Rusia vs. OTAN: una guerra sin mucho sentido
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AFP 2016/ Wojtek Radwanski
La OTAN sigue con su política de hostilidad hacia Rusia. Sin embargo, su verdadero objetivo no es un conflicto armado con el país eslavo, sino la conservación de su hegemonía sobre Europa, opina el periodista Gevorg Mirzaián en su artículo para la revista rusa Expert.
La
'guerra fresca', caracterizada por la falta de diálogo entre la OTAN y
Rusia, va a toda velocidad hacia una 'guerra fría', acompañada por el
despliegue de fuerzas en las fronteras respectivas.
La Alianza lleva ya dos años denunciando "una amenaza rusa" y
llamando al fortalecimiento de su presencia militar en Europa del Este,
incluso logró arrancar de su seno a Montenegro —a pesar de la negativa de la población del país— e inaugurar su sistema antimisiles en Rumanía y, en un futuro próximo, en Polonia.
Al mismo tiempo, son los países más 'apasionados' de la Alianza los que promueven el belicismo contra Rusia. La situación permanecerá hasta que los países más 'sanos' del bloque militar elaboren un nuevo paradigma para las relaciones con el gran vecino oriental.
¿Un conflicto existencial?
Los altos funcionarios de EEUU, así como varios militares y analistas de los países-miembros de la OTAN, tachan el desacuerdo vigente con Rusia no como una situación temporal sino como una existencial, permanente en las relaciones entre las partes. De aquí los conceptos propuestos —fortalecerse militarmente, presionar al rival y no buscar soluciones diplomáticas— a menudo citan ideas de 30 o 40 años atrás, cuando la guerra fría reinaba en la percepción de Occidente, resalta Mirzaián.
Sin embargo, los políticos y expertos rusos, así como sus homólogos occidentales más prudentes subrayan que el conflicto actual tiene como motivo el deseo de Rusia de cambiar el estatus establecido tras la disolución de la URSS, cuando una Rusia debilitada fue privada de salvaguardar sus propios intereses a favor del dominio de la UE y EEUU.
Así, el problema radica en que este orden discriminaba a Moscú, y favorecía a Washington y Bruselas, lo que por supuesto era "cómodo" para Occidente, indica el autor.
El escudo de la discordia
El sistema antimisiles instalado en Rumanía sirve como un ejemplo de la situación actual, opina el autor.
Los
planes de creación de una red de defensa contra misiles balísticos a
gran escala existían desde hace años. Pero el mandatario de EEUU, Barack
Obama, decidió disminuir su tamaño para apoyar la estrategia del
"reinicio" de las relaciones bilaterales. Ahora, cuando el reinicio se
considera un fracaso, los planes siguen a toda marcha mientras los
medios occidentales promueven otra vez la imagen de "una Rusia violadora
del orden mundial", certifica Mirzaián.
Por otro lado, los altos titulares de la OTAN fallan en explicar la
razón de la mera existencia de un escudo antimisiles europeo. Una de las
explicaciones más populares es "proteger a Europa de la creciente
amenaza vinculada con los misiles balísticos", según el representante de
la Embajada estadounidense en Rusia, William Stevens, citado por el
medio.
El problema de todo el concepto del escudo antimisiles es que no solo no tiene sentido, sino que es contraproducente. Las armas nucleares no se consideran una herramienta de guerra eficaz ni por las potencias grandes, ni por las naciones pequeñas, señala el periodista.
En 1973, durante la guerra árabe-israelí de Yom Kipur, Jerusalén podía haber bombardeado Damasco, pero se negó a hacerlo por no tener ningún sentido bélico. En Vietnam, EEUU prefirió una derrota ante el uso de la bomba atómica. En Afganistán, la URSS se retiró sin bombardear a los radicales, citó el diario ruso a George Friedman, el jefe de la empresa privada de inteligencia, Stratfor.
"Las armas nucleares son una herramienta para prevenir las guerras y no para ganarlas. Los líderes de la URSS y de EEUU coincidieron en esto al acordar el rechazo de los sistemas de defensa antimisiles. Pero los líderes estadounidenses modernos se olvidaron de esto", lamenta Mirzaián.
