16 de Febrero de 1936 EL FRENTE POPULAR CONTRA LA REVOLUCIÓN POPULAR
El
16 de febrero de 2016 se cumplen 80 años del triunfo electoral del
Frente Popular, una coalición de partidos republicanos y de izquierda.
He venido librando combates por la verdad sobre la historia, contra su
reducción a retorcida patraña politiquera. Me batí por la objetividad en
la cuestión de la Constitución de 1812 y la revolución liberal, y lo
hice casi en solitario, frente al poderoso bloque institucional. Lo he
hecho también respecto a la Alta Edad Media, el mito ful de al Andalus,
la revolución francesa, el mundo rural popular, los orígenes del
capitalismo, la II república o la genealogía del patriarcado en
Occidente, sólo por citar lo más importante. Ahora he de apuntar algunas
verdades, duras y arriesgadas de decir, sobre el Frente Popular.
Lo que expongo aquí es una sinopsis del capítulo correspondiente de mi libro “Investigación sobre la Segunda República española, 1931-1936”,
de pronta aparición, de manera que quien desee profundizar le invito
que acuda a él. La verdad, en tanto que verdad posible-finita, sobre el
Frente Popular en el periodo febrero/julio de 1936, desde su
implantación hasta el estallido de la guerra, ha sido y es falseada de
la manera más descarada. No se ha efectuado con interpretaciones o
relecturas más o menos sutiles o sofísticas sino por la simple
ocultación de los hechos: se evita que el público conozca lo más
importante de lo que sucedió.
¿Qué
se oculta? Sobre todo cuatro cuestiones: 1) en esos meses hay un
ascenso colosal de las acciones de las clases populares, especialmente
de las rurales, que toma un carácter tendencialmente revolucionario; 2)
tales movilizaciones se dirigen contra las manifestaciones fundamentales
del Estado y contra la patronal, 3) los gobiernos del Frente Popular,
con el respaldo de todos los partidos y sindicatos de la izquierda,
reprimen con furor las luchas obreras, campesinas y populares,
ocasionando cientos de muertos, miles de detenidos, heridos y
torturados, 4) la sanguinaria represión que lleva a efecto el Frente
Popular no frena la acción de los trabajadores, antes al contrario,
desgasta y desorganiza a dicha formación y a la izquierda, por lo que,
para evitar la eclosión definitiva de la revolución, ha de intervenir el
ejército, iniciando la guerra civil.
Los
episodios de choque sangrientos entre las clases trabajadoras y los
aparatos represivos a las órdenes del Frente Popular (sobre todo la
guardia civil y la guardia de asalto) son muy mal conocidos. En mi
investigación he podido localizar un gran número pero
me queda la convicción de que la mayoría está todavía por identificar.
Puesto que los gobiernos de Frente Popular establecieron la censura
previa de prensa y radio, sólo algunas de las matanzas de trabajadores
efectuadas siguiendo las órdenes de dichas autoridades nos son hoy
conocidas. Hay muchísimo que investigar todavía.
Falta
por precisar las características concretas de las acciones populares:
ataques a patrullas de la guardia civil; cercos masivos y armados a
cuartelillos y comisarias; choques callejeros con oficiales del
ejército; establecimiento de tribunales revolucionarios; expulsión de
burgueses y pudientes de pueblos y barrios; negativa a obedecer las
órdenes de los aparatos del Estado, incluidos los ayuntamientos; ruptura
de masas con las direcciones de los partidos y sindicatos del Frente
Popular; armamento y autoorganización miliciana de los trabajadores más
conscientes; toma de facto del poder de decidir y ordenar en numerosas
empresas, fábricas, explotaciones agrarias y otras unidades de
producción por sus asalariados; corte de comunicaciones; negativa a
pagar los impuestos; liberación de tierras antaño comunales expropiadas
por el Estado y vendidas a terratenientes, destrucción de máquinas,
rechazo del uso del dinero, expropiación sin indemnización de bienes de
la burguesía comercial, etc. Todo ello alcanzó un máximo en el final de
la primavera de 1936.
La
doble acción del Frente Popular y los partidos de izquierda, a saber,
reprimir violentísimamente por un lado e intentar paralizar a las
multitudes con intervenciones políticas institucionales por otro, aunque
logró resultados parciales no impidió el avance del gran incendio de la
revolución popular en flujo. Un asunto pendiente de investigación es el
desgaste del Frente Popular, que al ser la punta de lanza política de
la reacción, de la anti-revolución, entra en colisión abierta con las
clases populares. Todo parece indicar que en los comienzos del verano de
1936 las bases de los partidos y sindicatos adscritos al Frente Popular
se estaban escindiendo de sus jefaturas, para sumarse a las luchas
espontaneas de los trabajadores del campo y la industria.
Escalofriantes
son los datos sobre la violencia ejercida por los aparatos represivos
en ejecución de las órdenes que les llegaban de las autoridades del
Frente Popular. Numerosas fueron las matanzas, que dejaron un número
enorme de muertos y heridos de bala, pero quizá más terrible fue el uso
masivo de la tortura, que convirtió al país en una inmensa sala de
tormentos, donde eran llevados y triturados aquellos obreros y
campesinos más combativos. Mi libro ofrece los cálculos cuantitativos,
incluida la violencia padecida por las mujeres trabajadoras, que
estuvieron en primera fila de la lucha revolucionaria.
¿Quiénes
fueron responsables institucionales primeros de tanta sangre y tanto
dolor? Pues los partidos y sindicatos que firmaron el “Manifiesto electoral de Izquierda (Pacto de Frente Popular)”,
de 15 de enero de 1936. Hagamos la lista: Izquierda Republicana (que
era el partido de Manuel Azaña), Unión Republicana, PSOE, UGT, PCE,
Juventudes Socialistas, Partido Sindicalista y POUM, sumándose luego la
formación vasca ANV y en Cataluña ERC. La mayoría de los jefes de CNT
pidió el voto para el Frente Popular en las elecciones del 16 de
febrero. Particularmente vesánico fue el proceder del PCE, siempre a la
vanguardia de la defensa de la represión.
Vencedora
la coalición, formó gobierno con Izquierda Republicana y Unión
Republicana, mientras que el resto de los partidos firmantes del
Manifiesto les otorgó apoyo parlamentario y, sobre todo, en la calle. En
ninguna de las numerosas matanzas ordenadas por los gobiernos de Frente
Popular (hubo dos) los partidos y sindicatos de la izquierda hicieron
lo más mínimo por apoyar a los trabajadores, pues invariablemente
justificaron y respaldaron la acción de los aparatos represivos. La
violencia antipopular del Frente Popular fue el antecedente inmediato de
la violencia fascista de Franco.
Estos son los hechos. Ochenta años después deben ser conocidos y reflexionados.
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