En Estados Unidos llaman
“estrategia del tomahawk”
a lo que ha llevado a cabo Trump en Siria: bombardear un país soberano
sin declarar la guerra, sin consultar al Congreso, sin el apoyo de sus
aliados, incluso de los más incondicionales, y sin la autorización de la
ONU, lo que en otros países llaman hacer las cosas
“por cojones”
, eso que tanto espanta los juristas y amantes de la ley, el orden y el Estado de Desecho.
Además de un misil moderno, el “tomahawk”
es una especie de hacha (el hacha de guerra) que utilizaban las tribus
autóctonas de norteamérica de las que procede Nikki Haley, la embajadora
de Estados Unidos en la ONU. En el lenguaje del siglo XIX, habría que
decir que la manera de proceder de Estados Unidos en Siria es una “salvajada”, impropia de personas civilizadas. Los estadounidenses son unos “bárbaros”.Los que nos lamentábamos de que Trump carecía de estrategia, o que la había cambiado, no salimos de nuestro estupor: Trump tiene una estrategia, que es la del “tomahawk”, dice un diplomático europeo para lamentarse de que Trump no cuenta con sus amiguetes del otro lado del Atlántico.
Es más, de lo que el diplomático se queja exactamente es de que Trump hubiera advertido previamente del ataque a los rusos y no a ellos, a los europeos.
Los diplomáticos, en general, lo mismo que los periodistas, se engañan a sí mismos y no se enteran muy bien de la verdadera situación del mundo. No será porque Trump no se lo ha advertido a sus “aliados” europeos, al menos a quien debía hacerlo, que es Angela Merkel. Por eso los editoriales de la prensa alemana tienen poco que ver con el cúmulos de imbecilidades de otras, como la francesa y, naturalmente, la española.
En Alemania la prensa ya reserva sus mejores columnas para la guerra, el rearme, la industria del guerra y la militarización de la sociedad. Hacen tiempo que abandonaron los eufemismos. Al Der Spiegel ya no le basta con exigir el apoyo militar a los amigos terroristas que operan en Siria sobre el terreno. Lo que propone es lanzar un ultimátum a Bashar Al-Assad seguido de un bombardeo masivo si no atienda las exigencias que se le impongan.
Una de esas exigencias son las zonas de exclusión aérea que tanto beneficio reportaron al imperialismo durante las agresiones contra los Balcanes y Libia. La prensa alemana habla de ellas y dice que se pueden hacer digerir con la misma excusa que en Libia: para proteger a los refugiados de los bombardeos con armas químicas, etc.
Es la propuesta para la Unión Europea del redactor jefe del Süddeutsche Zeitung, Kurt Kister: sentar a Rusia ante una mesa de negociaciones para admita las zonas de exclusión aérea, la concentración de los refugiados en ellas y los convoyes de “ayuda humanitaria” a través de los cuales se volvería a rearmar y reorganizar a los terroristas sirios.
Con Corea del norte habría que proceder de la misma manera, asegura Die Welt: ya basta de amenazas y demostraciones de fuerza; hay que bombardear el país sin piedad. Cuando el periódico alemán se queja de Trump porque no tiene estrategia, aclara bastante las cosas al añadir que se refiere a la “estrategia militar” porque ya todo se resuelve en el terreno de la guerra o de la amenaza de guerra.
Los plumíferos del imperialismo se declaran absolutamente conscientes de las consecuencias de una guerra en el mundo actual y saben que cuando hablan de atacar a Siria o a Corea del norte de lo que están hablando es de un choque frontal con Rusia o al menos, como dice Die Welt, de una “escalada”.
Así que, además de los eufemismos, el panorama de despeja también de intermediarios. El lenguaje empieza a cambiar. Ya nadie habla de aquella fantasmal “coalición internacional”, sino de Estados Unidos. Nadie alude a los “rebeldes moderados”, al Califato Islámico, o a Al-Qaeda.
Por ejemplo, el planteamiento del Der Spiegel parte de considerar que una zona de exclusión aérea no se puede imponer con bombardeos sino que exige llevar muchas tropas sobre el terreno (“una masiva operación militar y logística”), lo cual es imposible sin chocar con los rusos, que ya están allá.
Todos los planteamientos que los imperialistas son capaces de poner sobre la mesa conducen, pues, tropiezan con Rusia y, como dice Der Spiegel, a la Tercera Guerra Mundial. No tienen más que una única posibilidad: que Rusia ceda al chantaje que le quieren imponer.
En Alemania no cuentan con ello, por lo que otro buen número de reportajes abundan sobre el rearme del ejército, el incremento de los presupuestos militares y, como dice el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el retorno al servicio militar obligatorio “tanto para hombres como para mujeres”.
“En Berlín ya se habla de la bomba D”, dice el semanario económico Handelsblatt, donde la D significa “Deutschland”. En la próxima guerra Alemania tendrá una bomba atómica en su arsenal.
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