La nueva Europa oriental: El proyecto atlantista
Todos
los proyectos dirigidos a integrar a los países de la CEI en
estructuras atlantistas puede generalizarse bajo la categoría del
meta-proyecto para la “nueva Europa oriental”. La conceptualización más
completa de esta “nueva Europa oriental” se presentó en la colección
publicada por el Centro para las Relaciones Transatlánticas en
Washington. El título completo de esta colección es, La nueva Europa
oriental: Ucrania, Bielorrusia y Moldavia, por si misma especifica la
zona para expandir el discurso sobre “Europa oriental”, que está
ensanchado para incluir el flanco occidental de la CEI, esto es, los
países que Rusia considera que están tradicionalmente en su propia zona
de influencia ya que esta área afecta seriamente a sus intereses
nacionales. Estos países, junto con otros miembros de la CEI, son
considerados como los “extranjeros cercanos” y según los instrumentos
fundamentales de política exterior indicadas en el Concepto de Política
Exterior Rusa (2008 y 2013) y la Estrategia de Seguridad Nacional hasta
2020 (2009), estas son de la más alta prioridad para la Federación de
Rusia.
Los editores de cabecera de La Nueva
Europa Oriental: Ucrania, Bielorrusia y Moldavia, D.Hamilton y
G.Mangott, apuntan que estos “nuevos países de Europa oriental” carecen
de una identidad nacional estable (un tema en el que no hay consenso en
estos estados) y ninguna tradición de estatalidad propia que podría
afectar negativamente los procesos de construcción del estado en esta
región. [i] G.Mangott de forma muy importante declara que: “La nueva Europa oriental no existe – es lo que hagan de ella los actores externos”.
[ii] En su opinión, la superación de la actual inestabilidad de estos
estados requiere que la “nueva Europa oriental” siga el mismo camino que
los “originales” estados europeos del este siguieron hace algún tiempo,
esto es, la adopción de los valores liberales occidentales como suyos,
institucionalizando plenamente el típico sistema legal y político
europeo, y adaptar sus economías a los principios del libre mercado. En
esta perspectiva, ucranianos, bielorrusos y moldavos deberían
convertirse en europeos ejemplares en un sentido socio-cultural, legal,
político y económico.
El hecho de que cada uno de estos
estados (excepto Bielorrusia) se hayan trasladado claramente hacia esta
dirección desde las declaraciones de independencia en 1991 sin lograr
cualquier éxito importante, es ignorado por los expertos occidentales.
Mangott urge a los países de la CEI para proceder con el copiado de las
normas e instituciones occidentales e incluso sin esperar unirse a la
Unión Europea en virtud del simple “hecho” de que estas instituciones
son más efectivas [iii]. No es necesario decir que, esta posición es
extremadamente ideológica desde el punto de vista geopolítico dado que
la geopolítica considera que la exportación de valores ha de ser uno de
los métodos de establecimiento de control geopolítico [iv].
Efectivamente, esta posición apunta al establecimiento del control
atlantista sobre aquellos países del mismo modo y bajo los mismos lemas
que aquello que se realizó en Europa oriental. Desde un punto de vista
sociológico, A.Dugin apunta que, “Atlantismo significa valores
occidentales, modernización, la occidentalización de la cultura, el
liberalismo, la democracia (o dictadura liberal si hay riesgo de que
esto conduzca hacia un modelo no-occidental de sociedad), el mercado
libre, individualismo, tolerancia, el individuo sobre el ciudadano,
cosmopolitanismo, cambios sexuales, y libertad de movimiento, prensa,
reunión y manifestación” [v].
Desde el punto de vista de los autores del
informe, la expansión de la OTAN en la “nueva Europa oriental” beneficia
a la seguridad de aquellos países y consolida su elección
civilizacional. La única excepción es la de incluir a Ucrania en la OTAN
ya que, como apuntan los autores, la mayoría de la población está en
contra de tal posibilidad a pesar de los esfuerzos de la élite
gobernante. La inclusión de Ucrania en la OTAN es vista como
problemática por Occidente dada la actitud negativa de Rusia hacia
semejante posibilidad y la necesidad de resolver el problema de la flota
del mar negro en Sebastopol [vi]. Al mismo tiempo, ellos insisten que “la
puerta de la OTAN debería mantenerse abierta para Ucrania, y Kiev
debería esforzarse por emprender las reformas necesarias para habilitar
su membresía”. Los autores mantienen al mismo tiempo que
la “nueva Europa oriental” no debería “convertirse en las nuevas
fronteras orientales de instituciones euroatlánticas o la frontera
occidental de una renovada área hegemónica rusa”. En vez de una elección
única entre una identidad oriental u occidental, la postmodernidad
permite que la región sea entendida como una que tiene “múltiples
identidades, representadas por amplias mayorías de aquellas sociedades,
[que] son más bien la norma en esta región que una orientación
exclusiva hacia occidente u oriente” [vii].
