El programa económico de la coalición Italiana entre el 'Movimiento 5 Estrellas' y 'La Liga' (euroescépticos) provoca continuamente alarmas en Bruselas.
Su plan económico cuenta con una rebaja masiva de impuestos y un incremento del gasto en iniciativas como la renta mínima, en un país cuya deuda pública está muy por encima del 130 por cien del PIB, la segunda más alta de la Unión Europea, por detrás de Grecia.
Nos podemos preguntar: ¿Es inevitable un choque entre las instituciones de la Unión Europea y el Gobierno de Italia? ¿Se convertirá Italia en la nueva Grecia, que estuvo al borde de la quiebra y de salir del euro tras la llegada al poder de la izquierda radical de Syriza?
Pero se está presentando el efecto contrario ya que sólo se está hablando de gastar y pedir prestado, entonces se puede dar la repetición de una nueva Grecia. Bruselas durante este tiempo confían en que los italianos encuentren soluciones y sean responsables en la eurozona porque de momento forman parte de ella.
De momento Bruselas está a la expectativa que el Gobierno italiano genere crecimiento, que realicen reformas y que mantengan la disciplina fiscal que se ha llevado hasta el momento. No porque sea el deseo de los países miembros de la UE, sino porque es lo que toca en este momento para Italia.
A día de hoy, las señales no son muy buenas para las relaciones Italia y Bruselas. Pero Italia es demasiado importante como miembro de la Unión Europea. El Gobierno de Italia, de momento, no está respetando las reglas fiscales y está tomando a la Europa como un rehén de sus promesas electorales.
Otros miembros de la Unión Europea tienen esperanzas a las primeras declaraciones sobre la Unión Europea del primer ministro, Giuseppe Conte, para no caer en el pesimismo. Conte aseguró en su momento que actuaría como el abogado defensor de los italianos pero al mismo tiempo es consciente que Italia debe confirmar sus obligaciones europeas e internacionales.
Por otra parte, es evidente una preocupación concreta, tangible, sobre todo la necesidad de controlar la deuda pública italiana, que es muy elevada.
Con la política italiana en suspenso y un gobierno euroescéptico que elevará el déficit aumentando los gastos, muchos temen que los inversores pierdan su confianza, lo que pondría en riesgo la enorme deuda pública. Es una bomba de relojería de 2 billones de euros letal para la economía y las acciones mundiales.
El interés del bono italiano a 10 años ha subido, ha ascendido hasta el 3 por ciento a finales de mayo, y lo mismo ha ocurrido con el diferencial respecto al bono alemán, que con tanta atención se sigue y que ha alcanzado su máximo desde 2013.
Los diferenciales con el bono alemán ya no importan. El refugio seguro para todo el mundo en caso de crisis es el dólar, no el euro. En todas las crisis la moneda estadounidense sube, así que comparar la deuda italiana con cualquier otro activo cotizado en euros supone pasar por alto las fluctuaciones monetarias mundiales.
El mercado de bonos del tesoro estadounidense representa 15,8 billones de euros frente a los 1,1 billones del alemán. La deuda pública española es inferior a 1 billón de euros.
Solo la deuda pública de Estados Unidos es lo suficientemente grande como para absorber el aumento de la demanda que conlleva una crisis mundial, así pues, cuando el dinero está muy nervioso busca amparo allí, como sucedió en 2008 y en la crisis de deuda europea del periodo de 2010 al 2012.
En consecuencia, el índice de referencia adecuado sin riesgo para Italia son los títulos del Tesoro norteamericano. Sorprendentemente, la rentabilidad de los bonos italianos a 10 años es prácticamente idéntica a la de los títulos estadounidenses.
Si la deuda pública hubiera llegado en Italia a un nivel de verdadero riesgo, los inversores exigirían una prima enorme para prestarle dinero.
Durante el periodo de 2011 al 2012, el diferencial superó los 500 puntos básicos. Los mercados eficientes ya han incorporado en los precios el miedo generalizado por la posible introducción de una moneda paralela, la bajada de impuestos y el incremento desorbitado del gasto público (sin prima de riesgo).
Lo más chocante, en términos históricos, es que la deuda pública en Italia es enorme. Aunque el ratio entre deuda y PIB es del 133 por ciento, alta en el contexto mundial, en realidad esto no significa gran cosa.
Este valor compara la deuda acumulada durante décadas con la actividad económica de 1 año. No tiene en cuenta la capacidad de Italia para afrontar la recurrente carga de intereses de la deuda. El tesoro italiano alargó acertadamente el vencimiento medio de su deuda de 2,3 billones desde los casi 3 años de 1994 a los 7 actuales.
Al asegurarse tipos bajos a largo plazo, el pago de intereses anuales asciende solo al 3,6 por ciento del PIB, por tanto, el nivel más bajo desde que se empezaran a medir. Y lo más importante, el pago de intereses representa el 14 por ciento de la recaudación tributaria anual, un mínimo histórico, frente a los costes de financiación de los noventa que a menudo superaban el 40 por ciento de los ingresos fiscales (y aun así Italia crecía y las acciones subían).
