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Algunos se hacen ricos con el cambio climático
Por Christopher Flavelle@ElFinanciero_Mx
Los diques y la vivienda emergente serían un nuevo gran negocio que nuevos inversionistas están volteando a ver.
Este año, un destacado estratega
de inversiones de JPMorgan Asset Management envió una nota a los
clientes con un pronóstico funesto. A pesar de los esfuerzos globales
para detener el cambio climático, es probable que los niveles del mar aumenten dramáticamente, amenazando al 40 por ciento de los estadounidenses que viven en la costa. Pero, por otro lado, quizás haya buenas oportunidades de inversión en los diques marítimos.
"Un sistema de barreras contra
marejadas que proteja a la ciudad de Nueva York y partes de Nueva Jersey
podría costar dos millones 700 mil dólares por metro", escribió Michael
Cembalest, presidente de estrategias de mercado e inversión en su
boletín anual "Eye on the Market" en abril. Añadió que los gobiernos probablemente tengan dificultades para pagar ese costo y posiblemente recurran a bonos o a una lisa y llana privatización.
Mientras el mundo lidia con un
segundo año consecutivo de huracanes, inundaciones e incendios
forestales de magnitud histórica, un número pequeño pero creciente de fondos de riesgo, planes de pensiones y otros inversores están probando estrategias para sacar provecho de
esos signos del cambio climático. Los lugares donde colocan su dinero
ofrecen una idea de algunos de los posibles impactos tangibles del
calentamiento climático.
Las inversiones incluyen protección contra tormentas e inundaciones a lo largo de la costa, plantas de desalinización en regiones propensas a la sequía, nuevos enfoques en la agricultura e incluso tierras alejadas del océano
para cuando los mares crecientes cambien el mercado inmobiliario. "En
las primeras etapas, la gente estará nerviosa y los rendimientos serán
más altos", afirma Cembalest.
Hay un fatalismo en los cálculos
de los inversionistas. Las emisiones globales de gases de efecto
invernadero alcanzaron un máximo histórico el año pasado, al igual que
la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Los últimos tres
años fueron los más calurosos de la historia y se espera que esa
tendencia se acelere, pues los científicos prevén que las temperaturas suban entre 3 y 5.5 grados Celsius a partir de ahora y hasta fin de siglo.
Sin embargo, incluso un aumento
de tan solo medio grado tendrá consecuencias potencialmente
catastróficas, según un informe publicado a principios de octubre por científicos convocados por la Organización de Naciones Unidas. El informe señaló que evitar que el calentamiento global supere ese nivel requerirá un cambio titánico
y casi inmediato en el uso de la energía. "A estas alturas no hay
manera de detener el cambio climático", señala James Everett, socio y
cofundador de Ecosystem Integrity Fund, una firma de capital de riesgo
en San Francisco. "Casi todos los sistemas van a tener que cambiar. Y
tendremos que adaptarnos a eso".
Los inversionistas centrados en el cambio climático han apostado tradicionalmente en soluciones, como la energía renovable y los vehículos eléctricos.
De modo que la mitigación y la adaptación suponen un proyecto más
sombrío. Pero Jay Koh, cofundador y director de Lightsmith Group, una
firma de capital privado especializada en la adaptación al cambio
climático, afirma que es necesario reconocer que las cosas podrían
empeorar.
"Es preciso que las personas
atraviesen cierta clase de viaje psicológico", comenta Koh. "Yo prefiero
tener una estrategia diseñada para ese conjunto de circunstancias donde
no podremos ganar al 100 por ciento".
"Consideremos por un momento lo
que podría pasar con la producción de alimentos. A medida que los
patrones de precipitación cambian y los océanos se vuelven más ácidos,
los ambientes exteriores serán menos confiables y cada vez más adversos
para los cultivos o los peces", apunta Liqian Ma, director de la
consultora de inversiones Cambridge Associates. Eso aumentará la demanda
de tecnologías que permitan la agricultura en interiores e incluso la
acuicultura.
En otros casos, ganar dinero con el cambio climático puede ser tan simple como pensar en las consecuencias de un huracán.
En agosto pasado, una semana antes de que el huracán Harvey azotara
Texas, Rod Hinze tuvo una idea. Como gestor de cartera en Key Point
Capital, apuesta en fideicomisos de inversión en bienes raíces o Fibras.
