Pero
Gonzalo justificó los llamados “Procesos de Moscú” de 1937, juicio y
ejecución de varias decenas de dirigentes de primera línea del Partido
Bolchevique -la casi totalidad de los que quedaban vivos de quienes
dirigieron aquella epopeya-, la persecución, encarcelamiento y muerte de
la flor y nata de la vieja guardia bolchevique, y la expulsión de 400
mil miembros del Partido.
También justificó el pacto de la URSS bajo Stalin con la Alemania de Hitler luego de esas purgas, en 1939, 9 días antes de que Alemania iniciase la Segunda Guerra Mundial. Ese pacto hizo que el gobierno soviético se confiase y en definitiva facilitó la invasión alemana a la URSS dos años después.
Uno de sus argumentos para validar las acusaciones montadas en los “Procesos de Moscú” es que se hicieron en forma abierta, con pleno acceso de los diplomáticos extranjeros, y que en ellos se dieron confesiones de los acusados; descarta que pudiesen obtenerse por torturas.
Mijaíl Nikoláyevich Tujachevski es un caso de esos procesos, lo menciona especialmente, dice que quedó probada su participación en una “conspiración”. Y como explicación general de estos acontecimientos, dice que se trataba de intelectuales que se resistieron a la disciplina proletaria. En cuanto al colapso posterior de la URSS lo atribuye a fenómenos de corrupción. Obviamente estamos haciendo una síntesis muy simplificada de su planteo.
Gonzalo y yo somos aficionados a la Historia, ninguno de los dos tiene formación académica específica en la disciplina. Pero eso no nos exime del respeto a la verdad y las personas.
La Gran Revolución Rusa de 1917, prolongada por la guerra civil 1917-1923, que abarcó la mayor parte del Imperio ruso e intentó (infructuosamente en ese momento) propagarse hacia el centro de Europa, vivió a partir de fines de los años 20 un proceso de represión interna (no hay otra forma de llamarlo) que produjo una enorme cantidad de víctimas dentro de la misma fuerza revolucionaria.
Justificar los llamados “Procesos de Moscú” es justificar la pena de muerte.
Nos oponemos a ella por principios; podemos aceptar que haya, en situaciones extremas muy especiales, algunas excepciones (las contempladas en las leyes que guerra, que son además estrictamente limitadas). Pero aquí no fueron excepcionalidades sino de una muy amplia práctica generalizada, y no había ninguna situación de guerra. Los ejecutados, fueron los principales dirigentes de la revolución obrera. De ser ciertas esas acusaciones, debemos pensar que la revolución socialista fue hecha por un grupo de fascistas.
Lo mismo que las acusaciones, fueron falsas las confesiones también, es la única conclusión racional, y apoyada por una evidencia abrumadora. El primer proceso fue por el asesinato de Sergéi Kírov en 1934, dirigente bolchevique que competía con Stalin por el cargo de Secretario General y tenía algunas diferencias con él, no estaba de acuerdo en recurrir a la pena de muerte. Fueron inculpados los líderes bolcheviques de primerísima línea opuestos a Stalin en ese momento aunque antes habían sido sus aliados, Zinoviev y Kámenev, ejecutados. Otro que confesó ese crimen fue Iván Smirnov, bolchevique del primer día: en 1934 estaba preso desde hacía un año.
En nuestra nota “Cien Octubres” [1] mencionamos la amenaza explicita de torturas en pleno juicio por el fiscal, contra Christian Rakovsky. Abundar es tan trillado que no tiene sentido, sólo Gonzalo puede negar estos hechos.
Voy a centrarme en el caso Tujachevski. Dice Gonzalo que una razón para confiar en los Procesos de Moscú es que fueron públicos. Omite un detalle.
El juicio contra Tujachevski y otros ocho jefes militares soviéticos de primer nivel acusados de «conspiración militar-trotskista» y «espionaje a favor de la Alemania Nazi», se hizo en SECRETO, duró un día, fueron todos ejecutados al día siguiente menos uno que se suicidó. El tribunal estaba formado por ocho generales soviéticos, seis de ellos fueron juzgados y ejecutados en la siguiente purga. Dice Gonzalo que la verdadera habilidad de Trotsky fue la de un “gran novelista”, en todo caso sus novelas no cambian de edición en edición, como la “Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética” en que los héroes en una edición son los traidores en la siguiente.
Según investigaciones, las “pruebas” de la supuesta conspiración fueron plantadas por una operación nazi que organizó Heydrich para eliminar a los mejores generales soviéticos y facilitar la invasión. Podemos creerlo o no, lo que es indudable es que NO HUBO una conspiración de los mejores jefes miliares soviéticos con los nazis, que Tujachevski estaba EN CONTRA del pacto con Hitler, y que TUVO RAZóN.
2.- ¿Quién era?