Política, la explicación real
Sin un sentido bélico y con un impacto negativo en las relaciones bilaterales, surge la pregunta del motivo real para el despliegue del escudo antimisiles, expresa el autor. La respuesta es simple:
Resulta
que son las acciones de Washington las que conllevan a “la necesidad de
defender a Europa” y a elevar los costos de la defensa para el Viejo
Continente.
Pero a pesar de todas las preparaciones e iniciativas, la misma OTAN
admite la escasez de sus fuerzas para repeler la mítica "invasión rusa
del Báltico". A pesar de tener un poderío militar conjunto superior al
de Rusia, el balance de las fuerzas en este concreto campo de batalla
favorecería a Rusia. Sin embargo, permanece la cuestión de ¿para qué
Rusia necesitaría atacar a sus vecinos bálticos?, recuerda Mirzaián.
¿Callejón con salida?
Hay varias opciones para acabar con la situación actual, analiza el autor.
Teóricamente,
todo el conflicto se extinguiría de inmediato al entrar Rusia en la
OTAN y al unir sus defensas en una enorme área entre Lisboa y
Vladivostok. La parte rusa ha discutido varias alternativas, desde la
entrada a la OTAN como miembro, hasta una estrecha cooperación
estratégica que incluya la administración conjunta del sistema
antimisiles, según la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova
citada por el diario.
Pero EEUU no busca proteger a Europa, sino contener a Rusia. Además,
la presencia del 'exrival' sería un contrapeso incómodo para el dominio
estadounidense dentro de la Alianza, opina el autor.
Otra opción sería aprovechar la grieta entre los aliados norteamericanos y europeos. La OTAN —como un proyecto de integración estadounidense— y la UE tienen problemas y objetivos diferentes, lo que supone la posibilidad de una división eventual. Pero el problema aquí es que Europa carece de líderes fuertes para llevar a cabo una política independiente, según el experto de la Alta Escuela de Economía.
Finalmente, existe otra explicación que habla de la crisis de identidad de la OTAN, surgida tras la disolución de la URSS.
"Al ganar la guerra fría, la OTAN se encontró bruscamente como la única organización capaz de asumir un liderazgo global y universal. Pero al intentarlo, fracasó, y ahora sufre de la falta de una razón de ser. La 'amenaza rusa' promovida activamente no bastará para darle sentido a la Alianza por mucho tiempo. Así, la OTAN podría empezar a contraerse", explica Fiódor Lukiánov, el redactor en jefe de la revista 'Rusia dentro de la política global'.
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REUTERS/ David Mdzinarishvili
"Está claro que Rusia responderá duramente a
esta actividad, la cual percibe como el avance contra sus intereses —una
interpretación que la Alianza ni siquiera desmiente—", escribe Mirzaián en su artículo sobre las razones y las consecuencias del creciente belicismo entre las dos partes.
El Kremlin se verá obligado a reaccionar a la creación de nuevas
infraestructuras bélicas en las cercanías de Rusia, lo que podría
provocar "una carrera armamentista en el mejor de los casos o un
conflicto armado indeseado en el peor", afirma el autor.Al mismo tiempo, son los países más 'apasionados' de la Alianza los que promueven el belicismo contra Rusia. La situación permanecerá hasta que los países más 'sanos' del bloque militar elaboren un nuevo paradigma para las relaciones con el gran vecino oriental.
¿Un conflicto existencial?
Los altos funcionarios de EEUU, así como varios militares y analistas de los países-miembros de la OTAN, tachan el desacuerdo vigente con Rusia no como una situación temporal sino como una existencial, permanente en las relaciones entre las partes. De aquí los conceptos propuestos —fortalecerse militarmente, presionar al rival y no buscar soluciones diplomáticas— a menudo citan ideas de 30 o 40 años atrás, cuando la guerra fría reinaba en la percepción de Occidente, resalta Mirzaián.
Sin embargo, los políticos y expertos rusos, así como sus homólogos occidentales más prudentes subrayan que el conflicto actual tiene como motivo el deseo de Rusia de cambiar el estatus establecido tras la disolución de la URSS, cuando una Rusia debilitada fue privada de salvaguardar sus propios intereses a favor del dominio de la UE y EEUU.
