Una tercera guerra mundial con diversos frentes
or Pablo Jofré Leal | Hispan TV
Las
agresiones contra Siria, Irak, Yemen y Libia, fundamentalmente, se han
convertido en parte de los frentes más importantes de lo que es ya una
realidad: la Tercera Guerra Mundial.
Una Guerra
de alcance planetario, que además presenta otras áreas de conflictos,
como es el caso de la región del Donbaas, que soporta una guerra de
acciones militares y permanente tensión política y social desde abril
del año 2014 principalmente en las regiones de Luganks y el Donetsk,
autoproclamadas como Repúblicas Populares. Ello, tras los hechos que
desencadenaron el derrocamiento del ex Presidente Ucraniano Viktor
Yanukovich en febrero del año 2014, a manos de los movimientos
proeuropeistas e influenciado también por la decisión de los habitantes
de la Península de Crimea de volver al seno de Rusia, uno de los
factores esgrimidos, para sancionar a la Federación Rusa.
El
otro conflicto de envergadura, pero este sin llegar aún al
enfrentamiento armado, sino más bien con declaraciones y conductas que
tienden a probar la paciencia del rival, es el que se tiene su campo de
acción en el Mar Meridional de la China, que a la luz de los últimos
hechos – desplazamiento de fuerzas navales, instalación de armas en las
territorios en disputa e intensificación de ejercicios bélicos – la
pueden convertir del polvorín actual a una explosión de consecuencias
catastróficas. Para Estados Unidos, las reclamaciones chinas son
inaceptables y el Almirante Harry Harris, jefe del mando del Pacífico
señaló que “no permitiremos que nadie, léase China, acabe con los
dominios compartidos de modo unilateral, independiente de cuantas bases
se construyan en las islas artificiales del Mar de China Meridional”
EE.UU. ha denunciado recurrentemente las reclamaciones territoriales
marítimas de China, mientras esta denuncia los intentos de Washington por dominar las aguas de la región.
Las
conflagraciones a las que hago referencia involucran, directa o
indirectamente, cerca de 70 naciones – un tercio del total de países que
conforman el planeta – ya sea en la agrupación de Coaliciones lideradas
por potencias occidentales u otras que actúan en función de sus
intereses regionales pero avaladas por Washington y la OTAN, como es el
caso de las Monarquías, que encabezadas por la Casa al Saud agreden a
Yemen, Bahréin y apoyan financiera y militarmente a los grupos
terroristas takfirí – Daesh, Fath al Sham, Ahrar al Sham, Al Qaeda, Boko
Haram – que operan en Oriente Medio, el Magreb y Asia Central. En esta
consideración de Alianzas Militares, adquiere importancia el denominado
Eje de la Resistencia – creado a partir del año 2006 – para enfrentar la
agresión sionista contra El Líbano y que reunió en principio a Siria,
el Movimiento Hezbolá, la República islámica de Irán y grupos
palestinos. Sumando, posteriormente, a medida que el despertar islámico
sacudía los cimientos de las sociedades árabes, a la República de Irak,
al Movimiento Yemení Ansarolá y la participación como aliado estratégico
de la Federación Rusa.
Sostengo, que si bien es
cierto la defensa de Siria e Irak contra la agresión terrorista y los
países occidentales junto a sus socios turcos, sionistas, saudíes y de
las Monarquías Ribereñas del Golfo Pérsico, parecen ser el centro de la
actual situación en Oriente Medio, el gobierno de Irán y sus líderes
políticos y religiosos han dejado claro que la lucha del pueblo
palestino por su autodeterminación es y seguirá siendo el Eje de la
Resistencia y ello no es negociable. Esto, en un marco donde varios de
los países árabes, que solían apoyar la causa palestina se han plegado a
los objetivos de agresión de occidente, traicionando a sus propios
pueblos, que ven en la resistencia palestina su propio esfuerzo personal
de lucha contra los poderes monárquicos corruptos y un occidente que
desprecia los valores y principios del Islam.