Por un lado, tal posición puede parecer aceptable
tanto para los países de Europa oriental como para Rusia. Sin embargo,
no deberíamos olvidar que esta posición se basa en la presupuesta
infalibilidad y absoluta verdad de las normas occidentales y el sistema
socio-cultural occidental que Rusia se cuestiona adoptar. Tal movimiento
está cargado con la pérdida de la soberanía geopolítica según confirma
la evaluación de la política exterior de Rusia en la década de 1990,
especialmente durante la administración de A. Kozyrev como ministro de
asuntos exteriores. La misma cosa puede decirse sobre las experiencias
de política exterior de la mayoría de países de Europa oriental tras
1989. La posición de los autores es de facto atlantista, aunque
suavizada por reservas sobre “la toma en consideración de los intereses rusos”.
La retórica pro-OTAN de los textos es la prueba adicional de esto, dado
que la Organización del Tratado del Atlántico Norte es una de las
organizaciones atlantistas más importantes. Es más, los autores de la
“nueva Europa oriental” están poco dispuestos a aceptar
constructivamente cualquier intento de Rusia para representarse a sí
misma como un poder de cabecera en el espacio post-soviético.
El director del Instituto para las Democracias
Transicionales, Bruce Jackson, mantiene una posición más estricta,
considerando al territorio de la antigua Unión Soviética como un área de
lucha entre las fuerzas de Rusia por un lado, y las “democracias
occidentales” por otro. En la evaluación de Jackson, esta es una lucha
por la orientación política de los países en el este de Europa, por la
influencia económica en estas regiones, y por la extensión de sus
respectivos sistemas de alianzas e instituciones multilaterales [viii].
Según él, es una lucha por la democracia contra el “eterno autoritarismo ruso”,
Jackson incluso apela a cierto “revisionismo geopolítico”, que
significa la represión de Rusia y la reducción fundamental de su
presencia militar en la región [ix]. Así es que no sorprende que Jackson
y su Instituto de las Democracias Transicionales haya promovido la idea
de crear un bloque de estados hostiles confrontándose a Rusia, y
confiando principalmente en Europa del este (encabezada por Polonia) y
el Cáucaso. Además, según analistas occidentales, Turquía debería unirse
también a este bloque [x].
Teniendo esto en mente, también es necesaria la
revisión atenta al programa de colaboración oriental de la UE como un
proyecto que de forma similar apunta a expandir el discurso a Europa
oriental. El partidario más constante de la “colaboración oriental” en
relación a los países de la CEI es Polonia (pero sin Rusia). La
especialista de cabecera del RISS, E.Jotkova, ha indicado una división
peculiar de las responsabilidades apreciables entre los países de Europa
oriental: “Polonia está apuntada, ante todo, hacia Ucrania; la
república Checa está apuntada hacia los Balcanes occidentales; y
Lituania hacia Bielorrusia [xi]”. Debe reconocerse que el programa
de colaboración oriental no incluye el acceso total a la UE para los
países participantes. Sin embargo, esto implica la institucionalización
de la ley de la UE (comunitaria) que incluye numerosas regulaciones
concernientes a cosas tales como los tipos de productos para ser
producidos, que afectan directamente a los intereses económicos de los
países participantes, así como a la reducción de la soberanía de sus
sistemas sociales y políticos de acuerdo con la “buena gobernanza”.
A cambio de semejante cumplimiento, a los países miembros de la
colaboración oriental se les ofreció la inclusión en las “cuatro zonas
de libertad” (bienes, servicios, personas y capital [xii]). En esta
nota, el anterior presidente de la comisión europea, Romano Prodi, de
forma bastante oportuna enfatizó el carácter de esta colaboración como
relativa a “todo salvo instituciones” [xiii]. Así, los estados miembros
de la colaboración oriental están incluidos de facto en el sistema
económico, legal, político, y social de la UE, pero tienen menos
derechos que los estados miembros de la UE. A ellos se les exige que
institucionalicen las normas de la UE, pero no pueden controlar
legalmente su implementación puesto que la UE siempre actúa como “perro
de guardia” y “autoridad supervisora” criticando las acciones de estos
países. Hay muchos otros factor que dejan la percepción de la “colaboración oriental”
como un proyecto imperialista que en efecto hace que los países
occidentales de la CEI, dependan directamente del nuevo imperio y no
solamente en términos regionales, sino también dentro del rango de sus
ambiciones globales [xiv].
