En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, Ucrania era una nación que pertenecía a la URSS y había sido invadida por el ejército alemán. Al quedar bajo el sometimiento nazi, los ucranianos tuvieron que acatar varias demandas, entre ellas eliminar el futbol. Pronto el equipo Dinamo de Kiev fue obligado a desintegrarse y sus jugadores tuvieron que mendigar.
Un panadero de nombre Kordyk, fanático del futbol, reconoció en las calles a Mykola Trusevyck, el exportero del equipo, quien se encontraba pidiendo limosna. De inmediato, el fanático decidió darle trabajo en su panadería a cambio de que buscará a sus demás compañeros. Pronto Kordyk había reunido a los once jugadores del mítico club local.
El panadero comenzó a organizar de manera clandestina juegos entre equipos formado por personas del vecindario y los jugadores del mítico Dinamo pero la noticia de los duelos secretos llegó a oídos del ejército nazi, quienes retaron a la agrupación para demostrar la teoría de la supremacía alemana.
Sin embargo, el 16 de agosto, la Fuerza Aérea Alemana perdió 3-5 contra los ucranianos. La derrota les pegó de forma contundente al orgullo del Tercer Reich, quienes de forma inmediata pidieron la revancha.
Finalmente, el duelo se llevó a cabo bajo condiciones propicias para los alemanes, pues el árbitro era un agente de la SS (la guardia personal de Hitler), que permitió patadas, empujones y todo tipo de faltas a sus compatriotas. A pesar de todo, el Dinamo iba ganando en el primer tiempo 2-1.
Al iniciar el segundo tiempo, el ejército nazi amenazó a los jugadores rivales diciéndoles: “si ganan, se mueren”, pero al equipo clandestino poco les importó, el marcador concluyó 5-3 a favor de los locales y la supuesta superioridad alemana por los suelos.
Aunque en ese momento la milicia dejó festejar a los miembros de Dinamo, en cuestión de días la Gestapo arrestó a varios jugadores, oficialmente por pertenecer a la NKVD (el órgano represor de Joseph Stalin); algunos fueron torturados y murieron. Los que sobrevivieron fueron enviados al campo de trabajo Sirets, donde Klymenko, el portero Trusevich e Ivan Kuzmenko fueron ejecutados portando la camisa de su equipo, seis meses después dando por terminada la amenaza alemana y dejando para la posteridad la historia del partido de la muerte.
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