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El esfuerzo de los Demócratas por impugnar a Trump es simplemente el último capítulo de la Guerra Civil 2.0 de los EEUU
Traducido por el equipo de SOTT.net en español
EE.UU. está más dividido hoy que en cualquier otro momento desde la histórica guerra entre el Norte y el Sur, y ya sea que los demócratas voten o no por la impugnación de Trump, los estadounidenses no se librarán de la tormenta política que se avecina en el horizonte.
© Reuters/Shannon Stapleton
Hoy en día, hay millones de personas que observan a Washington en todo el mundo y se preguntan lo mismo: ¿Qué pasa si los demócratas siguen adelante y presentan artículos de impugnación contra Donald J. Trump? La respuesta es dual, y puede que sea la historia más corta jamás contada: Al principio nada, y luego, todo. Fin.
No es necesario tener un título en ciencias políticas para comprender la razón por la que no sucederá nada de inmediato. Si los demócratas cometen la madre de todas las meteduras de pata políticas votando para impugnar a Trump, sobre la base de rumores, chismes y tal vez la lectura de las hojas de té, el circo se moverá al lado del Senado, donde los republicanos tienen la mayoría. Aquí es donde los esfuerzos de la Cámara para impugnar a Trump inevitablemente se estrellarán contra un muro de ladrillos y se desintegrarán.
Eso quedó claro a principios de esta semana cuando el líder de la minoría, Chuck Schumer, exigió que se llamara a funcionarios y exfuncionarios de la Casa Blanca con el objetivo de que se presentaran en el estrado de testigos para la segunda etapa de los juicios demócratas. El Líder de la Mayoría del Senado Mitch McConnell se abstuvo de hacerlo.
"No soy un jurado imparcial", respondió McConnell ante los aplausos de los senadores, muchos de los cuales se vieron frustrados en sus propios esfuerzos por llamar testigos y hacer preguntas cuando los demócratas controlaban las audiencias. "Este es un proceso político", añadió.
Trump prácticamente agradeció a los demócratas por el regalo anticipado de Navidad cuando dijo que la impugnación es "algo muy triste para nuestro país, pero parece ser muy bueno para mí políticamente". De hecho lo ha sido. Si las elecciones se celebraran hoy, Trump probablemente saldría victorioso contra cualquiera de sus rivales demócratas.
En lo que respecta a la economía, Wall Street parece estar tomando esteroides, rompiendo records casi semanalmente. Todo esto apunta a una travesía tranquila para Trump hasta las elecciones presidenciales de 2020.
A pesar de que las cosas se ven favorablemente, Trump aún no está fuera de peligro. La razón es porque los demócratas, debido a su relación amistosa con los medios de comunicación, todavía son capaces de controlar la narrativa. Eso queda claro si se considera que el presidente de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff, ha estado dominando los procedimientos de impugnación sin mucha crítica de la prensa. La investigación inicial de la impugnación se llevó a cabo sin transparencia en el sótano húmedo del Congreso, lejos del escrutinio público. Él también se negó rotundamente a revelar la identidad del llamado denunciante, quien supuestamente ha escuchado información de segunda mano sobre la ahora famosa llamada entre Trump y el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.
Sin embargo, dado que cualquier juicio político promete ser un gran evento televisivo, los demócratas no podrán difundir a los medios de comunicación sus migajas de información. Todo estará expuesto y será discutido 24 horas al día, 7 días a la semana.
En primer lugar, las posibilidades de los demócratas de destituir a Trump de su cargo están entre cero y ninguna, y ciertamente son conscientes de ese hecho. Segundo, la impugnación está resultando impopular para la mayoría de los estadounidenses, y eso debe ser particularmente preocupante en una temporada de elecciones importantes. Por último, los demócratas se arriesgan a que su principal contendiente presidencial, Joe Biden, quede arruinado por sus esfuerzos.
