Elección papal agita pasado de la "Guerra Sucia"
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BUENOS AIRES, Argentina (AP) -- Rara vez se habla de Jorge
Mario Bergoglio, ahora papa Francisco I, sin mencionar su humildad, su
rechazo a hablar sobre sí mismo.
Sus
admiradores hablan también de su abnegación, al explicar por qué él rara
vez ha negado una de las acusaciones más escabrosas en su contra: Que
estuvo entre los líderes de la Iglesia que apoyaron activamente la
dictadura asesina de Argentina.
Es
indiscutible que Jorge Mario Bergoglio, al igual que la mayoría de otros
argentinos, no confrontó abiertamente a la junta militar que manejó el
país de 1976 a 1983 mientras al mismo tiempo los gobernantes militares
secuestraban y asesinaban a miles de personas en una "guerra sucia" para
eliminar a adversarios de izquierda.
Pero el
biógrafo autorizado del nuevo papa, Sergio Rubín, argumenta que esa fue
una falla de la Iglesia Católica en general y que es injusto identificar
a Bergoglio con la culpa colectiva que aún agobia a muchos argentinos
de su generación.
"En una cierta manera muchos
argentinos terminaron siendo cómplices", en un tiempo en que
cualquiera que hablara abiertamente podía convertirse en un objetivo,
recordó Rubín en una entrevista con The Associated Press justo antes del
cónclave papal.
Algunos activistas defensores
de los derechos humanos acusan a Bergoglio, de 76 años, de estar más
preocupado en preservar la imagen de la Iglesia que de proporcionar
pruebas para los muchos juicios por violación de derechos humanos en
Argentina.
"Hay una hipocresía que tiene que
ver con toda la conducta de la Iglesia; y Bergoglio en particular", dijo
Estela de la Cuadra, cuya madre cofundó durante la dictadura el grupo
activista Abuelas de la Plaza de Mayo para buscar a familiares
desaparecidos. "Hay juicios de toda clase y Bergoglio se niega
sistemáticamente a apoyarlos", agregó.
Bergoglio
invocó en dos ocasiones su derecho bajo la ley argentina de negarse a
comparecer en una corte abierta en juicios que involucran tortura y
homicidio dentro de la temida Escuela Superior de Mecánica de la Armada
(ESMA) y el robo de bebés de detenidos. Cuando al final sí testificó en
2010, sus respuestas fueron evasivas, dijo a The Associated Press la
abogada por los derechos humanos Myriam Bregman.
Las
propias declaraciones de Bergoglio demostraron que los funcionarios de
la Iglesia sabían desde casi el inicio que la junta estaba torturando y
matando a sus ciudadanos aun cuando la Iglesia apoyaba públicamente a
los dictadores, afirmó. "La dictadura no pudo haber operado de esta
manera sin este apoyo crucial, agregó.
Rubín,
un escritor de asuntos religiosos del diario argentino Clarín, dijo que
de hecho Bergoglio tomó riesgos mayores para salvar a los llamados
"subversivos" durante la dictadura de 1976 a1983, pero nunca habló
públicamente al respecto antes de su biografía de 2010: "El jesuita".
En el libro, Bergoglio explicó que no quería rebajarse al nivel de sus críticos y luego compartió algunas de sus historias.
Bergoglio
dijo que en una ocasión pasó sus documentos argentinos de identidad a
un hombre que era buscado y que tenía un aspecto parecido al de él,
permitiéndole escapar por la frontera a Brasil. Agregó que en muchas
ocasiones protegió a gente dentro de propiedades de la Iglesia antes de
que pudieran ser llevadas con seguridad al exilio.
La
acusación irrecusable contra Bergoglio es que siendo un joven líder de
la orden jesuita argentina, retiró su apoyo a dos sacerdotes de barrios
bajos cuyos colegas activistas en el movimiento Teología de la
Liberación estaban desapareciendo. Posteriormente, los sacerdotes fueron
secuestrados y torturados en la ESMA, la cual utilizaba la junta como
prisión clandestina.
Bergoglio dijo a los
sacerdotes -Orlando Yorio y Francisco Jalics- que abandonaran su trabajo
en los barrios bajos por su propia seguridad y ellos se negaron. Sin
embargo, Yorio acusó después a Bergoglio de haberlos entregado de hecho a
los escuadrones de la muerte al negarse a apoyar públicamente su labor.
Yorio está muerto y Jalics se ha negado a hablar de estos
acontecimientos desde que se mudó a un monasterio alemán.
Después
de un aterrador traslado en helicóptero, ambos sacerdotes fueron
abandonados en un campo, con los ojos vendados. Ellos fueron dos de los
pocos detenidos que sobrevivieron a esa prisión.
