En estos días en los que se está planteando el sistema de toma de
decisiones en la futura Asamblea Ciudadana de Podemos, surgen en la
actualidad informativa menciones a distintas metodologías de primarias.
Como este asunto suele estar circunscrito a un grupo reducido de
especialistas o personas muy interesadas, resulta difícil para el
público conocer en qué consisten y qué consecuencias tienen.
El objetivo de este artículo es explicar estas metodologías muy someramente, para que las personas interesadas en participar en el proceso abierto por Podemos para decidir el método de elección de su Directiva tengan suficientes elementos de juicio. Revisaremos por tanto los principales sistemas puestos en juego: lista plancha, Borda, Dowdall y Proporcional. Vamos a dejar de lado otros sistemas más complejos, como el VUT, o más polémicos, como el de elección por sorteo, para no complicar demasiado el análisis.
De antemano, el hecho de realizar primarias o elecciones a cuerpos de dirección política no garantiza por sí mismo la democracia interna en las organizaciones. La metodología empleada tiene un impacto directo en la composición y cohesión del grupo colectivo dirigente resultante. Y es que, como todo grupo político, una de las principales características que definen un comité es el eje afinidad/diversidad. Se trata de una variable eminentemente política, donde se puede pretender mayor afinidad para presentar un bloque compacto, poco sujeto a debates, y quizás más eficaz, pero que puede dejar excluido a gran parte de la militancia o simpatizantes, y generar tensiones y escisiones.
Si se busca mayor representatividad, la Dirección se abre más a las distintas corrientes de la organización, reduciendo la conflictividad, pero puede retrasar la toma de decisiones al requerir más tiempo de negociación y consenso. En estos días, las declaraciones de las principales facciones en el seno de Podemos han insistido en la necesidad de buscar mayor proporcionalidad, abandonando el grupo fuertemente cohesionado que pretendió ser una ‘máquina de guerra electoral’.
Pasamos ahora a explicar las distintas metodologías puestas en juego en el proceso actual de toma de decisiones de Podemos. En todos los casos, la idea base es que el elector tendrá la facilidad de votar listas de candidaturas correspondientes a corrientes internas del partido, aunque podrá añadir y quitar personas concretas de manera individual.
Lo que cambia fundamentalmente entre las distintas propuestas de metodología es la forma de contar los votos. Para no entrar en complejidades matemáticas, vamos a seguir un ejemplo sencillo de resultados en el que, al final de la votación, tres listas han recibido respectivamente el 60%, 30% y 10% de los votos, para cubrir 50 puestos de un hipotético Consejo Ciudadano Estatal. Adicionalmente, uno de los puntos importantes a tener en cuenta es que el voto a las listas viene fuertemente condicionado por el voto a los líderes de las mismas, o las personas más conocidas o carismáticas que incluyan.
En el caso de la metodología propuesta hasta ayer por Podemos, las famosas ‘listas plancha’, los puestos eran ocupados por la lista más votada. En el caso de ejemplo, la lista con el 60% de los votos se llevaba el 100% de los representantes, y el resto ninguno. Desde Podemos se aducía que se podían seleccionar y quitar individuos, pero el fuerte voto condicionado por los liderazgos, mencionado anteriormente, minimiza este efecto. Solo en un caso muy hipotético de práctico empate al 50-50 de los votos permitía romper la asignación automática del 100% de los representantes.
Curiosamente, esa situación se produjo en las elecciones al Consejo de la Comunidad de Madrid de 2014. Este sistema de elección estaba claramente pensado para crear grupos afines con mucha cohesión, y dejaron de lado a corrientes importantes dentro del partido. Sin embargo, una vez pasadas las elecciones, han estallado en dos o tres facciones sin representatividad conocida, por lo que la utilidad como método de las ‘listas plancha’ ha quedado definitivamente descartado.
De entre las alternativas aparece el método Borda, que exige al elector ordenar numéricamente sus papeletas de voto, dando al primer puesto mayor puntuación que el segundo, al segundo más puntuación que al tercero y así sucesivamente. Las personas candidatas acumulan la suma de puntos otorgados, y resultan elegidos las que más puntos han obtenido.
Para entendernos, se trata del método de voto empleado en Eurovisión. De esta forma se permite la entrada de candidatos de listas no mayoritarias, puesto que el candidato nº1 de una lista menos votada puede acumular más puntos que el candidato nº10, por ejemplo, de la lista más votada. Sin embargo, no se trata de un reparto proporcional matemáticamente. En la hipótesis que manejamos, la lista A hubiese acumulado el 66% de los representantes, la lista B el 34%, y la lista C ninguno (obviamos los cálculos).
El sistema Borda permite el reparto de los representantes entre las listas más votadas, pero las candidaturas minoritarias tienen pocas posibilidades de entrar. Esto crea equipos con cierta cohesión, pero sin proporcionalidad, una suerte de bipartidismo a escala organizativa que, a la larga, genera tensiones y dificultad en la toma de decisiones por la creación de ‘bandos’ que puede suponer.
