El Gobierno del presidente de EE.UU., Donald Trump, busca involucrar a la empresa militar Blackwater en la guerra de Afganistán.
Jared
Kushner, asesor y yerno del mandatario estadounidense, y Steve Bannon,
uno de los principales estrategas en la Casa Blanca, están a cargo de
supervisar la iniciativa y han presentado a sus candidatos para
implementar el plan en cuestión, según informaron el sábado los medios
locales.El primero es Erik Prince, fundador de la empresa militar Blackwater, expulsada anteriormente del territorio afgano por el expresidente del país asiático, Hamid Karzai. Blackwater, con una pésima reputación, se ha ido hundido en escándalos por cometer crímenes de guerra y matar a civiles en la guerra que orquestó EE.UU. en Irak.
El segundo es el propietario de DynCorp International, Stephen Feinberg, que ha desplegado un grupo de mercenarios en Yemen en virtud de un contrato de 3 mil millones de dólares con los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
“Prince y Feinberg han creado un plan más barato y mejor que el del Ejército (estadounidense)”, informan fuentes próximas a los dos empresarios citadas por el diario local The New York Times.
Erik Prince (fundador de la empresa militar Blackwater) y Stephen Feinberg (el propietario de DynCorp International) han creado un plan más barato y mejor que el del Ejército (estadounidense, para Afganistán)”, informan fuentes próximas a los dos empresarios.El propio Feinberg presentó el pasado sábado el mencionado plan al secretario de Departamento de Defensa estadounidense (el Pentágono), Jim Mattis, quien sólo “lo escuchó por educación y respeto”, declarando que no permitirá la involucración del sector privado en el conflicto de Afganistán.
El pasado mes de junio, el jefe del Pentágono pidió a Trump que dé su visto bueno al envío de 3000 fuerzas a Afganistán y ceda más poder al citado departamento para cambiar la cantidad de los militares dependiendo de las necesidades, “para sacar al conflicto del punto muerto en el que se encuentra y derrotar a los terroristas”.
En 2001, Washington y sus aliados invadieron Afganistán en el marco de la llamada “guerra contra el terrorismo”. La ofensiva apartó del poder al grupo armado Talibán, pero la inseguridad, pese a la presencia de miles de soldados extranjeros —8400 de ellos estadounidenses—, sigue dominando gran parte del territorio afgano.
Más de 15 años de presencia militar extranjera tampoco han podido evitar el nuevo brote de terrorismo en Afganistán, adonde han llegado miles de integrantes de la banda ultraviolenta EIIL (Daesh, en árabe).
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