En el centenario de la toma del Palacio de Invierno quiero recordar a las víctimas de esa represión interna, que segó la vida de los mejores revolucionarios de esa generación. Podríamos tomar a cualquiera de ellos. Vladimir Antonov-Ovseyenko, el que dirigió la toma del Palacio de Invierno [2], fue ejecutado sin juicio en 1939. ¿Y qué juicio, qué conspiración le iban a inventar, si estaba como cónsul soviético en Barcelona? Lo mandaron llamar para matarlo. “Destruidos por su propia gente sin ninguna razón”, diría el escritor soviético Ilya Ehemburg.
Pero, ya que Gonzalo me da el pie, tomaré a Mijaíl Tujachevski.
Hijo de una familia aristocrática empobrecida, se graduó como oficial e ingresó al ejército ruso en 1914 al inicio de la guerra, fue varias veces condecorado por valor en el combate. Prisionero de los alemanes en 1915 se escapó cuatro veces, y al final lo metieron en una fortaleza de alta seguridad. Allí había otros como él, trabo gran amistad con un prisionero francés que también se había escapado varias veces, el entonces capitán Charles de Gaulle. Igual profesión, naciones diferentes, cultura similar, ideas muy distintas, personalidades parecidas.
Cuando se enteró de la Revolución de Febrero, Tujachevski anunció a sus compañeros de prisión que se fugaría para ir inmediatamente a su país. “Pero cuando llegues los revolucionarios te van a fusilar, como están haciendo con todos los oficiales”, le dijeron. Dijo que eso no pasaría porque se pondría al servicio de la revolución y sería aceptado. Y agregó esa frase profética que pusimos al principio.
“Sacudiremos Rusia como una alfombra. Después, sacudiremos el mundo”.
Se escapó por quinta vez, tuvo éxito, llegó a Rusia en octubre. Se unió a los bolcheviques y se puso a las órdenes del gobierno revolucionario. Lo nombraron segundo jefe de una división, su superior murió en combate y tomó el mando en plena batalla. Se destacó desde el primer momento y le confiaron la misión de crear el ejército en el frente oriental, lo hizo con oficiales reclutados del viejo ejército y obreros y campesinos voluntarios sin experiencia militar, que formó y disciplinó rápidamente. Derrotó y expulsó al enemigo. En 1919 Trotsky lo puso a cargo del ejército de los Urales y Siberia occidental: lo mismo. Luego el frente del Cáucaso.
Demostró capacidad de planear, organizar y efectuar con éxito operaciones militares contra fuerzas superiores aprovechando al máximo la movilidad de sus propias tropas. Fue nombrado mariscal y director de la Academia Militar de la URSS. Tuvo a cargo la reforma del Ejército Rojo logrando un cuerpo profesional a partir de los voluntarios. Escribió varios libros de teoría militar, disciplina que revolucionó con su concepción de “operaciones en profundidad”, combinación muy audaz de ataques profundos para destruir el soporte logístico del enemigo, modelo adoptado por la “Blitzkrieg” de los alemanes. Otros militares soviéticos seguían en la idea tradicional de “oleadas” de infantería y caballería, él utilizaba técnicas modernas de combate, tanques y aviones, y despliegue rápido de infantería en los puntos decisivos. Luego de su purga y ejecución los soviéticos abandonaron sus teorías y les fue mal, después debieron retomarlas.
Decir que era un “intelectual que no aceptaba la disciplina proletaria” no sólo es un infundio, es una estupidez. Él enseñó la disciplina a los obreros, y arriesgaba su vida cotidianamente. Ni siquiera se llamaba a sí mismo revolucionario sino “soldado de la revolución” y obedecía órdenes aunque fuesen muy desagradables. Por ejemplo, la orden de reprimir la rebelión de la base naval de Krondstadt en 1921.[3]
Pero una cosa es ser leal y otra ser cornudo. La invasión a Polonia en 1920 fue un error del gobierno bolchevique, injusta, innecesaria, en condiciones muy desfavorables, luego de una desgastante guerra en Ucrania. El ejército ruso fue derrotado. Tujachevski, al mando militar y sin pelos en la lengua, se quejó abiertamente de la interferencia de la jefatura política de ese frente a cargo de Stalin, y la jefatura superior del ejército a cargo de Trotsky, que crearon una gran confusión y le impidieron gran parte de sus planes (por ejemplo el repliegue del centro de mando) por razones de “imagen”. Entre otras cosas, las acciones irresponsables por su cuenta de Stalin, “chambonadas” diríamos, un ignorante en táctica militar.
Cuando las negociaciones con los nazis, Tujachevski estuvo en contra del pacto. Muy buenas razones tenía, conocía a varios generales alemanes que habían leído sus libros. Además, había impulsado una red de espionaje en Alemania, la “Orquesta Roja” [4] dirigida por Leopold Trepper, que además hacía acciones clandestinas contra el gobierno nazi. Tanto los espías en Alemania cono Richard Sorge desde Japón advirtieron de la invasión alemana a la URSS en 1941, y hasta el día. No les hicieron caso. La aviación soviética fue destruida en tierra el primer día.