Conforme Harvey se acercaba a la costa, el costo de las Fibras que
tenían hoteles en la zona de Houston bajaba, ya que los inversores asumieron que el huracán asustaría a los turistas y visitantes de negocios, y tal vez destrozaría a los propios hoteles.
"La gente pensó que esa inversión
no valía la pena", menciona Hinze. "Lo que no entendieron es que la
demanda de viviendas a corto plazo después de un huracán como ese es
astronómica".
Así que Hinze compró barato:
primero en Houston, y luego, cuando el huracán Irma llegó una semana más
tarde, en el sur de Florida. "Muchos de esos hoteles registraron una
ocupación del 100 por ciento", cuenta.
"No nos hicimos millonarios, pero ganamos 25 por ciento, 30 por ciento, bastante rápido".
Los efectos del cambio climático también han aumentado la demanda de nuevos y más exóticos tipos de seguros contra el “riesgo climático”,
como lo llama Barney Schauble, gestor de Nephila Advisors LLC. Las
empresas pueden comprar coberturas para climas extremos y Nephila
encuentra inversionistas dispuestos a soportar el otro lado de ese
riesgo en varias formas.
La firma, por ejemplo, ayudó hace
poco a una empresa de abastecimiento de agua preocupada por los
patrones de precipitación cada vez más impredecibles. Así que creó un
producto que protegería a la compañía contra las fluctuaciones pluviales.
"Estructuramos una cobertura para ellos", dice Schauble. "Podemos
ponerle precio a eso". El negocio está en plena expansión. Desde el año
pasado, la entrada de dinero para la protección contra climas extremos
se ha duplicado.
David Vogel, fundador y CEO del fondo de gestión cuantitativa Voloridge
Investment Management, cree que el aumento de los mares y la
intensificación de las tormentas y sequías generarán oportunidades en
áreas como la atención médica, los seguros y la agricultura. Aunque no
quiso detallar las inversiones específicas de su firma, sí reveló una
compra a título personal: lotes de tierra alrededor de Asheville, Carolina del Norte, donde espera que los valores de la vivienda sigan aumentando a medida que el cambio climático empeore.
"Está a 600 metros sobre el nivel del mar. Vivo en Florida, y creo que allí es donde se mudará la gente".
Algunos inversionistas que creen
que el cambio climático empeorará están incluso aplicando esa premisa a
los bonos municipales. Jonathan Bailey, jefe de inversiones ambientales,
sociales y de buen gobierno en Neuberger Berman Group LLC, dice que su
compañía analiza el riesgo climático que enfrentan diferentes ciudades,
con el objetivo de determinar cuáles están más o menos expuestas. Las
firmas de calificación crediticia han tardado en incorporar esos niveles
variables de riesgo en las calificaciones de bonos.
Como resultado, Neuberger puede comprar y mantener bonos emitidos por ciudades con menor riesgo climático
sin pagar una prima sobre los emitidos por ciudades que enfrentan
mayores amenazas de tormentas y otros desastres. "Si el mercado cambia
su percepción de esos riesgos relativos, eso puede crear una oportunidad
para que luego nosotros vendamos", explica Bailey.
Que el público en general no
comprenda los riesgos del cambio climático es parte de lo que lo
convierte en un área para invertir, asegura Schauble. Y, en su opinión,
eso es especialmente cierto en el escéptico Estados Unidos. "No hay un
solo país en donde alguien inteligente no crea en estas cosas", menciona
Schauble. "Si puedes ver algo que otras personas simplemente se niegan a
ver, y puedes tomar decisiones sobre esa base, sospecho que a largo
plazo eso te pondrá en una buena posición".
Los gestores y asesores de
fondos entrevistados para este artículo expresaron poca duda de que la
ciencia esté equivocada y que el cambio climático sea únicamente un
cuento chino, como muchos afirman. A algunos les preocupaba más ser
percibidos como si se estuvieran beneficiando de un desastre en cámara
lenta. "Me encantaría renunciar a estas oportunidades de inversión en un
segundo si la gente escuchara y dejara de contaminar el medio ambiente",
asegura Vogel. Mientras tanto, añade, los inversionistas pueden ser un
sistema de alerta, advirtiendo al público sobre un riesgo que ha sido
reacio a ver. "Si hay personas que están ganando dinero con eso, eso
capta la atención".
Con la colaboración de Emily Chasan
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