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Superados por el presidente: Cómo la Ola Azul demócrata se convirtió en un Enjuague Azul
Traducido por el equipo de SOTT.net en español.
Mientras que el Partido Demócrata, dirigido por Nancy Pelosi, comprensiblemente declaró su victoria en la Cámara de Representantes, no hubo ninguna barcaza con fuegos artificiales en el East River, ni ninguna ola azul sobre la que flotar.
Los miles de millones de dólares gastados por los Azules, súbitamente adinerados, dieron como resultado una mayoría republicana en el Senado de los Estados Unidos (y por lo tanto el fin de la amenaza de impugnación), la victoria del Partido Republicano en los estados en los que Trump hizo campaña (otra vez), y un Partido Republicano más endeudado con el presidente más vilipendiado de la historia moderna de los Estados Unidos.
Los demócratas han aprendido poco de su derrota ante Trump en 2016. La celebración de su "política de identidad" de "el primer esto, el primer aquello" elegidos para ocupar un cargo en la historia de Estados Unidos será un pobre consuelo para aquellos cuyas vidas siguen siendo arruinadas por el capitalismo bandolero neoliberal de la clase dominante estadounidense.
Y como alguien que vive en un país dirigido por Theresa May, y Margaret Thatcher antes que ella, puedo decirles que no hay nada necesariamente bueno en elegir mujeres. De las 101 "Chicas Blair" elegidas en 1997 como diputadas laboristas, más de 90 de ellas votaron en favor de la postura oficial de la guerra en Irak (sin mencionar los recortes en las prestaciones sociales para, entre otros, las madres solteras).
Lo mismo ocurre con los diputados laboristas gays y lesbianas que se negaron a apoyar a Jeremy Corbyn en su llamamiento para detener la venta de armas a Arabia Saudita, capital de una mentalidad que arroja a los gays de edificios altos.
Lo mismo ocurre con los diputados laboristas de minorías e incluso musulmanes que votaron a favor de la destrucción de Afganistán, Irak, Libia y otros países musulmanes durante los últimos casi 20 años en el Parlamento británico.
Así que no me pida que me entusiasme por la elección de la nueva miembro del Congreso para el condado de Miami-Dade en Florida, Donna Shalala, por ejemplo. Aclamada como una victoria para las "mujeres árabes", la ex miembro del gabinete de Bill Clinton y amiga de Hillary Clinton pronto apoyará el bombardeo de las "mujeres árabes" de nuevo, se lo aseguro.
Por supuesto, es bueno cuando las mujeres buenas ganan -como en Nueva York con Alexandria Ocasio-Cortez y Michigan con Rashida Tlaib- pero el hecho de que alguien sea una ex-militar lesbiana con cinta negra en artes marciales (no me lo estoy inventando) no significa que, bueno, usted entiende la cuestión...
La cuestión es que bajo el liderazgo de los mismos líderes corruptos e incompetentes que nos dieron a Hillary Clinton como la candidata de 2016 (después de haber amañado la votación contra Bernie Sanders), los demócratas han desperdiciado dos años enteros persiguiendo a una quimera rusa, uniéndose a los opositores de Trump en el Estado profundo y apegándose a las ortodoxias de la era de Clinton en la economía, sin resaltar la extrema supresión de los votantes pobres y minoritarios a los que los líderes han llevado, bueno, no muy lejos.
Si usted fuera apostador, debería estar en camino a la agencia de apuestas ahora mismo para apostar por la reelección de Donald Trump en 2020. Puede estar seguro de que ganará.
Una medida, por cierto, de la magnitud de la represión de los votantes es revelada por los resultados de la votación paralela esta semana para restablecer derechos a los "delincuentes" en Florida (principalmente los delincuentes negros, es decir, no los delincuentes de cuello blanco y los emigrantes cubanos con dientes de oro). El CUARENTA por ciento de todos los hombres negros de Florida se despertaron el miércoles para descubrir que sus derechos de voto habían sido restaurados. Eso es un millón de nuevos votantes negros en las próximas elecciones.