Además de ser un infundio, acusar a Tujachevski de “conspiración” es equivocarse con la persona equivocada. Antón Antónov-Ovséyenko, hijo de Vladimir [5], dice que una razón del encono de Stalin contra Tujachevski era la envidia personal, le molestaba incluso que fuese un hombre culto que tocaba el violín. Probablemente algo para envidiar fuese el coraje físico. Dio otra prueba. Sabemos que en los “Procesos” hubo confesiones arrancadas por tortura, Tujachevski no “confesó”, por eso fue reprimida también su familia: madre, esposa, hija, dos hermanos y cuatro hermanas.
3.- ¿Por qué?
A los cien años, es una vergüenza que todavía no se sepa lo que en realidad pasó, ni tal vez se quiera saber. Hoy, una candidata presidencial de derecha en Rusia propone sacar la momia de Lenin de la Plaza Roja, la verdad es que con la momia de Lenin no estaba de acuerdo ni Lenin. Si queremos tener un futuro tenemos que desmistificar el pasado y poder comprender los hechos. A nadie convenceremos, si no.
Gonzalo habla de dos etapas. La primera es la de la “resistencia de los intelectuales a la disciplina proletaria”, y así justifica la represión estalinista. La segunda sería la iniciada por Nikita Jrushchov en 1953, luego de muerto Stalin, caracterizada por la corrupción. Si el dilema es pena de muerte o corrupción, olvidate.
La corrupción ocurrió desde el primer día, aunque se la combatió por distintos medios y se desarrolló gradualmente. En nuestro “Cien Octubres” retomamos el análisis del bolchevique oposicionista Christian Rakovsky y su análisis fundacional en “Los peligros profesionales del poder” [6]. No puede haber un mejor testimonio. Hemos hablado de esto otras veces y lo vamos a repasar brevemente.
Rakovsky habla de la “pasividad de las masas”, la “indiferencia política de la clase obrera”, aun ante hechos escandalosos de corrupción y despotismo.“robos, prevaricaciones, violencias, sobornos, abusos inauditos de poder, despotismo ilimitado, borracheras, libertinaje” que ocurre en los sectores dirigentes del estado y del partido. La conquista del poder por la clase obrera plantea una “situación nueva”, no los peligros externos sino “las dificultades inherentes a toda nueva clase dirigente que son la consecuencia de la toma y del ejercicio del poder mismo, de su capacidad o incapacidad para saberlo utilizar”, las relaciones “que se crean entre las filas de la misma clase victoriosa”. “Cuando una clase toma el poder, una parte de ella se convierte en agente de dicho poder. Así surge la burocracia. En un estado socialista en el que la acumulación capitalista está prohibida para los miembros del partido dirigente, dicha diferenciación empieza a ser funcional y seguidamente se convierte en social”. “Ciertas funciones, antes desempeñadas por el partido en bloque, por toda la clase, ahora se han convertido en atribuciones del poder, es decir que sólo son encomendadas a cierto número de personas de ese partido y de esa clase”.
La penuria económica ha abierto “grietas en el cuerpo de la clase obrera” sumergida en un mar de sectores empobrecidos pero sin una identidad social definida. “El poder… desintegró masas sociales más o menos homogéneas [y] la especialización funcional… sacaba de sus propias filas (de la clase) los círculos de altos funcionarios”. Las diferencias se agrandan por efecto de “la presión contrarrevolucionaria”.
“La burocracia de los Soviets y el Partido es un hecho de nuevo cuño… una nueva categoría social”. Y agrega: “La función ha modificado al órgano, es decir la psicología de los que se encargan de las diversas tareas de la dirección en la administración y la economía del estado ha cambiado hasta tal punto, que no sólo objetiva sino subjetivamente, no sólo material sino moralmente han dejado de formar parte de la misma clase obrera”.
Esta es la “disciplina proletaria” del estalinismo. Es proletaria o vas a la pena de muerte. Este análisis está apoyado por una evidencia abrumadora, pero son mentiras del imperialismo, o pena de muerte. Esa fue la verdadera CORRUPCIÓN del poder obrero. Y el culto a las momias no le hace ningún bien a la verdad. Y estas son las conclusiones de Rakovsky:
“De un estado proletario con deformaciones burocráticas -como Lenin definió la forma política de nuestro estado- estamos en vías de pasar a un estado burocrático con resabios proletarios comunistas. Bajo nuestros ojos se formó y continúa formándose una gran clase de gobernantes con sus propias divisiones interiores, que crece por cooptación directa o indirecta (promoción burocrática, sistema ficticio de elección)”. “Una casta de funcionarios ha remplazado al proletariado y al partido”.