Si
bien es cierto ese eje centrado en Palestina tiene su impronta
innegable, la batalla por la soberanía siria y la reconquista de las
regiones y ciudades de Alepo, Palmira y su lucha por el derecho a
existir, a pesar de los intentos de fragmentación que Occidente, el
terrorismo takfirí y países como Turquía, Arabia Saudita y la entidad
sionista desean ver concretada. Así, la toma de Alepo, la derrota de las
bandas terroristas y con ello el apoyo wahabita, del sionismo y del
imperialismo representa una noticia de importancia capital, de
envergadura. Un símbolo de la resistencia contra los enemigos de los
pueblos. La reconquista de Alepo es un paso gigantesco en el objetivo de
liberar a Siria de todas las fuerzas terroristas y mercenarios que la
han invadido desde marzo del año 2011. La liberación de Alepo permite
hacer fracasar la política belicista de occidente y ver que es posible
derrotar a un enemigo por muy poderosos y avalado parezca. En esa labor
no hay tregua que valga, hay que destruirlos hasta el final.
FRENTE EUROASIÁTICO
Una
de esas regiones “calientes” en el mapa mundial de conflictos, es el
que denominaré el Frente Euroasiático, que se vislumbra con la contienda
entre el gobierno de Kiev con las fuerzas separatistas prorrusas de la
región del Donbaas en el sudeste ucraniano. Una guerra, que no sólo
enfrenta al gobierno ultranacionalista de Kiev con las fuerzas populares
de las regiones de Jarkov, Donetsk y Luganks, sino también, en el plano
más global, a la Federación Rusa contra la Organización del Atlántico
Norte – OTAN – en materias de acusaciones respecto a los apoyos
brindados a sus aliados, ya sea de Kiev en el caso occidental o de las
regiones separatistas en el caso de Moscú.
Ello
ha derivado en una fuerte tensión regional, acrecentada por la decisión
de la OTAN de ampliar su acción, radio de influencia, los países
adherentes a las fronteras con Rusia y el apoyo incondicional al
gobierno de Petro Poroshenko. La situación en las regiones del sudeste
ucraniano visualiza a un Estados Unidos avalando las incursiones
militares del gobierno golpista de Kiev que busca, al mismo tiempo, el
apoyo europeo para consensuar una política de cerco contra el gobierno
de Vladimir Putin. No en balde tanto Estados Unidos como la UE – brazo
político de la OTAN – han prorrogado las sanciones contra Rusia en un
claro acto de hostilidad el pasado jueves 15 de diciembre. Al mismo
tiempo desarrollan ejercicios bélicos en la frontera con Rusia,
trasladan sistemas de misiles, tropas y aviones,
Otra de las regiones que vive un conflicto ya crónico es Afganistán.
Una guerra iniciada hace 15 años por Estados Unidos y sus socios más
incondicionales – entre ellos la inefable Inglaterra del ex primer
Ministro Tony Blair, David Cameron y una mujer que no le va en zaga en
su sometimiento a Washington: la conservadora Theresa May – Una invasión
iniciada con el pretexto de derrotar a las fuerzas del taliban y
capturar al líder del movimiento extremista Al Qaeda, Osama Bin Laden,
acusado de los atentados del 11 de septiembre del año 2001. Un conflicto
latente, que ha incrementado la presencia terrorista, el cultivo de la
adormidera y la producción de heroína y un fracaso rotundo a las políticas guerreristas de occidente.
Se
une a lo mencionado la presencia, cada día más numerosa de fuerzas
takfirí ligadas a Daesh, que ha fortalecido su posición en Afganistán
con la creación del denominado Emirato de Jorasán, como una provincia de
su artificioso y mediático califato. Según los planes anunciados por
los terroristas de Daesh, este Emirato se conforma con territorios
afganos de Paquistán e incluso mencionan que la región oriental de la
República Islámica de Irán es parte de sus objetivos, lo que ha
determinado que el gobierno de Teherán incremente la vigilancia y
control de su frontera con Afganistán con la eliminación resuelta de
toda amenaza terrorista transfronteriza. No hay posibilidad alguna de
aceptar presencia terrorista en la frontera de Irán han declarado sus
autoridades, que se concreta con la realidad de un país que dentro del
concierto regional de inestabilidad desarrolla su política soberana,
independiente y en paz. No aceptar presencia terrorista implica
combatirla y en ese papel Irán ha mostrado cómo hacerlo en su frontera
como en el apoyo a la lucha de liberación en Siria e Irak.
La
agonizante administración estadounidense y al OTAN, que como borrachos
porfiados, ciegos y sordos frente a lo que se presenta ante sus sentidos
se resisten a admitir, que ya nada tienen que hacer en las tierras que
no han sido conquistadas por ningún ejército invasor a lo largo de dos
mil años. La Guerra, en esas condiciones, es el opio para el pueblo,
tanto afgano como para el estadounidense e incluso para los Británicos,
que han vuelto a enviar tropas al país asiático. Uno porque lo paga con
su sangre y los otros, principalmente con sus impuestos. Una Gran
Bretaña decidida a impulsar su presencia tanto de Asia Central como en
Oriente Medio a través de una política de apoyo activo de su Primera
Ministra Theresa May a las Monarquías feudales del Golfo Pérsico,
incrementando su presencia militar y estableciendo la Base Naval de Mina
Salman en Bahréin adyacente a la estacionada V Flota de los Estados
Unidos.