Habiendo sobrevivido 8 horas de ver CNN en la noche de las elecciones, noté mucho cacareo sobre la nueva "estrategia de reclutamiento de candidatos" de los demócratas que, al examinarla más de cerca, reveló que casi CIEN candidatos demócratas en las elecciones de mitad de período eran veteranos militares o ex-miembros de la CIA y otros servicios de seguridad. Nada mejor que esto para describir la distancia que ha recorrido el antiguo partido de los trabajadores en Estados Unidos.
¿Mi predicción?
Los demócratas desperdiciarán los próximos dos años analizando los registros bancarios y las declaraciones de impuestos de Donald Trump, y las entrañas de sus campos de golf globales, ofreciendo nada más que las políticas de salud de la década pasada. No ofrecerán a los jóvenes nada sobre cuotas universitarias, no ofrecerán a los trabajadores nada en sus paquetes de pago o en la seguridad laboral, no harán nada para sanar las divisiones raciales y el encarcelamiento masivo de los jóvenes negros en Estados Unidos. ¿Cómo podrían hacerlo? Fue Bill Clinton quien los puso ahí. No ofrecerán nada sobre el control de armas ni protecciones ambientales que perjudiquen a sus patrocinadores multimillonarios. No propondrán reformas democráticas significativas para curar el sistema grotescamente disfuncional que sólo desean heredar (en Georgia, por ejemplo, las máquinas de votación que se establecieron en distritos pobres, principalmente negros, no tenían cables eléctricos para conectarlos a la pared). Y, sobre todo, presionarán incesantemente por el cambio de régimen en todo el mundo, como siempre lo han hecho.
Por las buenas o por las malas (probablemente la segunda) se asegurarán de que Bernie Sanders NO sea su candidato presidencial. Y si Trump tiene mucha suerte, amañarán las primarias para asegurar que Hillary Clinton vuelva a llevar su estandarte harapiento. Vaya demócratas, vaya partido.
Y el mundo tendrá que soportar cuatro años más de Donald J. Trump, con tuits desquiciados y todo eso.
Mientras que el Partido Demócrata, dirigido por Nancy Pelosi, comprensiblemente declaró su victoria en la Cámara de Representantes, no hubo ninguna barcaza con fuegos artificiales en el East River, ni ninguna ola azul sobre la que flotar.
Los miles de millones de dólares gastados por los Azules, súbitamente adinerados, dieron como resultado una mayoría republicana en el Senado de los Estados Unidos (y por lo tanto el fin de la amenaza de impugnación), la victoria del Partido Republicano en los estados en los que Trump hizo campaña (otra vez), y un Partido Republicano más endeudado con el presidente más vilipendiado de la historia moderna de los Estados Unidos.
Los demócratas han aprendido poco de su derrota ante Trump en 2016. La celebración de su "política de identidad" de "el primer esto, el primer aquello" elegidos para ocupar un cargo en la historia de Estados Unidos será un pobre consuelo para aquellos cuyas vidas siguen siendo arruinadas por el capitalismo bandolero neoliberal de la clase dominante estadounidense.
Y como alguien que vive en un país dirigido por Theresa May, y Margaret Thatcher antes que ella, puedo decirles que no hay nada necesariamente bueno en elegir mujeres. De las 101 "Chicas Blair" elegidas en 1997 como diputadas laboristas, más de 90 de ellas votaron en favor de la postura oficial de la guerra en Irak (sin mencionar los recortes en las prestaciones sociales para, entre otros, las madres solteras).
Lo mismo ocurre con los diputados laboristas gays y lesbianas que se negaron a apoyar a Jeremy Corbyn en su llamamiento para detener la venta de armas a Arabia Saudita, capital de una mentalidad que arroja a los gays de edificios altos.
Lo mismo ocurre con los diputados laboristas de minorías e incluso musulmanes que votaron a favor de la destrucción de Afganistán, Irak, Libia y otros países musulmanes durante los últimos casi 20 años en el Parlamento británico.
