LONDRES, (ANSA)- El escritor Oscar Wilde se dirigió 116
años atrás a la iglesia de la Inmaculada Concepción, en el
barrio londinense de Mayfair, para pedir refugio tras su condena
por sodomía, pero las puertas le fueron cerradas; hoy, en
cambio, los jesuitas que la gestionan se preparan para recibir a
decenas de católicos homosexuales y transexuales.
Son los que podrán asistir a la santa misa, a partir de una
decisión del arzobispo de Westminster, Vincent Nichols, jefe de
la Iglesia católica de Inglaterra y Gales, que así concedió una
nueva sede a las "Soho Masses", los oficios religiosos
especiales dedicados a los homosexuales, que antes de un primer
freno de parte de miembros de la cúpula se desarrollaban en la
parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en el barrio del
Soho.
El alto prelado dijo que aunque la Iglesia está feliz de
ofrecer apoyo pastoral a la comunidad gay, no cambian sus ideas
en materia de moralidad sexual: la unión entre personas del
mismo sexo es condenada por la institución católica, escribió el
periódico The Guardian.
Las posiciones de Nichols fueron particularmente duras en
relación a la ley británica sobre matrimonios homosexuales, que
recibió recientemente la aprobación en primera lectura de parte
de la Cámara de los Comunes.
El primado se refirió a aquella como una propuesta confusa y
acusó al premier británico, David Cameron, de superficialidad.
El texto fue luego modificado, dando la posibilidad a los
altos prelados de decidir la celebración o no de un matrimonio
gay.
La comunidad homosexual de Londres está dividida en relación
al anuncio de la diócesis. Renate Rothwell, una fiel de las
misas del Soho, no está contenta con la nueva sede en Mayfair:
"No habrá más funciones especiales dedicadas a nosotros. La
Iglesia me desilusionó. Habíamos construido una comunidad en
Soho y ahora nos mudarán a una iglesia jesuita", dijo.
Uno de los organizadores de "Soho Masses", Mark Dowd, expresó
en cambio solidaridad hacia la elección de Nichols, al evaluar
el rechazo que su iniciativa generó en católicos conservadores,
que lo acusaron de ser demasiado tolerante y de "destruir el
catolicismo" tal como hasta ahora se lo conoce.
RED-ADG/MRZ
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