El hijo fallecido de Hipólito Mora, su verdadera motivación para iniciar autodefensas
Por: Redacción Revolución /
19 diciembre, 2014
(19 de diciembre, 2014).- Hace casi
siete meses, el exlíder de las Autodefensas de La Ruana, en Michoacán,
Hipólito Mora contó a los asistentes del Foro Nacional de Autodefensas
cómo fue que decidió levantarse en armas contra Los Caballeros
Templarios. En aquel momento explicó que la fuente de inspiración fue su
hijo, el mismo que a la edad de 32 años murió en medio de un
enfrentamiento contra los hombres de Luis Antonio Torres, “El
Americano”.
El pasado 28 de mayo, siete días antes
de que se uniera a la Fuerza Rural de Alfredo Castillo, Mora narró desde
el Polyforum Siqueiros, la forma en la que se hartó de las extorsiones
que sufrían los trabajadores del limón en Michoacán
Ahí expuso que los criminales decidían
las personas que venderían a los empacadores, así como las cantidades,
antes de que se levantaran contra ellos el 24 de febrero de 2013, en La
Ruana, Buenavista.
“Llegaron al extremo de que ya nada más
nos dejaban cortar dos días el limón. Todos los Templarios, los líderes,
gente muy rica tenían unos ranchos muy grandes de limón; para hacer que
el precio del limón estuviera muy arriba, no nos dejaban cortar a los
demás. Ahí sí me lastimaron”, manifestó Mora en el evento.
“Yo le di un pedazo de huerta a mi hijo
el mayor, y de eso vive él, de la huerta na’más. Me decía: ‘apá, mañana
corto (limón)’”. Recordó el michoacano. Al día siguiente cuestionó a su
hijo por no haber asistido.
-¿Qué pasó, por qué no fuiste a cortar?
-Que no ocupan limón, contestó Manuel.
Pasaron varios días así, contó
Hipólito. Una ocasión, llegó a su casa y vio a su hijo acostado en una
hamaca con las manos en la nuca.
-¿Qué pasó hijo?, me dijiste que ibas a cortar hoy, le dijo.
-No me recibieron, que porque no ocupan limón.
Antes de que se hijo comenzara a llorar,
Hipólito salió y sin decirle nada fue directo con los dueños de la
empacadora de limón para “pelearse” con ellos. Al llegar a una de las
cuatro empacadoras existentes en La Ruana, donde buscó al dueño, cuya
ausencia lo hizo dirigirse a uno de sus representantes.
-Te voy a hacer una pregunta que ya
sé la respuesta, pero la quiero oír de ti. ¿Por qué no les recibes el
limón a todas las personas?
-Porque usted ya sabe quién manda.
-Sí, ya sé.
A pesar de que a pocos metros de donde
se encontraba conversando estaban unos integrantes de los Templarios,
Mora siguió su plática.
-¿Qué no tienen huevos para ponerse fuertes, pelear y recibirnos el limón a todos parejito?
-No diga así, porque lo van a oír. Aquí están estos (Los Templarios).
-Me vale madre, que lo escuchen. Me le vas a empezar a recibir el limón a mi hijo, se lo vas a recibir, quieras o no quieras.
-Dígale que me lo traiga mañana.
-En unos días te prometo que mi nombre es el que vas a oír más aquí en la región y van a tener que recibirle a todos parejo.
15 días después de aquella conversación,
el encargado de la empacadora comenzó a escuchar de las autodefensas
comandadas por Hipólito.
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