Así que no me pida que me entusiasme por la elección de la nueva miembro del Congreso para el condado de Miami-Dade en Florida, Donna Shalala, por ejemplo. Aclamada como una victoria para las "mujeres árabes", la ex miembro del gabinete de Bill Clinton y amiga de Hillary Clinton pronto apoyará el bombardeo de las "mujeres árabes" de nuevo, se lo aseguro.
Por supuesto, es bueno cuando las mujeres buenas ganan -como en Nueva York con Alexandria Ocasio-Cortez y Michigan con Rashida Tlaib- pero el hecho de que alguien sea una ex-militar lesbiana con cinta negra en artes marciales (no me lo estoy inventando) no significa que, bueno, usted entiende la cuestión...
La cuestión es que bajo el liderazgo de los mismos líderes corruptos e incompetentes que nos dieron a Hillary Clinton como la candidata de 2016 (después de haber amañado la votación contra Bernie Sanders), los demócratas han desperdiciado dos años enteros persiguiendo a una quimera rusa, uniéndose a los opositores de Trump en el Estado profundo y apegándose a las ortodoxias de la era de Clinton en la economía, sin resaltar la extrema supresión de los votantes pobres y minoritarios a los que los líderes han llevado, bueno, no muy lejos.
Si usted fuera apostador, debería estar en camino a la agencia de apuestas ahora mismo para apostar por la reelección de Donald Trump en 2020. Puede estar seguro de que ganará.
Una medida, por cierto, de la magnitud de la represión de los votantes es revelada por los resultados de la votación paralela esta semana para restablecer derechos a los "delincuentes" en Florida (principalmente los delincuentes negros, es decir, no los delincuentes de cuello blanco y los emigrantes cubanos con dientes de oro). El CUARENTA por ciento de todos los hombres negros de Florida se despertaron el miércoles para descubrir que sus derechos de voto habían sido restaurados. Eso es un millón de nuevos votantes negros en las próximas elecciones.
Habiendo sobrevivido 8 horas de ver CNN en la noche de las elecciones, noté mucho cacareo sobre la nueva "estrategia de reclutamiento de candidatos" de los demócratas que, al examinarla más de cerca, reveló que casi CIEN candidatos demócratas en las elecciones de mitad de período eran veteranos militares o ex-miembros de la CIA y otros servicios de seguridad. Nada mejor que esto para describir la distancia que ha recorrido el antiguo partido de los trabajadores en Estados Unidos.
¿Mi predicción?
Los demócratas desperdiciarán los próximos dos años analizando los registros bancarios y las declaraciones de impuestos de Donald Trump, y las entrañas de sus campos de golf globales, ofreciendo nada más que las políticas de salud de la década pasada. No ofrecerán a los jóvenes nada sobre cuotas universitarias, no ofrecerán a los trabajadores nada en sus paquetes de pago o en la seguridad laboral, no harán nada para sanar las divisiones raciales y el encarcelamiento masivo de los jóvenes negros en Estados Unidos. ¿Cómo podrían hacerlo? Fue Bill Clinton quien los puso ahí. No ofrecerán nada sobre el control de armas ni protecciones ambientales que perjudiquen a sus patrocinadores multimillonarios. No propondrán reformas democráticas significativas para curar el sistema grotescamente disfuncional que sólo desean heredar (en Georgia, por ejemplo, las máquinas de votación que se establecieron en distritos pobres, principalmente negros, no tenían cables eléctricos para conectarlos a la pared). Y, sobre todo, presionarán incesantemente por el cambio de régimen en todo el mundo, como siempre lo han hecho.
Por las buenas o por las malas (probablemente la segunda) se asegurarán de que Bernie Sanders NO sea su candidato presidencial. Y si Trump tiene mucha suerte, amañarán las primarias para asegurar que Hillary Clinton vuelva a llevar su estandarte harapiento. Vaya demócratas, vaya partido.
Y el mundo tendrá que soportar cuatro años más de Donald J. Trump, con tuits desquiciados y todo eso.
Sobre el autor George Galloway fue miembro del Parlamento Británico durante casi 30 años. Presenta programas de radio y televisión (incluyendo RT). Es cineasta, escritor y orador de renombre.
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