La descomposición del sistema de partidos
Alberto Begné Guerra
23/02/2015 01:46
Saltan a la vista, por una parte, las malas condiciones reales y las limitaciones formales para la legitimidad del poder y la gobernabilidad democrática, asociadas a las rigideces del sistema presidencial. En efecto, las encuestas indican que durante la segunda mitad de su mandato, el actual gobierno contará sólo con el respaldo de un tercio de los votantes (proporción que, sobre el total del padrón y no únicamente sobre la votación emitida, baja a poco más de 20%). En un sistema parlamentario una situación como esta llevaría a la necesidad de formar una nueva coalición gobernante de dos o más partidos, o bien a la convocatoria de elecciones extraordinarias para la ratificación o no del partido gobernante.
Por otra parte, las proyecciones ilustran la magnitud del daño sufrido por la izquierda, como consecuencia de sus incapacidades para construir una institucionalidad partidista, a la vez democrática y funcional, al margen de caudillos o liderazgos autoritarios, así como producto de su descuido e irresponsabilidad en la selección de candidatos y en el seguimiento, evaluación y control de los gobernantes surgidos de sus filas —o, más bien, de sus siglas, pues sus peores experiencias de gobierno han estado encarnadas por personajes sin compromiso ideológico ni partidista—. Es una grave pérdida para México, donde las profundas desigualdades sociales hacen absolutamente necesaria una opción de izquierda fuerte, responsable e innovadora. Nada más lejano a estos principios, por cierto, que el refrito de nacionalismo revolucionario de Morena.
Por último, pero no menos significativo, está el marcado ascenso del Partido Verde, quizá el signo más elocuente de la pobreza ideológica, ética y política de un sistema de partidos cuya reconformación, lejos de indicar mejoría, despide los malos humores de un cuerpo en descomposición.
*Socio consultor de Consultiva
abegne.guerra@gmail.com
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