Empresarios mexicanos, ¿líderes sin propuesta?
Las cosas no cambian mucho en los periódicos, donde se tiende a caer en uno de tres escenarios: uno, los empresarios son personajes malignos y poco ilustrados que no merecen atención, actitud notoria en los diarios de izquierda; dos, lo que importa es derramar tinta en cuestiones financieras y macroeconómicas, y no tanto estudiar el comportamiento de las empresas, actitud clara de los diarios de interés general; o tres, la información de negocios empieza y termina como un pretexto para publicar numerosos pero insustanciales suplementos comerciales, actitud soterrada de los diarios “especializados”. En consecuencia, la cobertura noticiosa más profunda sobre los empresarios ha recaído históricamente en las revistas de negocios, las cuales, además de estar restringidas a un conjunto reducido de lectores, a sucumben a la tentación de tratar los casos de estudio como publirreportajes. Le ponemos poca atención a lo que hacen nuestros empresarios, lo que ha redundado en que no se sientan corresponsables de su tiempo.
En los últimos 150 años, la corporación se ha convertido en la institución más poderosa del mundo posmoderno, como lo fue el Estado en el siglo XX, o la iglesia en la Edad Media. Así lo han entendido ya varios superempresarios del orbe. Warren Buffett, de Berkshire Hathaway, ha promovido consistentemente una reforma fiscal en Estados Unidos que obligue a personas como él a una mayor contribución fiscal (esfuerzo que, por cierto, fue replicado en Francia por los directores de Fimalac y Air France). George Soros, el gurú financiero, ha destinado recursos para promover la legalización de la mariguana en Estados Unidos. Ya ni hablar de figuras como Bill Gates, que se dedican 100% a la filantropía. Los líderes empresariales de México, en cambio, viven todavía en la era industrial. Les gusta, claro, repetir hasta el cansancio una serie de lugares comunes que confunden con un discurso de cambio (necesidad de reformas estructurales, estímulos de la banca, flexibilidad fiscal), pero a la hora de proponer iniciativas de vanguardia que contribuyan a la generación de riqueza general, brillan por su ausencia. Es un error. La transformación integral de la sociedad pasa por el protagonismo y la altura de miras de nuestros empresarios. No entenderlo así es no comprender el tiempo que nos tocó vivir.
@mauroforever | mauricio@altaempresa.com
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