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México. El camino para desaparecer la Seguridad Social
Por OLEP
Reforma al Sistema de Salud
A pesar de lo dicho múltiples veces en la televisión acerca de los beneficios que traerían las reformas, en la vida real vemos lo contrario. Desde que subió el precio de la gasolina hemos visto cómo aumentó el precio de las tortillas, de diversos alimentos, las tarifas de luz y todavía tenemos que esperar el próximo aumento al metrobús y al transporte público en general.
Y ahora con la reforma de salud, que lleva implementándose gradualmente desde hace tres años, el Secretario de Salud firmó un convenio donde anuncia con bombo y platillo que próximamente cualquier persona, derechohabiente o no, podrá atenderse en cualquier unidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o de la Secretaría de Salud, para —dicen— “evitar que se vuelvan ociosos”. Aunque pareciera bueno que podamos atendernos en cualquier lugar sin importar si tenemos seguro o no, la propuesta del gobierno es que se haga bajo un sistema acotado de enfermedades, tal cual ocurre en el Seguro Popular, con lo que sólo serán atendidas ciertas enfermedades y se prestarán una cantidad limitada de tratamientos. Además, no se ha anunciado un aumento al presupuesto asignado a cada institución, ni para contratar personal nuevo ni para la compra de medicamentos e insumos. Si en su clínica habitual nunca hay medicinas, tiene que perder todo el día para pasar a consulta, le dan las citas muy lejanas, siempre está lleno, con el personal saturado de trabajo y de malas, le suspenden la cirugía por falta de material, quirófano, cirujano o anestesiólogo, ¿cómo será con esta nueva reforma?
La reforma deja moribunda la seguridad social: actualmente hay pocos trabajos en los que, además de IMSS o ISSSTE se tiene derecho a incapacidades, enfermedades y riesgo de trabajo, guardería, pago de aguinaldo, pago de utilidades y demás cosas que poco a poco van desapareciendo. Con este nuevo esquema, se limitan estas prestaciones a la atención médica reducida, dejando el campo abierto para eliminar de la ley la seguridad social a la cual tenemos derecho. Por lo pronto ya anunciaron un recorte del 50% del pago en caso de incapacidades por accidente de trabajo y en general retabular (para abajo, siempre para abajo) la tabla de riesgos de trabajo.
Mientras tanto el pueblo sigue siendo víctima del bombardeo de los medios, nos dicen qué debemos pensar y sobre qué debemos preocuparnos: la bodega de Duarte con los mantras de su esposa, los dimes y diretes de Yunes y López Obrador, que si Joan Sebastian era pederasta, lo que Murat y López Dóriga se dijeron, en fin. Todos estos “chismes”, aunque parecen importantes, tienen la función de mantener entretenida a la gente para evitar la organización social, ya que aunque es importante documentar que Murat es un pederasta y homicida, no veremos en las calles al pueblo organizado defendiendo a este personaje ni al que lo acusa. Lo que sí debemos mantener visible es que sin importar filiación política, profesión o nacionalidad, los ricos, los burgueses, nos siguen pegando, entre otras cosas en el bolsillo, mediante los incrementos de los precios que solamente benefician a unas cuantas trasnacionales, a unos cuantos burgueses, como es el caso de todos los gasolineros que entraron al mercado; nos pegan en las condiciones de trabajo y ahora nos quieren golpear en la salud, con la privatización del sistema de salud que, como hemos experimentado con las otras privatizaciones, jamás beneficia al pueblo.
La única manera de poder revertir esta situación es con la organización del pueblo bajo un mismo objetivo: la instauración del socialismo, pues será sólo a través de éste que tendremos una vida digna.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección SALUD del No. 24 de FRAGUA , órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Marzo-Abril 2017.
olep.contacto@gmail.com
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A pesar de lo dicho múltiples veces en la televisión acerca de los beneficios que traerían las reformas, en la vida real vemos lo contrario. Desde que subió el precio de la gasolina hemos visto cómo aumentó el precio de las tortillas, de diversos alimentos, las tarifas de luz y todavía tenemos que esperar el próximo aumento al metrobús y al transporte público en general.
Y ahora con la reforma de salud, que lleva implementándose gradualmente desde hace tres años, el Secretario de Salud firmó un convenio donde anuncia con bombo y platillo que próximamente cualquier persona, derechohabiente o no, podrá atenderse en cualquier unidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o de la Secretaría de Salud, para —dicen— “evitar que se vuelvan ociosos”. Aunque pareciera bueno que podamos atendernos en cualquier lugar sin importar si tenemos seguro o no, la propuesta del gobierno es que se haga bajo un sistema acotado de enfermedades, tal cual ocurre en el Seguro Popular, con lo que sólo serán atendidas ciertas enfermedades y se prestarán una cantidad limitada de tratamientos. Además, no se ha anunciado un aumento al presupuesto asignado a cada institución, ni para contratar personal nuevo ni para la compra de medicamentos e insumos. Si en su clínica habitual nunca hay medicinas, tiene que perder todo el día para pasar a consulta, le dan las citas muy lejanas, siempre está lleno, con el personal saturado de trabajo y de malas, le suspenden la cirugía por falta de material, quirófano, cirujano o anestesiólogo, ¿cómo será con esta nueva reforma?
La reforma deja moribunda la seguridad social: actualmente hay pocos trabajos en los que, además de IMSS o ISSSTE se tiene derecho a incapacidades, enfermedades y riesgo de trabajo, guardería, pago de aguinaldo, pago de utilidades y demás cosas que poco a poco van desapareciendo. Con este nuevo esquema, se limitan estas prestaciones a la atención médica reducida, dejando el campo abierto para eliminar de la ley la seguridad social a la cual tenemos derecho. Por lo pronto ya anunciaron un recorte del 50% del pago en caso de incapacidades por accidente de trabajo y en general retabular (para abajo, siempre para abajo) la tabla de riesgos de trabajo.
Mientras tanto el pueblo sigue siendo víctima del bombardeo de los medios, nos dicen qué debemos pensar y sobre qué debemos preocuparnos: la bodega de Duarte con los mantras de su esposa, los dimes y diretes de Yunes y López Obrador, que si Joan Sebastian era pederasta, lo que Murat y López Dóriga se dijeron, en fin. Todos estos “chismes”, aunque parecen importantes, tienen la función de mantener entretenida a la gente para evitar la organización social, ya que aunque es importante documentar que Murat es un pederasta y homicida, no veremos en las calles al pueblo organizado defendiendo a este personaje ni al que lo acusa. Lo que sí debemos mantener visible es que sin importar filiación política, profesión o nacionalidad, los ricos, los burgueses, nos siguen pegando, entre otras cosas en el bolsillo, mediante los incrementos de los precios que solamente benefician a unas cuantas trasnacionales, a unos cuantos burgueses, como es el caso de todos los gasolineros que entraron al mercado; nos pegan en las condiciones de trabajo y ahora nos quieren golpear en la salud, con la privatización del sistema de salud que, como hemos experimentado con las otras privatizaciones, jamás beneficia al pueblo.
La única manera de poder revertir esta situación es con la organización del pueblo bajo un mismo objetivo: la instauración del socialismo, pues será sólo a través de éste que tendremos una vida digna.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección SALUD del No. 24 de FRAGUA , órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Marzo-Abril 2017.
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