Primer año de EPN: Y la Presidencia omnímoda se impuso
Enrique Peña Nieto, titular del Ejecutivo. Foto: Germán Canseco |
MÉXICO, D.F. (Proceso).- “Usted es un faro de esperanza” para la causa de las mujeres, dijo la entonces presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, María del Carmen Alanís, a Enrique Peña Nieto. Tres meses antes la magistrada había legitimado con sus compañeros el resultado electoral que llevó al mexiquense a la Presidencia.
Viejo ritual reasumido tras los años de ausencia priista en el poder, La Mujer del Año tiene otra vez como invitado de honor al presidente, encargado de entregar la presea elaborada por la casa Tiffany en un acto que organiza la priista Kena Moreno.
Era en realidad un sofisticado mitin feminista del PRI, convocado en el vestíbulo del Museo Nacional de Antropología, al cual cientos de socialités, mujeres de la política y el altruismo, acudieron la tarde del 3 de diciembre de 2012.
La Mujer del Año 2012 fue Alanís, quien en su discurso añadió: “El espíritu de igualdad que quedó plasmado en el Pacto por México, suscrito el día de ayer, da cuenta de que la inclusión ha comenzado a formar parte de la agenda de Estado, compartida además por las fuerzas políticas”.
Aplausos.
Dos días antes, el 1 de diciembre, Peña Nieto había asumido la Presidencia en medio de una jornada de protestas brutalmente reprimidas. Para ese día se tenía prevista la firma del Pacto por México, pero un desacuerdo entre partidos hizo que se aplazara al 2 de diciembre.
Cinco acuerdos y 95 asuntos a reformar (compromisos, les llamaron) fueron suscritos por PAN, PRD y PRI, las fuerzas políticas con mayor representación en el país.
Los presidentes surgidos del PRI inician sus mandatos con golpes efectistas: Miguel de la Madrid encarceló al Negro Durazo, Carlos Salinas a La Quina, Ernesto Zedillo a Raúl Salinas de Gortari… Peña Nieto a la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo.
El historiador Enrique Krauze llama a esa costumbre “el calado”, cuando grupos de poder quieren poner a prueba al presidente y éste da una muestra de fuerza. La costumbre forma parte de lo que ha dado en llamar, como su libro, “la presidencia imperial” (Proceso 1897).
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1935, ya en circulación)
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