EL CAMBIO DE LOS TIEMPOS NOS LLENA DE ESPERANZA (I)
La detención por corrupción del jefe del Partido de los
Trabajadores de Brasil, Lula da Silva, uno de los iconos del
“antiimperialismo” y el “anticapitalismo” mundial, tras sucesivas
intervenciones judiciales que han llevado a docenas de dirigentes de
aquel partido a la cárcel en los últimos años, puede ser tomada como el
final de un periodo histórico que comenzó en 1991, con el desplome de la
Unión Soviética.
Los partidos comunistas e izquierdistas eran instrumento de que se
valía el capitalismo del oeste de Europa tras la II Guerra Mundial.
Desintegrada la Unión Soviética, y convertida China “socialista” en
vanguardia del capitalismo, los viejos izquierdismos fueron relanzados
desde arriba a partir de tres puntos programáticos, las religiones
políticas, el “antiimperialismo” institucional y el “anticapitalismo”
burgués. De ese modo, el estalinismo (fascismo de izquierdas) renacía de
sus cenizas.
En Latinoamérica el Partido de los Trabajadores de Brasil y el chavismo
han sido los dos pilares de tal estrategia. Ahora, si el primero está
atrapado en una descomunal trama de apropiación de fondos estatales y
robos, el segundo agoniza a causa de un fracaso muy estridente. Dentro
de esa operación de significación planetaria estuvo el ascenso de Obama,
el “Mesías Negro”, a la presidencia de EEUU, hoy un político y
un proyecto agotados. En Bolivia ese gran enemigo de los pueblos
indígenas que es Evo Morales padece un creciente descrédito. Cuba vuelve
a ser, ya explícitamente, lo que era antaño, una semi-colonia del
imperio. Nicaragua por un tiempo sandinista, es hoy un extravío político
y social
El régimen de Nelson Mandela, primer agente político del capitalismo
sudafricano, al que garantizó el paso del régimen de “apartheid” al
parlamentarismo para acelerar la acumulación del capital y mantener la
dictadura política, se ha desenmascarado al reprimir sangrientamente las
huelgas de los mineros negros, en algún caso con bastantes víctimas
mortales, precisamente en minas de las que la familia Mandela es
accionista… En Irán la “revolución islámica” de los ayatolas, una
mojiganga sangrienta pactada con EEUU para reprimir a las clases
trabajadoras alzadas contra el régimen terrorista del Sha, se
desenmascara a buen ritmo, al ser la dictadura del gran capital, sobre
todo del estatal, provista de formas fascistas.
Así pues, el “antiimperialismo” burgués, ajeno a las clases populares
de los países sometidos y opuesto a la revolución, está en una fase de
retirada.
En Grecia, la demagogia de Syriza y su jefe Tsipras se ha venido a
tierra en un tiempo record, al estar aplicando políticas de “ajuste”
todavía más duras que las exigidas por la Troika. En menos de un año ese
gubernamental montaje palabrero ya ha sido combatido por los
trabajadores con tres huelgas generales.
El “anti-capitalismo” concebido como hiper-consumismo, como expansión
supuestamente ilimitada de las prestaciones asistenciales del Estado de
bienestar en los países ricos, choca con la realidad de unas economías
europeas que necesitan incrementar la acumulación de capital para
mantenerse en la competición contra las potencias rivales de la UE. Lo
cierto es que dicho “anti capitalismo”, una de las expresiones más
toscas de la ideología burguesa, prepara las condiciones para instituir
en Europa el modelo chino de economía.
Hemos ido descendiendo de mileuristas a seiscientoseuristas, y mientras
los más cualificados agentes del capitalismo en el seno de las clases
populares nos calientan la cabeza con la historieta de “la función redistribuidora del Estado”conocemos
que el empresario Amancio Ortega tiene 61.000 millones de euros. Nunca
han sido tan grandes como ahora las desigualdades sociales, jamás han
sido, como en el presente, tan ricos los ricos y, comparativamente, tan
pobres los asalariados. Quienes planean mantener ese estado de cosas por
medio de una política de distribución de micro-limosnas a la plebe,
para sobornarla y corromperla con unas pocas monedas, se encuentran con
que la realidad les desautoriza cada día.
En suma, la detención de Lula es expresión del fracaso explícito del
proyecto político global implementado por el imperialismo occidental
tras la caída de la Unión Soviética a fin de disponer de fuerzas
políticas “radicales” a su servicio, que les son imprescindibles para
impedir el desarrollo de las corrientes revolucionarias. Dicha
estrategia ha ofrecido buenos resultados a sus creadores durante 25 años
pero ahora está en retirada, desacreditada y cuestionada. Que haya sido
el poder judicial y policial brasileño quien ha actuado contra Lula
indica que su partido e ideología ya no son una fuerza útil al
capitalismo, lo que se explica por su colosal agotamiento y
desprestigio.
¿Qué ha sido de las religiones políticas? Ese descomunal montaje
violento y totalitario, de naturaleza estalinista, destinado a imponer a
viva fuerza las necesidades fundamentales del ente estatal y la clase
patronal a las multitudes, está asimismo en reflujo. Sus agentes se han
manifestado como componentes esenciales del poder al mismo tiempo que
muy ávidos recaudadores de subvenciones estatales y empresariales.
