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Los jefes del FMI y la Comisión Europea ganan más de 1,25 millones al año
Jean
Claude Juncker (Comisión Europea), Christine Lagarde (FMI) y Mario
Draghi (BCE) cobran salarios millonarios con pluses inauditos y se
garantizan indemnizaciones y pensiones de lujo cuando abandonen sus
cargos.
Los ideólogos y ejecutores de los programas de recortes sociales y de derechos laborales que dejaron en la pobreza a centenares de miles de familias europeas cobran salarios multimillonarios, disfrutan de condiciones de trabajo dignas de jefes de Estado y se garantizan pensiones de lujo cuando desalojen sus cargos, sea cual sea el resultado de su mandato.
Los máximos representantes de la troika (el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Cladude Trichet; la directora general del Fondo Monetario Internacional, la francesa Christine Lagarde; y el presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi) se levantan entre los tres alrededor de 1,25 millones de euros anuales en concepto de salarios y pluses varios.
Mientras fuerzan la rebaja de sueldos, salarios mínimos y pensiones, los recortes en gastos sociales, sanidad y educación, y la flexibilización de las causas de despido; mientras amenazan con multas de espanto a los países que no cumplan el déficit; y mientras niegan asistencia a aquellos socios de la UE que no cumplen sus órdenes en materia de déficit y endeudamiento, se enriquecen con nóminas que multiplican por ocho las de jefes de Gobierno, como el español, y que superan con creces el límite razonable para mantener la dignidad de su cargo.
¿Es corrupción? El Diccionario de la Real Academia define así ese término: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”.
Jean Claude Juncker, luxemburgués, presidente de la Comisión Europea. No hace público su sueldo, aunque éste está establecido en el reglamento 422/67/ del Consejo Europeo, que establece las remuneraciones del presidente y de los miembros de la Comisión Europea.
El salario de Juncker debe ser el 138% del sueldo máximo de un funcionario de las instituciones europeas. Actualmente son 324.377 euros (el año pasado se lo subió un 3,2%, el triple que el crecimiento de la inflación en la UE, del 1,1%, y de la Eurozona, del 1,02%).
Pero no sólo eso. Juncker recibe además otros 48.600 euros para vivienda (el 15% de su sueldo bruto) y 1.418 euros al mes adicionales como “subsidio de ocio”. Por supuesto, dietas, alojamientos y gastos de viaje y manutención se pagan aparte.
Ser presidente de la Comisión es un chollo, pero dejar de serlo, también. Cuando se retire, Juncker recibirá durante tres años una indemnización mensual de entre el 40% y el 65% de su salario dependiendo de los años en el cargo. Si se fuera hoy mismo, y como lleva en el cargo menos de tres años, no optaría al máximo: sólo se embolsaría en un trienio más de medio millón de euros. Dentro de dos años, cuando cumpla 65, tendrá derecho a una pensión vitalicia que se calcula en función del tiempo que se mantenga en su cargo.
Si agotara dos mandatos, como su predecesor, el portugués José Manuel Durao Barroso, se embolsaría unos 160.000 euros al año. Por si fuera poco, ese subsidio será compatible con cualquier otra pensión pública que le corresponda en su país.
Christine Lagarde, francesa, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Cuando fue nombrada en julio del 2011 recibió una carta de su nuevo empleador en la que se detallaban sus condiciones salariales y laborales: 440.000 euros al año, además de dietas y gastos de representación, y viajes, manutención y alojamiento gratis.
Para ella, por supuesto, pero también para su pareja si decide acompañarla a las reuniones del FMI que se celebren fuera de Washington, donde el organismo tiene su sede central.
El salario no debe ser suficiente a ojos de los rectores del organismo, pues, por si acaso, añadieron un plus de 6.700 euros al mes para que pueda “mantener un nivel de vida apropiado a su posición”.
Lagarde participa en el fondo de pensiones común del personal del FMI, pero, además, cuando deje el cargo, recibirá cada año a partir de los 67 un porcentaje de su sueldo proporcional a sus años en él. Algo parecido al caso de Juncker.
Llegará al 100 % si dura diez, y como lleva seis, ya se ha asegurado unos 367.000 euros anuales. Y si Lagarde fallece antes que su pareja, ésta heredará la pensión para toda su vida, y sus hijos también recibirán un subsidio.
Mario Draghi, italiano, presidente del Banco Central Europeo. Además de tener cubiertos el alquiler de vivienda, dietas, viajes y demás, según el balance contable de BCE correspondiente al año 2015, ingresó 385.860 euros anuales.
El año anterior se llevó 379.608, y en el año 2013 ganó 378.240 euros.
