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Ketamina: el peligroso boom de la droga que los genios de Sillicon Valley consumen contra la depresión
10 de octubre de 2017
Los tiempos históricos que corren colocaron a la depresión como uno de
los mayores flagelos de la sociedad, sin importar niveles
socio-económicos, países, creencias o culturas. En cualquier lugar del
planeta las estadísticas revelan un preocupante crecimiento de este mal y
para la Organización Mundial de la Salud, lo problemas mentales, ya
representan el 12% de las causas de enfermedades. Además, en su último
informe, resaltó que un 46% del total de las patologías (cerca de 300
millones de personas) están relacionadas de manera directa a cuadros
depresivos y su pronóstico es claro: para el 2030 la depresión se
convertiría en principal causa de discapacidad en el globo.
"La depresión suele ser un tema subestimado. Muchos aún consideran que
no es una enfermedad sino solo un tema de debilidad cuya solución es
'ponerse las pilas', pero necesita del esfuerzo de los profesionales y
de la familia para lograr que el paciente salga a flote", explicó
Marcelo Cetkovich-Bakmas, jefe del Departamento de Psiquiatría de INECO.
El crecimiento exponencial del mal lo coloca en el centro de la
industria farmacológica. Los antidepresivos, de por sí, son un negocio
formidable que facturan más de USD 14 millones al año y para 2020,
especulan, que superará los 16. En los últimos meses, un viejo-nuevo
compuesto se colocó en el centro de la escena: la ketamina.
También llamada "Special K" o "Kit Kat" es un compuesto sintetizado que
vio la luz por primera vez en 1962 y que al principio fue utilizado,
debido a su gran potencia, como un analgésico por los médicos militares
en zonas de combate. En la actualidad, su uso más común corresponde a la
veterinaria, ya que es usada para anestesiar a los caballos.
Como toda sustancia sedativa también es un producto del narcotráfico
con fines "recreativos". Entre sus efectos más comunes se encuentra la
psicodelia, alucinaciones y embriaguez, y estados de conciencia que
simulan la agonía, y entre consecuencias, estado de coma, insuficiencia
cardiorrespiratoria e incluso la muerte. Por estas razones, su
comercialización está prohibida en gran parte del planeta.
Sin embargo, ya desde 2006 comenzó a utilizarse como antidepresivo,
aunque los especialistas advierten que se desconocen sus efectos a largo
plazo, lo que la convierten en un peligro latente.
"Sabemos que la ketamina es segura como anestesia, pero por regla
general una persona solo es anestesiada una vez, no recibe anestesia de
manera periódica durante meses o años. No tenemos idea de lo que puede
hacer", explicó la doctora Cristina Cusin, del Hospital General de
Massachusetts, a la revista Time.
El aumento de los casos, como los suicidios de mentes brillantes de
Silicon Beach, la región de Los Angeles que reúne a 500 empresas
tecnológicas, le otorgaron un aúra positivo en los medios. Edward Thomas
Mackoviak, ingeniero de Apple; Joseph Thomas, programador de Uber;
Austen Hewinz, fundador de la start-up Cambrian Genomics y Autumn Radke,
presidente de una compañía de pagos en bitcoins, son solo algunos de
los jóvenes mimados por el corporativismo que terminaron con sus vidas
por cuadros depresivos. Esto generó que, rápidamente, clínicas privadas
de la zona y también en San Francisco (donde está Silicon Valley)
pusieran entre sus servicios una terapia con este compuesto que,
lógicamente, no es accesible para todos: el tratamiento dura alrededor
de 50 minutos y cada dosis cuesta unos USD 750 dólares
Si bien no se puede determinar una causa para la depresión, existen
múltiples factores que aumentan el riesgo de padecerla; entre ellos los
factores genéticos, los rasgos de la personalidad y los eventos
ambientales estresantes tales como las dificultades socio económicas, el
abuso sexual, la escasa red social y familiar o la pérdida de seres
queridos. Las enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer o
cualquier condición que produzca dolor crónico también aumentan el
riesgo de padecer depresión, de igual modo que el abuso de alcohol y
otras sustancias.