Por cierto la corrupción MATERIAL, los privilegios materiales de los burócratas, también existieron desde el primer momento. Pero en esa primer etapa “la acumulación capitalista está prohibida para los miembros del partido dirigente”. Entonces: “Lo que une a esta clase original es una clase original también de propiedad privada, a saber ‘la posesión del poder del estado’. La burocracia posee el estado como su propiedad”.
Esa es la comprensión que podemos tener de la primer etapa de Gonzalo, antes de la muerte de Stalin y la era de Nikita. Vamos a esta segunda, en la que se introdujeron reformas de “economía de mercado”. Pero reformas parciales de este tipo también hubo en la etapa anterior, como la Nueva Política Económica (NEP), 1921-1928. ¿Por qué tuvieron un efecto en la segunda etapa que no tuvieron en la primera? La respuesta de Gonzalo es que en la primera etapa la corrupción fue reprimida por el Estado, y ya vimos como. ¿Es así?
Mucho se ha hablado de las rigideces e ineficiencia de la planificación burocrática, y para corregirla se introdujeron formas de gestión económica del tipo de economía de mercado, primero en los ’60 y luego en los ’80, que terminaron en la restauración del capitalismo. Esto nos explicaba Boris Kagarlitsky.
En los medios occidentales era común suponer que si una fábrica de automóviles tiene una cuota impuesta por el plan de 20 unidades, la dirección de la fábrica se propondrá fabricar 18, o de otra manera el próximo año le impondrían una cuota superior y será más difícil. Así, la forma burocrática de gestión desestimula el aumento de la producción y ese sería el problema. Pero en realidad, lo más conveniente sería producir 22, y vender 2 en el mercado negro. Aunque para eso se necesitan acceso a materias primas, relaciones especiales con los organismos de inspección y recursos para sobornos, etc.
Y también es necesaria otra cosa. Un mercado de automóviles, no el mercado negro, el mercado normal que hace posible el mercado negro. Y para eso se necesita un cierto nivel de acumulación de la riqueza y de productividad del trabajo. Los gérmenes de capitalismo, para desarrollarse, necesitan un terreno fértil. Ese terreno fértil se va forjando gradualmente por una sociedad en que crece la desigualdad social, y al mismo tiempo se genera una clase obrera separada de los medios de producción, igual que en el capitalismo. Todos esos son “logros” de la etapa estalinista. Lo que ha sido esto es una sociedad de transición AL CAPITALISMO.
Pero falta tener en cuenta algo más, la pasividad política de esa clase obrera. ¿Cómo se consiguió ese “logro”? Esto nos dice Adolfo Gilly en un artículo también reciente, con el que no tengo una coincidencia total, pero realiza un aporte destacable:
“Desde aquellos años treinta en adelante, el régimen de Stalin se fue ensañando con los marxistas y los socialistas rusos y soviéticos de todas las tendencias: socialistas revolucionarios, mencheviques, anarquistas, comunistas y bolcheviques: encarcelados, deportados, fusilados, silenciados y calumniados… Esa política expresaba los intereses y las visiones de una nueva clase social: la burocracia estatal. Cubierta de privilegios y escudada en la represión sobre su pueblo, esa burocracia dejó una huella de incapacidad, crímenes y desastres. Desde 1989 en adelante se volvió abiertamente capitalista y trasformó sus privilegios en propiedades y en capitales en Rusia y en el mundo global de las finanzas.” (“Los destinos de una revolución” [7])
Para que el restablecimiento del capitalismo fuese posible no se necesitaba solamente la desigualdad social creciente, y las condiciones para la acumulación capitalista privada. Era necesario el aplastamiento político de la clase obrera, de otra forma esa restauración resultaría inexplicable. La fractura social fue sellada con un baño de sangre. Ese fue otro “logro” del estalinismo.
Por eso en este centenario quiero recordar a las víctimas, pero en especial a las víctimas que fueron lo mejor de aquella generación de revolucionarios que sacudió a Rusia como una alfombra y después acudió al mundo.
Fernando Moyano
Referencias:
[1] Cien Octubres: https://n0estandificil.blogspot.com.uy/2017/10/cien-octubres-laspolemicas-sobre-la.html
[2] Una investigación desmistificada de este evento puede verse aquí: “Así cayó el Palacio de Invierno. Yulia Kantor”. http://www.sinpermiso.info/textos/asi-cayo-el-palacio-de-invierno-entrevista
[3] Rolando Astarita acaba de publicar una nota sobre esta rebelión, muy escarecedora. https://rolandoastarita.blog/2017/11/05/precision-sobre-el-programa-de-kronstadt/
[4] http://assets.espapdf.com/b/Gilles%20Perrault/La%20Orquesta%20Roja%20(1489)/La%20Orquesta%20Roja%20-%20Gilles%20Perrault.pdf, y https://libros-gratis.com/ebooks/el-gran-juego-leopold-trepper/
[5] https://www.researchgate.net/publication/44467989_El_tiempo_de_Stalin_un_retrato_de_una_tirania_Anton_Antonov-Ovseyenko
[6] https://www.marxists.org/espanol/rakovski/1928/08-1928.htm
[7] http://www.sinpermiso.info/textos/los-destinos-de-una-revolucion
También justificó el pacto de la URSS bajo Stalin con la Alemania de Hitler luego de esas purgas, en 1939, 9 días antes de que Alemania iniciase la Segunda Guerra Mundial. Ese pacto hizo que el gobierno soviético se confiase y en definitiva facilitó la invasión alemana a la URSS dos años después.
