La monarquía parlamentaria, representante de los opresores
Tras
el 14 de Abril de 1931, la sociedad española cambió, pero la llamada
República de Trabajadores, desde el golpe militar del 36, por el impulso
de la unión de todas las organizaciones que querían una nueva sociedad
que atendiese a la clase obrera, llamado "Frente Popular", fue tomando
en aquellos tres años una decidida apuesta por atender a la mayoría de
la población, con programas y decretos sociales, que se implantaron en
la Unión Soviética desde la Revolución de Octubre. Creemos que solamente
el Socialismo, hoy día, puede dar soluciones al actual Sistema Social
instalado en el Reino de España.
En el siguiente artículo se analiza, la actual relación de clases en España, y sus límites sociales y electorales.
Por Unión Proletaria
Por parte de la clase obrera en el Reino de Espana, nada hay que celebrar
A
lo largo de su historia, el movimiento obrero ha hecho causa común con
otras masas oprimidas y progresistas por las libertades civiles y
políticas, por la mayor democracia posible y por la forma de Estado más
adecuada a ella: la república.
La
lucha de la clase obrera por su emancipación se desarrolla más
completa y rápidamente cuanta mayor es la libertad política: libertad
de expresión, de manifestación, de organización, etc. Además, es en
estas condiciones cuando más claro se manifiesta el antagonismo entre
el proletariado y la burguesía en su totalidad, cuando menos aparece
éste velado por el poder de instituciones precapitalistas que oprimen
también a las capas inferiores de la burguesía. La monarquía es la
principal de estas instituciones, amparando al alto clero, la nobleza
latifundista y la aristocracia militar.
La
Revolución de Octubre que instauró, en Rusia, el primer poder duradero
de la clase obrera se fraguó bajo las consignas de república
democrática, jornada de 8 horas y entrega a los campesinos de las
propiedades de los terratenientes. Sólo cuando se conquistó la primera
de estas reivindicaciones, en febrero de 1917, las masas comprobaron
que las otras dos no serían satisfechas mientras la burguesía tuviera
el poder y que, para realizarlas, era necesario que la república
democrática fuera dirigida por la clase obrera organizada -junto a los
campesinos pobres- en los soviets (consejos) que eran los órganos de la
insurrección popular y del Estado de la dictadura del proletariado.
En
la etapa imperialista de desarrollo del capitalismo, la cúspide de la
burguesía -la oligarquía financiera- se convierte en el centro de la
reacción, apelando en su apoyo a todas las viejas instituciones de
origen feudal, principalmente la monarquía, frente a los anhelos
democráticos y revolucionarios de las masas.
Así,
no fue casual que, en la España de los años 1930, ante el ascenso del
movimiento obrero y avance del socialismo en la URSS, la mayor parte de
la burguesía se volviera contra la república para restaurar la
monarquía por la fuerza de las armas. Y tampoco fue casual que tuviera
para ello el apoyo internacional, no sólo de los Estados más
retrógrados -Italia, Alemania y Portugal nazi-fascistas-, sino también
de los Estados democrático-burgueses de Francia y Gran Bretaña bajo la
argucia de la "no intervención" en la guerra civil española.
La
Unión Soviética sí que estuvo con la República española, a pesar de
que ésta era burguesa, haciendo causa común con la democracia, como
siempre ha hecho el movimiento obrero para avanzar hacia su meta final.
Desde
1978, la monarquía constitucional pretende encarnar la conciliación de
los explotadores y los explotados, lo que viene a ser -como muestra la
experiencia, más allá de la palabrería habitual- la sumisión más
absoluta de los explotados a los explotadores: el régimen monárquico
empeora cada día la situación económica y política de la mayoría de la
población, mientras elude toda responsabilidad por los crímenes que
perpetraron sus partidarios durante la larga dictadura franquista.
La
clase obrera y las demás clases populares tienen un interés común en
luchar por una república democrática. A la vez, el proletariado
necesita plena independencia política a fin de asegurar este objetivo
frente a las vacilaciones de la pequeña burguesía y a fin de preparar
la revolución socialista, único contenido posible para un progreso
social real en un país imperialista como España. Y esa independencia
política exige, ante todo, la reconstitución del Partido Comunista, es
decir, de un partido intransigentemente fiel al marxismo-leninismo y,
por tanto, a los intereses fundamentales de la clase obrera.
Fuente:
http://unionproletaria.net/spip.php?article586
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