Una Theresa May que se ha unido al coro
de los enemigos de Irán, que vislumbra a Teherán como una amenaza para
Oriente Medio y Asia Central, sin hacer la mínima autocrítica al papel
vergonzoso cumplido por Londres en la agresión contra Siria, Yemen,
Irak, Afganistán, la complicidad con la entidad sionista contra el
pueblo palestino. Una Gran Bretaña cómplice de los crímenes más
deleznables que conozca la humanidad tras el fin de la Segunda Guerra
Mundial. La Sra. May, junto a Barack Obama, Angela Merkel, Francois
Hollande, los gobiernos de España e Italia representan la cara de la
hipocresía, la doble moral en materia del respeto al derecho
internacional. Violadores de los derechos humanos de millones de
habitantes de la tierra en todos los confines donde sus ambiciones los
llevan.
Un Theresa May que lo mismo defiende al
sionismo de Netanyahu, que al wahabismo de la Casa al Saud, que mira
para el otro lado cuando se habla de la agresión contra Siria, que se
niega a criticar al gobierno estadounidense, en su papel de violador de
los acuerdos nucleares del G5+1 con Irán y los compromisos asumidos.
Theresa May cumple el papel que ha tenido su país desde el fin de la II
SGM, un simple apéndice de las posturas bélicas de su primo
estadounidense. Un simple peón a la hora de decidir su participación
bélica en los distintos frente mundiales, aunque ello signifique poner
en peligro la débil relación entre nuestras naciones y ver morir a
millones de seres humanos, ya sea por intereses geoestratégicos,
petroleros, gasíferos o simplemente mantener un papel de potencia venida
a menos, que se desarrolla al amparo de las órdenes de Washington. A la
hora de la dignidad miremos a Palestina, al Sahara occidental, a Siria,
Irak, a Yemen, a Bahréin. Si el concepto es el de ignominia, servilismo
e inmoralidad el trofeo mayor lo llevan los gobiernos de Washington,
Gran Bretaña, París, Berlín, Roma, Ankara, Tel Aviv, Amman, Riad, entre
otros.
FRENTE MAGREBÍ
Otra
de las regiones donde los contenciosos están a la orden del día es es
el Frente Magrebí, donde sobresale por la importancia regional y sus
ramificaciones en materia de la participación de potencias
extrarregionales y temas de inmigración, la guerra de fragmentación en
Libia. Un conflicto que no puede quedar fuera del ranking como parte de
estos estallidos bélicos de corte global, donde tiene activa
participación las fuerzas militares de Francia e Inglaterra, con el aval
de la OTAN y la política militar del Leading From Behind de Washington.
Impulsada desde la primera administración del pronto ex mandatario
estadounidense Barack Obama, impulsado por la acción directa de la ex
Secretaria de Estado y derrotada candidata presidencial, Hillary
Clinton.
La consolidación de la base de
operaciones del Movimiento extremista takfirí EIIL – Daesh en árabe – ha
intensificado el aparente objetivo internacional occidental de acabar
con una crisis Libia, que implica tener tres distintos gobiernos tras
una intervención occidental que destrozó el país tras el derrocamiento y
ajusticiamiento del ex líder libio Muamar Gadaffi. La crisis en Libia
no tiene la pretensión de terminar o avanzar hacia la democracia
representativa sino que balcanizar de tal forma al país que termine
siendo despedazado y repartido sus despojos entre occidente y sus
compañías transnacionales hidrocarburíferas. Aceptando el compartir el
territorio con grupos takfirí, que buscarán otros escenarios donde
desarrollar su política criminal bajo el manto protector del wahabismo,
el sionismo y la política hegemónica de occidente.
