miércoles, 21 de febrero de 2018

Migrantes centroamericanos en México: crisis humanitaria


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Migrantes centroamericanos en México: crisis humanitaria

Autor: Guillermo Castillo Ramírez

Cada año transita medio millón de centroamericanos por México. Buscan llegar a Estados Unidos en claras condiciones de vulnerabilidad y sin la garantía del respeto de sus derechos humanos. Son víctimas de violencia trasnacional y exclusión. El Estado mexicano no tenía precedentes de un fenómeno así… tampoco, bajo la coerción de Estados Unidos, de una actuación tan indolente y violatoria de los derechos humanos


Yo no salí por gusto. Tuve que huir porque ya me habían amenazado y pegado varias veces en mi barrio. O me iba o me mataban. Me salí un día sin nada, dejé atrás a mí familia. Y pues así fue como llegué a la frontera de México, con la idea de irme más al norte. Tengo un primo allá del otro lado, en Estados Unidos. Mi idea es hablarle ya que llegue allá
Migrante salvadoreño, marzo 2016
La actual dimensión de la migración internacional está relacionada con las dinámicas globales del capitalismo neoliberal y sus efectos. Cada año crece el número de migrantes en el mundo, así como los registros de desplazados forzados. En 2016 el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señaló que para el 2015 había casi 250 millones de migrantes en el mundo (ACNUR, 2016; Conapo, 2015 y 2017).
Este acelerado crecimiento de seres humanos en movimiento y precariedad sociolaboral en buena medida es resultado de la expansión de los procesos de acumulación de capital, lo cual es característico de los regímenes neoliberales de los países del Norte global.
La desarticulación de los sistemas de producción de los países en desarrollo –como México y los países del Triángulo Norte de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador– generó que grandes sectores de su población, ante la falta de empleo y oportunidades de desarrollo socioeconómico en sus lugares de origen, migraran a los países desarrollados y se insertaran en los procesos de internacionalización laboral a través de cadenas productivas transnacionales, realizando diversos trabajos de orden manual. De este modo, los migrantes sin documentos fungen como mano de obra barata, jurídicamente vulnerable y altamente explotable, que, al abaratar los costos de producción, generan gran riqueza y aumentan los márgenes de ganancia de empresarios y corporaciones transnacionales.
No obstante, otro de los ejes para entender el aumento de la migración internacional –particularmente los desplazamientos forzados– tiene que ver con procesos de disputa geopolítica, intervencionismo, conflictos bélicos y contextos generalizados de violencia. El año pasado el ACNUR destacó que cerca de 66 millones de personas eran desplazados forzados. Y entre los ejemplos más drásticos estaban los casos del conflicto sirio, los refugiados palestinos, los desplazados iraquíes, los africanos huyendo de la pobreza a través del mediterráneo y los centroamericanos en tránsito por México para llegar a Estados Unidos (ACNUR, 2016). Procesos de desplazamiento forzado que implican, cada uno, crisis humanitarias de miles de personas.

Centroamericanos en tránsito por México

En 2015 y según estimaciones de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación (Segob), cerca de 300 mil centroamericanos transitaron por México con intención de llegar a Estados Unidos; del total, detuvieron casi a 200 mil personas y se deportaron casi 140 mil (Martínez, 2015). No obstante, estos cálculos parecen conservadores y reduccionistas frente a los datos del ACNUR correspondientes a 2016, quien sostiene que desde hace varios años se estima en cerca de medio millón el promedio anual de personas originarias del Triángulo Norte de Centroamérica sin documentos migratorios que pasan por México (ACNUR, 2017; MSF, 2017).

Relacionado con el incremento del número de migrantes, también ha habido un crecimiento en los registros de migrantes muertos y desaparecidos. De acuerdo con los datos del Missing Migrant Project, en 2016 hubo 180 decesos de migrantes en Centroamérica y 402 en la frontera México-Estados Unidos, lo que representa una clara alza respecto a los 111 migrantes muertos en Centroamérica y 307 en la frontera de México con Estados Unidos en 2014 (Missing Migrant Project, 2017).
En claras condiciones de vulnerabilidad y sin la garantía del respeto de sus derechos humanos, estos centroamericanos han sido trágicos protagonistas de dos de los procesos de violencia y exclusión más onerosos de la historia reciente de México. Por un lado, la masacre de San Fernando Tamaulipas acontecida en 2010, en la que murieron cruelmente asesinados decenas de migrantes a manos del crimen organizado (y donde el Estado mexicano fue incapaz de garantizar el respecto y ejercicio del derecho a la vida).
Por otro lado, la crisis de niños y adolescentes migrantes no acompañados de 2014 en la frontera México-Estados Unidos, en donde tampoco se permitió a los infantes y menores centroamericanos el ejercicio al derecho al asilo-refugio. A esto habría que sumar los crímenes y la violencia dirigida a centroamericanos que ha devenido en agresiones físicas y mutilaciones, incumpliéndose el derecho a la integridad física.

Desplazados forzados y los contextos de expulsión

La migración de centroamericanos en tránsito por México se distingue, tanto por su volumen de miles de personas, como por su carácter forzado, en tanto estas personas dejan sus lugares de origen no por libre elección, sino por distintas razones más allá de su voluntad y control (Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes, Redodem, 2016; Castillo, 2016). Las causas pueden ser económicas, medioambientales y de falta de seguridad en contextos de violencia. En el caso de las causas económicas de la migración, encontramos su raíz en procesos de desempleo, bajos salarios y encarecimiento de la canasta básica (Redodem, 2016).
En lo referente a adversas condiciones medioambientales que propicien migración, se encuentran derrumbes, deslaves, sequías, inundaciones por huracanes (Redodem, 2016). Y en lo tocante a la migración derivada de contextos generalizados de violencia, vemos casos de amenazas y agresiones de diversos grupos del crimen organizado –pandillas, cárteles del narcotráfico, situación de postconflicto bélico, altos índices delictivos, etcétera– (Redodem, 2016).