Mitch McConnell y sus compañeros republicanos investigarán sin duda cómo el hijo de Joe Biden, Hunter, por ejemplo, había llegado a formar parte de la junta directiva de la empresa energética ucraniana Burisma Holdings, a la que, según se informa, se le pagaba hasta 50.000 dólares al mes a pesar de no tener ninguna experiencia en el sector energético ucraniano. No menos interesante es el hecho de que Joe Biden esencialmente obligó a Ucrania a despedir a su fiscal general como condición previa para liberar 1.000 millones de dólares de ayuda estadounidense. En caso de que los funcionarios ucranianos sean llamados a testificar en el Senado durante el juicio político, las cosas podrían ponerse muy feas para el clan Biden.
En resumen, Barr y Dunham pronto darán a conocer su tan esperado informe del fiscal general, que determinará si el FBI presentó documentos falsos para obtener una orden de espionaje de la FISA contra la administración Trump en 2016. La palabra 'traición' se susurra incluso en el Capitolio. La investigación involucra a una alucinante gama de personajes importantes que desempeñaron un papel en la creación del Dossier Steele (cuna de la famosa grabación de la orina), un documento de 'inteligencia' ampliamente desacreditado que finalmente no logró probar un vínculo entre la campaña de Trump y el Kremlin.
La semana pasada, después de que el inspector general Michael Horowitz publicara un informe preliminar que muestra que el FBI cometió numerosos errores al solicitar la orden FISA, incluyendo la falsificación de un documento, el exdirector del FBI James Comey dio marcha atrás en sus anteriores afirmaciones de que el FBI había actuado de manera apropiada. "Me equivoqué. Me confié demasiado en nuestros procedimientos. Es importante que un líder rinda cuentas y sea transparente", le dijo a Chris Wallace de Fox News.
Pero ese no es el final de la historia. Ni mucho menos.
Durham, que ha tenido acceso a gobiernos extranjeros y agencias de inteligencia estadounidenses no disponibles para Horowitz, restó importancia al informe del IG, planteando la posibilidad de que se produzcan fuegos artificiales cuando comentó "el mes pasado aconsejamos al Inspector General que no estamos de acuerdo con algunas de las conclusiones del informe en cuanto a la predicción y la forma en que se abrió el caso del FBI".
No hace falta decir que el informe de Barr y Durham ha puesto muy nerviosa a mucha gente en las altas esferas. Esto podría hacer que el proceso de impugnación sea una prioridad máxima en el sentido de que proporciona una tapadera y daría la impresión de que Trump está atacando a los demócratas simplemente por rabia en el caso de que actúe. Claramente, los demócratas, con sus teorías infundadas del "Russiagate" y ahora un escándalo de impugnación, están tratando desesperadamente de ganar tiempo para evitar su propia perdición inminente.
En otras palabras, hay una verdadera guerra civil que se desarrolla tras bambalinas en Washington, y la impugnación de Trump es sólo una pequeña parte de la acción. Lo que está sucediendo ahora en Washington DC entre los republicanos y los demócratas es sólo un mero ensayo general para muchos más desastres en el futuro.
Sólo espero que los disfraces no terminen siendo azules y grises, una vez más.
EE.UU. está más dividido hoy que en cualquier otro momento desde la histórica guerra entre el Norte y el Sur, y ya sea que los demócratas voten o no por la impugnación de Trump, los estadounidenses no se librarán de la tormenta política que se avecina en el horizonte.
© Reuters/Shannon Stapleton
No es necesario tener un título en ciencias políticas para comprender la razón por la que no sucederá nada de inmediato. Si los demócratas cometen la madre de todas las meteduras de pata políticas votando para impugnar a Trump, sobre la base de rumores, chismes y tal vez la lectura de las hojas de té, el circo se moverá al lado del Senado, donde los republicanos tienen la mayoría. Aquí es donde los esfuerzos de la Cámara para impugnar a Trump inevitablemente se estrellarán contra un muro de ladrillos y se desintegrarán.
