¿Qué está pasando con la guerra híbrida sobre Gabón? (2ª parte)
Contexto del conflicto
Es en este punto cuando se hace necesaria la
revisión del periodo previo al reciente conflicto. Como fue escrito,
Omar Bongo, el padre del actual presidente, había presidido Gabón
durante 4 décadas antes de su muerte en 2009, después de la cual unas
elecciones muy ajustadas desembocaron en su hijo asumiendo el poder. Los
choques estallaron entre el gobierno y la oposición durante ese tiempo,
con los alborotadores incendiando el consulado francés en Port-Gentil y
atacando varias instalaciones petrolíferas. La violencia, por suerte,
fue contenida y no terminó derrocando al nuevo gobierno, aunque hizo
presagiar lo que finalmente estallaría 7 años después durante las
elecciones anticipadas a finales de agosto de 2016. El gobierno previó
que la violencia fuera una posibilidad muy real en esta ocasión, así que
desplegó al ejército antes de la votación como medida preventiva de
antemano.
Esto resultó haber sido un movimiento muy
acertado, dado que Bongo consiguió un margen muy estrecho con que vencer
a Jean Ping, de 49,8% a 48,23% con una diferencia de sólo 5.594 votos,
la oposición intentó asaltar la comisión electoral e incendiar el
parlamento. Los partidarios de Ping fueron provocados por la declaración
ilegal de su líder acerca de que él ganó el recuento antes de que fuera
oficialmente proclamado, lo que precondicionó a sus seguidores para
creerse que las elecciones fueron robadas desde el momento en que el
gobierno hizo su anuncio certificando que Bongo fue el verdadero
vencedor. Sin embargo, la oposición hizo un argumento válido al suscitar
preguntas sobre el electorado activo sin precedentes que acudió a votar
en la provincia Haut-Ogooué. El rincón suroriental rico en minerales
del país está reconocido como la región de apoyo más fuerte al
presidente, y un impactante 95,5% de los 99% de los posibles votantes
que se acercaron a las urnas, respaldaron a Bongo.
En respuesta a lo que legítimamente
podía haber sido un caso de fraude que pudiera haber dado de otro modo a
Ping la victoria presidencial, la oposición demandó que los votos
fueran recontados, y el ministro de exteriores francés incluso se vio
implicado al decir que Gabón debe publicar los resultados de todos los
colegios electorales porque “la credibilidad de las elecciones así como
la reputación internacional de Gabón están en juego”. Con el parlamento
ardiendo y la violencia sin mostrar algún signo de abatimiento, las más o
menos 1.000 tropas francesas estacionadas en la capital pudieron acabar
siendo los poderes en la sombra finales en el juego de tronos gabonés.
Engañando a París para una intervención
Analizando los acontecimientos en Gabón desde la
perspectiva de la teoría de la guerra híbrida, está claro ver que el
país está sufriendo un intento de cambio de régimen premeditado, aunque
no necesariamente uno que esté respaldado por una potencia extranjera.
Francia, el actor predominante y tomador final de decisiones en todos
los asuntos de importancia en Gabón, no tiene ninguna preferencia en un
sentido u otro, tanto si es Bongo o Ping quien dirige el país. El
presidente en ejercicio no estaba tan cerca de China como solía estar, y
su contendiente medio-chino no hizo ninguna insinuación durante la
campaña electoral de que se acercaría más a Gabón que la patria
ancestral de su padre. Considerándolo todo, no hay espacio para disputar
que Gabón seguiría con su senda pro-europea sin importar quien ganase
las elecciones. La única tenue diferencia entre los dos candidatos es
que Ping puede que sacara a Gabón de la coalición saudí
“anti-terrorista” o distanciara su país de tal coalición, aunque, es
altamente improbable que los saudíes reaccionasen de cualquier manera
sustancia o desproporcionada a esta muy pequeña afrenta y pérdida de
prestigio, si tal movimiento incluso ocurriese en primer lugar (y no hay
señales de que ocurriese en cualquier caso).
Por tanto, cada vez más parece como si
Ping esté avivando las llamas a propósito de la rabia violenta de los
votantes en Gabón para crear las condiciones que necesitaría una
intervención francesa contra Bongo, aunque una que estuviera vestida en
el lenguaje del “intervencionismo humanitario”. Ping ya está probando
este escenario a través de la apelación dramática que justo hizo en la
cual suplicó que “necesitamos asistencia desde el resto del mundo para
proteger a la población de Gabón frente a un clan de mercenarios, un
Estado de granujas”. Este es precisamente el tipo de lenguaje destinado a
invitar para una intervención militar exterior, pero parece que Francia
está esperando el momento oportuno y considera qué otras opciones tiene
además de esa. París ya emitió la declaración de que quiere que los
resultados de todos los colegios electorales sean publicados para
asegurar que ningún fraude había tenido lugar durante las elecciones,
que puede leerse como una sugerencia amable que Francia está dando a
Bongo un medio de lavarse la cara en el que dejar el cargo por
atribuirse su victoria controvertida a un erróneo recuento de votos. Es
dudoso que él abdicase de su cargo justo así, no obstante, dado que él
cree firmemente que debe continuar el legado de su familia en el
gobierno del país y que sería vergonzoso el abandono de la presidencia
bajo tales condiciones.