Uno de sus argumentos para validar las acusaciones montadas en los “Procesos de Moscú” es que se hicieron en forma abierta, con pleno acceso de los diplomáticos extranjeros, y que en ellos se dieron confesiones de los acusados; descarta que pudiesen obtenerse por torturas.
Mijaíl Nikoláyevich Tujachevski es un caso de esos procesos, lo menciona especialmente, dice que quedó probada su participación en una “conspiración”. Y como explicación general de estos acontecimientos, dice que se trataba de intelectuales que se resistieron a la disciplina proletaria. En cuanto al colapso posterior de la URSS lo atribuye a fenómenos de corrupción. Obviamente estamos haciendo una síntesis muy simplificada de su planteo.
Gonzalo y yo somos aficionados a la Historia, ninguno de los dos tiene formación académica específica en la disciplina. Pero eso no nos exime del respeto a la verdad y las personas.
La Gran Revolución Rusa de 1917, prolongada por la guerra civil 1917-1923, que abarcó la mayor parte del Imperio ruso e intentó (infructuosamente en ese momento) propagarse hacia el centro de Europa, vivió a partir de fines de los años 20 un proceso de represión interna (no hay otra forma de llamarlo) que produjo una enorme cantidad de víctimas dentro de la misma fuerza revolucionaria.
Justificar los llamados “Procesos de Moscú” es justificar la pena de muerte.
Nos oponemos a ella por principios; podemos aceptar que haya, en situaciones extremas muy especiales, algunas excepciones (las contempladas en las leyes que guerra, que son además estrictamente limitadas). Pero aquí no fueron excepcionalidades sino de una muy amplia práctica generalizada, y no había ninguna situación de guerra. Los ejecutados, fueron los principales dirigentes de la revolución obrera. De ser ciertas esas acusaciones, debemos pensar que la revolución socialista fue hecha por un grupo de fascistas.
Lo mismo que las acusaciones, fueron falsas las confesiones también, es la única conclusión racional, y apoyada por una evidencia abrumadora. El primer proceso fue por el asesinato de Sergéi Kírov en 1934, dirigente bolchevique que competía con Stalin por el cargo de Secretario General y tenía algunas diferencias con él, no estaba de acuerdo en recurrir a la pena de muerte. Fueron inculpados los líderes bolcheviques de primerísima línea opuestos a Stalin en ese momento aunque antes habían sido sus aliados, Zinoviev y Kámenev, ejecutados. Otro que confesó ese crimen fue Iván Smirnov, bolchevique del primer día: en 1934 estaba preso desde hacía un año.
En nuestra nota “Cien Octubres” [1] mencionamos la amenaza explicita de torturas en pleno juicio por el fiscal, contra Christian Rakovsky. Abundar es tan trillado que no tiene sentido, sólo Gonzalo puede negar estos hechos.
Voy a centrarme en el caso Tujachevski. Dice Gonzalo que una razón para confiar en los Procesos de Moscú es que fueron públicos. Omite un detalle.
El juicio contra Tujachevski y otros ocho jefes militares soviéticos de primer nivel acusados de «conspiración militar-trotskista» y «espionaje a favor de la Alemania Nazi», se hizo en SECRETO, duró un día, fueron todos ejecutados al día siguiente menos uno que se suicidó. El tribunal estaba formado por ocho generales soviéticos, seis de ellos fueron juzgados y ejecutados en la siguiente purga. Dice Gonzalo que la verdadera habilidad de Trotsky fue la de un “gran novelista”, en todo caso sus novelas no cambian de edición en edición, como la “Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética” en que los héroes en una edición son los traidores en la siguiente.
Según investigaciones, las “pruebas” de la supuesta conspiración fueron plantadas por una operación nazi que organizó Heydrich para eliminar a los mejores generales soviéticos y facilitar la invasión. Podemos creerlo o no, lo que es indudable es que NO HUBO una conspiración de los mejores jefes miliares soviéticos con los nazis, que Tujachevski estaba EN CONTRA del pacto con Hitler, y que TUVO RAZóN.
2.- ¿Quién era?
En el centenario de la toma del Palacio de Invierno quiero recordar a las víctimas de esa represión interna, que segó la vida de los mejores revolucionarios de esa generación. Podríamos tomar a cualquiera de ellos. Vladimir Antonov-Ovseyenko, el que dirigió la toma del Palacio de Invierno [2], fue ejecutado sin juicio en 1939. ¿Y qué juicio, qué conspiración le iban a inventar, si estaba como cónsul soviético en Barcelona? Lo mandaron llamar para matarlo. “Destruidos por su propia gente sin ninguna razón”, diría el escritor soviético Ilya Ehemburg.
