durante los últimos cuarenta años, proliferan en universidades, barrios y pueblos consultas populares para opinar sobre lo que preferimos aquí y ahora, si estrenar una república o seguir en esta monarquía con urnas. En el pueblo donde vivo se celebrará el 6 de abril que ya se acerca.
¿Quién resistirá más tiempo sin ser pasto de las llamas, las imaginarias que duelen de verdad o las reales que muchos reiremos?
¿El inquilino actual de La Zarzuela o ese Ninot que le hace burla, y que esta vez sí ha ganado el primer asalto a nuestros malditos?
Sería de poco dignos seguir esperando a que los catalanes, con lo de su independencia, sigan siendo los únicos que ponen el asunto de la forma de Estado sobre la mesa.
No me gustan las discusiones bizantinas en las que tanto se enreda este rey fatal sobre si es más o es menos la ley que la democracia, pero sí tengo claro que quitarle a esta el menor derecho a decidir de todo es lo mismo que ponerle apellidos como el de “orgánica”, aquel que tanto le gustaba al asesino más cruel e insaciable de nuestra historia.

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