Hay
que proteger a Vicente Fox, quien “traicionó a la democracia”, según
palabras de Andrés Manuel López Obrador (AMLO); a Felipe Calderón
Hinojosa, quien ordenó la salida del ejército a las calles y ordenó la
masacre contra el pueblo; hay que protegerlos con “una guardia reducida,
pero eficaz”, así lo ordenó al ejército mexicano el pasado 6 de abril.
Tanto Fox como Calderón pidieron la protección, el primero el 5 de abril por un supuesto intento de ingreso de hombres armados en una de sus propiedades, y Calderón hace unos meses, tres aproximadamente, por medio de una carta al jefe del Ejecutivo.
Ahora esos dos ex presidentes serán cuidados por ocho elementos del ejército en lugar de que sean custodiados para ser juzgados por sus crímenes contra el pueblo, por la profundización del modelo neoliberal que significó la pérdida de la soberanía energética y alimentaria del país y que reforzó la subordinación económica y militar a los Estados Unidos de Norteamérica.
Los sirvientes de la oligarquía financiera, sus fieles representantes, sus amigos más distinguidos, ahora claman protección, cuando sus manos están manchadas con la sangre de miles de mexicanos.
¿Alguien lo duda? Recordemos los hechos en San Salvador Atenco, Estado de México, los días 4 y 5 de mayo de 2006: Vicente Fox era presidente, Felipe Calderón candidato a presidente por el Partido Acción Nacional y Enrique Peña Nieto gobernador del Estado de México.
Fox y Peña Nieto ordenaron el operativo contra el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, Atenco se cubrió de gas lacrimógeno, dos pobladores fueron ejecutados por la policía estatal, cientos acabaron detenidos torturados y más de 20 compañeras abusadas sexualmente por policías municipales, estatales y federales, mientras el ejército tendía un cerco alrededor del pueblo para que nadie escapara.
¿De qué tienen miedo los ex presidentes?
¿De que los asesinados y los desaparecidos de manera forzada se presenten a sus ojos como pueblo enfurecido?
¿Por qué piden protección?¿Para qué familia piden protección?
¿Para sus hijos, para sus esposas, para los familiares que son parte de las empresas que ellos beneficiaron cuando vendían los recursos del país al mejor postor?
¿Dónde estuvo la protección para los cientos de ejecutados extrajudicialmente, dónde para los detenidos-desaparecidos, dónde para la humilde trabajadora asesinada, para el niño de la calle abusado, para el vendedor ambulante despojado?
Cuando ellos eran presidentes, ¿dónde estaba el ejército y sus grupos paramilitares?
¿Qué hacían por el pueblo y qué por las empresas y los empresarios que se beneficiaron del terrorismo de Estado?
Terror de Estado contra el pueblo, riqueza y propiedades para empresarios; terror de Estado para el pueblo, protección para los autores intelectuales y materiales de ese terror.
Pero no todo era sufrir para los ex presidentes en su “arduo trabajo”, ya que se atendían bien, porque vender un país y su gente trabajadora cansa, porque ordenar la ejecución, la desaparición y la represión seca la garganta, así pues Enrique Peña Nieto gastó 20 millones de pesos en platillos y bebidas en tres años de uso del famoso avión presidencial.
Filete de curvina bañada en salsa, ensaladas de camarones, carpaccio de salmón, bife de robalo; para beber: vinos tintos, whisky, coñac, tequila, 700 botellas de bebidas alcohólicas con un costo de 270 mil pesos tan sólo en dos años.
¿Y por qué se debe proteger a los asesinos y despilfarradores con dinero del pueblo?
¿No les bastan sus empresas, no les basta con lo robado? “El miedo no anda en burro”, dice el pueblo, pero ¿a qué le temen si ya AMLO dijo que no quiere juzgar a los ex presidentes porque eso sería empantanarse en el pasado?
Si ya casi los exonera de su responsabilidad penal, moral e histórica de saquear al país y oprimirnos todos los días durante 18 años.
¿A qué le temen entonces estos parásitos vividores del pueblo, de su sangre y su trabajo?
Y la otra gran pregunta: ¿por qué no deben ser juzgados si las consecuencias del neoliberalismo todavía hacen estragos en el pueblo trabajador y explotado?
Dijo el presidente que con la nueva administración el pueblo recuperaba la “dignidad de decir no”; existe pueblo que antes de su triunfo electoral ya había dicho no al neoliberalismo, no al terrorismo de Estado, no al capitalismo, no a la impunidad. Y ese pueblo salió a las calles, marchó, gritó, luchó de muchas formas para detener la barbarie y con esa lucha abonó al triunfo que hoy palidece ante la falta de convicción de encontrar la verdad, de aplicar la justicia, de preservar en la memoria social las luchas que han pasado y que se niega a construir mecanismos que garanticen la no repetición de la represión política y el control social contra el pueblo mexicano.
Los pilares del neoliberalismo siguen intactos, aunque se les haya apenas rozado en estos meses del nuevo gobierno:
La política de privatización acotada se expresa en los nuevos contratos que se otorgan a las empresas privadas para construir proyectos económicos con el argumento de que el gobierno no tiene dinero.
Las fuerzas armadas sin investigar, con mayor presupuesto y ahora con una Guardia Nacional que entrenar para seguir siendo la columna vertebral de la injusticia.
Los altos puestos burocráticos reducidos en el Ejecutivo y sus dependencias; pero en rebelión desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación y otras dependencias que siguen ganando el doble o más de lo que gana el presidente.
Proteger a los asesinos es mantener impunes sus crímenes y ocultar su responsabilidad en la desgracia nacional que construyeron. Sería mejor proteger al pueblo del abuso cotidiano de los empresarios y de las fuerzas paramilitares que lo siguen acechando.
