jueves, 26 de diciembre de 2019

Al impugnar a Trump, los demócratas lo han hecho más poderoso de lo que podrían imaginar


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Al impugnar a Trump, los demócratas lo han hecho más poderoso de lo que podrían imaginar


Traducido por el equipo de SOTT.net en español
De costa a costa, la Resistencia está aplaudiendo la impugnación del Presidente Donald Trump en la Cámara. No deberían estar haciéndolo. Porque al tratar de destruirlo, solo lo han hecho más poderoso, y se han cavado su propia tumba.
trump
© REUTERS/Kevin Lamarque
El presidente de EE.UU. Donald Trump sale de la Casa Blanca para un mitin de campaña mientras la Cámara debate el juicio político, 18 de diciembre de 2019.
No nos andemos con rodeos: La votación del miércoles fue la culminación de los esfuerzos que comenzaron el 8 de noviembre de 2016, con el impactante triunfo de Trump sobre Hillary Clinton; o tal vez incluso antes, en la fecha en que el FBI comenzó a investigar la campaña de Trump por "colusión rusa" según las acusaciones provenientes de los demócratas.
Todos esos caminos, desde los "emolumentos" y los "electores de Hamilton", pasando por el desafortunado Informe Mueller hasta el "Russiagate" y la queja del "denunciante" sobre la llamada telefónica a Ucrania, todos convergieron en esta conclusión inevitable. Los verdaderos "crímenes graves o delitos menores" nunca importaron (o más bien, nunca se materializaron), todo lo que se necesitaba hacer era repetir el mantra: "Hombre Naranja Malo".
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-California), vistió de negro y entonó sobre la tristeza y la solemnidad del día para la República Estadounidense y su importancia para "nuestra democracia". Fue una hoguera de hipocresías, ya que el partido que ha pasado años denunciando todo lo relacionado con Estados Unidos (su bandera, su himno, sus fundadores e incluso su sistema político) ahora afirma estar defendiéndolo todo del "peligro claro y presente" que de alguna manera representa Trump.
Incluso ahora, no está claro qué es lo que buscaban lograr. No hay ninguna indicación de que el Senado de mayoría republicana vaya a votar realmente para condenar al presidente y destituirlo de su cargo; y los demócratas lo saben. Tampoco es que el hecho de que se le impugne vaya a descalificar de alguna manera a Trump para que no figure en la papeleta de las votaciones en el 2020, sin importar lo que algunos comentaristas "republicanos" de MSNBC y CNN puedan argumentar.
Si el plan era sabotear la campaña de segundo mandato de Trump, parece que fracasó de manera espectacular. Con cada audiencia ante el Comité de Inteligencia o el Comité Judicial, el apoyo del público para el juicio político en realidad disminuyó. Incluso la CNN se vio obligada a admitir la existencia de "creciente evidencia de que los procedimientos de impugnación pública en la Cámara de Representantes contra Trump pueden en realidad estar ayudándolo políticamente".
De hecho, ¿qué mejor manera para que Trump solidifique su buena fe como el forastero populista que será destituido por las élites de la costa y el pantano de Washington, en lo que equivale a un proceso abiertamente partidista?

Scott Adams: Definición de destitución (moderna): Un proceso por el cual el partido que está fuera del poder le muestra al mundo cómo se puso en esa situación. Ocurre más comúnmente justo antes de una reelección aplastante.
Incluso así, los demócratas y sus amigos de los medios de comunicación siguieron adelante, rechazando la evidencia ante sus propios ojos para favorecer sus sentimientos y creencias. ¿Y los demócratas que votaron en contra de la investigación y desertaron para unirse al GOP ["Grand Old Party", como se conoce al Partido Republicano-NdT]? ¿Por qué? Simplemente estaban en el "lado equivocado de la historia", eso es todo.
"Tenemos una misión y un mandato para estar en el lado correcto de la historia", declaró el congresista John Lewis (demócrata de Georgia), horas después de lo que se hizo pasar por un debate en la Cámara de Representantes. La elección de palabras fue muy reveladora.
Como todo lo demás es una posibilidad remota o muy improbable, empañar el nombre de Trump en los libros de historia puede ser el último recurso que queda. Después de todo, la Cámara de Representantes sólo ha impugnado a tres presidentes en los 240 años de historia de los Estados Unidos: Andrew Johnson, Bill Clinton, y ahora Trump.
Claro, ninguno de ellos fue condenado en el Senado o forzado a dejar el cargo, y la impugnación de Clinton no parece haber impedido que los demócratas lo tengan en alta estima. Sin embargo, eso se debe a que los medios de comunicación, el mundo académico y Hollywood escriben la historia de Estados Unidos (y tienen dos opciones para adivinar a quién apoyan de forma abrumadora).

Matt Lewis: Que no haya ninguna duda, ser un presidente *impugnado* ES una gran cosa, SÍ mancha tu legado, y NO PUEDE deshacerse.
Sin embargo, ese cálculo puede ser tan prematuro como su confianza en la victoria de Hillary Clinton en la mañana del día de las elecciones de 2016. A pesar de los muchos defectos de Trump, tiene algo parecido a un superpoder: su presencia obliga a todo el mundo a mostrar sus verdaderos colores, tanto a sus amigos como a sus enemigos.
Trump nunca se cansa de señalar los logros de su administración: empleos, crecimiento del mercado de valores, acuerdos comerciales, etc. Lo hizo nuevamente, en una carta mordaz a Pelosi en la víspera del juicio político, contrastando eso con la "guerra abierta de su partido contra la democracia estadounidense". Sin embargo, el final de su carta de seis páginas muestra que está plenamente consciente de la táctica de los demócratas, sacándola a la luz: la escribió no porque esperara que entraran en razón, sino "por el propósito de la historia" y para crear un "registro permanente e indeleble".
Se dice que la historia la escriben los ganadores. Eso es cierto en gran medida. La hacen los ganadores, pero la escriben los ruidosos. Trump es un promotor inmobiliario y estrella de los reality shows que se abrió camino en la Casa Blanca contra dos grandes dinastías políticas (Clinton y Bush) y contra las instituciones republicanas y demócratas; atravesando un conjunto de agencias de inteligencia estadounidenses, según parece; y frente a una oposición casi unánime de los medios de comunicación.
Por lo tanto, su destitución es un momento histórico, pero no en la forma en que piensan sus enemigos.

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