miércoles, 23 de noviembre de 2016

Michael T. Flynn y el islam

Michael T. Flynn y el islam

El general Michael T. Flynn, próximo consejero estadounidense para la Seguridad Nacional, fue en un tiempo ensalzado como uno de los oficiales de inteligencia más brillantes de su generación, pero hoy se le tilda de islamófobo y torturador. Entre el apogeo de su gloria y esta oleada de críticas, el general Flynn se enfrentó al presidente Barack Obama y finalmente se unió al candidato Donald Trump.
| Damasco (Siria)

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El general Flynn estuvo, en 2015, entre los invitados extranjeros al aniversario de la televisión internacional Russia Today. Su particapación en esa celebración fue violentamente criticada desde la Casa Blanca, que ve en ese medio de prensa un “órgano de propaganda de Vladimir Putin” (sic).
Con una enorme dosis de mala fe, la prensa clintonmaníaca describe al general Michael Flynn, seleccionado por el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump para el cargo de consejero de seguridad nacional, como un islamófobo y partidario de la tortura. ¿Cuál es la realidad?
Michael T. Flynn es un católico de origen irlandés apegado a la estabilidad de su familia. Muy deportivo, practica tanto deportes de equipo como deportes individuales, pero prefiere los deportes de movimiento –como el waterpolo y el surf– a los de fuerza.
Considerado uno de los oficiales de inteligencia más brillantes de su generación –dirigió la DIA (Defense Intelligence Agency, o sea la agencia de inteligencia del Pentágono) desde julio de 2012 hasta agosto de 2014–, el general Flynn cuestionó les métodos de trabajo del servicio que dirigía. Para él, el uso sistemático de equipamiento sofisticado en la labor de espionaje no puede aportar la calidad que garantiza la labor de inteligencia humana [1] y la tendencia a presentar informes en forma de ponencia bien ilustrada no permite reflejar correctamente las situaciones complejas. Estima que más vale un análisis escrito que la exhibición de lindas presentaciones y fotos. Y, para terminar, la calidad del trabajo de inteligencia depende de su confrontación con el de otros analistas. Contrariamente a la práctica habitual en las agencias estadounidenses es por tanto la cooperación, y el intercambio, con los otros servicios del país y con los de las naciones aliadas. Se trata, como podemos ver, de posiciones finalmente muy clásicas, pero que en total contradicción con los hábitos de su país.
En lo tocante al yihadismo, tema sobre el que se concentra desde hace unos 15 años, Flynn ha llegado a la conclusión de que, aunque utiliza la terminología religiosa y cita el Corán, el islamismo no tiene nada que ver con una religión y que es única y exclusivamente una ideología política. Algo más perturbador, aunque no deja de ser cierto, es que afirma que el apoyo que los yihadistas encuentran en una parte de la población musulmana tiene sus raíces en el propio islam. Aunque no ha tomado posición sobre la religión musulmana, Flynn se las arregló para incluir al profesor Gabriel Sawma en el equipo de Trump. Este profesor de origen libanés es autor de un libro sobre los orígenes siriacos del Corán, trabajo que lo ha llevado a una interpretación muy tolerante del islam.
El enfrentamiento de Michael Flynn con Hillary Clinton y Barack Obama se produjo en agosto de 2012, al darse a conocer una nota secreta sobre los yihadistas en el Levante. En la parte desclasificada del documento, Flynn observaba que los yihadistas estaban en guerra contra la República Árabe Siria y que contaban con apoyo en las poblaciones tribales que viven entre Siria e Irak, circunstancia que podía llevarlos a crear un emirato en el noreste de Siria, lo cual correspondería a los intereses estratégicos de sus padrinos: Arabia Saudita, Qatar y Turquía. Flynn explicó que había escrito esa nota –justo después de que Francia reactivara la guerra contra Siria– para tratar de oponerse al respaldo de la administración Obama a la creación del Emirato Islámico (Daesh).
En cuanto a la tortura, Flynn ha explicado repetidamente que sus declaraciones no deben interpretarse como un estímulo a la generalización. Si combate a los yihadistas porque torturan y matan, es importante que estos sepan que él no piensa abandonar a sus propios compañeros de armas que han recurrido a la tortura y que no vacilará en torturar y matar él también de ser necesario. Pero no es esa su intención y, de hecho, en Afganistán intervino contra esa práctica.
Fuente
Al-Watan (Siria)

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