Pero, ya que Gonzalo me da el pie, tomaré a Mijaíl Tujachevski.
Hijo de una familia aristocrática empobrecida, se graduó como oficial e ingresó al ejército ruso en 1914 al inicio de la guerra, fue varias veces condecorado por valor en el combate. Prisionero de los alemanes en 1915 se escapó cuatro veces, y al final lo metieron en una fortaleza de alta seguridad. Allí había otros como él, trabo gran amistad con un prisionero francés que también se había escapado varias veces, el entonces capitán Charles de Gaulle. Igual profesión, naciones diferentes, cultura similar, ideas muy distintas, personalidades parecidas.
Cuando se enteró de la Revolución de Febrero, Tujachevski anunció a sus compañeros de prisión que se fugaría para ir inmediatamente a su país. “Pero cuando llegues los revolucionarios te van a fusilar, como están haciendo con todos los oficiales”, le dijeron. Dijo que eso no pasaría porque se pondría al servicio de la revolución y sería aceptado. Y agregó esa frase profética que pusimos al principio.
“Sacudiremos Rusia como una alfombra. Después, sacudiremos el mundo”.
Se escapó por quinta vez, tuvo éxito, llegó a Rusia en octubre. Se unió a los bolcheviques y se puso a las órdenes del gobierno revolucionario. Lo nombraron segundo jefe de una división, su superior murió en combate y tomó el mando en plena batalla. Se destacó desde el primer momento y le confiaron la misión de crear el ejército en el frente oriental, lo hizo con oficiales reclutados del viejo ejército y obreros y campesinos voluntarios sin experiencia militar, que formó y disciplinó rápidamente. Derrotó y expulsó al enemigo. En 1919 Trotsky lo puso a cargo del ejército de los Urales y Siberia occidental: lo mismo. Luego el frente del Cáucaso.
Demostró capacidad de planear, organizar y efectuar con éxito operaciones militares contra fuerzas superiores aprovechando al máximo la movilidad de sus propias tropas. Fue nombrado mariscal y director de la Academia Militar de la URSS. Tuvo a cargo la reforma del Ejército Rojo logrando un cuerpo profesional a partir de los voluntarios. Escribió varios libros de teoría militar, disciplina que revolucionó con su concepción de “operaciones en profundidad”, combinación muy audaz de ataques profundos para destruir el soporte logístico del enemigo, modelo adoptado por la “Blitzkrieg” de los alemanes. Otros militares soviéticos seguían en la idea tradicional de “oleadas” de infantería y caballería, él utilizaba técnicas modernas de combate, tanques y aviones, y despliegue rápido de infantería en los puntos decisivos. Luego de su purga y ejecución los soviéticos abandonaron sus teorías y les fue mal, después debieron retomarlas.
Decir que era un “intelectual que no aceptaba la disciplina proletaria” no sólo es un infundio, es una estupidez. Él enseñó la disciplina a los obreros, y arriesgaba su vida cotidianamente. Ni siquiera se llamaba a sí mismo revolucionario sino “soldado de la revolución” y obedecía órdenes aunque fuesen muy desagradables. Por ejemplo, la orden de reprimir la rebelión de la base naval de Krondstadt en 1921.[3]
Pero una cosa es ser leal y otra ser cornudo. La invasión a Polonia en 1920 fue un error del gobierno bolchevique, injusta, innecesaria, en condiciones muy desfavorables, luego de una desgastante guerra en Ucrania. El ejército ruso fue derrotado. Tujachevski, al mando militar y sin pelos en la lengua, se quejó abiertamente de la interferencia de la jefatura política de ese frente a cargo de Stalin, y la jefatura superior del ejército a cargo de Trotsky, que crearon una gran confusión y le impidieron gran parte de sus planes (por ejemplo el repliegue del centro de mando) por razones de “imagen”. Entre otras cosas, las acciones irresponsables por su cuenta de Stalin, “chambonadas” diríamos, un ignorante en táctica militar.
Cuando las negociaciones con los nazis, Tujachevski estuvo en contra del pacto. Muy buenas razones tenía, conocía a varios generales alemanes que habían leído sus libros. Además, había impulsado una red de espionaje en Alemania, la “Orquesta Roja” [4] dirigida por Leopold Trepper, que además hacía acciones clandestinas contra el gobierno nazi. Tanto los espías en Alemania cono Richard Sorge desde Japón advirtieron de la invasión alemana a la URSS en 1941, y hasta el día. No les hicieron caso. La aviación soviética fue destruida en tierra el primer día.
