“La agricultura campesina e indígena es la única capaz de dar
respuesta a los grandes dilemas de la humanidad: crisis alimentaria,
crisis ambiental, crisis energética y crisis de urbanización», explica
Valter Israel da Silva, del Movimiento de Pequeños Agricultores, miembro
de La Vía Campesina Brasil, en el encuentro Elikadura 21.
Silvia Ribeiro
Mariátegui
25/05/17
Es una afirmación contundente, pero Valter habla con calma. No es un slogan, es la conclusión de un cuarto de siglo de experiencia de la La Vía Campesina como movimiento, de su trabajo colectivo de análisis durante muchos años, abrevando también de organizaciones aliadas y académicos críticos que les han aportado elementos para verse a sí mismos.
Es también la pregunta central del coloquio «El futuro de la alimentación y retos de la agricultura para el siglo XXI» que se realizó en Vitoria-Gasteiz el 24 – 26 de abril, organizado por ICAS (Estudios Agrarios Críticos), Transnational Institute, Etxalde y EHNE-Bizkaia – Via Campesina. Reunió a más de 450 investigadores, académicos e integrantes de movimientos campesinos, pescadores y pastores artesanales, organizaciones feministas y urbanas de consumo solidario, entre otras.
Fue un paso más en la preparación hacia la VII Conferencia Mundial de La Vía Campesina, que será en Derio en julio 2017. Con 164 organizaciones en 73 países de 5 continentes, es la organización campesina más grande que haya existido. Unai Araguren, de EHNE- Bizkaia afirma: «no somos “pequeños agricultores”, somos las y los campesinos los que alimentamos a la mayoría del planeta y nuestros alimentos son sanos, dan trabajo, salud, cultura y aumentan la biodiversidad.
Además, resistimos en nuestros lugares, damos vida y cultura a los pueblos, pese a todas las políticas contrarias que tenemos que enfrentar. Por todo eso somos grandes, no pequeños». El 70% de la población del mundo se alimenta por lo que producen campesinos, pastores, pescadores artesanales y huertas urbanas, aunque sólo tienen 25 % de la tierra a nivel global.
La cadena alimentaria agroindustrial, dominada por corporaciones trasnacionales desde semillas a supermercados, usa el 75% de la tierra y 80% del agua y combustibles de uso agrícola. Es además el principal factor de cambio climático (emite 44 a 57% de gases de efecto invernadero) y no produce alimentos sino mercancías, combustibles y forrajes. Más del 50% de lo que produce se desperdicia, como basura, o por el sobreconsumo y obesidad. La cadena industrial agroalimentaria está ligada a las principales enfermedades de la gente y el planeta (datos de Grain y Grupo ETC).
Las campesinas y campesinos, los pescadores y pastores, han sufrido la invisibilización de sus aportes, fundamentales para la subsistencia de toda la humanidad, del trabajo que generan y las culturas que sostienen. La Vía Campesina ya cambió esa situación y seguirá haciéndolo, como dice Unai Aranguren «alimentando a los pueblos y construyendo movimiento para cambiar el mundo». La alimentación es tema de todos y por ello, también lo es apoyar esta construcción.
Silvia Ribeiro
Mariátegui
25/05/17
Es una afirmación contundente, pero Valter habla con calma. No es un slogan, es la conclusión de un cuarto de siglo de experiencia de la La Vía Campesina como movimiento, de su trabajo colectivo de análisis durante muchos años, abrevando también de organizaciones aliadas y académicos críticos que les han aportado elementos para verse a sí mismos.
Es también la pregunta central del coloquio «El futuro de la alimentación y retos de la agricultura para el siglo XXI» que se realizó en Vitoria-Gasteiz el 24 – 26 de abril, organizado por ICAS (Estudios Agrarios Críticos), Transnational Institute, Etxalde y EHNE-Bizkaia – Via Campesina. Reunió a más de 450 investigadores, académicos e integrantes de movimientos campesinos, pescadores y pastores artesanales, organizaciones feministas y urbanas de consumo solidario, entre otras.
Fue un paso más en la preparación hacia la VII Conferencia Mundial de La Vía Campesina, que será en Derio en julio 2017. Con 164 organizaciones en 73 países de 5 continentes, es la organización campesina más grande que haya existido. Unai Araguren, de EHNE- Bizkaia afirma: «no somos “pequeños agricultores”, somos las y los campesinos los que alimentamos a la mayoría del planeta y nuestros alimentos son sanos, dan trabajo, salud, cultura y aumentan la biodiversidad.
Además, resistimos en nuestros lugares, damos vida y cultura a los pueblos, pese a todas las políticas contrarias que tenemos que enfrentar. Por todo eso somos grandes, no pequeños». El 70% de la población del mundo se alimenta por lo que producen campesinos, pastores, pescadores artesanales y huertas urbanas, aunque sólo tienen 25 % de la tierra a nivel global.
La cadena alimentaria agroindustrial, dominada por corporaciones trasnacionales desde semillas a supermercados, usa el 75% de la tierra y 80% del agua y combustibles de uso agrícola. Es además el principal factor de cambio climático (emite 44 a 57% de gases de efecto invernadero) y no produce alimentos sino mercancías, combustibles y forrajes. Más del 50% de lo que produce se desperdicia, como basura, o por el sobreconsumo y obesidad. La cadena industrial agroalimentaria está ligada a las principales enfermedades de la gente y el planeta (datos de Grain y Grupo ETC).
Las campesinas y campesinos, los pescadores y pastores, han sufrido la invisibilización de sus aportes, fundamentales para la subsistencia de toda la humanidad, del trabajo que generan y las culturas que sostienen. La Vía Campesina ya cambió esa situación y seguirá haciéndolo, como dice Unai Aranguren «alimentando a los pueblos y construyendo movimiento para cambiar el mundo». La alimentación es tema de todos y por ello, también lo es apoyar esta construcción.
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