domingo, 21 de febrero de 2016

La Unión Europea está en manos británicas


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La Unión Europea está en manos británicas

BERLÍN.
Como es habitual en la tradición política británica, el primer ministro David Cameron anunció, desde las puertas del número 10 de Downing Street, su residencia oficial, una decisión trascendental en la que está en juego el futuro de la Unión Europea y la estabilidad de su propio país.
Después de una maratónica y turbia reunión en Bruselas, que duro más de 40 horas y donde el político conservador logró obtener una serie de concesiones de parte de los socios europeos para impedir el famoso Brexit, la salida de Reino Unido de la UE, Cameron anunció la fecha que permitirá decidir a los británicos en referéndum sobre la permanencia del país en la Unión: el 23 de junio próximo.
Corresponde a los británicos tomar una de las decisiones más importantes de sus vidas”, dijo Cameron, aún con el cansancio marcado en la cara. “Se trata del tipo de país que queremos ser. No amo a Bruselas, amo a Reino Unido y la pregunta es si vamos a estar más a salvo y vamos a ser más fuertes en una Europa reformada o caminando por nuestra cuenta”.
Cameron pudo anunciar la fecha del famoso referéndum gracias al “acuerdo unánime” sobre las concesiones que sus socios europeos decidieron aprobar, en la medianoche del viernes pasado en Bruselas, después de dos días de intensas negociaciones en las que el político británico logró obtener un estatus especial que le permitirá hacer campaña a favor de permanecer en la Unión.
La principal concesión que obtuvo Cameron en Bruselas tiene una connotación peligrosa y puso en tela de juicio uno de los principios fundamentales de la UE: Londres recibió carta blanca para discriminar a los trabajadores en función de su pasaporte para tratar de limitar la migración.
La cumbre europea de Bruselas que se inició el jueves tenía dos puntos centrales y conflictivos en la agenda y que habían hecho creer a media Europa que si no salía humo blanco del edificio que alberga al Consejo Europeo, la UE quedaría confrontada a un destino incierto que haría temer por su futuro: La crisis de los refugiados y las negociaciones con Londres para evitar el famoso Brexit.
La principal protagonista del primer punto de la agenda, era la canciller Angela Merkel, que viajó a la capital belga con la certeza de que su efímero reinado como la mujer más poderosa de la Unión estaba llegando a su fin a causa de un fenómeno inédito. El famoso eje franco-alemán había dejado de funcionar y Merkel se había quedado sola en su intento de buscar la solidaridad de sus socios para reubicar a los cientos de miles de refugiados que se hacinan en Turquía.
Para evitar un fracaso que haría peligrar incluso su permanencia en el poder en Alemania, Merkel diseñó una doble estrategia destinada a buscar un nuevo consenso. En vísperas de la cumbre, que calificó como “un desafío histórico”, advirtió que el tema de nuevos contingentes de refugiados no sería discutido en Bruselas y prometió que su meta sería buscar un mecanismo que permitiría reducir en forma tangible y permanente el flujo de refugiados.
La canciller también anunció que apostaría por la llamada agenda turco-europea, que prevé la  posibilidad de que una parte importante de los refugiados sirios que se encuentran en Turquía sean reubicados a mediano plazo en los 28 países miembros. El plan también pretende aliviar la tensión que vive Turquía, donde viven en la actualidad unos 2.7 millones de refugiados y asegurar, al mismo tiempo, un control más efectivo de las personas que desean viajar al Viejo Continente para pedir asilo.
Pero dos trágicos atentados en Ankara hicieron imposible que el primer ministro turco, Ahmet Davutoğlu, pudiera viajar a Bruselas donde debía reunirse con un grupo de países comunitarios, la llamada “coalición de voluntariosos”, para consensuar medidas destinadas a convertir a Turquía en el puerto de entrada y salida de refugiados. La reunión se canceló y Merkel pudo salvar la cara gracias a una solución de último minuto, adoptada el jueves pasado. El crucial tema de los refugiados será analizado en una cumbre extraordinaria que tendrá lugar a comienzos de marzo.
A partir de ese momento, los jefes de Estado y de gobierno de los 28 países que integran la UE dedicaron su tiempo al segundo gran tema de la agenda de trabajo: llegar a un acuerdo sobre la oferta lanzada hace unas semanas por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para ayudarle a David Cameron –a que haga campaña por el “sí” junto a la City y a todos los que creen que el Brexit generaría una gran incertidumbre económica y política a ambos lados del Canal de la Mancha.
El borrador del acuerdo presentado por Donald Tusk  contemplaba cuatro propuestas que debían satisfacer las demandas británicas. Un límite a ciertas prestaciones sociales a migrantes comunitarios; un seudo veto de legislaciones europeas para los Parlamentos nacionales; un compromiso de no discriminación a los países que no adopten el euro, y otro capítulo destinado a hacer más eficiente y menos burocrática a la UE.
El acuerdo entre Londres y el resto de los socios europeos parecía un hecho consumado que se resolvería en la primera cena de la cumbre. Pero en Bruselas existe una vieja tradición que se mide por el tiempo que dura la primera cena. Mientras más larga la cena, más profundas son las diferencias que existen entre los socios. Peor aún, si el convivio no se repite estallan todas las alarmas.
La primera y última cena de la cumbre duró seis horas, un indicio que auguraba tormentas y que dejó claro que el acuerdo elaborado por el presidente del Consejo Europeo había encontrado resistencia entre los socios. Pero el chantaje de Cameron se impuso a la prudencia y, después de 40 horas de intensas negociaciones, el humo blanco que salió del edificio del Consejo hizo respirar con alivio a todos los participantes.
Gran Bretaña jamás participará en un súper Estado europeo”, anunció Cameron durante una rueda de prensa, feliz de poder proclamar que su país tampoco buscará ser socio del exclusivo eurogrupo, ni tampoco participará en el proyecto de un ejército europeo, pero seguirá teniendo en sus manos una herramienta eficaz para influir en las decisiones más importantes de la UE. “Hemos recibido lo mejor de los dos mundos”, sentenció Cameron antes de regresar a su país.
Espero que David Cameron pueda convencer a sus compatriotas”, aseguró Angela Merkel, al poner en tela de juicio las habilidades del político conservador para tener éxito en el desafío que tiene por delante.
Desde que llego al poder, en mayo de 2010, Cameron no ha hecho otra cosa que alimentar los resentimientos británicos contra la UE, una realidad que no le ayudará para hacer campaña a favor de la permanencia de su país en la Unión Europea.

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