Si los tipos a 10 años entre el 5 por ciento y el 7,5 por ciento del periodo de 2011 al 2012 no lo hicieron, no tiene lógica pensar que rentabilidades del 3 por ciento vayan a provocar un impacto mayor.
El temor a la deuda pública italiana se percibe en los mercados, pero el miedo a un factor engañoso siempre es buena señal.
Por otra parte, la caída de la lira turca no sólo se está trasladando a otras monedas emergentes, sino que también está afectando de forma indirecta a algunos de los países más débiles de la zona euro, como es el caso de Italia.
El nerviosismo de los inversores se ha materializado en una subida de la prima de riesgo de Italia, que el lunes cerró en 279 puntos, con la rentabilidad del bono transalpino a diez años en el 3,102 por ciento, próximo al máximo anual del 3,164 por ciento registrado a finales de mayo.
El Gobierno de Italia en su programa político que firmaron tras las elecciones generales de marzo se llevarán a cabo en el máximo respeto de los equilibrios de las cuentas públicas. Sin embargo, Italia pedirá a las instituciones europeas que sean flexibles y consientan al Ejecutivo hacer las reformas que permitan bajar la deuda pública.
El Gobierno trabaja en la elaboración de unos Presupuestos Generales para el próximo año que deberán ser aprobados en otoño y en ellos Di Maio rechaza que se vaya a plantear la posibilidad de que Italia supere el techo del 3 por ciento del déficit en relación al PIB.
Quieren convencer a la Unión Europea para hacer reformas que reducirán la deuda y aumentarán la demanda interna, al tiempo que confíen en que el M5S y la Liga trabajen juntos durante 5 años más.
En El Blog Salmón | Italia en la cuerda floja: el coste de su deuda se dispara
Imagen | Flickr
Su plan económico cuenta con una rebaja masiva de impuestos y un incremento del gasto en iniciativas como la renta mínima, en un país cuya deuda pública está muy por encima del 130 por cien del PIB, la segunda más alta de la Unión Europea, por detrás de Grecia.
Nos podemos preguntar: ¿Es inevitable un choque entre las instituciones de la Unión Europea y el Gobierno de Italia? ¿Se convertirá Italia en la nueva Grecia, que estuvo al borde de la quiebra y de salir del euro tras la llegada al poder de la izquierda radical de Syriza?
El Gobierno de Italia es un caso de política disruptiva que puede reactivar las instituciones europeas
El Gobierno de Italia es un caso de política disruptiva, ya que la llegada de los euroescépticos al poder ha tenido un efecto positivo sobre las estructuras anquilosadas de la Unión Europea, siempre que presenten propuestas concretas para reactivar el crecimiento.Pero se está presentando el efecto contrario ya que sólo se está hablando de gastar y pedir prestado, entonces se puede dar la repetición de una nueva Grecia. Bruselas durante este tiempo confían en que los italianos encuentren soluciones y sean responsables en la eurozona porque de momento forman parte de ella.
De momento Bruselas está a la expectativa que el Gobierno italiano genere crecimiento, que realicen reformas y que mantengan la disciplina fiscal que se ha llevado hasta el momento. No porque sea el deseo de los países miembros de la UE, sino porque es lo que toca en este momento para Italia.
¿El Gobierno de Italia ha tomado la eurozona como rehén?
Como ya se ha comentado otro de los problemas es que el Gobierno mantenga una disciplina fiscal, ya que como paso con Grecia si pasa algo en Italia (crisis) puede haber un efecto contagio al resto de los miembros de la Unión Europea.A día de hoy, las señales no son muy buenas para las relaciones Italia y Bruselas. Pero Italia es demasiado importante como miembro de la Unión Europea. El Gobierno de Italia, de momento, no está respetando las reglas fiscales y está tomando a la Europa como un rehén de sus promesas electorales.
Otros miembros de la Unión Europea tienen esperanzas a las primeras declaraciones sobre la Unión Europea del primer ministro, Giuseppe Conte, para no caer en el pesimismo. Conte aseguró en su momento que actuaría como el abogado defensor de los italianos pero al mismo tiempo es consciente que Italia debe confirmar sus obligaciones europeas e internacionales.
El gran reto de controlar la deuda que no se está aplicando
Conte ha establecido diálogo con Bruselas sobre cuestiones como el presupuesto comunitario, la unión bancaria o la reforma del asilo. Respecto a la tema del asilo en Italia, ya se ha visto en varios ocasiones que no han dejado que el barco de 'Open arms' deje desembarcar a los rescatados en ninguno de sus puertos, y se han tenido que derivar hacía puertos de España.Por otra parte, es evidente una preocupación concreta, tangible, sobre todo la necesidad de controlar la deuda pública italiana, que es muy elevada.
Con la política italiana en suspenso y un gobierno euroescéptico que elevará el déficit aumentando los gastos, muchos temen que los inversores pierdan su confianza, lo que pondría en riesgo la enorme deuda pública. Es una bomba de relojería de 2 billones de euros letal para la economía y las acciones mundiales.
