La ONU acusa al Estado Islámico de ‘limpieza étnica y confesional’ en Irak
El organismo documenta mil asesinatos desde que el grupo lanzó su ofensiva en junio
Ángeles Espinosa
Erbil (Irak)
25 AGO 2014 - 18:12 CEST173
La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha denunciado este lunes la “limpieza étnica y confesional” que el Estado Islámico (EI) está llevando en Irak.
Pillay, que ha documentado casi mil asesinatos desde que el grupo lanzó
su ofensiva en junio, pidió la ayuda de la comunidad internacional y
los gobiernos iraquí y kurdo para proteger a las minorías. No obstante, una vez recuperada la mayoría de las zonas que consideran propias, las fuerzas kurdas (peshmergas) han parado su contraofensiva a la espera de decisiones políticas.
“El EI y grupos armados asociados están cometiendo diariamente violaciones de derechos humanos horribles y graves”, declaró Pillay según un comunicado colgado en la web del Alto Comisariado. “De forma sistemática toman como objetivo a hombres, mujeres y niños, según su afiliación étnica, religiosa o confesional, y están llevando a cabo sin compasión una amplia limpieza étnica y religiosa en las áreas bajo su control”, añade la responsable que califica esos hechos de “crímenes contra la humanidad”.
Amnistía Internacional ya había alertado con anterioridad de que la expulsión masiva de decenas de miles de miembros de las minorías equivalía a “limpieza étnica”. Entre las comunidades directamente afectadas, la máxima responsable de derechos humanos de la ONU menciona a cristianos, yazidíes, shabaks, turcomanos, kakais y sabeos.
Pillay revela una matanza de 670 reclusos de la cárcel de Badush, en Mosul, poco después de que las hordas del EI tomaran esa ciudad el pasado 10 de junio. Según testimonios recogidos por los investigadores de la ONU, entre 1.000 y 1.500 presos fueron trasladados en camiones a un descampado donde hombres armados separaron a los suníes. Al resto, “los pusieron en cuatro filas, les ordenaron arrodillarse y les dispararon”.
Su comunicado se hace eco de los cientos de asesinatos que se han denunciado entre los yazidíes así como de al menos 2.500 secuestros. En general, explica, “asesinan a los hombres y se llevan a las mujeres y los niños como esclavos, bien para entregárselos a los combatientes o con la amenaza de venderlos”.
Tampoco se olvida de los 13.000 turcomanos chiíes que se encuentran sitiados por los yihadistas en Amerli, una localidad a medio camino entre Erbil y Bagdad, desde mediados de junio. El líder de los chiíes, el ayatolá Ali Sistani, hizo un llamamiento para que se les ayude durante la oración del viernes pasado. A pesar de que el Ejército iraquí intenta abastecerles con helicópteros, el agua y la comida han empezado a escasear.
“Nuestras tropas controlan los alrededores de Amerli, pero no tienen órdenes de entrar en la ciudad”, declara a EL PAÍS el general de brigada Helgurd Hikmet, portavoz de los Peshmerga. Lo mismo un poco más al este, en Jalawla, que marca el límite de los territorios reclamados por el Gobierno regional de Kurdistán y más allá de los cuales sus fuerzas no van a combatir salvo que Bagdad se lo pida, algo que depende de que se logre formar un nuevo Gobierno.
“Desde el sábado, hemos parado los combates”, añade el militar. Ahora sólo responden a los ataques, como sucedió en Tuz Khurmatu el domingo. Ni siquiera hay operaciones en el frente oeste, donde Sinjar aún permanece en manos de los yihadistas. “El objetivo era tomar la presa de Mosul, lo conseguimos y ahora estamos planificando los siguientes pasos”, concluye.
Mientras tanto, la amenaza que plantea el califato está impulsando inusuales acercamientos diplomáticos. Por un lado, el régimen sirio, convertido en paria internacional por la represión con la que ha acallado los deseos de cambio de su población desde 2011, se ha mostrado dispuesto a cooperar con cualquier país en la lucha contra el EI.
“Siria, geográfica y operacionalmente, está en el centro de la coalición internacional para combatir al Estado Islámico”, dijo ayer su ministro de Exteriores, Walid al Mualem, según Reuters. Al Mualem respondía así a las indicaciones de que Washington considera extender sus operaciones contra ese grupo más allá de la frontera iraquí. No obstante, el ministro exigió cooperación con Damasco porque “cualquier otra cosa será considerada una agresión”.