La expansión de la UE se correlaciona con el su
uso de la retórica anti-rusa en el discurso de política exterior. Las
políticas interior y exterior de la Federación de Rusia “se las entiende
en el mismo discurso diseñado para crear una imagen de Rusia como
anti-Europa, como la parte principal de la presentación que estructura
el espacio de expansión de la UE” [xv].
En estricta evaluación de la
implementación geopolítica de este proyecto y sus dificultades
prácticas, deberíamos considerar la posición del atlantismo en el actual
liderazgo de la UE. Incluso antes de la firma de la declaración
transatlántica entre la Comunidad Europea y los Estados Unidos en 1990
[xvi], la posición de los partidarios del euro-atlantismo en Europa,
esto es, la filosofía geopolítica construida sobre la idea de una
reaproximación basada en los valores comunes de la democracia liberal y
el reconocimiento de la unidad histórica y cultural de los dos lados del
atlántico norte, fue bastante fuerte, y permanece así hasta este día
[xvii]. La orientación atlantista de la moderna burocracia europea puede
reconocerse en el análisis del discurso del entonces presidente de la
comisión europea, J.Barroso, en el foro de Bruselas, el 26 de marzo de
2011 titulada: “Un nuevo atlantismo para el siglo 21”
[xviii]. Como apuntó el erudito ruso, L.Savin, el discurso del señor
Barroso evidenció su oposición al concepto de un mundo multipolar, pues
criticó la visión de que las relaciones transatlánticas de Europa y los
EEUU no deberían considerarse como excepcionales por Europa sobre el
terreno de los nuevos centros de poder que han aparecido en el mundo.
Según el concepto de multipolaridad, esta relación debería considerarse
ciertamenet, como algo que no es nada más que una relación entre dos
polos de un sistema multipolar. Sin embargo, el director de la comisión
europea rechazó tal asignación, y se refirió a la unidad de los valores
de la UE y los EEUU, en los motivos que propone desarrollar en la
política exterior de la UE. La los EEUU, Europa y Barroso son motores de
globalización, con los que se debería cooperar. El director de la
comisión europea enfatizó la necesidad de una cooperación transatlántica
más dinámica y propuso en un resumen de 6 puntos, la acción conjunta
UE-EEUU que enfatiza, ante todo, los esfuerzos conjuntos para cambiar la
arquitectura de la cooperación internacional y la creación de un
espacio común de seguridad transatlántica [xix].
En comparación, deberíamos apuntar que la
colaboración oriental de la UE, ha sido más exitosa que los propios
intentos de los Estados Unidos para involucrar directamente a la “nueva
Europa oriental” en las estructuras atlantistas. El conflicto irresuelto
en transdnistria, la oposición activa a la unión en la OTAN encontrada
en Ucrania, y la existencia de un régimen autoritario con política
exterior independiente en Bielorrusia han hecho que sea bastante
improbable la perspectiva de que estos países se unan a la OTAN en el
futuro próximo. E.Jotkova apunta que el fracaso de la política de los
EEUU para incluir a los países post-soviéticos en el grupo de Visegrad.
El primero de tales fracasos que puede considerarse, es la ralentización
del proyecto GUAM (Georgia, Ucrania,
Azerbaiyán, Moldavia). En este sentido, el establecimiento de la
“Commonwealth de Elección de Democrática” debería considerarse como un
intento para integrar a varios países de la CEI y Europa oriental en una
organización. Establecidas inmediatamente tras la revolución naranja en
Ucrania por iniciativa de los presidentes Viktor Yushchenko y Mikhail
Saakashvili, esta organización tuvo su primer congreso en Kiev (2005).