Así, el problema radica en que este orden discriminaba a Moscú, y favorecía a Washington y Bruselas, lo que por supuesto era "cómodo" para Occidente, indica el autor.
El escudo de la discordia
El sistema antimisiles instalado en Rumanía sirve como un ejemplo de la situación actual, opina el autor.
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AFP 2016/ DANIEL MIHAILESCU
"Pero, protegerla de los misiles balísticos ¿de
qué país? ¿De Irán, que firmó contratos millonarios con las empresas
europeas? ¿De Arabia Saudí? ¿De Ucrania?", pregunta el autor. Resulta
que siempre estuvieron dirigidos contra Rusia, concluye.
Tercero,
los militares de EEUU suelen afirmar que el escudo antimisiles será
incapaz de detener un ataque de Rusia a gran escala, así que el misil
utilizado se basa en el impacto cinético en vez de una explosión, lo que
prohíbe su uso como arma de ataque. Esto es parcialmente cierto por el
momento, admite el autor. Sin embargo, de quererlo, EEUU podría
sustituir el misil defensivo actual —el SM-3— con otro proyectil,
utilizando para su lanzamiento la infraestructura construida. Además,
nada impide a EEUU construir más bases antimisiles, aumentando así sus
capacidades, destaca Mirzaián.
La eterna cuestión: "¿para qué?"El problema de todo el concepto del escudo antimisiles es que no solo no tiene sentido, sino que es contraproducente. Las armas nucleares no se consideran una herramienta de guerra eficaz ni por las potencias grandes, ni por las naciones pequeñas, señala el periodista.
En 1973, durante la guerra árabe-israelí de Yom Kipur, Jerusalén podía haber bombardeado Damasco, pero se negó a hacerlo por no tener ningún sentido bélico. En Vietnam, EEUU prefirió una derrota ante el uso de la bomba atómica. En Afganistán, la URSS se retiró sin bombardear a los radicales, citó el diario ruso a George Friedman, el jefe de la empresa privada de inteligencia, Stratfor.
"Las armas nucleares son una herramienta para prevenir las guerras y no para ganarlas. Los líderes de la URSS y de EEUU coincidieron en esto al acordar el rechazo de los sistemas de defensa antimisiles. Pero los líderes estadounidenses modernos se olvidaron de esto", lamenta Mirzaián.
Política, la explicación real
Sin un sentido bélico y con un impacto negativo en las relaciones bilaterales, surge la pregunta del motivo real para el despliegue del escudo antimisiles, expresa el autor. La respuesta es simple:
"Al crear una 'parasol antimisiles' en Europa,
EEUU aumentó la dependencia de sus aliados europeos. La reacción
rusa —por ejemplo, el despliegue de los complejos Iskander en
Kaliningrado— permitirá a EEUU seguir criticando a otros miembros por
una participación escasa en la defensa común y promover el aumento de
los presupuestos", opina Dmitri Oficérov-Belski, experto de la Alta
Escuela de Economía de Rusia especializado en política europea.
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Sputnik/ Pavel Lisitsyn
¿Callejón con salida?
Hay varias opciones para acabar con la situación actual, analiza el autor.
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AFP 2016/ Francisco Leong
Otra opción sería aprovechar la grieta entre los aliados norteamericanos y europeos. La OTAN —como un proyecto de integración estadounidense— y la UE tienen problemas y objetivos diferentes, lo que supone la posibilidad de una división eventual. Pero el problema aquí es que Europa carece de líderes fuertes para llevar a cabo una política independiente, según el experto de la Alta Escuela de Economía.
Finalmente, existe otra explicación que habla de la crisis de identidad de la OTAN, surgida tras la disolución de la URSS.
"Al ganar la guerra fría, la OTAN se encontró bruscamente como la única organización capaz de asumir un liderazgo global y universal. Pero al intentarlo, fracasó, y ahora sufre de la falta de una razón de ser. La 'amenaza rusa' promovida activamente no bastará para darle sentido a la Alianza por mucho tiempo. Así, la OTAN podría empezar a contraerse", explica Fiódor Lukiánov, el redactor en jefe de la revista 'Rusia dentro de la política global'.
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