lunes, 13 de mayo de 2013

Empresarios mexicanos, ¿líderes sin propuesta?

onceptos como Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y Sustentabilidad son ya un lugar común en México y el mundo. Su uso, sin embargo, deviene en confusiones. ¿Es la RSE un mero acto de caridad? ¿Cómo definir si una compañía efectivamente es responsable o sólo usa el concepto como estrategia publicitaria? El objetivo de esta columna es alejarse de la cursilería usualmente asociada a estos temas y contribuir con un análisis sencillo y ameno bajo la lógica de que la RSE es clave para el desarrollo del país y el planeta.
mail:mauricio@altaempresa.com Mauricio González

Empresarios mexicanos, ¿líderes sin propuesta?

En México, ser rico parece ser algo malo por naturaleza. Si bien las suspicacias no son necesariamente fundadas, las cifras acreditan la iniquidad: las 20 familias más acaudaladas del país no sólo concentran una proporción superior a 10% del Producto Interno Bruto (PIB), sino que detentan más de la mitad del valor accionario de la Bolsa e influyen, de manera determinante, en el proceso de toma de decisiones. Curiosamente, si bien los empresarios más exitosos son los verdaderos dueños de México, su presencia en el imaginario popular es casi inexistente. Su presencia mediática, incluso, es reducida. La información de negocios ocupa un lugar bajo en el criterio editorial de los medios de comunicación: apenas algunos minutos en los noticieros matutinos y nocturnos de Televisa y TV Azteca, y pequeñas cápsulas en los informativos radiofónicos de mayor rating. Algunas cadenas cuentan con noticieros especializados, pero visto en términos panorámicos, la información de negocios, sobre todo la orientada a movimientos empresariales, es la menos valorada por el universo mediático.

Las cosas no cambian mucho en los periódicos, donde se tiende a caer en uno de tres escenarios: uno, los empresarios son personajes malignos y poco ilustrados que no merecen atención, actitud notoria en los diarios de izquierda; dos, lo que importa es  derramar tinta en cuestiones financieras y macroeconómicas,  y no tanto estudiar el comportamiento de las empresas, actitud clara de los diarios de interés general; o tres, la información de negocios empieza y termina como un pretexto para publicar numerosos pero insustanciales suplementos comerciales, actitud soterrada de los diarios “especializados”. En consecuencia, la cobertura noticiosa más profunda sobre los empresarios ha recaído históricamente en las revistas de negocios, las cuales, además de estar restringidas a un conjunto reducido de lectores, a sucumben a la tentación de tratar los casos de estudio como publirreportajes. Le ponemos poca atención a lo que hacen nuestros empresarios, lo que ha redundado en que no se sientan corresponsables de su tiempo.

En los últimos 150 años, la corporación se ha convertido en la institución más poderosa del mundo posmoderno, como lo fue el Estado en el siglo XX, o la iglesia en la Edad Media. Así lo han entendido ya varios superempresarios del orbe.  Warren Buffett, de Berkshire Hathaway, ha promovido consistentemente una reforma fiscal en Estados Unidos que obligue a personas como él a una mayor contribución fiscal (esfuerzo que, por cierto, fue replicado en Francia por los directores de Fimalac y Air France). George Soros, el gurú financiero, ha destinado recursos para promover la legalización de la mariguana en Estados Unidos. Ya ni hablar de figuras como Bill Gates, que se dedican 100% a la filantropía. Los líderes empresariales de México, en cambio, viven todavía en la era industrial. Les gusta, claro, repetir hasta el cansancio una serie de lugares comunes que confunden con un discurso de cambio (necesidad de reformas estructurales, estímulos de la banca, flexibilidad fiscal), pero a la hora de proponer iniciativas de vanguardia que contribuyan a la generación de riqueza general, brillan por su ausencia. Es un error. La transformación integral de la sociedad pasa por el protagonismo y la altura de miras de nuestros empresarios. No entenderlo así es no comprender el tiempo que nos tocó vivir.

@mauroforever | mauricio@altaempresa.com

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