sábado, 22 de julio de 2017

La crisis de Brasil se entiende si se mira la crisis mundial del capitalismo


lahaine.org

La crisis de Brasil se entiende si se mira la crisis mundial del capitalismo

 

 

 

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Mario Hernandez.- Estuviste dos semanas en Brasil, habrás tenido tiempo para analizar la situación que atraviesa el país hermano, me gustaría conocer tus reflexiones.
Julio Gambina.- Participé de dos acontecimientos muy importantes que me permitieron intercambiar opiniones muy diversas. Por un lado estuve en el Congreso de la Sociedad de Economía Política de Brasil, una organización que nuclea a economistas marxistas, heterodoxos, una organización de carácter crítico sobre la política y el orden económico brasileños; por lo tanto, pude escuchar una gran cantidad de debates y opiniones de analistas muy profundos de la realidad económica del Brasil.
A la semana siguiente pude participar de un Encuentro de Trabajo Social, lo que me permitió tener un pantallazo de la situación social brasileña. Hay que pensar que Brasil es el país más poblado de la región y el que en términos absolutos, concentra mayor pobreza en toda América Latina. Si uno piensa que Haití es el país más pobre en la región latinoamericana y caribeña, Brasil es el que concentra la mayor cantidad de pobres, aunque también tiene ese inmenso contraste de la más elevada riqueza en la región junto con México.
A los efectos de comprender lo que pasa en Brasil, la primera conclusión que me permito hacer es que hay que analizar cómo confluyen los problemas globales con los problemas locales. Cuando pienso en los problemas locales, pienso que Argentina no es muy distinta que Brasil, o Brasil no es muy distinto que México. La situación de los países de Latinoamérica tiene un punto en común y es que América Latina hoy no está en la mirada de las grandes corporaciones transnacionales como destino de sus inversiones, en todo caso lo que hay es un impacto de la crisis mundial en los países de nuestra América, especialmente Brasil.
No estamos en el momento del boom de las commodities, lo que potenció en los últimos años el carácter primario exportador de nuestros países, especialmente Brasil que en los últimos años apareció como una potencia petrolera. sin haberlo sido nunca un país totalmente deficitario en ese plano que de golpe apareció con el proyecto del Presal, una perspectiva de reservas petroleras gigantesca que lo ponen en el apetito del sistema mundial. Pero hoy no estamos con un precio internacional del petróleo que haga viable esa perspectiva de explotación de reservas petroleras.
Entonces, el primer elemento es que en Brasil impacta la crisis petrolera global, con los matices propios de Brasil, pero así como hay dificultades para que lleguen inversiones externas a la Argentina, las tan anunciadas para el “próximo semestre” desde hace cuatro semestres por el gobierno Macri, tampoco son las que dinamizan el proceso de Brasil. Y en el plano local lo que se expresa es el fin de un acuerdo social que supusieron los gobiernos del PT, del 2003 al 2016 si bien Temer era parte de la fórmula de Dilma, el ciclo del PT se considera terminado con la salida de Dilma Rousseff del gobierno de Brasil, con el impeachment, el golpe parlamentario perpetrado el año pasado.
Esa conciliación social está expresada en una carta que Lula envía a los grandes empresarios, la burguesía paulista, la clase dominante brasileña, antes de asumir, diciendo que va a cumplir con los acuerdos con el FMI, estoy hablando del año 2002 antes de ser Presidente en ejercicio desde el año 2003 y que, por lo tanto, va a mantener la orientación económica estructural de la economía brasileña; pero lo que intentó el gobierno de Lula primero y luego el de Dilma, fue tratar de incluir dentro de los beneficios económicos a esa inmensa magnitud de pobreza que hay en Brasil a partir de la política social masiva, que es una característica que se desplegó con rigor en toda América Latina y asumida por los propios organismos internacionales.
Es importante ver esto del pacto social porque la disputa que hay en Brasil por parte de las clases dominantes brasileñas, es tratar de desarmar ese pacto que suponía ganancias para los capitales hegemónicos del Brasil y a la vez mecanismos de inclusión social a través de la política económica y en un sentido más general de la política social como es, por ejemplo, el Plan “Bolsa Familia”.