Por el momento, Francia no parece tener ningún
interés en ordenar que sus fuerzas con base en Libreville entren en
acción, aunque está preparándolas -obviamente- para reaccionar ante
cualquier situación de emergencia que surja. Sin una intervención
militar para deponer rápidamente a Bongo, Ping debe entonces confiar en
la diplomacia francesa para negociar una transición de liderazgo por
fases a través de un gobierno técnico o provisional que podría ser
instalado con presión internacional si el gobierno es forzado
exitosamente a concordar una solución de compromiso a la crisis de
guerra híbrida. No es seguro que este esquema será exitoso, ni que una
nueva ronda de elecciones será mantenida como parte de este marco dentro
del corto plazo de tiempo que Ping podía estar esperando, así que es
posible que él y sus partidarios pudieran intentar engañar a Francia
para llevar a cabo una “intervención humanitaria” contra Bongo, mediante
el ataque a alguno de los 10.000 ciudadanos franceses que residen en el
país. Podrían extender la falsedad de que esas bajas francesas justo
fueron “alcanzadas en la violencia” aleatoriamente o posiblemente
incluso “víctimas de la matanza indiscriminada del régimen”, la segunda
narrativa de estas, podría usarse para transformar la “intervención
humanitaria” prevista en una operación directa de cambio de régimen
modelada más allá de aquella realizada en 2011 contra el presidente
costamarfileño, Laurent Gbagbo, bajo circunstancias similarmente
fabricadas.
Pensamientos en conclusión
Gabón ciertamente está sufriendo un periodo muy
repentino y violento de actividad de guerra híbrida, con la oposición
habiendo estado aparentemente provocada desde ninguna parte para
incendiar el parlamento y arrojar en el caos al otrora país
estereotípicamente pacífico, pero claras señales de las elecciones
igualmente disputadas de 2009, muestran que las fuerzas
anti-gubernamentales habían aguardado durante todos estos últimos 7 años
bastante bien y lo invirtieron en la preparación de este escenario.
Gabón, otrora la más estable y apenas analizada de las naciones en
África, es ahora frente y centro en todos los portales mediáticos
globales y se balancea al filo de la guerra civil. Los tres países más
estratégicamente unidos con Gabón están ahora esperando ansiosamente a
los resultados de esta agitación.
China está preocupada sobre la pérdida de todavía
más de su posición en el país que ya el mismo Gabón se empezó a
distanciar progresivamente en el último par de años respecto de Beijing
en favor de estrechar lazos con París y Bruselas, mientras que Arabia
Saudí está esperando para ver si uno de los miembros más improbables de
su coalición “anti-terrorista” permanecerá todavía a bordo del bloque si
la oposición logra tomar el poder con éxito. Francia, por su parte, es
el único de los tres actores en una posición para hacer verdaderamente
algo en este lío y directamente involucrarse en el proceso de resolución
del conflicto, aunque sólo si decide ordenar a sus tropas en el país
que intervengan decisivamente entre ambos lados y/o realice ahí una
operación abierta de cambio de régimen. Tal y como está, París no tiene
mucho apetito de verse envuelta en una aventura militar que no sea hecha
por sí misma, dado que según parece muy improbable que Francia tuviera
algo que ver absolutamente con los disturbios actuales que están
infestando Gabón.
Más bien, de manera convincente parece que la
oposición ha estado ingeniando magistralmente un escenario en que las
vidas de unos 10.000 ciudadanos franceses en Gabón están amenazadas
plausiblemente y que a su vez, podría estimular a París para emprender
una “intervención humanitaria” en favor de los insurgentes de Ping por
el cambio de régimen. Cuando todo esté dicho y hecho, solamente Francia
tiene los medios para derrocar al gobierno gabonés, tanto si es mediante
la presión discreta tras el escenario o interviniendo de manera
militante en sus asuntos, ya que Libreville tiene suficientes fuerzas
convencionales para repeler a los rebeldes y llevar la paz al país,
siempre y cuando tenga la voluntad política para usar semejantes
recursos en una manera “de mano dura” en la que deberían emplearse
urgentemente. Si parís no pudiera actuar y Ping no tuviera éxito en
derrocar a Bongo, entonces una Libreville asediada podría terminar
girando hacia Beijing por un alivio y sin querer, precipitar el mismo
tipo de intervención encabezada por Francia que inicialmente había
esperado evitar.
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