lunes, 29 de julio de 2019

Servicio Cívico Voluntario en Valores en Argentina: A medio camino de cualquier cosa útil

Servicio Cívico Voluntario en Valores en Argentina: A medio camino de cualquier cosa útil


En Argentina estamos en época de elecciones y se nota. Ahora, a fin de captar el voto sensible del electorado de la coalición gobernante Cambiemos/Con vos, voto conservador, amante del orden y mayor de 50 años, se dispuso la creación del Servicio Cívico Voluntario en Valores a través de la Resolución 598/2019 del Ministerio de Seguridad de la Nación.
Sin embargo y pese a que ya hay más de 50000 inscriptos y que es una medida celebrada por algunos, no deja de ser poco práctica a los fines de los intereses del país. Como este gobierno nos tiene acostumbrados, es sólo otra medida generadora de un show mediático destinado a su público/electorado.
El Servicio Cívico Voluntario en Valores es una mala amalgama entre dos útiles políticas totalmente diferentes: El Servicio Cívico Obligatorio y el Servicio Militar Obligatorio.
Servicio Cívico Obligatorio
El servicio cívico obligatorio es un planteo muy interesante y antiguo cuyo fin es devolver los beneficios que los ciudadanos han obtenido por parte del Estado y volcarlos al resto de la comunidad. Esto se entiende en cuanto en Argentina disponemos de salud y educación gratuitas, incluida la universitaria, la que es arancelada en la gran mayoría de los países del mundo.
A la universidad pública, si bien es gratuita, no pueden acceder todos: o porque son muy pobres y no les alcanzan las becas de ayuda económica para libros y apuntes de estudio, o porque por la distancia no pueden concurrir (alquileres, manutención). Sin embargo, la universidad pública es solventada con impuestos, principalmente indirectos como el IVA (impuesto al valor agregado) fundamentalmente de bienes de consumo. Y quienes en mayor proporción abonan el IVA, respecto a sus ingresos, son los sectores más pobres, que, paradójicamente, son quienes menos pueden acceder a la educación universitaria.
Por ello el Servicio Cívico es una buena herramienta de concientización (más que de utilidad práctica) que sirve a la cohesión social, al educar que el bienestar particular se debe, en gran medida, a la vida en sociedad y no tanto a aspectos individualistas o meritocráticos.
Por supuesto, la utilidad concreta de esta política se basa en que sea obligatoria, para todos los que han cursado estudios universitarios, por ejemplo, destinando gratuitamente sus servicios en alguna institución o voluntariado.
En el mundo Francia toma una iniciativa similar, obligatoria pero militarizada, lo cual ya está presentando problemas con sus FFAA. Otro ejemplo son los voluntariados universitarios en Argentina, donde los estudiantes pueden sumarse a iniciativas de ayuda a la comunidad.
Servicio Militar Obligatorio     
El servicio militar obligatorio en Argentina estuvo vigente desde 1902 hasta 1995. Desde 1958 la conscripción se realizaba a los 18 años. El apogeo se dio a mediados de los años 80, donde cerca de 100.000 conscriptos lo cumplían (de 300.000 estimados por clase). Las ausencias estaban motivadas por sorteo “número bajo”, exceptuados legales (sostén de familia), evasiones (principalmente de adinerados), homosexuales excluidos y por quienes realizaban el servicio social sustitutorio (aquellos que por objeción de conciencia realizaban otras tareas no militares).
El profesionalismo de las fuerzas armadas se diluía con los maltratos a los conscriptos, físicos, psicológicos, antisemitas y homofóbicos o por la realización de tareas no militares (ser asistentes en el hogar de los superiores, etc.). Quienes hacían la conscripción eran generalmente varones pobres y de clase media, lesionando la cohesión social.
Mamarracho llamado Servicio Cívico Voluntario en Valores
De la misma manera que el fin del servicio militar obligatorio en Argentina tuvo un objetivo electoral (la reelección del entonces Presidente Carlos Menem), hoy la instauración del Servicio Cívico Voluntario en Valores pretende confirmar al núcleo duro del electorado y persuadir a los ideológicamente cercanos con el gobierno del Presidente Mauricio Macri.
