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elpais.comLa mayor bomba atómica de Corea del Norte deforma una montaña y desvela sus secretos | Ciencia
Nuño Domínguez
Hay bombas que mueven montañas. Literalmente. El pasado 3
de septiembre se detectó un movimiento sísmico en Corea del Norte de 6.3
seguido de otro de menor magnitud ocho minutos y medio después. La
dictadura de Kim Jong-un confirmó que había detonado una bomba nuclear,
probablemente en sus instalaciones de Punggye-ri, un secreto entramado
de túneles y cámaras excavados bajo el monte Mantap, donde ya se habían
probado otros cinco artefactos atómicos desde 2006. El anuncio hizo saltar todas las alarmas
al tratarse de una detonación 10 veces más potente que las anteriores.
El segundo temblor pudo deberse al derrumbe de los túneles, aunque los
datos de los detectores sísmicos no bastaban para saber qué había
sucedido exactamente.
“La explosión fue tan grande que las señales sísmicas eran
muy diferentes a todas las anteriores, lo que hizo muy difícil localizar
la posición exacta”, explica Steven Gibbons, geofísico de Norsar, en
Noruega, una red sísmica que participa en el Tratado de Prohibición
Completa de los Ensayos Nucleares. “Las ondas sísmicas avanzan por el
terreno a miles de metros por segundo. Medir la distancia entre dos de
ellas en la misma montaña, a apenas unos cientos de metros entre sí,
implica que tenemos que medir con precisión diferencias de milésimas de
segundo, lo que puede ser imposible, sobre todo cuando hay múltiples
ecos producidos por las laderas de la montaña”, añade.
Pasados ocho meses, el régimen de Corea del Norte ha dado pasos
hacia un posible desarme nuclear, pero el trabajo detectivesco sobre la
potencia real de sus armas no ha cesado. Un nuevo estudio publicado hoy
aborda el problema gracias a imágenes de radar tomadas por el satélite
alemán TerraSAR-X. Los resultados, publicados en Science,
apuntan a que la explosión sacudió el monte Mantap hasta 3,5 metros en
el plano horizontal, un efecto que puede apreciarse claramente en las
imágenes facilitadas por Airbus, fabricante del satélite.
En base a esta deformación del terreno, investigadores de
China, Alemania, EE UU y Singapur estiman que la explosión se realizó a
450 metros de profundidad y tuvo una potencia media de 212 kilotones,
equivalente a 16 bombas como la que EE UU lanzó en Hiroshima en agosto
de 1945.
“Es la primera vez que se aplica esta técnica de imagen de radar a esclarecer explosiones nucleares subterráneas”, explica Shengji Wei,
sismólogo de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur) y coautor
del estudio. “Cuatro de las cinco pruebas nucleares previas de Corea
del Norte fueron relativamente pequeñas y no produjeron un
desplazamiento observable. El cuarto, que se realizó en enero de 2016,
produjo un desplazamiento de 15 centímetros que se observó usando
interferometría de satélite radar. Esta vez no pudimos emplear esa
técnica debido a que la deformación era mucho mayor”, detalla. En este
caso los investigadores han medido el desplazamiento de cada píxel en
las imágenes de radar, que reconstruyen el monte en tres dimensiones.
Los datos muestran que el Mantap, de 2.205 metros, se hundió medio metro
tras la explosión, lo que refuerza la posibilidad de que el sistema de
túneles se haya venido abajo. El estudio detalla que el segundo evento
sucedió a unos 700 metros al sur del punto de la explosión en la
dirección de una de las entradas al complejo. “El hundimiento observado
es relativamente pequeño y no parece que se haya abierto un cráter
visible, por lo que la probabilidad de que haya una fuga importante de
material radioactivo es relativamente pequeña, aunque habrá que esperar a
tener más pruebas directas a través de la medición de gases
radioactivos”, señala Wei.
El monte Mantap se hundió medio metro tras la explosión
Este tipo de imágenes de radar se usa desde hace más de dos
décadas para estudiar terremotos o erupciones volcánicas que causan
deformaciones mucho mayores, pero el avance de la resolución de los
nuevos satélites y el aumento de la potencia nuclear de Corea del Norte
han permitido aplicarlas a la vigilancia nuclear, explican José
Fernández, experto en geodesia del CSIC, y Pablo González, geofísico de
la Universidad de Liverpool. “Esta es una aplicación muy novedosa e
importante, sobre todo aplicada a un país que no es fácil de observar
con otros medios, y demuestra que se puede determinar con bastante
precisión qué es lo que ha ocurrido”, opina Fernández. No obstante, este
método de vigilancia también tiene limitaciones, puesto que se basa en
modelos del interior de la montaña que pueden tener un margen de error
de unos 150 metros en la profundidad, recuerda González. El trabajo
refuerza la idea de que el 3 de septiembre hubo dos eventos “primero una
explosión y luego una implosión y derrumbe interno de la montaña, pero
aún habrá mucho debate sobre dónde exactamente sucedió este segundo
evento”, comenta Gibbons. Es una pregunta clave para saber si la base
sigue operativa.
La isla que sufrió la mayor explosión subterránea de la historia
Las pruebas nucleares subterráneas se popularizaron en 1963
tras la prohibición de las deflagraciones al aire libre. En 1971 EE UU
provocó la mayor explosión nuclear subterránea de la historia en
Amchitka, una isla de Alaska bajo la que reventó una bomba de cinco
megatones, cientos de veces más potente que las usadas en la II Guerra
Mundial. En 1996 entró en vigor el Tratado de Prohibición Completa de
los Ensayos Nucleares. EE UU, China, Israel, Irán, India, Egipto,
Paquistán y Corea del Norte no lo han ratificado. A unos 100 kilómetros
del monte Mantap está el monte Paektu, un volcán activo con una laguna
en la cima que podría desbordarse y causar un desastre en Corea del
Norte y la vecina China. Algunos medios de comunicación han alertado de
que las explosiones nucleares podrían provocar su entrada en erupción,
aunque todo apunta a que es un miedo infundado. Según el Servicio
Geológico de EE UU no hay pruebas de que los ensayos nucleares
subterráneos causen terremotos o erupciones. Los más de 900 ensayos de
este tipo llevados a cabo en Nevada no tuvieron ningún impacto de este
tipo, ni tampoco el ensayo 'Cannikin' en Amchitka, a pesar de realizarse
en una zona sísmica con volcanes activos, recuerda el organismo.
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