¡Terminar el neoliberalismo de raíz; construir el socialismo!
Nota:
Este artículo fue publicado como parte de la sección EDITORIAL del No. 42 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Abril-Mayo 2019.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Tanto Fox como Calderón pidieron la protección, el primero el 5 de abril por un supuesto intento de ingreso de hombres armados en una de sus propiedades, y Calderón hace unos meses, tres aproximadamente, por medio de una carta al jefe del Ejecutivo.
Ahora esos dos ex presidentes serán cuidados por ocho elementos del ejército en lugar de que sean custodiados para ser juzgados por sus crímenes contra el pueblo, por la profundización del modelo neoliberal que significó la pérdida de la soberanía energética y alimentaria del país y que reforzó la subordinación económica y militar a los Estados Unidos de Norteamérica.
Los sirvientes de la oligarquía financiera, sus fieles representantes, sus amigos más distinguidos, ahora claman protección, cuando sus manos están manchadas con la sangre de miles de mexicanos.
¿Alguien lo duda? Recordemos los hechos en San Salvador Atenco, Estado de México, los días 4 y 5 de mayo de 2006: Vicente Fox era presidente, Felipe Calderón candidato a presidente por el Partido Acción Nacional y Enrique Peña Nieto gobernador del Estado de México.
Fox y Peña Nieto ordenaron el operativo contra el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, Atenco se cubrió de gas lacrimógeno, dos pobladores fueron ejecutados por la policía estatal, cientos acabaron detenidos torturados y más de 20 compañeras abusadas sexualmente por policías municipales, estatales y federales, mientras el ejército tendía un cerco alrededor del pueblo para que nadie escapara.
¿De qué tienen miedo los ex presidentes?
¿De que los asesinados y los desaparecidos de manera forzada se presenten a sus ojos como pueblo enfurecido?
¿Por qué piden protección?¿Para qué familia piden protección?
¿Para sus hijos, para sus esposas, para los familiares que son parte de las empresas que ellos beneficiaron cuando vendían los recursos del país al mejor postor?
¿Dónde estuvo la protección para los cientos de ejecutados extrajudicialmente, dónde para los detenidos-desaparecidos, dónde para la humilde trabajadora asesinada, para el niño de la calle abusado, para el vendedor ambulante despojado?
Cuando ellos eran presidentes, ¿dónde estaba el ejército y sus grupos paramilitares?
¿Qué hacían por el pueblo y qué por las empresas y los empresarios que se beneficiaron del terrorismo de Estado?
Terror de Estado contra el pueblo, riqueza y propiedades para empresarios; terror de Estado para el pueblo, protección para los autores intelectuales y materiales de ese terror.
Pero no todo era sufrir para los ex presidentes en su “arduo trabajo”, ya que se atendían bien, porque vender un país y su gente trabajadora cansa, porque ordenar la ejecución, la desaparición y la represión seca la garganta, así pues Enrique Peña Nieto gastó 20 millones de pesos en platillos y bebidas en tres años de uso del famoso avión presidencial.
Filete de curvina bañada en salsa, ensaladas de camarones, carpaccio de salmón, bife de robalo; para beber: vinos tintos, whisky, coñac, tequila, 700 botellas de bebidas alcohólicas con un costo de 270 mil pesos tan sólo en dos años.
¿Y por qué se debe proteger a los asesinos y despilfarradores con dinero del pueblo?
¿No les bastan sus empresas, no les basta con lo robado? “El miedo no anda en burro”, dice el pueblo, pero ¿a qué le temen si ya AMLO dijo que no quiere juzgar a los ex presidentes porque eso sería empantanarse en el pasado?
Si ya casi los exonera de su responsabilidad penal, moral e histórica de saquear al país y oprimirnos todos los días durante 18 años.
¿A qué le temen entonces estos parásitos vividores del pueblo, de su sangre y su trabajo?
Y la otra gran pregunta: ¿por qué no deben ser juzgados si las consecuencias del neoliberalismo todavía hacen estragos en el pueblo trabajador y explotado?
Dijo el presidente que con la nueva administración el pueblo recuperaba la “dignidad de decir no”; existe pueblo que antes de su triunfo electoral ya había dicho no al neoliberalismo, no al terrorismo de Estado, no al capitalismo, no a la impunidad. Y ese pueblo salió a las calles, marchó, gritó, luchó de muchas formas para detener la barbarie y con esa lucha abonó al triunfo que hoy palidece ante la falta de convicción de encontrar la verdad, de aplicar la justicia, de preservar en la memoria social las luchas que han pasado y que se niega a construir mecanismos que garanticen la no repetición de la represión política y el control social contra el pueblo mexicano.
Los pilares del neoliberalismo siguen intactos, aunque se les haya apenas rozado en estos meses del nuevo gobierno:
La política de privatización acotada se expresa en los nuevos contratos que se otorgan a las empresas privadas para construir proyectos económicos con el argumento de que el gobierno no tiene dinero.
Las fuerzas armadas sin investigar, con mayor presupuesto y ahora con una Guardia Nacional que entrenar para seguir siendo la columna vertebral de la injusticia.
Los altos puestos burocráticos reducidos en el Ejecutivo y sus dependencias; pero en rebelión desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación y otras dependencias que siguen ganando el doble o más de lo que gana el presidente.
Proteger a los asesinos es mantener impunes sus crímenes y ocultar su responsabilidad en la desgracia nacional que construyeron. Sería mejor proteger al pueblo del abuso cotidiano de los empresarios y de las fuerzas paramilitares que lo siguen acechando.
¡Terminar el neoliberalismo de raíz; construir el socialismo!
Nota:
Este artículo fue publicado como parte de la sección EDITORIAL del No. 42 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Abril-Mayo 2019.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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