China y EE.UU.: ¿de la cooperación actual a una guerra inminente?
Publicado: 7 mar 2016 04:29 GMT
Los importantes volúmenes de cooperación
bilateral hacen que una guerra sea muy improbable, pero las tensiones en
el mar y en el ciberespacio pueden precipitarla, asegura un analista.
Pensar
que se puede desatar una guerra entre EE.UU. y China es "completamente
absurdo", opina Harry Kazianis, columnista del blog 'The National Interest'.
Argumenta que los vínculos entre ambos países son numerosos: Pekín
compra valores de deuda estadounidenses, las universidades de EE.UU. dan
educación a más de 300.000 estudiantes chinos y miles de inmigrantes
chinos se enriquecen en suelo norteamericano. Sin embargo, el autor ve
cada vez más indicios de que las probabilidades de que estalle un
conflicto entre los dos países van en aumento.
Kazianis opina que esta alarmante perspectiva se debe en mucho a la desaparición de lo que fue un enemigo común durante la Guerra Fría, pues China ya no busca contener a Moscú. Es por eso que "a pesar de las numerosas áreas de interés mutuo, las relaciones entre Pekín y Washington están en decadencia".
El autor enumera las principales razones que podrían causar un eventual conflicto entre Washington y Pekín, y menciona en concreto las tensiones en el mar de la China Oriental y el mar de la China Meridional, las diferentes posturas sobre Taiwán y Corea del Norte, los casos de ciberataques y el espionaje cibernético (que ya ha servido de pretexto para un intercambio de amenazas por ambos lados), así como la militarización del espacio, el aumento de la rivalidad económica y un largo etcétera.
Según el artículo ninguno de estos asuntos parece tener ninguna solución en el futuro próximo, lo que en su conjunto hace presagiar, como ya escribió el analista Robert Farley en 2014, que "la ventana para una guerra entre Estados Unidos y China probablemente permanecerá abierta durante mucho tiempo".
Un conflicto entre las dos superpotencias, que con seguridad se extendería a escala mundial, no tendría a un auténtico vencedor, recuerda el columnista. Comparte la opinión de Farley de que su desenlace no sería comparable al de la Primera Guerra Mundial, que supuso el fin de tres imperios.
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Kazianis opina que esta alarmante perspectiva se debe en mucho a la desaparición de lo que fue un enemigo común durante la Guerra Fría, pues China ya no busca contener a Moscú. Es por eso que "a pesar de las numerosas áreas de interés mutuo, las relaciones entre Pekín y Washington están en decadencia".
El autor enumera las principales razones que podrían causar un eventual conflicto entre Washington y Pekín, y menciona en concreto las tensiones en el mar de la China Oriental y el mar de la China Meridional, las diferentes posturas sobre Taiwán y Corea del Norte, los casos de ciberataques y el espionaje cibernético (que ya ha servido de pretexto para un intercambio de amenazas por ambos lados), así como la militarización del espacio, el aumento de la rivalidad económica y un largo etcétera.
Según el artículo ninguno de estos asuntos parece tener ninguna solución en el futuro próximo, lo que en su conjunto hace presagiar, como ya escribió el analista Robert Farley en 2014, que "la ventana para una guerra entre Estados Unidos y China probablemente permanecerá abierta durante mucho tiempo".
Un conflicto entre las dos superpotencias, que con seguridad se extendería a escala mundial, no tendría a un auténtico vencedor, recuerda el columnista. Comparte la opinión de Farley de que su desenlace no sería comparable al de la Primera Guerra Mundial, que supuso el fin de tres imperios.
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