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Los desequilibrios de nuestra Seguridad Social
Los desequilibrios de nuestra Seguridad Social
Albino Prada - Comisión JUFFIGLO de ATTAC España
El creciente desequilibrio entre ingresos y gastos de nuestro sistema de Seguridad Social ha puesto sobre la mesa la necesidad de introducir reformas en profundidad por el lado de los ingresos y no solo por el de los gastos (por ejemplo una financiación por vía fiscal, o suprimir los actuales topes máximos de cotización). Analizamos a continuación la situación en el año 2015 para así evaluar mejor la urgencia de estas propuestas de reforma.
En el último ejercicio las pensiones contributivas abonadas por nuestro sistema de Seguridad Social ascendieron a 108.213 millones de euros, mientras que los ingresos por cotizaciones alcanzaron los 90.627 millones. La cobertura media se situó en un 84%, habiendo crecido (respecto al año 2014) los ingresos por cotizaciones en torno a mil millones mientras que los pagos por pensiones contributivas lo hicieron en torno a tres mil millones.
El sistema de Seguridad Social enfrenta otros gastos además de las pensiones contributivas. Los más importantes son los gastos corrientes y de personal y los pagos por otras prestaciones no contributivas. En total la suma alcanza los 127.000 millones frente a los cuales las cotizaciones suponen apenas un 71%.
El déficit del sistema se viene cubriendo hasta la fecha fundamentalmente por dos vías (aparte de otros ingresos menores): el recurso al fondo de reserva y el endeudamiento anual que se anota como déficit público y consiguiente emisión de deuda.
Solución actual
En los años 2015 y 2016se hizo de nuevo uso del Fondo de Reserva que se había acumulado en la fase de crecimiento económico (como se observa en el gráfico adjunto), un fondo que habría por ello disminuido en unos nueve mil millones, a los que habría que sumar rendimientos financieros de dicho fondo, lo que supuso contar con unos ingresos suplementarios por más de trece mil millones. En la primera mitad del año 2016se habría hecho uso del Fondo ya por casi diez mil millones, cifra que da una idea del galopante deterioro del desequilibrio del sistema y de la rapidez con que el Fondo se quedará vacío.Según dos últimos datos disponibles -diciembre de 2016- el Fondo de reserva cuenta con un saldo de 15.915 millones de euros lo que supone que desde su creación se han retirado del mismo 65.400 millones.
En el año 2015 se reconoce un déficit de la Seguridad Social de un -1,2% del PIB, lo que supone que por esa vía del déficit público se habrían ingresado otros casi trece mil millones.
En consecuencia, los ahorros del pasado o el endeudamiento de cara al futuro son las dos herramientas con las que estamos evitando el colapso del sistema. Pero ambas tienen limitaciones obvias: el Fondo que a este ritmo se vaciará en dos años (2016-2017) y el recurso al déficit público. Recurso sujeto a las limitaciones asumidas en nuestro vigente Programa de Estabilidad que, por ejemplo, para este año 2016 sitúa este recurso en el -1.7%.
Lo que quiere decir que dentro de dos años se hará inevitable el que todos los gastos del sistema que no sean pensiones contributivas pasen a financiarse con el recurso a impuestos generales. De no hacerlo así se haría inevitable un nuevo recorte de las prestaciones.
Perspectiva territorial
El desequilibrio total del sistema puede ser desagregado por Comunidades Autónomas. De manera que aquél dato medio de que de cada 100 euros pagados en pensiones contributivas en España solo 84 euros se recaudan por medio de cotizaciones, tiene interés observar si se reparte o no de forma homogénea.
En principio cabe esperar que en aquellas regiones que tengan muchos cotizantes y pocos jubilados el ajuste cotizaciones/pensiones sea más cercano al cien por cien, y en aquellas (como será el caso probable de Galicia) con menos cotizantes y más jubilados el desajuste se sitúe muy por debajo de aquél 84% medio. Presentamos en un gráfico el resultado de nuestros cálculos con los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
Entre las que están en el primer grupo destacan Baleares, Canarias, Madrid y Murcia. Regiones que cabe suponer que en el pasado nutrieron en mayor medida con sus excedentes el Fondo de Reserva y que en la actualidad podrían financiar sus pensiones sin recurso al endeudamiento o al recurso a ingresos fiscales directos.