Hay una derivada del método Borda, llamado Dowdall, que fue usado en las primarias de Ahora Madrid y En Marea con gran éxito. En esta metodología, los puntos de las papeletas de voto no se asignan al estilo Eurovisión a la lista de candidaturas ordenada, sino con los siguientes factores: 1 punto para el primero, medio punto punto al segundo, un tercio al tercero, un cuarto al cuarto, y así seguidamente. Esta aparente complejidad lo que hace es, realmente, convertir el método Borda en un reparto equivalente al de Hondt en las elecciones en España.
De esta forma, matemáticamente, el resultado final es exactamente proporcional a las preferencias de los votantes. En el ejemplo que seguimos, los representados irían un 60% a la lista A, un 30% a la B y un 10% a la C, una réplica precisa de las votaciones. ¿Qué se consigue de esta manera? Aunque se obtienen equipos menos cohesionados, son un reflejo fiel de las líneas de pensamiento dentro del colectivo político, lo que proporciona legitimidad a los representantes, reduce las tensiones internas dando más chance a las negociaciones y al consenso. Además, este método permite la entrada de candidaturas individuales, lo que le hace el más auténticamente democrático de todos.
Se ha introducido un cuarto método, que se ha llamado ‘proporcional’, en el cual se reparten los puestos a cada lista en proporción directa a la suma de votos directos que han cosechado todos sus candidatos. Aparentemente, este método debería arrojar también cifras similares a Dowdall, con un reparto de representantes del 60%-30%-10%.
Sin embargo, tiene cierta trampa, y es que con este método se imposibilita que haya candidaturas individuales (no tienen listas a la que sumar sus votos), y perjudica a listas minoritarias que no sean capaces de encontrar suficientes personas para presentarse al completo: jamás acumularán tantos puntos sumados como las listas mayoritarias completas.
Por tanto, sus resultados finales se parecerán más a la metodología Borda que ya vimos anteriormente, aunque su aplicación práctica es más sencilla, puesto que evita al votante el tener que ordenar las papeletas según su orden de preferencia.
En definitiva, podemos ver cómo el método de las listas plancha es en realidad un sistema mayoritario encubierto. Por su lado, el Dowdall es realmente democrático y representativo, mientras que los Borda y Proporcional favorecen el reparto de puestos entre listas mayoritarias dejando poco espacio a las minoritarias.
Esperamos de esta forma haber aclarado algo la maraña de propuestas a la decisión del método de elección del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos.
No podemos sin embargo dejar de mencionar que existen alternativas completamente diferentes en la organización de colectivos políticos que a través de un Comité directivo de representantes. Y es que el 15M nos enseñó cómo se podían tomar decisiones colectivas de manera horizontal, distribuida, eficaz y sin liderazgos, a través de la combinación de metodologías presenciales y herramientas on-line, en un acercamiento al ideal de la democracia directa.
El objetivo de este artículo es explicar estas metodologías muy someramente, para que las personas interesadas en participar en el proceso abierto por Podemos para decidir el método de elección de su Directiva tengan suficientes elementos de juicio. Revisaremos por tanto los principales sistemas puestos en juego: lista plancha, Borda, Dowdall y Proporcional. Vamos a dejar de lado otros sistemas más complejos, como el VUT, o más polémicos, como el de elección por sorteo, para no complicar demasiado el análisis.
De antemano, el hecho de realizar primarias o elecciones a cuerpos de dirección política no garantiza por sí mismo la democracia interna en las organizaciones. La metodología empleada tiene un impacto directo en la composición y cohesión del grupo colectivo dirigente resultante. Y es que, como todo grupo político, una de las principales características que definen un comité es el eje afinidad/diversidad. Se trata de una variable eminentemente política, donde se puede pretender mayor afinidad para presentar un bloque compacto, poco sujeto a debates, y quizás más eficaz, pero que puede dejar excluido a gran parte de la militancia o simpatizantes, y generar tensiones y escisiones.
Si se busca mayor representatividad, la Dirección se abre más a las distintas corrientes de la organización, reduciendo la conflictividad, pero puede retrasar la toma de decisiones al requerir más tiempo de negociación y consenso. En estos días, las declaraciones de las principales facciones en el seno de Podemos han insistido en la necesidad de buscar mayor proporcionalidad, abandonando el grupo fuertemente cohesionado que pretendió ser una ‘máquina de guerra electoral’.
Pasamos ahora a explicar las distintas metodologías puestas en juego en el proceso actual de toma de decisiones de Podemos. En todos los casos, la idea base es que el elector tendrá la facilidad de votar listas de candidaturas correspondientes a corrientes internas del partido, aunque podrá añadir y quitar personas concretas de manera individual.
Lo que cambia fundamentalmente entre las distintas propuestas de metodología es la forma de contar los votos. Para no entrar en complejidades matemáticas, vamos a seguir un ejemplo sencillo de resultados en el que, al final de la votación, tres listas han recibido respectivamente el 60%, 30% y 10% de los votos, para cubrir 50 puestos de un hipotético Consejo Ciudadano Estatal. Adicionalmente, uno de los puntos importantes a tener en cuenta es que el voto a las listas viene fuertemente condicionado por el voto a los líderes de las mismas, o las personas más conocidas o carismáticas que incluyan.
