Los intereses convergentes de Israel, Arabia Saudí y EE.UU. están detrás de la renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri.


Hariri, a la izquierda, se reúne con su jefe, el príncipe a la corona Mohamed bin Salman, en mayo 2017.
Robert Malley, prominente político estadounidense y asesor del expresidente Barack Obama, explicó que existe una convergencia entre los intereses de tres partes: la Administración del presidente de EE.UU, Donald Trump, el régimen israelí y la nueva Administración saudí, liderada por el príncipe heredero Mohamad bin Salman. A juicio de Malley, esta convergencia fue la razón detrás de la renuncia de Hariri.

En un artículo publicado el miércoles en la revista estadounidense The Atlantic, Malley dijo que El Líbano ha sido un espejo de Oriente Medio, pero se ha convertido en los últimos años en el centro de una guerra por procuración, impulsada por Arabia Saudí.

La semana pasada, las circunstancias y los conflictos en Oriente Medio no estaban lejos de El Líbano. El 4 de noviembre, tres cambios consecutivos ocurrieron dentro de las diez horas y afectaron la situación general de El Líbano.

Primero, Hariri anunció su renuncia. Su renuncia fue anunciada en Riad (la capital saudí) que, a juicio de Malley, fue un indicador importante de los "nuevos desafíos" en la región. De acuerdo con los funcionarios libaneses, Hariri se encuentra detenido en Arabia Saudí.

El segundo evento fue el ataque de represalia del movimiento popular yemení Ansarolá con misiles balísticos a un aeropuerto en el corazón de Riad. Tras el ataque de las fuerzas yemeníes, el canciller saudí, Adel Al-Yubeir acusó a Irán de "proporcionar misiles balísticos a los yemeníes", una acusación rechazada rotundamente por las autoridades del país persa.

Arabia Saudí está bombardeando el territorio yemení desde 2015 para restaurar en el poder al fugitivo expresidente yemení Abdu Rabu Mansur Hadi, su estrecho aliado. Una campaña militar que ha dejado más de 33.395 muertos o heridos, según cifras de un centro pro derechos humanos.

El tercer evento identificado por Malley fue cuando Arabia Saudí lanzó una llamada "campaña de anticorrupción" y más de diez príncipes, decenas de hombres de negocios y funcionarios saudíes de alto rango fueron puestos bajo arresto domiciliario. El objetivo de Bin Salman parece ser eliminar cualquier rival potencial.

Según fuentes gubernamentales, varios de los príncipes y altos funcionarios saudíes detenidos esta semana han sido torturados con gran crueldad.

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