Entre las que están en el segundo grupo destacan Asturias, Cantabria, Castilla y León y Galicia. Serían estas las más favorecidas en las disposiciones que se vienen haciendo en los últimos años del Fondo de Reserva y también las que provocarían un mayor recurso al endeudamiento o a una eventual financiación presupuestaria.
No obstante conviene hacer alguna precisión no en cifras relativas (porcentaje de pensiones cubierto con cotizaciones) sino absolutas. Madrid es la región con mayor superávit (1.670 millones en 2015), mientras que Cataluña es la que anota un mayor déficit (con 3.193 millones en negativo). Tanto Asturias como Galicia rondan un déficit anual de 2.300 millones.
Síntesis
Los dos desequilibrios que aquí se han cuantificado (el global del sistema y el territorial por Comunidades Autónomas) aconsejan salvaguardar el mecanismo de caja única que tiene en España nuestra Seguridad Social para que así las generaciones actuales, y los territorios con mayor empleo, aporten la financiación de las pensiones de las generaciones de nuestros mayores (que se concentran en territorios más envejecidos).
Al menos dos reformas de los ingresos se hacen inevitables por una doble vía y dentro de esa caja única. Que las rentas no salariales y patrimonios más elevados, y –en consecuencia- los territorios con mayor nivel de renta, completen de forma progresiva la actual financiación del sistema por vía fiscal, y que los segmentos salariales de mayores ingresos coticen en función de todos ellos y no solo de una parte de los mismos.
Comparación con Alemania
En un documento de más de quinientas páginas (titulado “Tiempo de reformas”), presentado en noviembre a la canciller A. Merkel, un comité de sabios alemanes propone diferir la edad de jubilación para evitar que un número creciente de pensionistas dependa de menos trabajadores jóvenes. ¿Es cierto esto hoy para Alemania? ¿y en España?.
Para contestar a ambas preguntas utilizaremos datos de la oficina estadística de la UE (Eurostat) para la década 2005-2015. Y lo haremos para ambas economías. Es ésta una década que se inicia con el final de la última fase de crecimiento de un ciclo que finaliza abruptamente con la crisis de 2008 y la paulatina recuperación posterior hasta el momento presente.
Y, para contestar a ambas preguntas, se hace necesario evaluar si la riqueza producida en cada una de esas economías ha crecido lo suficiente para ofrecer una renta digna a sus nuevos pensionistas. Para ello es muy importante evaluar si esa renta o riqueza nacional es creciente en relación al número de trabajadores necesarios para obtenerla.
La situación en Alemania
Como se observa en el primer gráfico que presentamos para la economía alemana la riqueza generada (si tomamos el año 2005 con valor cien como base para facilitar todas las comparaciones que aquí se harán) se ha incrementado en términos reales en un 15% en esa década. Después de haber retrocedido en el bienio 2009-2010 por efecto de la crisis financiera internacional la economía germana muy pronto recuperó el nivel de riqueza generado antes de la misma pues ya en el año 2011 generaba más riqueza que en el año 2008.
Una evolución tan favorable de la producción de riqueza nacional se vio acompaña de una notable creación de empleo, pues en el año 2015 (índice 109,6) casi es un diez por ciento superior al empleo del año 2005. Esto supone haber creado cerca de cuatro millones de nuevos empleos que aportan sus cotizaciones al sistema de seguridad social de aquél país.
En este contexto tan favorable ¿qué ha sucedido con el número de pensionistas? Según los datos de Eurostat para el último año disponible (2013) se puede estimar que los perceptores de todo tipo de pensiones en Alemania habían aumentado entre 2005-2015 en menos de quinientas mil personas.
Es obvio que con casi cuatro millones de nuevos cotizantes y menos de medio millón de nuevos pensionistas el sistema de seguridad social alemán goza de muy buena salud financiera. Lo que convierte en una receta de fundamentalistas neoliberales (ordoliberales es la palabra) el considerar necesario y urgente diferir la edad de jubilación en aquél país como proponen los cinco grandes expertos que asesoran a la Canciller Merkel.