Además de ser un infundio, acusar a Tujachevski de “conspiración” es equivocarse con la persona equivocada. Antón Antónov-Ovséyenko, hijo de Vladimir [5], dice que una razón del encono de Stalin contra Tujachevski era la envidia personal, le molestaba incluso que fuese un hombre culto que tocaba el violín. Probablemente algo para envidiar fuese el coraje físico. Dio otra prueba. Sabemos que en los “Procesos” hubo confesiones arrancadas por tortura, Tujachevski no “confesó”, por eso fue reprimida también su familia: madre, esposa, hija, dos hermanos y cuatro hermanas.
3.- ¿Por qué?
A los cien años, es una vergüenza que todavía no se sepa lo que en realidad pasó, ni tal vez se quiera saber. Hoy, una candidata presidencial de derecha en Rusia propone sacar la momia de Lenin de la Plaza Roja, la verdad es que con la momia de Lenin no estaba de acuerdo ni Lenin. Si queremos tener un futuro tenemos que desmistificar el pasado y poder comprender los hechos. A nadie convenceremos, si no.
Gonzalo habla de dos etapas. La primera es la de la “resistencia de los intelectuales a la disciplina proletaria”, y así justifica la represión estalinista. La segunda sería la iniciada por Nikita Jrushchov en 1953, luego de muerto Stalin, caracterizada por la corrupción. Si el dilema es pena de muerte o corrupción, olvidate.
La corrupción ocurrió desde el primer día, aunque se la combatió por distintos medios y se desarrolló gradualmente. En nuestro “Cien Octubres” retomamos el análisis del bolchevique oposicionista Christian Rakovsky y su análisis fundacional en “Los peligros profesionales del poder” [6]. No puede haber un mejor testimonio. Hemos hablado de esto otras veces y lo vamos a repasar brevemente.
Rakovsky habla de la “pasividad de las masas”, la “indiferencia política de la clase obrera”, aun ante hechos escandalosos de corrupción y despotismo.“robos, prevaricaciones, violencias, sobornos, abusos inauditos de poder, despotismo ilimitado, borracheras, libertinaje” que ocurre en los sectores dirigentes del estado y del partido. La conquista del poder por la clase obrera plantea una “situación nueva”, no los peligros externos sino “las dificultades inherentes a toda nueva clase dirigente que son la consecuencia de la toma y del ejercicio del poder mismo, de su capacidad o incapacidad para saberlo utilizar”, las relaciones “que se crean entre las filas de la misma clase victoriosa”. “Cuando una clase toma el poder, una parte de ella se convierte en agente de dicho poder. Así surge la burocracia. En un estado socialista en el que la acumulación capitalista está prohibida para los miembros del partido dirigente, dicha diferenciación empieza a ser funcional y seguidamente se convierte en social”. “Ciertas funciones, antes desempeñadas por el partido en bloque, por toda la clase, ahora se han convertido en atribuciones del poder, es decir que sólo son encomendadas a cierto número de personas de ese partido y de esa clase”.
La penuria económica ha abierto “grietas en el cuerpo de la clase obrera” sumergida en un mar de sectores empobrecidos pero sin una identidad social definida. “El poder… desintegró masas sociales más o menos homogéneas [y] la especialización funcional… sacaba de sus propias filas (de la clase) los círculos de altos funcionarios”. Las diferencias se agrandan por efecto de “la presión contrarrevolucionaria”.
“La burocracia de los Soviets y el Partido es un hecho de nuevo cuño… una nueva categoría social”. Y agrega: “La función ha modificado al órgano, es decir la psicología de los que se encargan de las diversas tareas de la dirección en la administración y la economía del estado ha cambiado hasta tal punto, que no sólo objetiva sino subjetivamente, no sólo material sino moralmente han dejado de formar parte de la misma clase obrera”.
Esta es la “disciplina proletaria” del estalinismo. Es proletaria o vas a la pena de muerte. Este análisis está apoyado por una evidencia abrumadora, pero son mentiras del imperialismo, o pena de muerte. Esa fue la verdadera CORRUPCIÓN del poder obrero. Y el culto a las momias no le hace ningún bien a la verdad. Y estas son las conclusiones de Rakovsky:
“De un estado proletario con deformaciones burocráticas -como Lenin definió la forma política de nuestro estado- estamos en vías de pasar a un estado burocrático con resabios proletarios comunistas. Bajo nuestros ojos se formó y continúa formándose una gran clase de gobernantes con sus propias divisiones interiores, que crece por cooptación directa o indirecta (promoción burocrática, sistema ficticio de elección)”. “Una casta de funcionarios ha remplazado al proletariado y al partido”.
Por cierto la corrupción MATERIAL, los privilegios materiales de los burócratas, también existieron desde el primer momento. Pero en esa primer etapa “la acumulación capitalista está prohibida para los miembros del partido dirigente”. Entonces: “Lo que une a esta clase original es una clase original también de propiedad privada, a saber ‘la posesión del poder del estado’. La burocracia posee el estado como su propiedad”.