Esta concepción de pacto social tiene que ver con las luchas de los trabajadores que se dieron a finales de los ´70 y comienzos de los ´80 que son la base de un nuevo partido político en Brasil como es el PT, de una nueva central de trabajadores como es la CUT y la conquista que supuso la constitución de 1988 en Brasil, que para ese tiempo era considerada la más progresista y democrática que se hubiera formulado en América Latina. Lo que luego fue relativizado con la Constitución venezolana y dos décadas después con las Constituciones de Bolivia y Ecuador. Pero hasta entonces la Constitución brasileña de 1988 expresaba una cantidad de reivindicaciones que en el Brasil de aquellos años se decía que era una Constitución más programática que manifestación de derechos reales, y el gobierno del PT, tanto Lula como Dilma Rousseff intentaron materializar con resultados concretos esa Constitución del ´88 expresando una determinada correlación de fuerzas en la sociedad brasileña.
La verdad es que el pacto realizado por Lula con los grandes industriales de Sao Paulo, con las grandes transnacionales y el compromiso del propio Estado de fomentar la transnacionalización de los grupos económicos del Brasil, algunos de ellos como nuevos grupos económicos alentados desde el propio Estado, uno de esos es el caso de Odebrecht que hoy está en el centro del debate de la corrupción no solo en Brasil sino en Argentina y en el conjunto de América Latina. Porque la capacidad financiera del Estado brasileño con el Banco Nacional de Desarrollo, algo que no tiene la Argentina ni ningún país de la región, lo que hizo fue financiar la transnacionalización de los grandes grupos económicos del Brasil intentando proyectar al país como poder económico de la región y desde ahí sustentar un proyecto político regional que había sido anunciado previamente por Fernando Enrique Cardozo y que Lula intentaba llevar adelante. No pudo hacerlo en el plano político porque le salió una competencia más audaz que fue la de Hugo Chávez que fue muy dinámico en la propuesta de reestructurar las relaciones políticas diplomáticas e institucionales de la región, especialmente con el ALBA y el impulso a la CELAC e incluso el intento fallido del Banco del Sur que siempre estuvo muy lejos de competir con el Banco Nacional de Desarrollo del Brasil, pero que apuntaba en un mismo sentido de financiamiento para proyectos productivos en la región.
Creo que la crisis de Brasil solo se entiende si se miran los problemas globales de la economía mundial, de la crisis mundial del capitalismo y esta situación interna donde las clases dominantes brasileñas deciden ponerle fin a esta expectativa de pacto social que suponían los gobiernos del PT y, por lo tanto, la discusión que se presentó en Brasil desde la salida de Dilma Rousseff fue cómo restablecer el orden político.
El tema es muy complejo porque no alcanzó con sacar a Dilma, si uno mira las noticias periodísticas cotidianamente, se da cuenta que no alcanzaba con que Temer asumiera la presidencia y se dedicara a satisfacer la demanda de poner fin a cualquier política de distribución del ingreso, incluso llegar al punto de congelar los gastos fiscales de Brasil por 20 años, obviamente, actualizados por la inflación. Es impensado, por ejemplo, imaginar que en la Argentina el gobierno Macri pudiera plantear un congelamiento del gasto público por 20 años, mucho le está costando reducir el déficit fiscal, pese a que en su campaña y su entorno ideológico, desde el gabinete y el Banco Central hay cruzados de disminución del déficit fiscal. Las relaciones políticas en la Argentina no lo permiten.
En Brasil la ecuación política lo permitió y eso que allí aparece con una novedad en la resistencia popular como fue la gran huelga general de fines de abril, previa al 1º de mayo. A muchos puede no sorprenderles el impacto de una huelga general, pero en las condiciones históricas de Brasil fue histórico.
Y se repitió hace poco una nueva huelga general. En la Argentina se pretende legitimar la misma agenda liberalizadora que en Brasil desde el consenso electoral logrado en 2015
Así es. Pero fue importante aquella de abril porque rompió con una tradición histórica de no paro general. Nosotros en Argentina tenemos una larga historia y tradición de organización del movimiento obrero mientras que Brasil tiene una profundísima derrota del movimiento obrero en la década del ´30 y un renacer a fines de los ´70/’80 que es lo que ha explicado este proceso de acumulación de fuerzas, inclusive de organización del Foro Social Mundial en el 2001, gobierno del PT en el 2003 y creo que la principal lectura que hay que hacer es que los problemas brasileños tienen que ver con la lucha de clases mundial y local, ya que las clases dominantes, los capitales externos que actúan en Brasil, los capitales locales que se proyectan en la disputa de la transnacionalización, le ponen fin a esta expectativa de pacto social que viene desde la Constitución de 1988, de las luchas obreras de fines de los ´70/’80 e intentos de acumulación de fuerzas con los gobiernos del PT para pensar en otras perspectivas y por eso creo que hay que pensar esta realidad en la lógica de lucha de clases y por eso fue que avanzaron en el impeachment. Ahora el problema es Temer, avanzan sobre él porque avanza con la agenda parlamentaria que incluye además del tema del gasto público la reforma del trabajo.