El interés del bono italiano a 10 años ha subido, ha ascendido hasta el 3 por ciento a finales de mayo, y lo mismo ha ocurrido con el diferencial respecto al bono alemán, que con tanta atención se sigue y que ha alcanzado su máximo desde 2013.
Los diferenciales con el bono alemán ya no importan. El refugio seguro para todo el mundo en caso de crisis es el dólar, no el euro. En todas las crisis la moneda estadounidense sube, así que comparar la deuda italiana con cualquier otro activo cotizado en euros supone pasar por alto las fluctuaciones monetarias mundiales.
El mercado de bonos del tesoro estadounidense representa 15,8 billones de euros frente a los 1,1 billones del alemán. La deuda pública española es inferior a 1 billón de euros.
Solo la deuda pública de Estados Unidos es lo suficientemente grande como para absorber el aumento de la demanda que conlleva una crisis mundial, así pues, cuando el dinero está muy nervioso busca amparo allí, como sucedió en 2008 y en la crisis de deuda europea del periodo de 2010 al 2012.
En consecuencia, el índice de referencia adecuado sin riesgo para Italia son los títulos del Tesoro norteamericano. Sorprendentemente, la rentabilidad de los bonos italianos a 10 años es prácticamente idéntica a la de los títulos estadounidenses.
Si la deuda pública hubiera llegado en Italia a un nivel de verdadero riesgo, los inversores exigirían una prima enorme para prestarle dinero.
Durante el periodo de 2011 al 2012, el diferencial superó los 500 puntos básicos. Los mercados eficientes ya han incorporado en los precios el miedo generalizado por la posible introducción de una moneda paralela, la bajada de impuestos y el incremento desorbitado del gasto público (sin prima de riesgo).
Lo más chocante, en términos históricos, es que la deuda pública en Italia es enorme. Aunque el ratio entre deuda y PIB es del 133 por ciento, alta en el contexto mundial, en realidad esto no significa gran cosa.
Este valor compara la deuda acumulada durante décadas con la actividad económica de 1 año. No tiene en cuenta la capacidad de Italia para afrontar la recurrente carga de intereses de la deuda. El tesoro italiano alargó acertadamente el vencimiento medio de su deuda de 2,3 billones desde los casi 3 años de 1994 a los 7 actuales.
¿Conseguirá el pago de intereses paralizar la economía italiana?
La respuesta es no. Desde 2013, el Tesoro italiano ha refinanciado la deuda poco a poco a tipos cada vez más bajos, reduciendo así los costes de financiación. De hecho, los tipos de la deuda a 5 y 10 años que vendió a finales de mayo fueron menores que los de los bonos próximos al vencimiento que esta refinanciaba.Al asegurarse tipos bajos a largo plazo, el pago de intereses anuales asciende solo al 3,6 por ciento del PIB, por tanto, el nivel más bajo desde que se empezaran a medir. Y lo más importante, el pago de intereses representa el 14 por ciento de la recaudación tributaria anual, un mínimo histórico, frente a los costes de financiación de los noventa que a menudo superaban el 40 por ciento de los ingresos fiscales (y aun así Italia crecía y las acciones subían).
¿El aumento de los tipos de intereses provocar ahora una crisis en la economía Italiana?
Sí, la deuda italiana podría llegar a ser un problema, pero para ello los tipos deberían dispararse y quedarse en ese nivel durante muchos años, obligando a Italia a refinanciarse a tipos mucho más altos.Si los tipos a 10 años entre el 5 por ciento y el 7,5 por ciento del periodo de 2011 al 2012 no lo hicieron, no tiene lógica pensar que rentabilidades del 3 por ciento vayan a provocar un impacto mayor.
El temor a la deuda pública italiana se percibe en los mercados, pero el miedo a un factor engañoso siempre es buena señal.
Por otra parte, la caída de la lira turca no sólo se está trasladando a otras monedas emergentes, sino que también está afectando de forma indirecta a algunos de los países más débiles de la zona euro, como es el caso de Italia.
El nerviosismo de los inversores se ha materializado en una subida de la prima de riesgo de Italia, que el lunes cerró en 279 puntos, con la rentabilidad del bono transalpino a diez años en el 3,102 por ciento, próximo al máximo anual del 3,164 por ciento registrado a finales de mayo.
El Gobierno de Italia en su programa político que firmaron tras las elecciones generales de marzo se llevarán a cabo en el máximo respeto de los equilibrios de las cuentas públicas. Sin embargo, Italia pedirá a las instituciones europeas que sean flexibles y consientan al Ejecutivo hacer las reformas que permitan bajar la deuda pública.
El Gobierno trabaja en la elaboración de unos Presupuestos Generales para el próximo año que deberán ser aprobados en otoño y en ellos Di Maio rechaza que se vaya a plantear la posibilidad de que Italia supere el techo del 3 por ciento del déficit en relación al PIB.
Quieren convencer a la Unión Europea para hacer reformas que reducirán la deuda y aumentarán la demanda interna, al tiempo que confíen en que el M5S y la Liga trabajen juntos durante 5 años más.
En El Blog Salmón | Italia en la cuerda floja: el coste de su deuda se dispara
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