Esa es la comprensión que podemos tener de la primer etapa de Gonzalo, antes de la muerte de Stalin y la era de Nikita. Vamos a esta segunda, en la que se introdujeron reformas de “economía de mercado”. Pero reformas parciales de este tipo también hubo en la etapa anterior, como la Nueva Política Económica (NEP), 1921-1928. ¿Por qué tuvieron un efecto en la segunda etapa que no tuvieron en la primera? La respuesta de Gonzalo es que en la primera etapa la corrupción fue reprimida por el Estado, y ya vimos como. ¿Es así?
Mucho se ha hablado de las rigideces e ineficiencia de la planificación burocrática, y para corregirla se introdujeron formas de gestión económica del tipo de economía de mercado, primero en los ’60 y luego en los ’80, que terminaron en la restauración del capitalismo. Esto nos explicaba Boris Kagarlitsky.
En los medios occidentales era común suponer que si una fábrica de automóviles tiene una cuota impuesta por el plan de 20 unidades, la dirección de la fábrica se propondrá fabricar 18, o de otra manera el próximo año le impondrían una cuota superior y será más difícil. Así, la forma burocrática de gestión desestimula el aumento de la producción y ese sería el problema. Pero en realidad, lo más conveniente sería producir 22, y vender 2 en el mercado negro. Aunque para eso se necesitan acceso a materias primas, relaciones especiales con los organismos de inspección y recursos para sobornos, etc.
Y también es necesaria otra cosa. Un mercado de automóviles, no el mercado negro, el mercado normal que hace posible el mercado negro. Y para eso se necesita un cierto nivel de acumulación de la riqueza y de productividad del trabajo. Los gérmenes de capitalismo, para desarrollarse, necesitan un terreno fértil. Ese terreno fértil se va forjando gradualmente por una sociedad en que crece la desigualdad social, y al mismo tiempo se genera una clase obrera separada de los medios de producción, igual que en el capitalismo. Todos esos son “logros” de la etapa estalinista. Lo que ha sido esto es una sociedad de transición AL CAPITALISMO.
Pero falta tener en cuenta algo más, la pasividad política de esa clase obrera. ¿Cómo se consiguió ese “logro”? Esto nos dice Adolfo Gilly en un artículo también reciente, con el que no tengo una coincidencia total, pero realiza un aporte destacable:
“Desde aquellos años treinta en adelante, el régimen de Stalin se fue ensañando con los marxistas y los socialistas rusos y soviéticos de todas las tendencias: socialistas revolucionarios, mencheviques, anarquistas, comunistas y bolcheviques: encarcelados, deportados, fusilados, silenciados y calumniados… Esa política expresaba los intereses y las visiones de una nueva clase social: la burocracia estatal. Cubierta de privilegios y escudada en la represión sobre su pueblo, esa burocracia dejó una huella de incapacidad, crímenes y desastres. Desde 1989 en adelante se volvió abiertamente capitalista y trasformó sus privilegios en propiedades y en capitales en Rusia y en el mundo global de las finanzas.” (“Los destinos de una revolución” [7])
Para que el restablecimiento del capitalismo fuese posible no se necesitaba solamente la desigualdad social creciente, y las condiciones para la acumulación capitalista privada. Era necesario el aplastamiento político de la clase obrera, de otra forma esa restauración resultaría inexplicable. La fractura social fue sellada con un baño de sangre. Ese fue otro “logro” del estalinismo.
Por eso en este centenario quiero recordar a las víctimas, pero en especial a las víctimas que fueron lo mejor de aquella generación de revolucionarios que sacudió a Rusia como una alfombra y después acudió al mundo.
Fernando Moyano
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Referencias: [1] Cien Octubres: https://n0estandificil.blogspot.com.uy/2017/10/cien-octubres-laspolemicas-sobre-la.html
[2] Una investigación desmistificada de este evento puede verse aquí: “Así cayó el Palacio de Invierno. Yulia Kantor”. http://www.sinpermiso.info/textos/asi-cayo-el-palacio-de-invierno-entrevista
[3] Rolando Astarita acaba de publicar una nota sobre esta rebelión, muy escarecedora. https://rolandoastarita.blog/2017/11/05/precision-sobre-el-programa-de-kronstadt/
[4] http://assets.espapdf.com/b/Gilles%20Perrault/La%20Orquesta%20Roja%20(1489)/La%20Orquesta%20Roja%20-%20Gilles%20Perrault.pdf, y https://libros-gratis.com/ebooks/el-gran-juego-leopold-trepper/
[5] https://www.researchgate.net/publication/44467989_El_tiempo_de_Stalin_un_retrato_de_una_tirania_Anton_Antonov-Ovseyenko
[6] https://www.marxists.org/espanol/rakovski/1928/08-1928.htm
[7] http://www.sinpermiso.info/textos/los-destinos-de-una-revolucion
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