Hoy estaba planteada la discusión parlamentaria del tema.
La discusión de fondo que está planteada, el que está en el centro de la discusión es Temer y quién lo continúa en el gobierno, antes de pensar en las elecciones del año que viene, en la reforma del trabajo y en la reforma previsional. Te menciono estas dos cuestiones y a cada rato menciono a la Argentina porque me parece que hay que mirar muy seriamente el paralelo con nuestro país, porque así como en el sistema mundial se quería terminar con distintas experiencias de cambio político en América Latina, más allá de lo que cada uno de nosotros pueda pensar sobre los avances que se pudieran hacer, había que poner un punto al desarrollo de estas experiencias y todo venía con golpes, en Honduras, Paraguay, Brasil y Argentina mostró algo distinto porque no fue con golpe parlamentario sino con consenso electoral.
Hay que mirar seriamente lo que acontece en Brasil porque en la Argentina se pretende legitimar la misma agenda liberalizadora que demandan los grandes capitales desde el consenso electoral logrado en 2015.
Continuando en la agenda internacional, y visto lo sucedido en Hamburgo en el G20, me pregunto si en diciembre estaremos a la altura de las circunstancias, ya que se reúne en nuestro país.
Estaremos a la altura que seamos capaces de construir, porque así como recién te decía que en Brasil hay temas globales y nacionales para analizar, lo primero que hay que pensar es por qué la OMC se va a hacer en Argentina del 10 al 13 de diciembre y por qué Argentina toma la posta de Alemania coordinando las tareas del G20 para el 2018.
Creo que es una apuesta de las clases dominantes mundiales para consolidar lo que se propone como objetivos el gobierno Macri. La OMC decide hacer su oncena ministerial en Argentina a pedido del gobierno argentino en la segunda mitad del año pasado y la OMC que tiene como tarea la liberalización de la economía mundial, considera que es muy oportuno traer los debates a la Argentina, es un respaldo de las clases dominantes a lo que ven como la avanzada política más clara de la ofensiva del capital mundial en América Latina para tratar de terminar con la calificación de cualquier proceso de cambio político en la región. Por eso en la foto de los presidentes del G20 en Hamburgo en el centro está Merkel, la que preside el G20 durante todo 2017, y al lado Mauricio Macri que va a comandar las discusiones del G20 del próximo año.
Es muy importante que el movimiento social y popular en Argentina trate de profundizar en lo que significa el desembarco de la OMC en diciembre y del G20 en julio del año que viene, creo que es un tema insuficientemente instalado.
Igualmente ya se ha dado un primer paso.
Sí. Ya hace más de un año que hay un grupo de organizaciones que vienen armando “Argentina mejor sin TLC” organizando audiencias públicas en el Congreso de la Nación, que hicieron el pasado 24 de junio una reunión nacional que todavía no es todo lo nacional que se puede, porque todavía hay grandes organizaciones sociales que tienen una agenda de mirada muy coyuntural, todavía pesa mucho más la discusión de los salarios y acuerdos colectivos, que es tremendamente importante porque hace a la calidad de vida, a la capacidad de compra del salario, pero lo que no se visibiliza es que hay un proyecto de máxima de las clases dominantes y los capitales más concentrados que tienen como epicentro afectar los derechos laborales, sociales y, por lo tanto, el proceso de liberalización afecta a todas esas reivindicaciones.
Es necesario que las grandes centrales sindicales y organizaciones sociales de la Argentina, no solo de movimientos sociales, sino también medianos y pequeños productores tengan en la perspectiva que todo el canto de sirena que viene con la OMC no los va a favorecer. Uno de los “dulces” que se presentan en la agenda del OMC es el e-commerce o comercio electrónico, como diciendo que a cualquier pequeño productor le va a interesar que desde cualquier parte del mundo le compren por internet lo que producen; eso es un verso, no va a ocurrir, el comercio electrónico está pensado para las grandes transnacionales de los servicios y la tecnología, que tienen que ver con los procesos de innovación tecnológica, robótica, que están precisamente en manos de EE UU y China, los dos grandes competidores de la producción mundial.
Argentina puede generar un protocolo, una legislación desde la OMC favorable a la comercialización del comercio electrónico, lo que puede ser nefasto para las condiciones de la producción y afectar al empleo local.