En el caso de la metodología propuesta hasta ayer por Podemos, las famosas ‘listas plancha’, los puestos eran ocupados por la lista más votada. En el caso de ejemplo, la lista con el 60% de los votos se llevaba el 100% de los representantes, y el resto ninguno. Desde Podemos se aducía que se podían seleccionar y quitar individuos, pero el fuerte voto condicionado por los liderazgos, mencionado anteriormente, minimiza este efecto. Solo en un caso muy hipotético de práctico empate al 50-50 de los votos permitía romper la asignación automática del 100% de los representantes.
Curiosamente, esa situación se produjo en las elecciones al Consejo de la Comunidad de Madrid de 2014. Este sistema de elección estaba claramente pensado para crear grupos afines con mucha cohesión, y dejaron de lado a corrientes importantes dentro del partido. Sin embargo, una vez pasadas las elecciones, han estallado en dos o tres facciones sin representatividad conocida, por lo que la utilidad como método de las ‘listas plancha’ ha quedado definitivamente descartado.
De entre las alternativas aparece el método Borda, que exige al elector ordenar numéricamente sus papeletas de voto, dando al primer puesto mayor puntuación que el segundo, al segundo más puntuación que al tercero y así sucesivamente. Las personas candidatas acumulan la suma de puntos otorgados, y resultan elegidos las que más puntos han obtenido.
Para entendernos, se trata del método de voto empleado en Eurovisión. De esta forma se permite la entrada de candidatos de listas no mayoritarias, puesto que el candidato nº1 de una lista menos votada puede acumular más puntos que el candidato nº10, por ejemplo, de la lista más votada. Sin embargo, no se trata de un reparto proporcional matemáticamente. En la hipótesis que manejamos, la lista A hubiese acumulado el 66% de los representantes, la lista B el 34%, y la lista C ninguno (obviamos los cálculos).
El sistema Borda permite el reparto de los representantes entre las listas más votadas, pero las candidaturas minoritarias tienen pocas posibilidades de entrar. Esto crea equipos con cierta cohesión, pero sin proporcionalidad, una suerte de bipartidismo a escala organizativa que, a la larga, genera tensiones y dificultad en la toma de decisiones por la creación de ‘bandos’ que puede suponer.
Hay una derivada del método Borda, llamado Dowdall, que fue usado en las primarias de Ahora Madrid y En Marea con gran éxito. En esta metodología, los puntos de las papeletas de voto no se asignan al estilo Eurovisión a la lista de candidaturas ordenada, sino con los siguientes factores: 1 punto para el primero, medio punto punto al segundo, un tercio al tercero, un cuarto al cuarto, y así seguidamente. Esta aparente complejidad lo que hace es, realmente, convertir el método Borda en un reparto equivalente al de Hondt en las elecciones en España.
De esta forma, matemáticamente, el resultado final es exactamente proporcional a las preferencias de los votantes. En el ejemplo que seguimos, los representados irían un 60% a la lista A, un 30% a la B y un 10% a la C, una réplica precisa de las votaciones. ¿Qué se consigue de esta manera? Aunque se obtienen equipos menos cohesionados, son un reflejo fiel de las líneas de pensamiento dentro del colectivo político, lo que proporciona legitimidad a los representantes, reduce las tensiones internas dando más chance a las negociaciones y al consenso. Además, este método permite la entrada de candidaturas individuales, lo que le hace el más auténticamente democrático de todos.
Se ha introducido un cuarto método, que se ha llamado ‘proporcional’, en el cual se reparten los puestos a cada lista en proporción directa a la suma de votos directos que han cosechado todos sus candidatos. Aparentemente, este método debería arrojar también cifras similares a Dowdall, con un reparto de representantes del 60%-30%-10%.
Sin embargo, tiene cierta trampa, y es que con este método se imposibilita que haya candidaturas individuales (no tienen listas a la que sumar sus votos), y perjudica a listas minoritarias que no sean capaces de encontrar suficientes personas para presentarse al completo: jamás acumularán tantos puntos sumados como las listas mayoritarias completas.
Por tanto, sus resultados finales se parecerán más a la metodología Borda que ya vimos anteriormente, aunque su aplicación práctica es más sencilla, puesto que evita al votante el tener que ordenar las papeletas según su orden de preferencia.
En definitiva, podemos ver cómo el método de las listas plancha es en realidad un sistema mayoritario encubierto. Por su lado, el Dowdall es realmente democrático y representativo, mientras que los Borda y Proporcional favorecen el reparto de puestos entre listas mayoritarias dejando poco espacio a las minoritarias.
Esperamos de esta forma haber aclarado algo la maraña de propuestas a la decisión del método de elección del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos.
No podemos sin embargo dejar de mencionar que existen alternativas completamente diferentes en la organización de colectivos políticos que a través de un Comité directivo de representantes. Y es que el 15M nos enseñó cómo se podían tomar decisiones colectivas de manera horizontal, distribuida, eficaz y sin liderazgos, a través de la combinación de metodologías presenciales y herramientas on-line, en un acercamiento al ideal de la democracia directa.
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