jueves, 6 de diciembre de 2018

Nuevos tiempos políticos. Nuevas formas de lucha.


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Nuevos tiempos políticos. Nuevas formas de lucha.

 

 


Los próximos tiempos serán de muchísimas oportunidades para la lucha progresista, ya lo están siendo
El resultado de las elecciones autonómicas en Andalucía ha causado una auténtica conmoción, no solo entre los sectores que apostaban por algunas de las candidaturas llamadas a dar continuidad a los gobiernos “socialistas” en Andalucía, esto es, PSOE y Adelante Andalucía (coalición de Podemos e IU en esa Comunidad), sino entre sectores sociales progresistas críticos con esos gobiernos y alianzas, pero con una comprensión insuficiente de lo que realmente está pasando en el Estado español y también a nivel internacional. Siguen en la rutina intelectual de que por muchas cosas que pasan en lo cotidiano, al final no pasa nada importante. Esa concepción asentada en la dialéctica hegeliana, aunque la mayoría de los que la utilizan no sepan quien era Hegel, inunda todos los ámbitos de la vida, incluido el político; de ahí la tremenda incapacidad para interpretar la realidad y mucho menos prever las tendencias de futuro.
No se puede diagnosticar el origen, la evolución o construir un plan de control de una epidemia si no se conocen las bases más elementales de la epidemiología científica. No se puede interpretar la realidad socio-política o prever su evolución si no se aborda su análisis científicamente con -entre otras herramientas- el materialismo dialéctico.
Vivimos tiempos en que pasan muchas cosas y esas cosas tienen profundas repercusiones. En el inmediato futuro esto será así aún más. Las elecciones de Andalucía son un ejemplo de ello, pero tenemos otras no de menor importancia tal como es el proceso soberanista y republicano en Cataluña; la deslegitimación acelerada del régimen monárquico del 78 y el movimiento por las consultas republicanas puesto en marcha en Madrid y en el conjunto de Castilla, por citar algunos ejemplos de cuestiones políticamente relevantes. Se podría citar otras más del ámbito social, pero de una gran transcendencia, como es el caso del movimiento feminista, que está por cierto atravesado, junto a una ampliación indudable, por una ofensiva neoliberal de la mano de l@s defensores de los vientres de alquiler o de la prostitución.
En Andalucía todos los gobiernos autonómicos han estado gestionados por el PSOE, y todos han estado implicados en graves casos de corrupción, con datos tan grotescos en algunas ocasiones como los del uso de tarjetas de crédito propiedad de la administración pública para el pago en prostíbulos o en compra de coca.
La corrupción estructural del Régimen del 78 también incluye a Andalucía y a su clase política. Corrupción y polític@s profesionales van habitual y casi sistemáticamente de la mano en este Régimen postfranquista. ¿Nos parece extraño que los que han sostenido esa realidad en Andalucía durante más de treinta años hayan perdido? ¿O quizás pensábamos que alternativas fundamentadas en lo esencial en el de Galapagar iban a capitalizar ese desgaste, especialmente cuando aparecían además como la coletilla que Susana Díaz necesitaba para completar la suficiencia parlamentaria para formar gobierno? Si alguien creía esa ficción es que esta muy mal capacitado para hacer análisis políticos con rigor.
Nos vamos a parar aquí un poco para hablar de Podemos, esa estructura tan promocionada por los medios de comunicación del Régimen, especialmente por los que se dirigen a los progres: mitad plataforma electoral, mitad agencia de colocación, cuyas posiciones políticas evolucionan en función de como prevén que estas van a afectar a su doble naturaleza de origen.
Tal como planteábamos en nuestras editoriales anteriores (Los juguetes rotos y los que no tardarán en romperse), desde el inicio del engendro cada vez tienen menos posibilidades, porque han ido fracasando una vez tras otra en las misiones que el Sistema les ha encomendado. La decisión que tuvieron de huir de la Vallekas popular al Galapagar burgués, y en la que implicaron a sus afiliados virtuales, ha dejado a cero su credibilidad entre la gente del común. Hacen ahora llamamientos a que se organice la respuesta antifascista en la calle. Hay que recordarle al politólogo que el movimiento antifascista, muy a su pesar, nunca ha dejado la calle. Y que si realmente esa voluntad que comunica es sincera, tendría que dejar de utilizar los recursos a su disposición para intentar liquidar los movimientos y estructuras realmente existentes en la calle, como son las Marchas de la Dignidad, la Coordinadora 25S… o dejar de influir desde una perspectiva neoliberal en el movimiento feminista con sus posiciones sobre la prostitución o los vientres de alquiler. Desde su constitución, Podemos intentó vaciar de activistas a los movimientos sociales, por cierto con muy poco éxito. Ahora intentan liquidarlos directamente. Será la historia de un fracaso porque sus objetivos en ningún terreno se verán cumplidos.
Pero analicemos en lo concreto los resultados de las elecciones del domingo 2 de diciembre en Andalucía. Esas en las que según los medios la extrema derecha ha puesto un pie en el Estado español y además en Andalucía. Y cómo no, en buena medida, por culpa del proceso soberanista republicano catalán. Como siempre, la culpa será de Puigdemont. Obviamente el avance del movimiento republicano y soberanista en Cataluña ha reactivado al nacionalismo español, siempre de naturaleza protofascista. Pero esta dinámica es absolutamente inevitable.