Su propósito original fue incitar a la revolución tulipán en Kirguistán
después de que tomaran la decisión, basada en los acontecimientos de
Ucrania y Georgia, para apoyar a la oposición liberal y otros países de
la CEI [xx]. Aunque Kirguistán pronto salió de la lista de potenciales
candidatos para la membresía, el foco atlantista en la expansión de las
revoluciones democráticas vía “revoluciones de colores”
en los países de la CEI, permaneció como la razón de estado de la
organización. Al congreso fundacional de la Commonwealth acudieron
antiguos funcionarios de Ucrania, Georgia, Estonia, Eslovenia,
Macedonia, Letonia, Moldavia, Lituania, Rumanía, Bulgaria, y Polonia. La
agenda de las organizaciones participantes declaró que “la
Commonwealth apunta a crear una poderosa herramienta para liberar la
región mar báltico, mar negro y mar caspio de la confrontación, los
conflictos congelados y las violaciones de derechos humanos, que
iniciará una nueva era de democracia, seguridad, estabilidad y paz en
Europa, desde el atlántico al mar caspio”. Se tomó atención particular a los problemas de la “integración de la región mar báltico-negro-caspio y los Balcanes en las estructuras euro-atlánticas”
[xxi]. Desde su fundación, ha habido tres congresos de la Commonwealth,
el último se mantuvo en Vilnius en 2006. La organización está
actualmente inactiva.
Después de cesar la actividad de la GUAM, así como
la actividad de la Commonwealth de la Elección Democrática, cada estado
de Europa oriental empezó a jugar su propio papel en la correa de
transmisión de la política de los EEUU en la región a nivel individual.
Así, en la república checa, se creó en 2004, el departamento de derechos
humanos y política de promoción de la transición en el ministerio de
asuntos exteriores. En coordinación con la Agencia para el desarrollo
internacional de los EEUU (USAID en inglés), el ministro checo de
asuntos exteriores ha estado trabajando en la promoción de la democracia
en Bosnia y Herzegovina, Moldavia, Serbia, Montenegro y Bielorrusia
[xxii]. En Serbia, está activo el centro para la aplicación de acciones y
estrategias no violentas (CANVAS en inglés), cuyos fundadores incluyen a
antiguos líderes de la organización juvenil serbia, Otpor, que inició
la primera revolución de color que condujo al derrocamiento del
presidente Yugoslavo, Slobodan Milosevic. CANVAS preparó a activistas de
diferentes movimientos juveniles para que desempeñaran tareas en la
revolución naranja de Ucrania, y la revolución de las rosas en Georgia
[xxiii], los acontecimientos en febrero de 2011 en Egipto, y ahora están
trabajando para la preparación de “revolucionarios” para Bielorrusia,
Rusia, Myanmar, Venezuela, y Zimbabwe, mientras interactúan activamente
con activistas de más de 50 países en todo el mundo. Así, CANVAS, se
está convirtiendo en el centro global para la exportación de
revoluciones de color [xxiv].
En cuanto a Hungría, el Centro
Internacional para la Transición Democrática, fue fundado en la capital,
Budapest, con la asistencia del anterior embajador de los EEUU en ese
país, M.Palmer. Las actividades de la organización se extendieron no
solamente por Europa, sino también por Asia, Iberoamérica, y África
[xxv]. Budapest es también la sede de la Universidad Europea Central,
del famoso financiador americano y globalista, George Soros, que está
involucrado en la preparación de una élite intelectual para Europa
oriental y los países de la CEI, incluyendo Rusia [xxvi].
Al mismo tiempo, la escala de los proyectos
atlantistas para la reorganización geopolítica de Europa oriental,
incluyendo la expansión de la imagen geográfica y política de “Europa
oriental” y el acompañamiento de las prácticas gubernamentales de los
países de la CEI, involucra fuertemente a los dos países más grandes en
la región, con las fronteras más extensas con estados de la CEI y las
ambiciones geopolíticas más grandes respaldadas por experiencias
históricas específicas: Polonia y Rumanía.
Estos proyectos atlantistas se esfuerzan en la
creación de una imagen caricaturizada de Europa oriental en muchas
maneras basada de forma declarada en “política de memoria” y “política
histórica” que, una vez más, nos retrotrae al problema de las imágenes
políticas y geográficas, los discursos relacionados, su contenido, y
prácticas discursivas. Por otro lado, se exige que usemos las
herramientas del análisis geopolítico tradicional. Así, estos proyectos,
así como su implementación, necesitan ser examinadas en otro espacio
separado.
Notas:
[i] Hamilton D., Mangott G. The New Eastern
Europe: Ukraine, Belarus, Moldova. Baltimore, Maryland: Center for
Transatlantic Relations, 2007. P. 1.
[ii] Mangott G. Deconstructing a Region //
Hamilton D., Mangott G. The New Eastern Europe: Ukraine, Belarus,
Moldova. Baltimore, Maryland: Center for Transatlantic Relations, 2007.
P. 261.
[iii] Ibid. P. 262-265
[iv] Дугин А.Г. Неоатлантизм как концепт / Дугин
А.Г. (ред.) Левиафан. Материалы семинара «Геополитика/ Геостратегия».
