EEUU no se retirará de Afganistán en 2015
Foto: EPA
Según el senador, Kabul y Washington celebrarán el correspondiente acuerdo en cuestión de dos meses.
Esta
cifra no ha sido ninguna sorpresa para los expertos pues un número
menor de militares sería insuficiente para implementar los programas con
vistas a encomendar la seguridad de Afganistán a sus fuerzas armadas y a
la policía.
Mientras,
hay indicios de que los cuerpos armados de Afganistán no serán
abandonados a su propia suerte. Mushahid Hussain Sayed ha aducido una
circunstancia importante: “Según fuentes bien informadas, aparte de los
militares, en el país se quedarán más de cien mil contratistas
estadounidenses que actuarán en el ámbito de la seguridad y en áreas
conexas, tanto en Afganistán como en Pakistán”. Procede señalar que la
reducción de las tropas de la OTAN no se hará extensiva a este
contingente”.
Ya a comienzos de mayo pasado, el periódico Fiscal Times
proporcionó datos más precisos aún. Según el último censo realizado por
la entidad Professional Overseas Contractors, por aquel entonces, en
Afganistán había 110 404 contratistas, de los que 33 444 eran
estadounidenses. Los demás, eran afganos o ciudadanos de otros países.
“La mayor parte trabajan para agencias de seguridad privadas que se
subordinan al Departamento de Estado y ofrecen protección física a los
diplomáticos. Esto significa que están armados para matar en nombre de
la Administración de EEUU”, escribió el periódico.
Más
aún, tras la retirada completa de las tropas, dichas agencias se
encargarán de la instrucción del ejército y la policía afganos, del
desarrollo de la correspondiente infraestructura, de los proyectos de
desarrollo y de la protección de las personas involucradas en la
ejecución de los mismos.
A
tenor del acuerdo de asociación estratégica, firmado ya el verano del
año pasado por Afganistán y EEUU, hasta 2024 en el país permanecerá un
número reducido de tropas estadounidenses. La mayor parte del trabajo
que ahora realizan los militares será encomendada a los contratistas.
“En realidad, se trata de tropas y presencia militar de facto”,
manifestó a Fiscal Times Malou Innocent, analista en temas de política exterior del Instituto Cato.
Pero
será una “tropa” algo distinta. En situaciones críticas, los
contratistas están mucho menos restringidos en su actuación que los
militares de carrera. Teniendo presente que la mayor parte de ataques
contra instalaciones y convoyes de transporte los cometen grupos poco
numerosos, los contratistas serían capaces de repeler el ataque, sin
acatar las reglas vigentes de empleo de armas. En este caso, todas las
consecuencias posibles serán consideradas “casos particulares”. De todas
formas, según evidencia la experiencia, los contratistas, por regla
general, están en contacto con las agrupaciones locales, lo que reduce
al mínimo el riesgo de choques armados. Tampoco les importan mucho las
acusaciones de sobornar a los extremistas, tan sensibles para las
instituciones públicas. En los negocios, como es sabido, todos los
medios son válidos, sobre todo, aquellos que contribuyen a cumplir las
misiones planteadas.
Por
paradójico que pueda parecer, los contratistas resultan más económicos
para el presupuesto, pues todos los gastos relacionados con su
alojamiento y aprovisionamiento, como es lógico, corren a cargo de la
respectiva agencia de seguridad. El Estado no asume compromiso alguno en
caso de muerte o traumas graves . Cuando hace poco el Pentágono fue
acusado de ignorar qué actividades desarrollaban sus agencias
contratistas en Afganistán, los altos cargos respondieron serenamente
que el departamento militar plantea “misiones estratégicas”, y los
métodos y formas de cumplirlas son de incumbencia de las agencias
privadas.
Según
datos que obran en poder del Centro de Estudios Estratégicos e
Internacionales, en 2011, la Secretaría de Defensa de EEUU pagó por los
contratos 375 000 millones de dólares frente a los 163 000 millones en
el año 2000. A juzgar por todo, los contratistas gozan de una demanda
cada vez mayor.
ach/kg/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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