¿Cuál es el lugar de origen de las plantas que cultivamos?
Por Jeremy Cherfas,
Algunas personas tienen
una vaga idea de que el chile tailandés y los tomates italianos, a pesar
de que son el núcleo de sus respectivas gastronomías, se originaron en
América del Sur. Ahora por primera vez un estudio
nos descubre la magnitud de la globalización en nuestro suministro de
alimentos. Más de los dos tercios de los cultivos que forman parte de
nuestra dieta provienen de otro lugar, incluso de muy lejos. Y esta
tendencia se ha acelerado en los últimos 50 años.
Colin Khoury, un científico del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), es el investigador principal de este estudio. Khoury dijo a The Salt que “los números confirman lo que sabíamos desde hace mucho tiempo, que nuestro sistema alimentario se ha globalizado”.
El trabajo previo de
estos mismos autores ya había demostrado que las dietas nacionales han
incorporado nuevos cultivos, algo que se va extendiendo por todo el
mundo desde hace varias décadas. El nuevo estudio confirmaría que los
cultivos tendrían un origen en otro lugar.
La
idea de que las plantas de cultivo tienen un lugar de origen, allí donde
fueron domesticadas originalmente, se remonta a la década de 1920,
gracias al gran estudioso de las plantas Nikolai Vavilov. Llegó a la
conclusión de que la región de donde procederían los cultivos tendría
una mayor diversidad de dicho cultivo, porque los agricultores habría
estado allí realizando una selección de los diferentes tipos durante un
tiempo más largo. La diversidad en sus parientes silvestres también
indicaría el lugar de origen de esa planta.
La
Media Luna Fértil, con su amplia profusión de plantas silvestres
relacionadas con el trigo y la cebada, sería el centro primario, por su
diversidad, de los cereales. Los chiles tailandeses tendrían su origen
en América Central y América del Sur, mientras que los tomates italianos
procederían de los Andes.
Khoury y sus colegas
ampliaron los métodos de Vavilov para encontrar el origen de 151
cultivos diferentes en 23 regiones geográficas distintas. Luego
examinaron las estadísticas nacionales sobre dietas alimentarias y la
producción de alimentos de 177 países, cubriendo de este modo el 98,5%
de la población mundial.
“Para cada país
podíamos averiguar qué cultivos contribuyen a proporcionar las calorías,
proteínas, grasas y el peso total de los alimentos, así como si se
originaron en ese país o en otro lugar”, dice Khoury.
Por
otro lado, los investigadores observaron lo que los agricultores
estaban cultivando en cada país y si esos cultivos tienen una origen en
un lugar distinto.
A nivel mundial, los cultivos
con una procedencia en otro lugar representan el 69% de los suministros
de alimentos y de las plantas cultivadas.
“Ahora
sabemos hasta qué punto las dietas de un país y los sistemas agrícolas
de todo el mundo dependen de los cultivos que se originaron en otros
lugares del mundo”, dice Khoury.
En Estados
Unidos, la dieta depende de los cultivos de la región de Asia Occidental
y del Mediterráneo, como el trigo, la cebada, los garbanzos, las
almendras y otros. Mientras tanto, la economía agrícola de Estados
Unidos se centra en la soja de Asia Oriental y el maíz de México y
América Central, así como el trigo y otros cultivos del Mediterráneo. De
Estados Unidos sería el girasol, que países como Argentina y China
cultivan y consumen.
Paul Gepts, que cultiva
plantas y es profesor de la Universidad de California, en Davis, que no
participó en el estudio, dice que estos hallazgos son muy importantes.
“Los profesionales son conscientes de la interdependencia global, pero no es algo de lo que se diese cuenta la gente”.
Los investigadores del CIAT han desarrollado un gráfico interactivo
que les permite explorar los resultados. Gepts dice que esto puede
ayudar a la gente a entender de dónde proceden sus alimentos”.