La Asociación Americana de Psiquiatría fue la primera organización en
apoyar este tipo de tratamiento contra la depresión grave -ideación
suicida y al trastorno por estrés postraumático- con un comunicado en
que el aseguraba que "existen pruebas concluyentes de los efectos
antidepresivos de la ketamina aplicada por gotero y de que estos son
rápidos y robustos, aunque transitorios".
De acuerdo a sus estadísticas, el gran valor del tratamiento es su alta
velocidad de respuesta, muy superior a todos los antidepresivos del
mercado: su efecto comienza a ser notorio en cuestión de horas, contra
las semanas o meses que demoran los otros medicamentos o terapias.
Además, se debe sumar que posee una tasa altísima de éxito, entre un 60 y
70 por ciento en pacientes que ya no responden o nunca respondieron a
ningún otro tratamiento. Sin embargo, no es una solución mágica, y el
primer gran problema que aparece es el de la transitoriedad, lo que
significa que su efecto no es permanente ni mucho menos, puede durar
apenas unos días o, en el mejor de los casos, algunas semanas, por lo
que las personas deben tener una nuevas dosis para no volver a caer en
un cuadro depresivo. Y así. Esto abre la puerta de la adicción.
Una investigación de la Universidad de Illinois, EEUU, reveló que la
ketamina involucra a las células gliales del cerebro, que funcionan como
auxiliares de las neuronas, las principales responsables de la función
nerviosa. Estas células, una suerte de pegamento del tejido nervioso,
utilizan al neurotransmisor glutamato, también relacionado con diversas
patologías neurodegenerativas. Si se lo compara con las antidepresivos
tradicionales, este camino es mucho más directo. En términos gráficos,
la ketamina correspondería a tener el teléfono del dueño de una empresa
cuando se busca trabajo, mientras que los métodos tradicionales serían
llevar el currículum a la oficina de RRHH.
Un trabajo mancomunado
entre diferentes universidades e instituciones (Yale, Mayo Clinic,
Stanford y Tufts,entre otras) informó que "hasta un 75% de los pacientes
estudiados dijeron sentirse al menos mejor a la mitad de un día" luego
de consumirla. Gerard Sanacora, profesor de Psiquiatría de la
Universidad de Yale y director de su Programa de Investigación sobre
Depresión, comentó: "Hubo personas con disposición suicida dejaron de
tenerla en 24 horas".
Otro trabajo, realizado en ratones por la Universidad de Maryland,
aseguró que el cambio de los pacientes se produciría debido a una
molécula más pequeña extraída de la ketamina al descomponerse en el
hígado y que, cuando esta molécula es aislada y se administra de manera
pura, no genera efectos secundarios ni adicción.
La ketamina es el primer avance clínico contra la depresión en 30 años,
el último fue el Prozac en 1987, que a partir de 2001 se convirtió en
genérico (fluoxetina). Esto, y las cifras en aumento del mal en la
sociedad son, en parte, los responsables de la euforia de la industria
farmacológica por buscar un compuesto parecido, pero sin sus efectos
secundarios.
Todavía no hay un consenso en la comunidad científica con respecto a
cuál debe ser el siguiente paso. Para algunos investigadores los efectos
psicotrópicos de la ketamina podrían estar relacionados con sus
propiedades antidepresivas, mientras que para otros es esencial
encontrar una molécula parecida, pero que esté libre de sus efectos
secundarios.
Para la industria, lo importante es encontrar un comprimido que les
permita lanzar un medicamento que atraviese los controles de la FDA y
comenzar una nueva era de producción. Eso sí, los efectos a largo plazo,
tanto de uno como de otro, son todavía un misterio.
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