El pasado lunes el Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó una ley aprobada por el Congreso que permitía que el niño estadounidense Menachem Zivotofsky, nacido hace doce años en Jerusalén, pudiera registrarse en su pasaporte como nacido en Israel. La decisión se adoptó tras un prolongado litigio que ha durado más de una década y ha costado millones de dólares.
Imagen
© Reuters
Jerusalén
El Supremo resolvió el caso con el voto favorable de seis magistrados y tres votos en contra. De entre los magistrados que votaron a favor, cuatro eran liberales y dos conservadores, lo que indica que existió un amplio consenso más allá de la filiación política de los jueces.

La demanda de la familia Zivotofsky contó con el apoyo incondicional, incluido el económico, de poderosos grupos judíos de Estados Unidos y de Israel. También tuvo el respaldo del partido republicano, que vieron la posibilidad de limitar la capacidad del presidente Barack Obama a la hora de determinar cuál debe ser la política exterior de Estados Unidos.

La sentencia, que establece que solamente el presidente tiene potestad para reconocer a un gobierno extranjero, representa un duro revés para las aspiraciones de Israel, que considera que Jerusalén, incluido el sector ocupado en la guerra de 1967, es su capital eterna e indivisible.

En una carta enviada al Supremo, el presidente Obama manifestó que "la situación de Jerusalén debe fijarse sólo después de que concluyan las negociaciones entre israelíes y palestinos", una posición que cuenta con el visto bueno de la comunidad internacional en general pero que Israel no acepta.

De hecho, todos los ministerios israelíes se ubican en Jerusalén, con excepción del ministerio de Defensa, que sigue en Tel Aviv, como también todas las sedes de las embajadas extranjeras. Hasta hace algunos años en Jerusalén había dos embajadas centroamericanas que finalmente se han establecido en Tel Aviv.

Los dirigentes israelíes y los dirigentes de la comunidad judía de Estados Unidos han quedado muy decepcionados con la sentencia, ya que estaban convencidos de que los magistrados darían una lección a Obama y obligarían a la administración a inscribir a Menachem Zivotofsky como nacido en Israel.

En 2002 el Congreso aprobó una ley que reconocía a Jerusalén como capital del Estado judío y obligaba al departamento de Estado a inscribir a los ciudadanos americanos nacidos en Jerusalén como nacidos en Israel. Esta ley, sin embargo, nunca llegó a aplicarse puesto que el departamento de Estado dio instrucciones a sus cónsules en sentido contrario. Después de la sentencia del lunes, esta ley es anticonstitucional.

El hecho de que el principal aliado de Israel se niegue a reconocer la capitalidad de Jerusalén es un serio revés para el Estado judío, aunque no va a tener mayores consecuencias. Israel seguirá construyendo a destajo en el sector ocupado y los estadounidenses se limitarán, como la Unión Europea, a "lamentarlo", sin adoptar ninguna medida para acabar con los cambios demográficos en marcha.

La sentencia del Supremo es, por tanto, una decisión simbólica que de ninguna manera repercutirá en la política expansionista de Israel. Jerusalén, como el resto de los territorios ocupados, cuenta cada día con un mayor número de colonos y los planes de expansión se van aprobando sin descanso.

Los padres de Menachem Zivotofstky, Ari y Noemí, emigraron a Israel en el año 2000 y se establecieron en Bet Shemesh, una localidad situada entre Jerusalén y Tel Aviv en la que reside una importante comunidad ultraortodoxa. Su hijo nació dos años después en el hospital Shaarei Tsedek del sector judío de Jerusalén, apenas dos meses antes de la ley que aprobó el Congreso en 2002.

Ari Zivotofsky se dirigió entonces al Consulado de Estados Unidos en Jerusalén para solicitar que en el pasaporte de su hijo figurara la palabra Israel, pero el cónsul le dijo que las instrucciones que había recibido del departamento de Estado le prohibían hacerlo. Entonces el padre presentó la denuncia contra el departamento de Estado por incumplir la ley de 2002, que ahora ha resuelto el Supremo en su contra.
"Estamos muy sorprendidos. Ya hace doce años que estamos en esta lucha y es natural que nos sintamos decepcionados. Lo hemos intentado y vamos a continuar intentándolo todo lo que haga falta"
Ha dicho Ari Zivotofsky tras conocer la decisión.

La sentencia puede tener otras consecuencias para Israel. La decisión de considerar que sólo el presidente tiene capacidad para determinar la política exterior significa que Israel no podrá contar con el respaldo incondicional del Congreso para presionar a Obama, por ejemplo en el caso de Irán, donde el primer ministro Benjamín Netanyahu había depositado todas sus esperanzas para abortar el inminente acuerdo entre Washington y Teherán.