Además, en una muestra de la preocupación que el avance yihadista causa en la región, un viceministro de Exteriores iraní viajará este martes a Arabia Saudí. Será el primer encuentro bilateral entre ambos rivales por la supremacía regional desde la elección de Hasan Rohaní como presidente de Irán el año pasado. Teherán, que sigue el rito chií, acusa a Riad de estar detrás del EI y otros grupos radicales suníes debido a su adhesión a una versión extrema de esa rama del islam. Pero más allá de cuestiones doctrinales, ambos países se hallan en bandos opuestos del rifirrafe político en Irak, Siria, Bahréin, Líbano y Yemen.
“El EI y grupos armados asociados están cometiendo diariamente violaciones de derechos humanos horribles y graves”, declaró Pillay según un comunicado colgado en la web del Alto Comisariado. “De forma sistemática toman como objetivo a hombres, mujeres y niños, según su afiliación étnica, religiosa o confesional, y están llevando a cabo sin compasión una amplia limpieza étnica y religiosa en las áreas bajo su control”, añade la responsable que califica esos hechos de “crímenes contra la humanidad”.
Amnistía Internacional ya había alertado con anterioridad de que la expulsión masiva de decenas de miles de miembros de las minorías equivalía a “limpieza étnica”. Entre las comunidades directamente afectadas, la máxima responsable de derechos humanos de la ONU menciona a cristianos, yazidíes, shabaks, turcomanos, kakais y sabeos.
Pillay revela una matanza de 670 reclusos de la cárcel de Badush, en Mosul, poco después de que las hordas del EI tomaran esa ciudad el pasado 10 de junio. Según testimonios recogidos por los investigadores de la ONU, entre 1.000 y 1.500 presos fueron trasladados en camiones a un descampado donde hombres armados separaron a los suníes. Al resto, “los pusieron en cuatro filas, les ordenaron arrodillarse y les dispararon”.
Su comunicado se hace eco de los cientos de asesinatos que se han denunciado entre los yazidíes así como de al menos 2.500 secuestros. En general, explica, “asesinan a los hombres y se llevan a las mujeres y los niños como esclavos, bien para entregárselos a los combatientes o con la amenaza de venderlos”.
Tampoco se olvida de los 13.000 turcomanos chiíes que se encuentran sitiados por los yihadistas en Amerli, una localidad a medio camino entre Erbil y Bagdad, desde mediados de junio. El líder de los chiíes, el ayatolá Ali Sistani, hizo un llamamiento para que se les ayude durante la oración del viernes pasado. A pesar de que el Ejército iraquí intenta abastecerles con helicópteros, el agua y la comida han empezado a escasear.
“Nuestras tropas controlan los alrededores de Amerli, pero no tienen órdenes de entrar en la ciudad”, declara a EL PAÍS el general de brigada Helgurd Hikmet, portavoz de los Peshmerga. Lo mismo un poco más al este, en Jalawla, que marca el límite de los territorios reclamados por el Gobierno regional de Kurdistán y más allá de los cuales sus fuerzas no van a combatir salvo que Bagdad se lo pida, algo que depende de que se logre formar un nuevo Gobierno.
“Desde el sábado, hemos parado los combates”, añade el militar. Ahora sólo responden a los ataques, como sucedió en Tuz Khurmatu el domingo. Ni siquiera hay operaciones en el frente oeste, donde Sinjar aún permanece en manos de los yihadistas. “El objetivo era tomar la presa de Mosul, lo conseguimos y ahora estamos planificando los siguientes pasos”, concluye.
Mientras tanto, la amenaza que plantea el califato está impulsando inusuales acercamientos diplomáticos. Por un lado, el régimen sirio, convertido en paria internacional por la represión con la que ha acallado los deseos de cambio de su población desde 2011, se ha mostrado dispuesto a cooperar con cualquier país en la lucha contra el EI.
“Siria, geográfica y operacionalmente, está en el centro de la coalición internacional para combatir al Estado Islámico”, dijo ayer su ministro de Exteriores, Walid al Mualem, según Reuters. Al Mualem respondía así a las indicaciones de que Washington considera extender sus operaciones contra ese grupo más allá de la frontera iraquí. No obstante, el ministro exigió cooperación con Damasco porque “cualquier otra cosa será considerada una agresión”.
Además, en una muestra de la preocupación que el avance yihadista causa en la región, un viceministro de Exteriores iraní viajará este martes a Arabia Saudí. Será el primer encuentro bilateral entre ambos rivales por la supremacía regional desde la elección de Hasan Rohaní como presidente de Irán el año pasado. Teherán, que sigue el rito chií, acusa a Riad de estar detrás del EI y otros grupos radicales suníes debido a su adhesión a una versión extrema de esa rama del islam. Pero más allá de cuestiones doctrinales, ambos países se hallan en bandos opuestos del rifirrafe político en Irak, Siria, Bahréin, Líbano y Yemen.
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