Pero, más allá de cuál sea la causa específica del migrante para salir de su hogar, cualquier escenario de expulsión de un migrante de su casa se relaciona con la ausencia de derechos sociales y humanos básicos. La falta de condiciones de desarrollo socioeconómico es uno de los fuertes y constantes detonantes de la migración. En el caso del Triángulo Norte de Centroamérica, quienes migran son aquellos que desde antes tenían condiciones de vulnerabilidad y exclusión. A esto se suma una cadena de diferentes violencias, tanto en sus lugares de procedencia en Centroamérica, como en México y en Estados Unidos.
En este sentido, hay una compleja mancuerna entre migración forzada, violencia y ausencia de derechos que tiene sus peculiaridades en cada etapa migratoria –en el origen en los países centroamericanos, en el tránsito en México y en el destino en Estados Unidos– (Castillo, 2016). (1) En sus países de origen lo que más sobresale son carencias estructurales de derechos básicos al empleo, a la salud, a la seguridad social, a la integridad física frente a contextos de violencia o desastres naturales. (2) En su tránsito por México lo que más destaca son el incumplimiento de derechos humanos al refugio, a la asistencia, a la integridad física y a la vida. (3) Y para aquellos contados migrantes que logran llegar a Estados Unidos como destino, están claramente expuestos a explotación laboral y exclusión social; lo que está en duda es sus derechos a un salario justo, a la seguridad social y a la no discriminación y exclusión.

Violencias, criminalización del migrante y políticas fronterizas

La gama de delitos que pueden padecer los migrantes es amplia. Comprende desde el robo, la extorsión y las lesiones –que son los crímenes más frecuentes–, hasta el secuestro, abuso de autoridad, amenazas, intimidación, abusos sexuales, violaciones sexuales, tráfico de personas, homicidio (Redodem, 2016; MSF, 2017). Si bien quienes más sufren agresiones físicas y delitos en su travesía migratoria por México son hombres jóvenes –por ser el grupo más numeroso dentro de los centroamericanos–, son las mujeres y los niños quienes son más vulnerables a la violencia. De hecho, los agravios y crímenes hacia estos grupos más vulnerables tienen otras intensidades y características –como el tráfico de personas, los abusos sexuales, etcétera–. Según el registro de diversas organizaciones, la mayoría de los delitos registrados acontecen en el sur del país en los inicios de la trayectoria migratoria de los centroamericanos por México. Y los ejecutantes de los delitos y las violencias hacia los migrantes son principalmente grupos del crimen organizado –como pandillas–, ciertas autoridades del gobierno mexicano y personas particulares (Redodem, 2016).
Además, esto se da en el complicado contexto del enfoque que el Estado mexicano tiene sobre la migración centroamericana en tránsito. Bajo la influencia y coerción de Estados Unidos, el gobierno mexicano ha optado por una postura de seguridad nacional, de cierre y securitización de la Frontera Sur y de criminalización de los centroamericanos en migración irregular.
El Estado mexicano concibe a los centroamericanos más como “transgresores de la ley”, que como migrantes forzados con necesidad de refugio. No hay de facto medidas hacia una perspectiva de seguridad personal y asistencia humanitaria que reconozca la complicada situación de violencia y riesgo en que se encuentran estos miles de migrantes forzados.

En gran parte, la producción de la violencia hacia estos grupos está basada en la ausencia del ejercicio de la ley y en la presencia crónica de la impunidad; esto posibilita y estimula la acción y operación de la delincuencia organizada (Castillo, 2016). La conclusión derivada de un escenario como éste es que el Estado falló, no sólo porque no garantiza la seguridad de los migrantes y el control de los grupos criminales, sino también porque parte de sus órganos e instituciones están coludidos y participan también como agresores y ejecutantes del delito.

Bibliografía

ACNUR (2016). Tendencias Globales. Desplazamiento forzado en 2015. Forzados a huir. España: ACNUR.
ACNUR (2017). Mexico Fact Sheet. México: ACNUR.
Castillo, Guillermo (2016). “Migrantes centroamericanos, excluidos entre los marginados”. En alainet.org, 22 de noviembre. (Consultado el 2 de agosto de 2017). Disponible en: http://www.alainet.org/es/articulo/181851.
Conapo (2015). Anuario de migración y remesas México 2016. México: Conapo, Segob, Fundación BBVA.
Conapo (2017). Anuario de migración y remesas México 2017. México: Conapo, Segob, Fundación BBVA.
Martínez, Fabiola (2015). “Cifra record de migrantes detenidos en México; casi 200 mil al cierre de 2015”. En La Jornada, 27 de diciembre, 2015.
MSF (2017). Forzados a huir del triángulo norte de Centroamérica: una crisis humanitaria olvidada. México: Médicos Sin Fronteras.
Missing Migrant Project (2017). Migrant Fatalities Worldwide. New York: Missing Migrant Project. (Consultado el 2 de agosto de 2017). Disponible en: https://missingmigrants.iom.int/latest-global-figures
Redodem (2016).  Migración en Tránsito por México: rostros de una crisis humanitaria internacional. México: Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes.
Guillermo Castillo Ramírez*
*Doctor en antropología; autor de proyectos de investigación posdoctoral con líneas de trabajo en migración nacional e internacional y procesos de movilidad geográfica de grupos indígenas y campesinos en México

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