Al
sur de este Frente Magrebí el panorama de guerras ofrece además otros
escenarios de conflictos de baja intensidad – guerras olvidadas en el
análisis internacional – en países como Somalia, Eritrea, Darfur en
Sudán, Guerra Civil en el Congo – que en 20 años ha generado cuatro
millones de muertos – la denominada Cuenca del Lago Chad que involucra a
Nigeria, Níger, Chad y Camerún, que se enfrentan desde hace un lustro a
la fecha a la amenaza del grupo takfirí Boko Haram y sus propias
contradicciones internas. Adicionemos a ello el irresuelto conflicto
entre las aspiraciones de autodeterminación del pueblo saharaui en el
Sáhara occidental, ocupado por la Monarquía Marroquí desde el año 1975 a
la fecha y que ha implicado el destierro de la mitad de la población
Saharaui, que malvive en campamentos de refugiados en la zona de la
hamada argelina en Tindouf y la otra parte de la población que vive tras
el muro construido por Marruecos en los territorios ocupados.
FRENTE LEJANO ORIENTE
Sostengo
que el Mar Meridional de la China es otro de los escenarios de
confrontación, de enorme rivalidad entre las grandes potencias,
principalmente entre China y Estados Unidos – y los países aliados de
Washington – en la medida que los gobiernos estadounidenses se oponen a
las reivindicaciones territoriales de China, con relación a la disputa
de las islas y peñascos denominados por China como Diaoyu y por Japón
como Senkaku, situados en un estratégico triángulo signado por el
nordeste de Taiwán, el este de China y el sudoeste de Okinawa.
Adicionemos la disputa por las islas Nansha, denominadas así por China y
que Estados Unidos llama islas Spratly. Islas que China reconoce como
suyas y por ello ha instalado un sistema de defensas y monitoreo por
radar. El portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Geng Shuang,
el día viernes 16 de diciembre señaló que “las Nansha son territorio
inherente de China y la construcción de instalaciones de China en su
propio territorio es completamente normal” le guste o no Japón y Estados
Unidos
Este contencioso muestra que la historia
de desacuerdos entre China y Japón – con la presencia permanente de
Estados Unidos – no se detiene y que los intereses geopolíticos,
económicos y de intensificación del espíritu nacionalista de ambas
naciones, son una peligrosa realidad. Únase a ello la presencia de
objeticos geopolíticos de Estados Unidos y su irreductible política de
alianzas con rivales tradicionales de China: Filipinas, Corea del Sur,
Australia y Japón. La disputa en el Mar Meridional de la China
representa un escenario de fuerte tensión, en una de las vías navegables
con mayor tránsito del mundo, con riquezas en recursos pesqueros y
reservas de gas y petróleo, que la convierte en una zona de conquista y
muy posible escenario bélico en el breve plazo.
No
olvidemos también un viejo conflicto que enfrenta a Rusia y Japón por
el dominio de las islas Kuriles y que mantiene aún en discusión el
tratado de paz del año 1956entre amabas naciones y que se ha puesto de
nuevo en el tapete tras la visita del presidente ruso Vladimir Putin a
Japón. Vista de Estado efectuada entre el 15 y el 16 de diciembre – con
el enojo evidente de Washington que no ve con buenos ojos este
acercamiento entre Tokio y Moscú al amparo de las políticas de sanciones
que se tiene contra Rusia por parte del G7- La conversación entre Putin
y el Primer Minstro Nipón, Shinzo Abe – quien catalogó de visita
histórica la de Putin a su país – versó en el establecimiento de un
acuerdo de paz y la resolución de la disputa territorial que ambos
países mantienen desde hace décadas en torno a las islas Kuriles, de las
cuales Japón reclama la soberanía sobre cuatro de ellas – que al paso
de los años se manifiesta en al menos obtener la cesión de dos de estas
islas – Se consignó por medios internacionales, que hasta el momento,
Tokio afirmaba que solo discutiría un tratado de paz después de recibir
todas las islas. Por su parte Moscú declaró que está dispuesta a
discutir el tratado pero sin condiciones previas.
Rusia
y Japón no han firmado un tratado de paz en los 70 años desde el final
de la Segunda Guerra Mundial, debido a la disputa por cuatro pequeñas
islas en el Pacífico, las llamadas islas Kuriles del Sur por Rusia, y
Territorios del Norte por Japón. Sin embargo, ambos países acordaron
comenzar consultas sobre posibles actividades económicas conjuntas en
las citadas islas, tomadas por Rusia y reclamadas por Japón. Las dos
partes coincidieron en que las actividades conjuntas se realizarán “bajo
un marco especial”, lo cual representará un paso importante hacia
delante para alcanzar un tratado de paz entre los dos países, según un
comunicado conjunto emitido tras el encuentro de los líderes de ambas
naciones.
