DONALD TRUMP Y LA “BASURA BLANCA”
La ordinariez y chocarrería del candidato republicano a la Casa Blanca,
el multimillonario Donald Trump, está haciendo que las almas sensibles
se rajen las vestiduras y se dispongan a resistir a tanta barbarie…
apoyando a la candidata del partido demócrata, Hillary Clinton. Es el
juego partitocrático. Para imponer a una señora impresentable los
planificadores del Pentágono y de la gran patronal tenían que colocar
enfrenta a un energúmeno.
Cuando
hace ocho años el candidato fue un “hombre de color”, Obama, el
entusiasmo popular -inducido desde arriba- se desbordó. Su victoria fue
presentada como el advenimiento de una salvífica y redentora deidad
negra, que por causa del color de su piel iba a regenerar a EEUU y al
mundo todo… Hoy, la que será primera mujer presidente de la primera
potencia imperialista, promueve escaso entusiasmo. Esto se debe no sólo a
su elitismo, perfidia, arrogancia, ignorancia, militarismo y venalidad
sino también a varios otros factores. Uno es el descrédito del feminismo
de Estado, visto con creciente aversión por la gran mayoría de las
mujeres, que lo consideran una martingala patriarcal más. Una vez que
dicho feminismo se ha convertido en colosal grupo de poder,
enriquecimiento personal y presión, con una enorme presencia en el
congreso y el senado, la gente se está apartando de él, asqueada y
asustada.
Entonces
el aparato de poder USA pudo usar el racismo pro-negro pero hoy apenas
logra instrumentalizar el odio sexista. Nada ha desacreditado tanto al
feminismo como su conversión en poder fáctico empresarial y estatal, y
su política de amenazas, linchamientos, censura y embustes. La filósofa
Chistina H. Sommers lo denuncia, “la tercera ola del feminismo se construye con mentiras”.
Exacto. Pero no sólo con falsedades, también con dinero, muchísimo
dinero entregado por el capital y el ente estatal (en España por el PP
en el gobierno, y por Bruselas). Por tanto, era necesario buscarle a la
señora Clinton un bocazas de marca mayor como contrincante. Y aún así
puede no ganar…
Pero, ¿cuál es la “base social” del deslenguado? Lo que se ha venido en llamar, con una expresión inaceptablemente racista, la “basura blanca”,
formada por los hombres y las mujeres de clase trabajadora, por lo
general blancos, cuyas vidas son dramáticas. Un grupo social, de muchos
millones de personas, hoy el más desprotegido de ese país junto con los
pueblos indígenas, víctimas del racismo institucional de blancos y
negros.
Con
la crisis de 2007/2008 se han empobrecido, recibiendo por trabajos cada
vez más horribles salarios un 20-40% inferiores a los de antes. Por
tanto, tienen que practicar el pluriempleo, con lo que su salud es
pésima. Son en general personas solas por la desintegración de la
institución familiar, que abusan de la comida y el alcohol, que padecen
enfermedades físicas destructivas, además de estrés y depresión crónica,
por lo que están hiper-medicadas. Como consecuencia tienen una tasa de
mortalidad bastante alta y en ascenso, lo que indica que se están
suicidando como gran grupo social, o dicho de otro modo, que los poderes
fácticos de EEUU están cometiendo genocidio con ellos, un genocidio
silencioso y que a nadie importa pero que por eso mismo es mucho más
eficaz. Un genocidio como el que han perpetrado con los pueblos
indígenas.
Un
dato que muestra la desesperada situación de este grupo social es que
hoy es el primer consumidor de heroína y otras drogas letales. Si antaño
lo fueron los negros de los guetos hoy son los blancos de la clase
trabajadora y el lumpen. No sólo los hombres, igualmente las mujeres.
Por eso también el mensaje feminista neo-patriarcal no cala en ellas,
pues su vida nada tiene que ver con las feministas oligárquicas y
potentadas que hacen magníficas carreras profesionales y negocios
agrediendo a los varones… pobres (a los ricos no, claro está).
Ese
enorme grupo social, inculto y bastante embrutecido, lleno de
aprensiones e incertidumbres, que conoce una vida de infierno, hasta
ahora no era representado por nadie. Ahora Trump se ha convertido en su
perverso portavoz. A la “basura blanca” se le otorga con ello un
consuelo verbal, esto es, el poder escuchar por televisión atrocidades
que pretendidamente expresan sus inquietudes e intereses, y que por
zafias que sean no lo son tanto como la habitual campaña de agresiones
verbales y escupitajos que desde el poder mediático y académico padece.
Le
llegan principalmente desde dos lados, el grupo de presión de los
racistas negros y pro-negros, que desde su inmenso poder empresarial,
político, mediático, policial, académico, judicial y militar siguen
haciendo negocios fabulosos a la sombra del revanchismo, el victimismo y
el racismo anti-blanco (también anti-indígenas, anti-asiático, etc.,
pues su racismo es de naturaleza rigurosamente excluyente: sólo los
negros son personas). Al leer sus numerosas declaraciones y panfletos se
alcanza una conclusión: no cejarán hasta que la población negra de
EEUU, que es el 13%, se apropie al menos del 5o% de la riqueza del país[1]…
Nadie como sus agentes mediáticos, políticos y académicos enarbola con
tanto furor el garrote de la imputación de “racismo”, que dejan caer
sobre los trabajadores pobres blancos una y otra vez. El otro foco de
agresión es el feminismo de Estado, que en cotidiano bombardeo tilda a
la “basura blanca” de “machista”, “heteropatriarcal”, “maltratadora y
asesina de mujeres”, etc., etc.