Regiones
alejadas de los centros de biodiversidad agrícola, como son América del
Norte, Europa del Norte y Australia, dependen más de los cultivos
proceden de fuera. Por esta misma razón, los países de las regiones con
mayor diversidad aún están cultivando y consumiendo su alimentos básicos
tradicionales, por ejemplo, el sur de Asia y África Occidental, que
dependerían menos de los cultivos procedentes del exterior. Pero incluso
países como Bangladesh y Níger dependen de los cultivos de fuera, al
menos en una quinta parte de los alimentos que cultivan y consumen. Los
tomates, los chiles y las cebollas (de Asia Occidental y Central), por
ejemplo, tiene gran importancia en ambos países.
Por
otra parte, durante los últimos 50 años, la dependencia alimentaria en
todo el mundo de los cultivos procedentes de fuera ha aumentado del 63%
al 69% actual. Khoury dice que esto supone una cierta sorpresa.
“Las culturas adoptan cultivos no autóctonos muy rápidamente después de entrar en contacto con ellos. Hemos estado conectados a nivel mundial durante mucho tiempo, y sin embargo todavía los cambios se siguen produciendo”, dice, señalando que las patatas empezaron a cultivarse en Europa sólo 16 años después de ser descubiertas en los Andes.
Los
cultivos destinados a la producción de grasas y aceites han visto un
cambio aún mayor: Brasil ahora cultiva la soja procedente de Asia
oriental, y en Malasia e Indonesia se cultiva la palma de aceite, que
procedería del África Occidental.
La
interdependencia mundial también se extiende al futuro de los cultivos,
por ejemplo, para combatir las amenazas del cambio climático y las
nuevas plagas y enfermedades. Los genes necesarios para hacer frente a
estos desafíos es probable que se encuentren en las regiones de mayor
diversidad, pero también serán necesarios en otras áreas de cultivo.
Esta es una cuestión crucial para Cary Fowler, ex Secretario Ejecutivo de Global Crop Diversity Trust y
autor principal del estudio. Dice que el estudio presenta evidencias
científicas rigurosas sobre la interdependencia dentro del sistema
mundial de alimentos.
“Eso significa que tenemos que empezar a comportarnos de acuerdo con esa interdependencia”, dijo Fowler en una entrevista.
El Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura
se supone que debiera garantizar que los países puedan controlar la
diversidad de plantas que necesitan para desarrollar nuevas variedades
que puedan soportar los futuros retos. Pero la mayoría de los países,
dice Fowler, no están facilitando ese acceso que promete el Tratado.
Se
trata generalmente de un problema político, ya que los países ignoran
el acceso compartido que ofrece el Tratado de Semillas (el cual han
firmado unos 120 países) en un esfuerzo por mantener los posibles
beneficios que ello les pudiera reportar.
Por ejemplo, durante el Año Internacional de la Quinoa,
en 2013, los investigadores trataron de comparar la mayor cantidad
posible de semillas de los Andes, para ver cuáles podían ser las mejores
para adaptarse a diferentes entornos. De las más de 3000 variedades
conocidas, los investigadores pudieron solamente obtener 21 de ellas, y
ninguna procedía directamente de los bancos de genes de los países de
origen.
Enlace de descarga del mapa:
https://cgspace.cgiar.org/bitstream/handle/10568/75665/PRINT_origin-species-world-map-v9_hires_poster%20EN.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Otros investigadores que realizaron una prueba de comprobación de lo recogido en el Tratado dijeron que “después de casi 10 años, sigue sin facilitarse el acceso”.
Fowler dice que este tipo de actitud socava las buenas intenciones expresadas en el Tratado: “Es hora de que el Tratado Internacional se observe y cumpla”.
Jeremy Cherfas es un periodista que escribe sobre temas de biología y Ciencia en general, que reside en Roma.
Procedencia del artículo:
http://www.npr.org/sections/thesalt/2016/06/13/481586649/a-map-of-where-your-food-originated-may-surprise-you
No hay comentarios.:
Publicar un comentario