Si observamos el diferencial entre el crecimiento de la riqueza y el empleo al final del período, comprobamos que la riqueza obtenida aumentó cinco puntos y medio por encima de lo que lo hizo el empleo (115-109,6) lo que nos indica que aunque el gasto en pensiones en aquél país hubiese crecido algo por encima del PIB (en términos reales) habría margen para financiar ese esfuerzo de protección social con la nueva riqueza generada que no es necesario utilizar en remunerar a los trabajadores. Pero con un incremento de apenas el dos por ciento en el número de pensionistas es obvio que este no está siendo el caso.
Lo que permitiría concluir que en Alemania debieran estar acumulando fondos de reserva en su seguridad social en vez de estar considerando retrasar la edad de jubilación. Una medida ésta que, además, dificulta la incorporación de los jóvenes a los empleos de mayor calidad.
La situación en España
El caso de la economía española es, como puede suponer el lector, muy diferente como se observa en el segundo gráfico que presentamos. La crisis ha golpeado con tal intensidad (y la terapia aplicada ha sido tan desafortunada) que en 2015 aún estamos en el nivel de riqueza real del año 2006, lo que hace que para el conjunto del periodo apenas hayamos mejorado nuestro nivel de riqueza producida en cuatro (104,2) puntos porcentuales sobre el nivel de 2005.
Sin embargo lo sucedido con el empleo necesario para obtener ese nivel de riqueza tiene una doble lectura en el contexto que aquí interesa. El desplome de la ocupación desde el año 2008 ha sido de tal intensidad que aún en 2015 es casi dieciséis puntos porcentuales inferior al de 2005, lo que quiere decir que en España producimos hoy más riqueza que en 2005 (en términos reales, descontada la inflación) con un millón doscientos mil trabajadores menos. Más riqueza teniendo que remunerar menos salarios. Es obvio que esto por un lado es una muy mala noticia para las cotizaciones sociales (que gravan los salarios) pero no necesariamente impide que se puedan, con más riqueza nacional, pagar más pensiones que en el año 2005.
¿Qué ha sucedido en España con el número de pensionistas en esos años? Los datos de Eurostat permiten estimar un incremento en el entorno del millón de nuevos jubilados frente a aquel millón doscientos mil trabajadores menos.
No parece imposible redistribuir adecuadamente una mayor renta nacional (en 2015 respecto a 2005) en favor de las pensiones de esos nuevos jubilados, rentas que antes eran necesarias para remunerar a los trabajadores y ahora ya no lo son. Incluso aunque la renta nacional fuese la misma en 2015 que en 2005 (siempre en términos reales), en esas circunstancias sería posible imaginar tal redistribución sin que otros agentes saliesen perdiendo (pero tampoco ganando).
Lo que quiere decir que tampoco en España, con los datos de la década 2005-2015, es imprescindible e inevitable una medida como el retraso de la edad de jubilación (o un recorte de las prestaciones) para garantizar la sostenibilidad del sistema. Un retraso que dificultaría aún más la incorporación de nuestros jóvenes (con la mayor tasa de paro de Europa) a un empleo digno.
Caminos opuestos
De lo revisado en este análisis se deduce, aparte de lo muy discutible que es la presunta solución de retrasar la edad de jubilación como propuesta de futuro, que Alemania y España han enfrentado las dinámicas económicas y de pensiones de manera inversa. Observe el lector el tercer y último gráfico que presentamos.
En Alemania con un notable crecimiento de la riqueza y del empleo (éste algo menor) y con un muy suave crecimiento de los pensionistas (sin aumentar la edad de jubilación en los últimos años) han reducido su gasto en pensiones respecto a su riqueza (del 12,9 al 11,9%) nada menos que en un punto. Es esta una situación que convierte en alarmistas y regresivas socialmente las propuestas de sus cinco sabios de prolongar hasta los 67 años la vida laboral (frente a los actuales 63 para los que hayan cotizado 45).
Esto es especialmente cierto cuando reparamos que en el conjunto de la UE la media de gasto en pensiones se sitúa ya muy cerca del 14% del PIB (13,5% en 2012 según Eurostat).
Y esa cifra indica que el camino recorrido por España en estos últimos años no ha sido más que de homologación a la media europea. Pues hoy con un 12,6% del PIB en pensiones aún estamos por debajo de la media europea y además, como se analizó aquí, no es de recibo que la mejora del PIB (con menos empleo) se transforme en rentas para otros agentes (que no perciben salarios) y no para los actuales jubilados.
Publicado en gallego en la revista TEMPOS NOVOS
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