М., 2011. С. 67; См. также: Dima N. Culture, Religion, and Geopolitics.
N.Y., 2010. P. 61.
[v] Дугин А.Г. Неоатлантизм как концепт / Дугин
А.Г. (ред.) Левиафан. Материалы семинара «Геополитика/ Геостратегия».
М., 2011. С. 67.
[vi] Larrabee F.S. Ukraine and NATO / Hamilton D.,
Mangott G. The New Eastern Europe: Ukraine, Belarus, Moldova.
Baltimore, Maryland: Center for Transatlantic Relations, 2007. P.
239-260.
[vii] Mangott G. Deconstructing a Region /
Hamilton D., Mangott G. The New Eastern Europe: Ukraine, Belarus,
Moldova. Baltimore, Maryland: Center for Transatlantic Relations, 2007.
P. 276.
[viii] Jackson B. The Soft War for Europe’s East /
Ronald D. Asmus, Next Steps in Forging a Euroatlantic Strategy for the
Wider Black Sea. Washington, DC: The German Marshall Fund of the United
States, 2006. P. 101–11.
[ix] Ibid.
[x] Хотькова Э.С. Эволюция отношений США со
странами Центральной и Восточной Европы // Проблемы национальной
стратегии. 2009. №1. С. 24.
[xi] Ibid. P. 13
[xii] European Union. External Action. Eastern Parthnership. [Электронный ресурс] URL: http://www.eeas.europa.eu/eastern/index_en.htm (дата обращения - 02.10.2011).
[xiii] Chilos А. The European Union and its neighbors: "Everything but institutions" [Электронный ресурс]URL: http://mpra.ub.uni-muenchen.de/925/1/MPRA_paper_925.pdf (дата обращения - 20.08.2011).
[xiv] See: Engel-Di Mauro S. The European's burden: global imperialism in EU expansion. N.Y.: Peter Lang, 2006.
[xv] Фоминых Ф.И. Расширение ЕС на восток:
стратегия, проблемы, последствия для России. Диссер. на соиск. уч.
степени кандидата полит. наук. М., 2008. С.178.
[xvi] United States Mission to the European Union. Transatlantic declaration of 1990. [Электронный ресурс]URL: http://useu.usmission.gov/ta_declaration.html (дата обращения - 20.08.2011).
[xvii] Савин Л.В. Неоатлантизм в Европе / Дугин
А.Г. Лефиафан. Материалы семинара «Геополитика/ Геостратегия». М., 2011.
С. 81-90.
[xviii] José Manuel Durão Barroso President of the
European Commission . A NEW ATLANTICISM FOR THE 21ST CENTURY Brussels
Forum 2010 Brussels, 26 March 2010. [Электронный ресурс] URL: http://europa.eu/rapid/pressReleasesAction.do?reference=SPEECH/10/135&format=HTML&aged=0&language=EN&guiLanguage=en (дата доступа - 19.08.2011).
[xix] Савин Л.В. Неоатлантизм в Европе / Дугин А.Г. Лефиафан. Материалы семинара «Геополитика/ Геостратегия». М., 2011. С. 89.
[xx] РИА-Новости: Украина и Грузия предложили Киргизии присоединиться к своей коалиции. [Электронный ресурс]. URL: http://www.rian.ru/politics/20050331/39600139-print.html (дата обращения - 21.09. 2010).
[xxi] Цит. по Станет ли Содружество
демократического выбора альтернативой СНГ: Портал
социально-демократической политики. [Электронный ресурс] URL: http://www.psdp.ru/problem/104628679 (дата доступа - 19.08.2011)
[xxii] Хотькова Э.С. Эволюция отношений США со
странами Центральной и Восточной Европы // Проблемы национальной
стратегии. 2009. №1. С.16
[xxiii] См.: Терновая Л.О., Николаев К.В.
Студенческие революции: социально-инновационный прорыв. М.:
Интердиалект+, 2009. С. 239-259.
[xxiv] Rosenberg T. Revolution-U. What Egipt
learned from the students, who overthrew Milosevic. Foreign Policy.
Electronic Issue [Электронный ресурс] URL: http://www.foreignpolicy.com/articles/2011/02/16/revolution_u?page=0,0 (дата доступа – 17.08.2011).
[xxv] Хотькова Э.С. Эволюция отношений США со
странами Центральной и Восточной Европы // Проблемы национальной
стратегии. 2009. №1. С. 16.
[xxvi] Central European University. About. [Электронный ресурс] URL: http://www.ceu.hu/about (дата доступа - 15.08 2011)
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