En un trabajo sobre el conflicto en la
zona del Mar Meridional de la China, defendí la idea que una las razones
principales que explican este conflicto – hasta ahora diplomático,
político y algunas escaramuzas militares – que vemos tras las
reivindicaciones tanto de China como de Japón, se encuentran y tienen
como base como base la tercera Convención de las Naciones Unidas sobre
el Derecho del Mar de 1982, UNCLOS, por sus siglas en inglés. Esto, pues
para China, UNCLOS implica una serie de desequilibrios, que explican su
percepción de estar sometido a un cerco geográfico, económico y militar
inaceptable. UNCLOS signa un estatus de “Zona Económica Exclusiva”
(ZEE) a las zonas marítimas situadas entre 370 y hasta 650 kilómetros
alrededor del territorio insular de un país. Gracias a su soberanía
sobre todo un rosario de islas, islotes y rocas del Pacífico – Izu,
Ogasawara, Okinotorishima, Minami – situadas hasta casi 2.000 kilómetros
de distancia de Tokio, Japón adquiere la soberanía de una enorme y rica
zona económica dotada, no sólo de recursos pesqueros, sino
hidrocarburíferos y de relevancia geopolítica.
Ello
implica, por ejemplo, que Japón, con una superficie 25 veces más
pequeña que China posea derechos de ZEE sobre 4.5 millones de kilómetros
cuadrados, la novena mayor del mundo y China sólo 900 mil km2, ocupando
el puesto número 31 entre Maldivas y Somalia. Para China, esta
realidad implica constatarse encerrada “encajonada” según sus palabras,
como resultante de la combinación de las zonas marítimas de Filipinas,
Estados Unidos – por su presencia dominante en Guam, Palau, Carolinas y
otras islas del Pacífico – además de Japón y Corea. Hablamos entonces,
no sólo de un mapa económico, sino que principalmente geopolítico, donde
la posesión de unos cuantos peñascos e islotes sin habitantes y que
apenas se elevan sobre el mar, significan la posibilidad de salir del
enclaustramiento.
Sea en Eurasia, en el Magreb,
en el Lejano Oriente, en Asia central u Oriente Medio, el mundo se
debate en una serie de conflictos que mantiene al menos a una tercera
parte de sus países enfrascados en contiendas bélicas, agresiones,
invasiones, apoyos a grupos terroristas y disputas territoriales con el
peligro de estallidos violentos. Un mundo que día a día está en pugnas,
acompañadas de una lucha ideológica, mediática, donde lo que se presenta
para una parte importante de la humanidad, a través de los ojos
interesados de occidente y sus aliados es aquello que obedece a los
interés económicos y políticos de Washington y sus aliados.
Por
ello, a la par de esta Tercera Guerra Mundial que se disputa con
vehemencia y resultados mortales para millones de seres humanos, el
desplazamiento migratorio forzado de 65 millones de personas, la
destrucción de países y su fragmentación, la destrucción de siglos de
cultura, el expolio de su riquezas naturales, hay otra guerra que se
libra a la par: una guerra comunicacional donde también existe un eje de
la resistencia que da dura batalla a los poderes hegemónicos y
monopólicos: Hispantv, Rusia Today, Telesur, Al Manar, Sana, Sputnik,
Xinhua, junto a medios independientes en el seno de las sociedades
occidentales, que sacan a la luz aquello que no se muestra, que no
quieren que se vea, aquellos hechos que visualizan el papel criminal de
sus gobiernos, que muestran al mundo que las guerras no son por
cuestiones religiosas, ni por la presencia de uno u otro dictador, sino
que las guerras de agresión ocultan el objetivo de seguir hegemonizando
al mundo bajo la guía de unos pocos.
Un objetivo
miserable, así ello signifique la muerte de 470 mil sirios, un millón de
iraquíes, el genocidio del pueblo palestino, la muerte de 10 mil
yemeníes, el exilio forzado de 200 mil saharauis y la política de
ocupación para otros 200 mil en sus territorios. Que ese afán de dominio
implica sancionar, bloquear y castigar con medidas de todo índole a
unos pocos por desarrollar soberanamente sus políticas nucleares
pacíficas e independientes y mirar para el lado cuando los violadores
del derecho internacional demuelen casas, asesinan jóvenes, construyen
asentamientos ilegales en territorios ocupados, impiden el retorno de
millones de refugiados y apelan a un victimismo hipócrita. La Tercera
Guerra Mundial está en pleno desarrollo y en esta contienda no hay
posibilidad de declararse neutral.
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