Es un tema delicado, está bien que intentemos una mirada positiva de todo lo que se está haciendo. Hasta hubo presencia de “Argentina sin TLC” en Hamburgo, con un cartel crítico a las políticas de Macri y tiene que ver con argentinos y argentinas que están organizando una movida en diciembre para tratar de estar a la altura de Hambugo, donde hubo una semana con movilizaciones de 10.000 a 50.000 y 100.000 personas. Es impresionante ver las imágenes del inmenso dispositivo de seguridad desplegado por las fuerzas de seguridad alemanas. Para la reunión de diciembre se está preparando un operativo de seguridad donde prácticamente va a ser imposible transitar entre el 10 y el 13 de diciembre entre el Hilton y el Centro Cultural Kirchner, donde van a estar hospedados y donde se van a dar las discusiones, todo ese corredor que va de Puerto Madero al CCK va a ser muy custodiado y cerrado a la circulación.
Lo importante va a ser que más allá de la confrontación que pueda darse entre quienes quieran manifestarse y quienes quieran custodiar la seguridad de entre 3.500 a 4.000 participantes en la cumbre de la OMC, es que haya un debate en todo el país para comprender lo que esto significa y contrarrestar la propaganda oficial que alienta el discurso de la liberalización y como dato muy concreto plantea avanzar en Tratados de libre comercio del Mercosur con Europa.
En ese sentido tenemos que recordar todo lo que discutimos y avanzamos en rechazar los acuerdos de libre comercio de América Latina con EE UU, que fue la lucha contra el ALCA al cual en Mar del Plata en 2005 se le puso freno. La pregunta sería por qué Europa es mejor que EE UU en la relación económica comercial con Argentina. Digo Europa y podría extenderlo a cualquier potencia económica que intente Tratados de libre comercio con nuestro país, con el Mercosur y América Latina en general.
Por esto es tan importante generar este debate en la sociedad argentina, y ni hablar de lo que se viene para el G20 en julio del año que viene, por lo cual la movilización de diciembre de este año tiene que estar a la altura de lo acontecido en Hamburgo y preparar las condiciones para una masiva movilización en julio del año que viene, que además debería ser una movilización regional y mundial, ambas, tanto la de diciembre como la de julio.
Para cerrar algún comentario sobre la coyuntura nacional.
El INDEC difundió los datos de la inflación el martes 11, por primera vez da a conocer el índice de precios nacionales, ahora se analiza la evolución de la inflación ya no solo del Gran Buenos Aires sino se desagregan los datos a Cuyo, Noreste, Noroeste, zona pampeana y patagónica y el mes de junio da una inflación del 1,2% lo que le permite a las autoridades económicas y al Banco Central decir que la inflación está bajando, pero como siempre el 1,2 es un promedio, dentro del cual es más baja la evolución de los precios de bienes y es más alta la evolución de los precios de los servicios, es importante el tema de las tarifas que no terminan de cerrar y que van a seguir aumentando. Por lo tanto, que la inflación sea de 1.2% con tendencia a la baja, la proyección del año que pasó es de una inflación cercana al 42% y una proyección que va del 22 al 24% para todo este año, con mantenimiento de la discusión salarial a todo nivel.
El tema de los docentes estuvo en el centro de la discusión, en este momento hay una parte de los gremios universitarios que están rechazando el acuerdo hecho por el Ministerio de Educación, otros que lo están aceptando. Mientras tanto el Banco Central fijó una tasa de interés a 7 días del 25/26% ratificando una orientación a la economía especulativa más que a un desarrollo de la economía productiva que pueda pensar en el restablecimiento del nivel de empleo.
Por lo tanto, tenés una política monetarista de aliento a la especulación y de restricción a la capacidad de consumo popular con tendencias al desempleo que continúan seriamente con una situación económica que se descarga muy duramente sobre la mayoría de la población.
El debate que hay en la Argentina, ya no tanto en lo económico, porque los indicadores sociales no terminan de favorecer a la mayoría de la población, es un debate político que está muy jugado en el proceso electoral y que lamentablemente más allá de los debates que se derivan de las encuestas o de las opciones políticas mayoritarias, lo que no termina de emerger es un debate sobre una política de carácter alternativa que deje de pensar en términos de hegemonía del capital o de pacto social para generar condiciones para pensar desarrollos autónomos que resuelvan la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población argentina. Es una cuestión política en un momento que tanto Brasil como Argentina y ni hablar de lo que acontece con Venezuela, está mostrando la ofensiva del capital sobre el trabajo y los pueblos, y en ese marco tiene importancia el debate electoral y político en nuestro país.
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