miércoles, 12 de septiembre de 2018

México. Colectividad e individualismo


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México. Colectividad e individualismo


“Candil de la calle, oscuridad de su casa”

Una forma básica de trabajo en nuestra organización es la colectividad. La colectividad, como principio y método de trabajo, nos ha permitido construir personas, individuos, más plenos y responsables, pues la práctica nos ha enseñado que nadie cambia y se trasforma solo, sino que todos podemos cambiar en tanto que nos relacionamos con las personas de manera distinta.
Tiene razón el pueblo con ese dicho de: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, pues las relaciones humanas que establecemos en grupos o colectividades van moldeando nuestra forma de ser y de pensar: la colectividad construye al individuo, lo hace un ser más feliz, más capaz y más pleno en todos sus aspectos físicos y mentales.
Pero ¿cómo entendemos eso de colectividad? Nosotros retomamos la definición del pedagogo Antón Makarenko: “Es un grupo libre de trabajadores unido por un mismo objetivo y acciones, organizado y dotado de órganos de dirección, con disciplina y responsabilidad. La colectividad es un organismo social en una sociedad humana saludable”.
Una colectividad es muy diferente a un grupo de amigos o a un grupo que, aunque se diga organización, no cumple con los requisitos que aquí exponemos, pues ¿cuántos grupos de supuestos compañeros no conocemos que odian la disciplina, que no son responsables y que no aceptan tener órganos de dirección porque ellos se sienten los mejores dirigentes del mundo?
Pertenecer a una colectividad es una decisión libre del individuo, al incorporarse a ella construye y hace suyos los objetivos que ésta tiene, acepta las normas y reglas con las cuales trabaja, acepta la disciplina no como imposición, sino de manera consciente y libre y, por último, acepta tener responsabilidades.
Cuando un compañero decide colaborar o integrarse a la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP) lo hace de esta manera, con nosotros nadie está a fuerza o por miedo, quien diga lo contrario falta a la verdad y algo esconde: tal vez que ya no quería respetar los estatutos o la disciplina y que le quedaron grandes las responsabilidades.
Una colectividad tiene objetivos a largo plazo, en nuestro caso construir el socialismo, y otros a mediano plazo: organizar al pueblo para que luche contra el neoliberalismo y los empresarios ladrones que viven del arduo trabajo del pueblo. También, nuestra colectividad tiene objetivos inmediatos: realizar los cursos de verano, repartir el FRAGUA, estudiar historia de México, invitar a más personas a colaborar y a organizarse.
Además, una colectividad tiene perspectivas de avanzar, de crecer en número y en calidad en su trabajo y en sus miembros; se vincula con otras colectividades u organizaciones; crea su propia identidad, sus costumbres, por decirlo así, y sus formas de comportarse.
En la OLEP hemos hecho un esfuerzo grande y sostenido por ser una colectividad, y tal vez lo más difícil de lograr ha sido la unidad entre la dirección y la autodirección: hemos creado nuestros órganos de dirección de manera colectiva, pero ha habido compañeros que no asumen que esa dirección tiene autoridad, y ellos mismos no se rigen por los objetivos de la organización, no existe autodirección, iniciativa, creatividad ni sentido de la responsabilidad.
Hay compañeros que mientras estamos juntos cumplen sus tareas y responsabilidades, pero cuando no hay nadie de la organización se “liberan” y regresan a lo que realmente son: vuelven a la mentira, a la hipocresía, a los malos hábitos de solapar, de encubrir lo que está mal. Esos compañeros siempre terminan argumentando que una cosa es la vida colectiva y otra la vida personal. Mientras la colectividad les fue útil para sus objetivos y necesidades fue una colectividad maravillosa, pero cuando la colectividad cuestiona sus actitudes, se vuelve “invasiva” y se mete en lo que no le importa.
Nosotros no queremos dirigentes ejemplares de unas cuantas horas, dirigentes que frente al pueblo sean excelentes, pero que en su casa o en sus relaciones no públicas hagan todo lo que se critica que hacen los dirigentes que viven del pueblo y lucran con sus necesidades.
Si el pueblo ve que un compañero de la OLEP es incongruente, inconsecuente, tiene el derecho de cuestionarlo y nosotros la obligación de escuchar y de corregir nuestros errores, no debemos ocultarnos detrás de quienes sabemos que van a justificar nuestros errores, pues no somos niñitos que no sabemos lo que hacemos.
Para nosotros es muy importante lo siguiente: “El camarada debe saber subordinarse al camarada, y no sólo subordinarse, sino saber subordinarse. […]. Y el camarada debe saber encomendar tareas a sus compañeros y exigirle el cumplimiento de determinadas funciones y responsabilidades por ella. […] no como el que hace un favor o brinda una limosna, sino entre miembros iguales de una colectividad.”
La OLEP es una colectividad que lucha, que se organiza por acabar con la desigualdad, con los bajos salarios, con la mala educación y atención médica, lucha contra el outsorcing o subcontratación. La OLEP lucha contra el capitalismo y por el socialismo.
Te invitamos a nuestra colectividad, te invitamos a cambiar con nosotros, te invitamos a ser un individuo libre, pleno y consciente de su papel en la historia; te invitamos a ser parte de la clase proletaria que tiene el futuro en sus manos y que se debe organizar para construirlo.
Súmate a la OLEP y luchemos juntos por ser mejores personas y construir una mejor sociedad.
¡Luchar con dignidad, con el pueblo organizado, luchar hasta vencer!
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección MARXISMO HOY del No. 36 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Agosto-Octubre 2018.
Contacto:
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