El impacto que tiene la educación en las finanzas
de las familias mexicanas
El ingreso mayor —derivado de una mejor educación— está vinculado con la participación
en instrumentos de ahorro e inversión.
Raúl Martínez Solares
Dic 16, 2014 |
22:20
Educación es aprender lo que ni siquiera sabías que no sabías.
Daniel J. Boorstin, historiador estadounidense
Una premisa frecuente cuando se analizan las decisiones financieras de las personas es establecer una relación entre el nivel educativo y la capacidad, frecuencia y calidad de las decisiones financieras que se toman.
La premisa inicial en casi todo el mundo es que a mayor nivel educativo se tiene una mejor capacidad de decisión financiera y que a mayor educación las decisiones pueden adquirir mayores niveles de complejidad que a la larga benefician el patrimonio de las personas.
En el estudio publicado en el Buró Nacional de Investigación Económica, “Las finanzas de los hogares a través del ciclo de vida: en qué contribuye la educación”, los investigadores Russell Cooper y Guozhong Zhu llegan a la conclusión inicial evidente: que la educación afecta las finanzas de las familias principalmente porque incrementa el ingreso promedio de las mismas.
El segundo mecanismo es que mayores niveles de ingresos, derivados de mayor educación, consistentemente permiten el acceso a instrumentos cuyos costos de transacción son menores, y ello opera tanto en mecanismos de ahorro como en los de crédito.
La conclusión inicial del estudio: la correlación entre educación e ingreso enfatiza la relevancia de entender la educación como factor de acceso a mejores empleos, y su contraparte negativa como factor creciente de discriminación laboral.
El estudio encuentra además que las personas y hogares con mayor educación (sin ser óptima) tienen una mayor capacidad cognitiva y de información para realizar un mejor y más consistente análisis del futuro, que les permite a su vez tomar mejores decisiones en el tiempo. Ello se refiere al hecho de que la mayoría de las personas tendemos a dar más peso al corto que al largo plazo cuando se trata, por ejemplo, de analizar la conveniencia de gastar hoy o ahorrar para el futuro, pero que las personas con mayor nivel educación presentan una disminución de este efecto negativo y consecuentemente su capacidad de previsión futura aumenta.
Entender los efectos -directos e indirectos- positivos de la educación nos debe llevar a valorar cada vez más su importancia intrínseca, pero también a conscientemente aprovechar las ventajas que implica -para quienes tenemos la fortuna de tenerla- en nuestra vida financiera presente y futura.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @martinezsolares
Daniel J. Boorstin, historiador estadounidense
Una premisa frecuente cuando se analizan las decisiones financieras de las personas es establecer una relación entre el nivel educativo y la capacidad, frecuencia y calidad de las decisiones financieras que se toman.
La premisa inicial en casi todo el mundo es que a mayor nivel educativo se tiene una mejor capacidad de decisión financiera y que a mayor educación las decisiones pueden adquirir mayores niveles de complejidad que a la larga benefician el patrimonio de las personas.
En el estudio publicado en el Buró Nacional de Investigación Económica, “Las finanzas de los hogares a través del ciclo de vida: en qué contribuye la educación”, los investigadores Russell Cooper y Guozhong Zhu llegan a la conclusión inicial evidente: que la educación afecta las finanzas de las familias principalmente porque incrementa el ingreso promedio de las mismas.
El refuerzo del ahorro y la inversión
Los especialistas plantean que además de la relación directa con el ingreso, la educación refuerza tres mecanismos que contribuyen a mejorar las finanzas de las personas. El primero es que el ingreso mayor —derivado de una buena preparación— está vinculado con la participación en instrumentos de ahorro e inversión que en periodos largos tienden a generar mayores niveles de retorno, por ejemplo, el mercado accionario. Este tema es particularmente notorio en el caso de economías como la de Estados Unidos, donde el nivel de profundidad de dicho mercado permite que familias incluso de niveles medios participen activamente en él en el marco de su planeación financiera. Para el caso de México, ésta es aún una asignatura pendiente, pues la participación en el mercado accionario, de gran beneficio para periodos largos de inversión, está aún limitada por la poca profundidad de su mercado.El segundo mecanismo es que mayores niveles de ingresos, derivados de mayor educación, consistentemente permiten el acceso a instrumentos cuyos costos de transacción son menores, y ello opera tanto en mecanismos de ahorro como en los de crédito.
La conclusión inicial del estudio: la correlación entre educación e ingreso enfatiza la relevancia de entender la educación como factor de acceso a mejores empleos, y su contraparte negativa como factor creciente de discriminación laboral.
El estudio encuentra además que las personas y hogares con mayor educación (sin ser óptima) tienen una mayor capacidad cognitiva y de información para realizar un mejor y más consistente análisis del futuro, que les permite a su vez tomar mejores decisiones en el tiempo. Ello se refiere al hecho de que la mayoría de las personas tendemos a dar más peso al corto que al largo plazo cuando se trata, por ejemplo, de analizar la conveniencia de gastar hoy o ahorrar para el futuro, pero que las personas con mayor nivel educación presentan una disminución de este efecto negativo y consecuentemente su capacidad de previsión futura aumenta.
La guía para prepararse contra contingencias
Un último elemento de la investigación se refiere a que las personas con mayor nivel de educación tienen en promedio una mejor capacidad de enfrentar la incertidumbre. Cuando se trata de temas relacionados con contingencias médicas (y sus gastos asociados) u otros tipos de gastos de emergencia, las personas con menor nivel de educación son menos eficaces para incorporar en sus decisiones cotidianas la probabilidad de las mismas, y cuando éstas se presentan, generan un mayor efecto sobre las finanzas de las familias, ya de por sí afectadas por un menor ingreso.Entender los efectos -directos e indirectos- positivos de la educación nos debe llevar a valorar cada vez más su importancia intrínseca, pero también a conscientemente aprovechar las ventajas que implica -para quienes tenemos la fortuna de tenerla- en nuestra vida financiera presente y futura.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @martinezsolares
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