Vacaciones en tiempos de guerra
Obama se va dos semanas de vacaciones pese a las crisis sin resolver en Irak, Gaza o Rusia
Silvia Ayuso
Washington
10 AGO 2014 - 17:09 CEST3
Mientras Barack Obama advertía seriamente el sábado de que la intervención estadounidense en Irak va para largo,
a sus espaldas, en el jardín de la Casa Blanca, esperaba ya listo el
helicóptero que lo llevaría rumbo a sus vacaciones. Dos semanas en la
isla de Martha’s Vineyard, Massachusetts, habitual destino de descanso
estival de los Obama y de otros presidentes antes que él como Bill
Clinton.
Según los pool reports, los reportes para el resto de la prensa acreditada en la Casa Blanca que hacen el pequeño grupo de periodistas que se turnan para seguir al presidente en todos los actos, públicos y privados, Obama no tardó ni media hora desde que llegó a la que será su casa en la isla durante las próximas semanas en agarrar sus palos de golf y marcharse a practicar durante varias horas el deporte que, para algunos, empieza a ser una obsesión presidencial.
La Casa Blanca ha asegurado una y otra vez que el hecho de que Obama se vaya de vacaciones no significa que vaya a descuidar los asuntos presidenciales ni las diversas crisis internacionales en que EE UU anda implicado, desde Irak a los intentos de negociar una tregua en Gaza o el conflicto en Ucrania que ha tensado las relaciones de Washington y Bruselas con Moscú. Obama además ha prometido que al regreso de su descanso estival anunciará qué órdenes ejecutivas -decretos- ha decidido para actuar en materia de migración en vista de que el Congreso no ha sido capaz de aprobar una reforma migratoria que ofrezca una solución para los más de 11 millones de indocumentados que viven en el país.
De hecho, según apuntaba en vísperas del descanso estival el portavoz presidencial, Josh Earnest, junto con los Obama ha viajado hasta Martha’s Vineyard parte del Consejo de Seguridad Nacional, incluida su asesora personal en la materia, Susan Rice, y el número dos del equipo, Ben Rhodes.
Además, no sólo Obama habló con el presidente de Francia, François Hollande, y el primer ministro británico, David Cameron, sobre Irak antes de partir de vacaciones. Durante el vuelo hacia la isla también se comunicó con la canciller alemana, Angela Merkel, esta vez para discutir la situación de Ucrania.
El presidente tiene asimismo previsto regresar el próximo domingo durante dos días a Washington, para mantener unas misteriosas reuniones -la Casa Blanca se ha negado a revelar con quién- que al parecer sólo puede realizar “en persona”, lo que ha aguzado las orejas de la prensa.
Obama no es el primer presidente que se toma vacaciones en tiempos de crisis. Ni siquiera es el que más tiempo de asueto aprovecha.
Aunque en EE UU 15 días de vacaciones es más de lo que tiene por ley el trabajador medio, su predecesor, George W. Bush, batió varios récords vacacionales al pasar hasta cinco semanas en su rancho en Texas, incluso pese a que el país estaba en plena guerra de Irak. Según recuentos de la prensa estadounidense, de los ocho años que permaneció en la Casa Blanca, Bush pasó 490 días en su rancho. Una cifra que sólo superó su padre y también presidente George H.W. Bush, quien en cuatro años de mandato estuvo 543 días en la residencia familiar en Kennebunkport, Maine. En la lista también figura otro destacado mandatario republicano, Ronald Reagan, quien también pasó más de año y medio (484 días) de los ocho de presidencia en su Rancho del Cielo en California.
Obama tampoco es el único presidente aficionado al golf, incluso en tiempos de guerra. En el verano de 1990, Bush padre fue duramente criticado por seguir acudiendo al campo de golf mientras las tropas estadounidenses se desplegaban en el marco de la Guerra del Golfo. Consciente de los cuestionamientos, cuando su hijo metió a EE UU en la segunda guerra en Irak una década más tarde, renunció públicamente a practicar este deporte mientras durara el conflicto. “Creo que jugar al golf durante una una guerra envía una señal equivocada”, declaró.