Eso quedó claro a principios de esta semana cuando el líder de la minoría, Chuck Schumer, exigió que se llamara a funcionarios y exfuncionarios de la Casa Blanca con el objetivo de que se presentaran en el estrado de testigos para la segunda etapa de los juicios demócratas. El Líder de la Mayoría del Senado Mitch McConnell se abstuvo de hacerlo.
"No soy un jurado imparcial", respondió McConnell ante los aplausos de los senadores, muchos de los cuales se vieron frustrados en sus propios esfuerzos por llamar testigos y hacer preguntas cuando los demócratas controlaban las audiencias. "Este es un proceso político", añadió.
Donald J. Trump: .@marcthiessen "Los votantes dicen que los demócratas están tratando de quitarles sus votos. Pelosi tenía razón la primera vez. La impugnación se ha vuelto completamente en contra de los demócratas. ¿Cómo puedes impugnar al Presidente por ir a los tribunales?"Así que si la inevitable perspectiva de una derrota certera en el Senado no detiene el tren de la impugnación demócrata, entonces quizás el hecho de saber que la mayoría de los estadounidenses se oponen a sus planes les hará reconsiderarlo, ¿verdad? Piénselo de nuevo. Ni siquiera una encuesta de USA Today/Suffolk University, que muestra que los estadounidenses se oponen en un 51-45% a cualquier esfuerzo del Senado para eliminar a Trump, en comparación con octubre cuando el margen era de 47-46%, ha disuadido a los demócratas de su caza de brujas.
Trump prácticamente agradeció a los demócratas por el regalo anticipado de Navidad cuando dijo que la impugnación es "algo muy triste para nuestro país, pero parece ser muy bueno para mí políticamente". De hecho lo ha sido. Si las elecciones se celebraran hoy, Trump probablemente saldría victorioso contra cualquiera de sus rivales demócratas.
En lo que respecta a la economía, Wall Street parece estar tomando esteroides, rompiendo records casi semanalmente. Todo esto apunta a una travesía tranquila para Trump hasta las elecciones presidenciales de 2020.
A pesar de que las cosas se ven favorablemente, Trump aún no está fuera de peligro. La razón es porque los demócratas, debido a su relación amistosa con los medios de comunicación, todavía son capaces de controlar la narrativa. Eso queda claro si se considera que el presidente de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff, ha estado dominando los procedimientos de impugnación sin mucha crítica de la prensa. La investigación inicial de la impugnación se llevó a cabo sin transparencia en el sótano húmedo del Congreso, lejos del escrutinio público. Él también se negó rotundamente a revelar la identidad del llamado denunciante, quien supuestamente ha escuchado información de segunda mano sobre la ahora famosa llamada entre Trump y el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.
Sin embargo, dado que cualquier juicio político promete ser un gran evento televisivo, los demócratas no podrán difundir a los medios de comunicación sus migajas de información. Todo estará expuesto y será discutido 24 horas al día, 7 días a la semana.
Donald J. Trump: Como todo estadounidense, merezco conocer a mi acusador, especialmente cuando este acusador, el llamado "denunciante", presentó una conversación perfecta con un líder extranjero de una manera totalmente inexacta y fraudulenta. Luego Schiff inventó lo que yo dije mintiendo al Congreso......¿Cómo explicar la obsesión demócrata por eliminar a Trump?
En primer lugar, las posibilidades de los demócratas de destituir a Trump de su cargo están entre cero y ninguna, y ciertamente son conscientes de ese hecho. Segundo, la impugnación está resultando impopular para la mayoría de los estadounidenses, y eso debe ser particularmente preocupante en una temporada de elecciones importantes. Por último, los demócratas se arriesgan a que su principal contendiente presidencial, Joe Biden, quede arruinado por sus esfuerzos.