Este proyecto es dejado en manos de la Gendarmería Nacional, Fuerza a cargo de la seguridad de las fronteras y que ha devenido en una suerte de policía federal que realiza controles de tránsito en rutas nacionales y represión de manifestantes.
Se pretende que la Gendarmería Nacional instruya a jóvenes de entre 16 y 20 años (pobres, por supuesto, que son los que van a concurrir), sobre “valores democráticos y republicanos”. Por más buena voluntad, ningún Arma de las FFAA puede brindar formación democrática porque no están preparados para eso; para ello están docentes, politólogos, sociólogos, etc. Se plantea también que la Fuerza brindará “estímulo a la finalización del ciclo educativo obligatorio y la promoción del desarrollo de habilidades para el trabajo, culturales, de oficios y deportes…”. Para ello están eficientes escuelas de capacitación laboral, que promueven a miles de jóvenes en artes y oficios que, lamentablemente luego no podrán ejercer debido a la crisis económica.
El Anexo I de la Resolución 598/2019 del Ministerio de Seguridad de la Nación operativiza la normativa, impeliendo a la Gendarmería Nacional a establecer la duración y periodicidad de cada módulo formativo, también a determinar los predios donde se desarrollarán las actividades del Servicio Cívico Voluntario en Valores.
Por supuesto, un problema más a la Gendarmería Nacional, que ya está precarizada realizando labores policiales, para sumarle ahora tareas que el Estado ha abandonado, como es la educación y la promoción social.
Este proyecto trata de suplir las carencias producto de las políticas de empobrecimiento generalizado tomadas por el gobierno del Presidente Macri y satisface el deseo de parte del electorado que ve a las FFAA como un reformatorio de jóvenes que no estudian ni trabajan (siempre y cuando no sean sus hijos). La inserción laboral, desarrollo de potencialidades personales y satisfacción de derechos y garantías, como pretende el Proyecto, se logran cuando los ciudadanos cuentan con un empleo bien remunerado y una situación económica general del país que permite el progreso personal y colectivo.
Servicio Civil Obligatorio o Servicio Militar Obligatorio en Argentina
Esta medida tomada con un exclusivo fin electoral podría ser perfeccionada en el futuro, quitándole su sesgo de ambigüedad.
Del Servicio Civil Obligatorio ya hemos explicado las ventajas que brinda.
El servicio militar obligatorio, que en Argentina está suspendido, no derogado, podría implementarse teniendo como base al modelo de reclutamiento de las Fuerzas de Defensa de Israel, perfeccionado y adaptado a nuestra realidad:
  • Servicio obligatorio para ambos sexos.
  • Permanencia igual para hombres y mujeres.
  • Sin distinción por orientación sexual, plena incorporación del colectivo LGBTTTIQ.
  • Remunerado.
  • Servicio laico, prescindiendo de capellanes eclesiásticos y todo carácter religioso.
  • Eliminación del principio de neutralidad política de las FFAA (mentira que sirvió para ejecutar golpes de Estado).
  • Vinculación de la elección del Arma a la cual el conscripto desea pertenecer con las prioridades y necesidades de las FFAA.
  • Incorporación de casados o concubinos.
  • Continuar con la incorporación de conscriptos con hijos.
  • Posibilidad de radicación de familias de conscriptos en zonas donde se requiere población.
  • Sin excepciones por riqueza o nivel educativo
  • Descentralización y desconcentración de la formación. Hoy, por ejemplo, sólo existe una institución de formación de oficiales, el Colegio Militar de la Nación, en el Gran Buenos Aires.
La reinstauración de un nuevo modelo de Servicio Militar Obligatorio en Argentina permitiría fomentar la cohesión social, eliminar el conservadurismo inútil de nuestras FFAA, resolver la dicotomía planteada entre servicio militar obligatorio y profesional (como si por ser obligatorio no pudiera ser profesional, v. gr. FDI.) y contar con una interesante herramienta de disuasión militar para un país pobre como el nuestro, que no cuenta por ahora con recursos para un equipamiento eficaz.

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