Sobrecoge
la brutalidad de los agresores, su falta de compasión y piedad para con
unas gentes ya desahuciadas, que se tambalean al borde de la tumba y
que no son nada políticamente, cuyas vidas se reducen a trabajar como
esclavos para que sus agresores vivan deliciosamente de los subsidios y
prebendas estatales, y para que les puedan contratar en sus empresas
pagándoles una miseria. Estamos ante un mundo de fieras, en donde la
mentalidad corporativa racista y sexista únicamente piensa en el propio
clan, o quizá ya mafia, sacrificando a los otros seres humanos,
devorándolos sin contemplaciones. Y así las cosas llegó Trump.
La
alianza entre el tándem capitalismo-ente estatal yanki y el racismo
negro viene de lejos, lo mismo que la colusión entre el feminismo de
Estado y el poder político, militar y económico. Ambos son
pilares del nuevo orden capitalista en EEUU, que se ha ido formando en
los últimos decenios, así como en la piedra angular, o casi, del aparato
militar yanki, dirigido a la agresión en el exterior, puesto a punto y
reorganizado tras su fiasco en Vietnam por un hombre negro, el general
Colin Powell. En el ejército imperialista USA el porcentaje de negros y
mujeres crece cada año, a la vez que el de blancos pobres decrece: eso
lo explica casi todo. Y sus operaciones de agresión suelen tener féminas
al mando, como aconteció en la dirigida contra Libia, ordenada por un
negro, Obama, y ejecutada por una mujer, la general del ejército del
aire Margaret Woodward. Y eso sin olvidar a la señora Clinton, decisiva
en el desencadenamiento de la guerra en Siria, y en la creación por EEUU
del Estado Islámico, junto con su aliado sempiterno, Arabia Saudí.
Así
pues, puede dormir tranquila la progresista y multicultural grey:
Hillary ganará y el patán Trump se irá a hacer gárgaras. Ya lo han
decidido en las alturas. Sea como fuere la “basura blanca” seguirá
avanzando hacia su liquidación como grupo social, en unos pocos
decenios. El poder es una institución abstracta que no entiende de raza
ni de sexo, que sólo busca maximizarse. Ahora les toca gozar de sus
“delicias” a algunos de los oprimidos de antaño, convertidos en
opresores. Cambian los actores y agentes para que el poder de mandar y
explotar permanezca y se incremente.
Algunas
conclusiones. Hay que oponerse a todas las formas de racismo y a todas
las manifestaciones de privilegio, discriminación “positiva” y
desigualdad. Es necesario considerar siempre al ser humano esencial que
está bajo las apariencias raciales y sexuales, para establecer una línea
universalista, unificadora de rigurosa igualdad jurídica, política,
cultural y social. Quienes se unen al
Estado y penetran en sus instituciones con el fin de crear grupos de
presión, corporaciones, son parte decisiva del aparato de poder y mando
ilegítimo que la revolución popular en EEUU tiene que desmontar y
liquidar. Mientras, su denuncia desde la verdad ha de realizarse. Hay
que constituir un pueblo unido por encima de las particularidades,
considerando que el poder constituido siempre realizará una política de
división y enfrentamiento, privilegiando ahora a un grupo racial y luego
a otro, hoy a un sexo y mañana al otro. Los que se aferran a tales
privilegios y además los teorizan con sofismas repulsivos son los peores
agentes del vigente régimen de dictadura.
El
espeluznante montaje racista antiblanco-sexista se está cuarteando: por
eso la Clinton lo tiene tan difícil. Los multimillonarios y generales
negros nada tienen que ver con los trabajadores negros, que conocen una
existencia penosa similar a la de la “basura blanca”. Las mujeres de las
clases populares nada tienen en común con las celebridades del
adinerado feminismo de Estado. El pueblo es multirracial y no sexista, y
desde su unidad compleja pelea noblemente por la revolución.
Precisamente ahora se está dando una crisis grave del aparato político
de dominación en EEUU, con una abstención que supera el 50% y unos
candidatos infumables, el uno un vándalo boquirroto y la otra una
clasista frenética. No votar, no participar conscientemente en la farsa
electoral, es un modo excelente de rechazar el sistema, agravar su
crisis y avanzar en la obra de la revolución.
El
pueblo de EEUU puede servirse hoy de mucho de lo que los fundadores del
país dijeron, en especial de los escritos de Thomas Jefferson, al que
cito aprobatoriamente en alguno de mis libros. Sus ideas, depuradas de
errores e insuficiencias, adecuadas al siglo XXI y combinadas con otras,
servirán para construir unos EEUU sin multimillonarios tiránicos, sin
ese enclave militarista que es el Pentágono y sin un aparato de Estado
dictatorial, por tanto sin racismo en ninguna de sus manifestaciones, y
sin sexismo. ¿Y la “basura blanca”? Esta gente sirvió ingenuamente al
sistema de dominación en el pasado y ahora, degenerada en todos los
sentidos, es arrojada a la basura por el poder constituido. Me apena su
futuro y espero que encuentre el camino de la revolución, fraternalmente
unidos al resto del pueblo. Para empezar, un poco de autocrítica les
ayudaría.
[1]La
cosa es tan disparatada que quieren hacernos creer en que en un país en
que el presidente es negro, una buena parte de los altos mandos del
ejército son negros y cada vez más multimillonarios son negros, y en una
ciudad determinada donde el alcalde es negro, el jefe de la policía
local es negro, la mayoría de los mandos policiales son negros, una
buena parte de los agentes son negros y donde un policía negro asesina a
tiros a un hombre negro eso es… racismo. Sin duda, es un execrable
crimen policial, cometido por un aparato represivo en el que los negros
están sobre-representados, pero no es racismo. Racistas son los que
tildan tal suceso de racismo.
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