Mitch McConnell y sus compañeros republicanos investigarán sin duda cómo el hijo de Joe Biden, Hunter, por ejemplo, había llegado a formar parte de la junta directiva de la empresa energética ucraniana Burisma Holdings, a la que, según se informa, se le pagaba hasta 50.000 dólares al mes a pesar de no tener ninguna experiencia en el sector energético ucraniano. No menos interesante es el hecho de que Joe Biden esencialmente obligó a Ucrania a despedir a su fiscal general como condición previa para liberar 1.000 millones de dólares de ayuda estadounidense. En caso de que los funcionarios ucranianos sean llamados a testificar en el Senado durante el juicio político, las cosas podrían ponerse muy feas para el clan Biden.
Kenneth P. Vogel: NUEVO: Los BIDENS están enredados en un escándalo de corrupción en Ucrania: @JoeBiden presionó a Ucrania para que despidiera a un fiscal considerado corrupto.En vista de que los demócratas no tienen absolutamente nada que ganar al tratar de impugnar a Trump, hay que considerar otro posible motivo, que es que los demócratas están tratando desesperadamente de protegerse a sí mismos. Sin que muchos lo sepan, demócratas de alto nivel, agentes de inteligencia y exfuncionarios de la Casa Blanca han sido investigados durante muchos meses por el secretario de Justicia, Will Barr, y el fiscal federal John Durham. La razón tiene poco que ver con Ucrania, y todo que ver con la promesa de Trump de "drenar el pantano".
PERO el fiscal había abierto un caso contra una empresa que estaba pagando a HUNTER BIDEN.
Los Biden dicen que nunca lo comentaron.
En resumen, Barr y Dunham pronto darán a conocer su tan esperado informe del fiscal general, que determinará si el FBI presentó documentos falsos para obtener una orden de espionaje de la FISA contra la administración Trump en 2016. La palabra 'traición' se susurra incluso en el Capitolio. La investigación involucra a una alucinante gama de personajes importantes que desempeñaron un papel en la creación del Dossier Steele (cuna de la famosa grabación de la orina), un documento de 'inteligencia' ampliamente desacreditado que finalmente no logró probar un vínculo entre la campaña de Trump y el Kremlin.
La semana pasada, después de que el inspector general Michael Horowitz publicara un informe preliminar que muestra que el FBI cometió numerosos errores al solicitar la orden FISA, incluyendo la falsificación de un documento, el exdirector del FBI James Comey dio marcha atrás en sus anteriores afirmaciones de que el FBI había actuado de manera apropiada. "Me equivoqué. Me confié demasiado en nuestros procedimientos. Es importante que un líder rinda cuentas y sea transparente", le dijo a Chris Wallace de Fox News.
Pero ese no es el final de la historia. Ni mucho menos.
Durham, que ha tenido acceso a gobiernos extranjeros y agencias de inteligencia estadounidenses no disponibles para Horowitz, restó importancia al informe del IG, planteando la posibilidad de que se produzcan fuegos artificiales cuando comentó "el mes pasado aconsejamos al Inspector General que no estamos de acuerdo con algunas de las conclusiones del informe en cuanto a la predicción y la forma en que se abrió el caso del FBI".
No hace falta decir que el informe de Barr y Durham ha puesto muy nerviosa a mucha gente en las altas esferas. Esto podría hacer que el proceso de impugnación sea una prioridad máxima en el sentido de que proporciona una tapadera y daría la impresión de que Trump está atacando a los demócratas simplemente por rabia en el caso de que actúe. Claramente, los demócratas, con sus teorías infundadas del "Russiagate" y ahora un escándalo de impugnación, están tratando desesperadamente de ganar tiempo para evitar su propia perdición inminente.
En otras palabras, hay una verdadera guerra civil que se desarrolla tras bambalinas en Washington, y la impugnación de Trump es sólo una pequeña parte de la acción. Lo que está sucediendo ahora en Washington DC entre los republicanos y los demócratas es sólo un mero ensayo general para muchos más desastres en el futuro.
Sólo espero que los disfraces no terminen siendo azules y grises, una vez más.
Sobre el autor: Robert Bridge es un escritor y periodista americano. Ex jefe de redacción de The Moscow News y autor del libro "Midnight in the American Empire", publicado en 2013.
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