Rubín
dijo que Bergoglio, a regañadientes, le narró el resto de la historia:
que él había abogado durante mucho tiempo tras bambalinas para
salvarlos.
Cuando tenía 30 años, el líder
jesuita persuadió al cura de la familia del dictador Jorge Videla que se
reportara enfermo para poder oficiar misa. Una vez en la vivienda del
líder de la junta, Bergoglio solicitó privadamente clemencia, escribió
Rubin.
Todo esto fue realizado en secreto,
precisamente cuando otros líderes eclesiásticos respaldaron públicamente
a la junta y pidieron a los católicos que restauraran su "amor por la
patria" pese al terror en la calle.
"Es un
tema muy sensible. La Iglesia argentina era una de las más conservadoras
en América Latina. Mostró una buena disposición hacia las autoridades
militares, quienes, para colmo, se consideraban cristianas y se llamaban
buenos católicos", dijo Rubín.
Entre la
jerarquía eclesiástica de aquel entonces había unos 50 obispos, y casi
todos eran conservadores. Algunos eran muy progresistas, y acabaron
muertos. Bergoglio se encontraba en el medio, según Rubin.
"Había
algunos que estaban metidos hasta sus cuellos, como von Wernich. Y
otros que arriesgaron todo abiertamente enfrentando a la junta, y
algunos de ellos terminaron muertos, como Angelelli", dijo al mencionar
al obispo Christian Federico von Wernich, que fue capellán de la policía
entonces y cumple ahora cadena perpetua por tortura y secuestro.
Rubin
mencionó entre otros al obispo Enrique Angelelli, muerto en un
sospechoso accidente de tránsito en 1976 mientras transportaba pruebas
sobre los sacerdotes asesinados.
"En cierta
manera muchos de nosotros argentinos terminamos siendo cómplices",
agregó. Según Rubin, los activistas aliados con el gobierno de la
presidenta Cristina Fernández "han intentado meter a Bergoglio en
algunos juicios de los derechos humanos, pese a que verdaderamente no
debería estar en ellos".
Por otra parte, los
activistas sostienen que la Iglesia argentina aguardó demasiado para
disculparse por la negligencia, y aún no ha identificado a los culpables
de muchas de las violaciones de derechos humanos que conocía en aquel
entonces la Iglesia.
Bergoglio fue nombrado
cardenal de Buenos Aires en el 2001. Sin embargo, no fue hasta el 2006,
después que el entonces presidente Néstor Kirchner declarara un día
oficial de luto por Angelelli en el 30mo aniversario de su muerte, que
Bergoglio lo llamó un "mártir", el primer reconocimiento oficial de la
Iglesia que el obispo fue asesinado.
Bajo el
liderazgo de Bergoglio, los obispos de Argentina emitieron una disculpa
colectiva en octubre del 2012 por no haber protegido a su feligresía
durante la dictadura, pero la nota culpó la era de violencia por igual
tanto a la junta y sus enemigos.
"Bergoglio ha
sido muy crítico a las violaciones de derechos humanos durante la
dictadura, pero siempre ha criticado el otro lado también. No se olvide
de eso", dijo Rubin.
Bergoglio fue acusado
además de no apoyar a la familia De la Cuadra, que perdió a cinco
familiares en la guerra sucia, incluyendo la hermana de Estela, Elena,
embarazada de cinco meses antes de ser secuestrada y asesinada en 1977.
La
familia apeló al superior general de los jesuitas en Roma, que pidió a
Bergoglio que les ayudara. Bergoglio asignó entonces a un monseñor para
que hablara con la policía, que le dio una noticia desgarradora: La
mujer era comunista, y por ello estaba condenada, aunque había dado a
luz en cautividad a una niña. La bebé, a su vez, fue entregada a una
familia "demasiado importante" para que fuera anulada la adopción.
Pese
a esta prueba en un caso en el que estuvo personalmente mezclado,
Bergoglio declaró en el 2010 que desconocía la historia de los bebés
robados hasta mucho después de haber desaparecido la dictadura.
"Bergoglio
tiene un actitud muy cobarde frente a situación tan terrible como la
extracción de los bebés. Dice que no sabía nada hasta 1985, cuando salió
en el juicio de la junta. No hace frente y no importa, la cuestión es
cómo salvar su apellido, salvarse él, pero no puede evitar las denuncias
que llegan al público. La gente conoce que es así.
"Hay
una hipocresía que tiene que ver con toda la conducta de la Iglesia. Y
Bergoglio en particular. ... Hay juicios de toda clase, y Bergoglio se
niega sistemáticamente a aportarlas", dijo de la Cuadra.
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