Desde el año 2007, cuando empezó la crisis económica, el sueldo del presidente del BCE ha crecido en más de 45.000 euros anuales. Más de un 13%
Juan Oliver | Público
Los ideólogos y ejecutores de los programas de recortes sociales y de derechos laborales que dejaron en la pobreza a centenares de miles de familias europeas cobran salarios multimillonarios, disfrutan de condiciones de trabajo dignas de jefes de Estado y se garantizan pensiones de lujo cuando desalojen sus cargos, sea cual sea el resultado de su mandato.
Los máximos representantes de la troika (el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Cladude Trichet; la directora general del Fondo Monetario Internacional, la francesa Christine Lagarde; y el presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi) se levantan entre los tres alrededor de 1,25 millones de euros anuales en concepto de salarios y pluses varios.
Mientras fuerzan la rebaja de sueldos, salarios mínimos y pensiones, los recortes en gastos sociales, sanidad y educación, y la flexibilización de las causas de despido; mientras amenazan con multas de espanto a los países que no cumplan el déficit; y mientras niegan asistencia a aquellos socios de la UE que no cumplen sus órdenes en materia de déficit y endeudamiento, se enriquecen con nóminas que multiplican por ocho las de jefes de Gobierno, como el español, y que superan con creces el límite razonable para mantener la dignidad de su cargo.
¿Es corrupción? El Diccionario de la Real Academia define así ese término: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”.
Jean Claude Juncker, luxemburgués, presidente de la Comisión Europea. No hace público su sueldo, aunque éste está establecido en el reglamento 422/67/ del Consejo Europeo, que establece las remuneraciones del presidente y de los miembros de la Comisión Europea.
El salario de Juncker debe ser el 138% del sueldo máximo de un funcionario de las instituciones europeas. Actualmente son 324.377 euros (el año pasado se lo subió un 3,2%, el triple que el crecimiento de la inflación en la UE, del 1,1%, y de la Eurozona, del 1,02%).
Pero no sólo eso. Juncker recibe además otros 48.600 euros para vivienda (el 15% de su sueldo bruto) y 1.418 euros al mes adicionales como “subsidio de ocio”. Por supuesto, dietas, alojamientos y gastos de viaje y manutención se pagan aparte.
Ser presidente de la Comisión es un chollo, pero dejar de serlo, también. Cuando se retire, Juncker recibirá durante tres años una indemnización mensual de entre el 40% y el 65% de su salario dependiendo de los años en el cargo. Si se fuera hoy mismo, y como lleva en el cargo menos de tres años, no optaría al máximo: sólo se embolsaría en un trienio más de medio millón de euros. Dentro de dos años, cuando cumpla 65, tendrá derecho a una pensión vitalicia que se calcula en función del tiempo que se mantenga en su cargo.
Si agotara dos mandatos, como su predecesor, el portugués José Manuel Durao Barroso, se embolsaría unos 160.000 euros al año. Por si fuera poco, ese subsidio será compatible con cualquier otra pensión pública que le corresponda en su país.
Christine Lagarde, francesa, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Cuando fue nombrada en julio del 2011 recibió una carta de su nuevo empleador en la que se detallaban sus condiciones salariales y laborales: 440.000 euros al año, además de dietas y gastos de representación, y viajes, manutención y alojamiento gratis.
Para ella, por supuesto, pero también para su pareja si decide acompañarla a las reuniones del FMI que se celebren fuera de Washington, donde el organismo tiene su sede central.
El salario no debe ser suficiente a ojos de los rectores del organismo, pues, por si acaso, añadieron un plus de 6.700 euros al mes para que pueda “mantener un nivel de vida apropiado a su posición”.
Lagarde participa en el fondo de pensiones común del personal del FMI, pero, además, cuando deje el cargo, recibirá cada año a partir de los 67 un porcentaje de su sueldo proporcional a sus años en él. Algo parecido al caso de Juncker.
Llegará al 100 % si dura diez, y como lleva seis, ya se ha asegurado unos 367.000 euros anuales. Y si Lagarde fallece antes que su pareja, ésta heredará la pensión para toda su vida, y sus hijos también recibirán un subsidio.
Mario Draghi, italiano, presidente del Banco Central Europeo. Además de tener cubiertos el alquiler de vivienda, dietas, viajes y demás, según el balance contable de BCE correspondiente al año 2015, ingresó 385.860 euros anuales.
El año anterior se llevó 379.608, y en el año 2013 ganó 378.240 euros.
Desde el año 2007, cuando empezó la crisis económica, el sueldo del presidente del BCE ha crecido en más de 45.000 euros anuales. Más de un 13%
Juan Oliver | Público
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