Cada vez que hay un movimiento por el cambio progresista, aquellos que ven cuestionado su estatus se revuelven y lo defienden. Lo mismo ocurre ante el avance del movimiento feminista: los defensores de los privilegios del patriarcado y por tanto de la dominación y explotación de género se revuelven (por cierto, Vox también anda en eso). Esta es la dialéctica misma de las cosas.
Que el susanismo perdiera la posibilidad de seguir gobernando era algo altamente probable. Por poner un ejemplo de su mal gobierno, el Sistema Sanitario Público en Andalucía había sufrido un brutal deterioro en su funcionamiento, con numerosos recortes y privatizaciones; es el que menor gasto per cápita tiene de todas las comunidades autónomas del Estado español.
Pero veamos con detalle los resultados electorales, única forma de analizarlos con rigor. Lo primero que hay que decir es que ha ganado la abstención, con un 41,35% de no votantes directos. Si a ello sumamos los votos nulos (2,2 %) y en blanco (1,58%), nos da prácticamente un 46% de gente que no ha votado a ninguna candidatura. En las anteriores elecciones de 2015 la abstención fue de un 36,06% y sumando los votos nulos (1,02%) y en blanco (1,38%), por cierto bastantes menos, se llegó a un 38% que no dio respaldo a candidatura alguna. Es decir, el voto a los partidos institucionales ha bajado en 10 puntos, lo que significa casi medio millón de personas. La abstención, parece ser, ha afectado especialmente a las zonas tradicionales de voto de izquierdas. Obviamente por algo será.
Pero los partidos institucionales y medios de comunicación son incapaces o se niegan intencionadamente a hacer un análisis mínimamente riguroso de los resultados electorales en Andalucía y de la situación política en general. Eso sí, arropan ocurrencias/estupideces, como la última que se la ha ocurrido a Susana Díaz: emplazar a los constitucionalistas para que excluyan a Vox de un futuro gobierno andaluz. Estos se piensan que la derecha española es como la izquierda institucional española y que se creen lo del constitucionalismo.
La derecha, seguramente de la mano de Aznar y otros asesores internacionales, están en una nueva fase que probablemente sea eficiente durante un tiempo, exclusivamente durante un tiempo, a la que podríamos denominar de la “Santísima Trinidad”, o mejor dicho en este caso, de la “Malísima Trinidad”. Los planteamientos trinitarios tienen su utilidad y han sido utilizados en diferentes ámbitos y en numerosas ocasiones.
El PP, así se reconocía públicamente, agrupaba en su seno a todas las tendencias de la derecha española. Desde la puramente franquista con un tremendo peso, hasta otras corrientes mas liberales. La evolución de la situación política a nivel internacional y en el Estado español ha inducido una reestructuración de esta derecha. Han necesitado desplegar sus diferentes características de forma específica, desde la conservadora tradicional que sigue representado el PP, pasando por una derecha españolista pero más moderna y pseudo liberal (Ciudadanos), hasta la nueva criatura, la directamente fascista sin complejos, Vox. Pero son muy conscientes que en conjunto trabajan para el mismo amo y con el mismo fin, por eso en Andalucía se podrán amagar diversas opciones, pero finalmente saldrá el gobierno de la “Malísima Trinidad”. Su base social y sus financiadores no les permitirían otra cosa. Y estos sí, y a diferencia de la izquierda institucional, cumplen.
Obviamente ese gobierno protofascista andaluz va a generar amplias e intensas tensiones; y posiblemente, al menos en una primera etapa, no en Andalucía, se convertirá aún más en el ariete en contra de la lucha republicana en el conjunto del Estado español y particularmente en Cataluña.
Si no comprendemos bien estas dinámicas y no sabemos situarnos en ellas, las próximas elecciones generales pueden dar un resultado muy similar a las andaluzas.
La lucha social y política por el cambio, que es la parte más cualificada de la lucha de clases, es así, tal como la estamos viendo. Quizás alguna gente se imaginaba que se podría conseguir un gran cambio con dos o tres pases por las urnas. Eso no es ni va a ser así. No ha sido en ningún lugar del mundo y menos aún en el Estado español. Aquí la lucha en la calle, el movimiento popular, sin excluir victorias en procesos electorales, será lo que nos llevará a la victoria y por tanto a la derrota del Régimen del 78. Estos últimos años hemos trabajado en esa línea y los resultados son más que positivos. La expectativa del cambio republicano, la lucha por la República, no ha venido desde luego a través de procesos electorales sino de procesos de organización y movilización popular.
Los próximos tiempos serán de muchísimas oportunidades para la lucha progresista, ya lo están siendo, pero habrá agudización de las contradicciones y por tanto de las tensiones a muchos niveles. Una cosa lleva a la otra.
El objetivo de derrotar al Régimen del 78 cada día será más necesario y posible, aunque habrá momentos amargos. En nuestras manos está conseguir construir el bloque social y político capaz de acumular la correlación de fuerzas suficientes que pueda materializar el objetivo señalado y que nuestro Pueblo necesita como agua de mayo: la República.

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