Además, sus dementes enunciaciones, sometidas a la prueba de la
práctica, están siendo cuestionadas y refutadas. La evolución de la
sociedad en su base, sociológicamente diríamos, hace astillas los
atroces dogmatismos de tales creencias obligatorias. Finalmente, la
denuncia a que las hemos sometidos, además de las propuestas
alternativas superadoras, les están dejando escasas prestigio
intelectual y credibilidad política, a pesar del fanatizado apoyo que
reciben de todo el poder mediático.
En definitiva, se ha constituido una situación a escala mundial en la
que todo un entramada de formulaciones, programas, proyectos, teorías,
teoréticos, formas organizativas y metas estratégicas, en parte
heredados del estalinismo y en parte constituidos tras 1991, se está
descomponiendo. Un vacio bien visible, múltiple y profundo, se ha ido
constituyendo. Un vacio que puede y debe ser llenado con una nueva
concepción sobre el cambio revolucionario integral a escala planetaria.
En lo que llaman España la situación táctica es algo diferente. Por
motivos históricos, la guerra civil, los 40 años de fascismo y el modo
como se efectúo el paso del franquismo al parlamentarismo (con la
izquierda hegemonizando un proceso destinado a dotar de estabilidad y
futuro a todo el entramado de poder que Franco había presidido), la
izquierda conoce en el presente una situación de auge y ascenso. Pero
esto es meramente coyuntural.
Podemos, su principal expresión, es un montaje del CNI, el ejército y
el banco Santander, que se mantiene gracias a las cadenas televisivas de
la plutocracia. No posee ni una estrategia a largo plazo ni un programa
que vaya más allá de la demagogia ni suficientes dirigentes
experimentados ni tampoco solidez organizativa. Es una chapuza del tipo
“mantente mientras cobro”, incluso peor que su partido hermano, Syriza.
Poseemos tres certezas sobre el bloque Podemos-grupos afines. Su
descrédito a medio plazo es inevitable y será formidable, si bien no tan
rápido como el de Syriza. En las condiciones objetivas e
internacionales existentes es factible que sea mucho más que un
retroceso coyuntural, pudiendo elevarse a retirada definitiva del centro
de la escena política de las fuerzas del izquierdismo burgués. Hay una
posibilidad real de que la idea y el ideal de revolución total sustituya
entonces, en la cabeza de los sujetos y colectivos más avanzados, al
chapucero, demagógico y burgués programa de Podemos.
Ahora
el sistema de dominación, a escala mundial, conoce un momento de
debilidad, confusión y déficit en lo referente a sus herramientas
políticas, que se han ido desgastando y están en una fase de retroceso.
Sin duda, esta debilidad es relativa y además pasajera pues los poderes
de facto ya están trabajando para dotarse de nuevas armas políticas,
pero es al mismo tiempo muy cierta. Por el momento, el statu quo conoce
una situación de agotamiento y defensiva, que puede mantenerse durante
años y que cabe utilizar para hacer avanzar el proyecto revolucionario.
Lo
necesario es: 1) comprender transformadoramente la situación, bastante
favorable, que se ha ido constituyendo, 2) tratar los grandes problemas
de nuestro tiempo por medio de un cuerpo argumental mínimo suficiente,
que en parte existe ya y en parte ha de ser puesto a punto, 3) planear
un trabajo de difusión múltiple que lleve las propuestas del proyecto
integral revolucionario a las clases populares, 4) autoformar y formar
personas de calidad, aptas para el esfuerzo transformador, 5) estimular
todas las formas de lucha en la calle y oposición a los gobiernos de la
izquierda burguesa, 8) hacerlo todo ello a través del compromiso
individual y la acción colectiva.
En
esta situación hemos de saber qué estamos en condiciones de lograr y
qué no. No podemos, en efecto, llegar a las masas por el momento, porque
son patrimonio del hiper-poderoso poder mediático y están apresadas por
un sinnúmero de formas de dominación que las hace dóciles,
desinformadas y pasivas. Pero si podemos llegar a esa minoría, muy
reducida aunque decisiva, de personas que, a pesar de todo, piensan por
sí mismas, se hacen preguntas, buscan una salida y están dispuestas a
pelear.
A
las sociedades las mueven minorías, verdad tan a lamentar como a no
poner en duda. Atraer y ganar a las minorías reflexivas, activas y
generosas hoy es la pre-condición de la consecución de nuevos y
magníficos logros mañana. Nosotros somos muy débiles en todo menos en
argumentos y formulaciones: ahí reside nuestra fuerza y desde ahí hemos
de actuar estratégicamente. Ahora es más fácil atraer a dichas minorías
porque el entramado de propuestas y formulaciones del radicalismo
burgués se cae a pedazos, y está siendo desmantelado. Todas estas
cuestiones deberían ser tratadas en el II Encuentro por la Revolución
Integral. Los tres-cinco años próximos serán decisivos.
Pero
no sólo es la política lo que debe ocuparnos. Esta es parte y no todo.
Por eso en un próximo trabajo trataré sobre los asuntos no-políticos.
(Continuará)
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