Al actual inquilino de la Casa Blanca no parece preocuparle esa observación. Y eso que su intensa afición al golf -ya sea en vacaciones o los fines de semana- ha sido ampliamente usada por sus críticos y destacada por la prensa nacional. En Irak, “terroristas se hacen con el control de más territorio y recursos que nunca antes en la historia y él [Obama] se va a jugar al golf”, escribían el ex vicepresidente Dick Cheney y su hija Liz en The Wall Street Journal en junio. “Por favor, regrese del campo de golf, necesitamos una decisión ya” en Irak, le conminaba al mismo tiempo por televisión otro republicano, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes Mike Rogers.
Según los pool reports, los reportes para el resto de la prensa acreditada en la Casa Blanca que hacen el pequeño grupo de periodistas que se turnan para seguir al presidente en todos los actos, públicos y privados, Obama no tardó ni media hora desde que llegó a la que será su casa en la isla durante las próximas semanas en agarrar sus palos de golf y marcharse a practicar durante varias horas el deporte que, para algunos, empieza a ser una obsesión presidencial.
La Casa Blanca ha asegurado una y otra vez que el hecho de que Obama se vaya de vacaciones no significa que vaya a descuidar los asuntos presidenciales ni las diversas crisis internacionales en que EE UU anda implicado, desde Irak a los intentos de negociar una tregua en Gaza o el conflicto en Ucrania que ha tensado las relaciones de Washington y Bruselas con Moscú. Obama además ha prometido que al regreso de su descanso estival anunciará qué órdenes ejecutivas -decretos- ha decidido para actuar en materia de migración en vista de que el Congreso no ha sido capaz de aprobar una reforma migratoria que ofrezca una solución para los más de 11 millones de indocumentados que viven en el país.
De hecho, según apuntaba en vísperas del descanso estival el portavoz presidencial, Josh Earnest, junto con los Obama ha viajado hasta Martha’s Vineyard parte del Consejo de Seguridad Nacional, incluida su asesora personal en la materia, Susan Rice, y el número dos del equipo, Ben Rhodes.
Además, no sólo Obama habló con el presidente de Francia, François Hollande, y el primer ministro británico, David Cameron, sobre Irak antes de partir de vacaciones. Durante el vuelo hacia la isla también se comunicó con la canciller alemana, Angela Merkel, esta vez para discutir la situación de Ucrania.
El presidente tiene asimismo previsto regresar el próximo domingo durante dos días a Washington, para mantener unas misteriosas reuniones -la Casa Blanca se ha negado a revelar con quién- que al parecer sólo puede realizar “en persona”, lo que ha aguzado las orejas de la prensa.
Obama no es el primer presidente que se toma vacaciones en tiempos de crisis. Ni siquiera es el que más tiempo de asueto aprovecha.
Aunque en EE UU 15 días de vacaciones es más de lo que tiene por ley el trabajador medio, su predecesor, George W. Bush, batió varios récords vacacionales al pasar hasta cinco semanas en su rancho en Texas, incluso pese a que el país estaba en plena guerra de Irak. Según recuentos de la prensa estadounidense, de los ocho años que permaneció en la Casa Blanca, Bush pasó 490 días en su rancho. Una cifra que sólo superó su padre y también presidente George H.W. Bush, quien en cuatro años de mandato estuvo 543 días en la residencia familiar en Kennebunkport, Maine. En la lista también figura otro destacado mandatario republicano, Ronald Reagan, quien también pasó más de año y medio (484 días) de los ocho de presidencia en su Rancho del Cielo en California.
Obama tampoco es el único presidente aficionado al golf, incluso en tiempos de guerra. En el verano de 1990, Bush padre fue duramente criticado por seguir acudiendo al campo de golf mientras las tropas estadounidenses se desplegaban en el marco de la Guerra del Golfo. Consciente de los cuestionamientos, cuando su hijo metió a EE UU en la segunda guerra en Irak una década más tarde, renunció públicamente a practicar este deporte mientras durara el conflicto. “Creo que jugar al golf durante una una guerra envía una señal equivocada”, declaró.
Al actual inquilino de la Casa Blanca no parece preocuparle esa observación. Y eso que su intensa afición al golf -ya sea en vacaciones o los fines de semana- ha sido ampliamente usada por sus críticos y destacada por la prensa nacional. En Irak, “terroristas se hacen con el control de más territorio y recursos que nunca antes en la historia y él [Obama] se va a jugar al golf”, escribían el ex vicepresidente Dick Cheney y su hija Liz en The Wall Street Journal en junio. “Por favor, regrese del campo de golf, necesitamos una decisión ya” en Irak, le conminaba al mismo tiempo por televisión otro republicano, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes Mike Rogers.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario