La violación de una niña de 13 años en Palma de Mallorca
sirvió para que se descorriese la manta de silencio que cubría una trama
de prostitución en los llamados centros de protección de menores.
Según informa El Periódico, “los expertos llevan años alertando de este fenómeno en informes internos sin que los responsables del Institut d’Afers Socials (IMAS), el organismo responsable de estas menores, hayan tomado medidas efectivas para ponerle freno”. No sólo los expertos, sino los propios empleados han informado a los dirigentes del IMAS sobre la trama de prostitución, pero el organismo ha mirado hacia otro lado. El propio director del IMAS, Javier de Juan, ha reconocido saber de la prostitución de los menores, aunque de forma indirecta: ha negado que los casos hayan aumentado en los últimos años. Luego no sólo estaba al tanto de la explotación sexual de menores, sino que conocía con suficiente precisión el número de los afectados.
Por otro lado, en alguno de los centros la apreciación de Javier de Juan sobre la tendencia en el número de menores sometidas es fácil de calibrar, ya que son todas ellas las que están siendo explotadas por sus compañeros, tanto chicos como otras menores.
Este asunto debía ser de interés para el gobierno Balear. Y lo es, Vive Dios, a tenor de la actitud que ha tenido sobre el peligro de que éste se diese a conocer. Xelo Huertas, diputada del grupo mixto tras abandonar la disciplina de Podemos, presentó en marzo de 2018 una Proposición no de ley para mejorar los servicios de Menores y Familia, e investigar los procedimientos de tutela de los menores. Los partidos que apoyan al Gobierno regional, más el PP, votaron en contra. En la siguiente legislatura fue Vox quien presentó una moción para realizar una auditoría independiente que, según el presidente del IMAS sería “una pérdida de tiempo”. En este caso, el PP se abstuvo, y sólo Ciudadanos se sumó a la propuesta.
Julia Vázquez es la jefa de una Unidad de Coordinación de Violencia sobre la Mujer de la Delegación del Gobierno en las Islas Baleares. Y, como si coordinase la violencia sobre las mujeres, Julia Vázquez le ha quitado hierro al asunto. Dice que el sometimiento de las menores a la voluntad de sus pares varones desemboca en un conjunto de “casos aislados” de “hombres” que prostituyen a menores, y que no guardan relación alguna entre sí. De repente ellas son menores, pero sus pares, al ser proxenetas, se convierten en hombres. No sabemos, eso sí, si es Julia Vázquez quien ha degradado a los menores a la cualidad de hombres, o ha sido el diario El País.
El presidente del IMAS, Javier de Juan, ha dicho que la prostitución no es cosa suya, sino que los abusos de menores a menores afectan “a cualquier menor, venga del ámbito que venga”. Lo cual le hace a uno pensar sobre qué clase de amigos y familiares tiene el señor De Juan para que llegue a ese juicio. Y, como corolario, me pregunto si una persona con esa fibra moral es adecuada para dirigir una institución que dice tratar asuntos sociales.
Movimiento Feminista de Mallorca señala que las causas de este tráfago sexual se encuentran en nuestro “sistema prostitucional”. Hay abusos que “el sistema patriarcal legitima, silenciando la gran responsabilidad de abusadores y pederastas que anulan la voluntad de jóvenes en contextos complicados, para satisfacer sus propios deseos”. La organización no tiene mucho que decir sobre aquéllas menores que son también proxenetas. Los dirigentes del IMAS y el propio gobierno balear deben de estar encantados con este Movimiento Feminista de Mallorca, que desvía la responsabilidad a la sociedad. Imagino las negociaciones en los próximos presupuestos sobre cómo aumentar las subvenciones a esta asociación.
Hay otras asociaciones que son menos sutiles en la defensa del IMAS. Plena Inclusió Balears y Foro per la Qualitat agrupan a la gran mayoría de las asociaciones sin ánimo de lucro encargadas de recibir subvenciones para prestar servicios a las personas con discapacidad. Y han mostrado su “total apoyo” a los directivos del IMAS por su labor en defensa de “los derechos de las personas más vulnerables”, en referencia, cabe pensar, a su derecho a prostituirse o a gestionar el alquiler sexual de otros. De lo que es seguro que están en contra es de que la prensa dé a conocer el negocio; es es “sensacionalismo”. IMAS dispone de 30 centros que albergan a 359 jóvenes, de los cuales 270 son menores de edad. No caigamos en el sensacionalismo de contar que muchos de éstos han caído en la prostitución.
El Estado ha arrebatado a estos niños a sus padres porque considera que éstos no son capaces de ocuparse de ellos. Y así será, en la mayoría de los casos. Lo que no es evidente es que sea el Estado quien, haciendo buenas las palabras de la ministra Celaá, haga de padre de los menores. Sé muy bien que hay asociaciones privadas que tienen el interés y el ímpetu empresarial de cuidar a estos chavales; un ímpetu que se ahoga bajo el gris manto de la burocracia y la negra mano de la política. El interés por los niños empieza y termina en los titulares de prensa.
Este barco de degradación y muerte (no habrá ya un primer deceso en este negocio) navega sobre unas aguas que se prometían tranquilas y en calma: las del progresismo que nos dice que las personas somos un peligro para nosotras mismas y para los demás, y que sólo el benéfico y omnisciente Estado, a cargo de los políticos adecuados, y con la guía de los intelectuales, puede rescatarnos de nuestra inmundicia. Aquí no tiene cabida Dios, porque éste le habla a la razón y a la moral individuales. Y porque es un molesto rival para el propio Estado, que quiere ocupar su lugar en las conciencias individuales. Pero el Estado es un dios mentiroso. Promete un cielo e impone un infierno.
Me permitirá el escritor Ramón Aguiló Obrador que le cite in extenso sobre esta cuestión: “Todo suena a cuento de hadas sin final feliz, en el que toda promesa, toda ofrenda acaba revelándose como una condena y un castigo eterno. Ningún instituto como el de Asuntos Sociales para jugar ese papel; mientras que la buena conciencia atea y laica se regocijaba en los curas y pederastas que anidan en las iglesias y parroquias, los asilos y refugios que la compasión y la razón fundaron se han vestido de los mismos horrores, haciendo inútil y vano el discurso de la izquierda y su presunta superioridad moral”.
El pasado mes de noviembre, cuando todo esto ocurría, poco antes de que los grupos que sostienen al gobierno frenasen por segunda vez una investigación sobre el IMAS y la situación de los menores acogidos, la presidenta del gobierno regional, Francina Armengol, presentó un documental auspiciado por el propio gobierno. Se titulaba Prostitución y trata: cuestión de poder. Al parecer, no trata del papel del propio gobierno balear.
Foto: Emiliano Vittoriosi
Según informa El Periódico, “los expertos llevan años alertando de este fenómeno en informes internos sin que los responsables del Institut d’Afers Socials (IMAS), el organismo responsable de estas menores, hayan tomado medidas efectivas para ponerle freno”. No sólo los expertos, sino los propios empleados han informado a los dirigentes del IMAS sobre la trama de prostitución, pero el organismo ha mirado hacia otro lado. El propio director del IMAS, Javier de Juan, ha reconocido saber de la prostitución de los menores, aunque de forma indirecta: ha negado que los casos hayan aumentado en los últimos años. Luego no sólo estaba al tanto de la explotación sexual de menores, sino que conocía con suficiente precisión el número de los afectados.
Por otro lado, en alguno de los centros la apreciación de Javier de Juan sobre la tendencia en el número de menores sometidas es fácil de calibrar, ya que son todas ellas las que están siendo explotadas por sus compañeros, tanto chicos como otras menores.
Este barco de degradación navega sobre unas aguas que se prometían tranquilas: las del progresismo que nos dice que las personas somos un peligro para nosotras mismas y para los demás, y que sólo el benéfico y omnisciente Estado, a cargo de los políticos adecuados, y con la guía de los intelectuales, puede rescatarnos de nuestra inmundiciaEl manual para la explotación sexual prescribe introducir en las drogas a las futuras prostitutas, y llevarlas así al terreno de voluntades ancladas, de independencia subyugada por la satisfacción inmediata y las pulsiones del cuerpo. Y trocar sustancias por voluntades.
Este asunto debía ser de interés para el gobierno Balear. Y lo es, Vive Dios, a tenor de la actitud que ha tenido sobre el peligro de que éste se diese a conocer. Xelo Huertas, diputada del grupo mixto tras abandonar la disciplina de Podemos, presentó en marzo de 2018 una Proposición no de ley para mejorar los servicios de Menores y Familia, e investigar los procedimientos de tutela de los menores. Los partidos que apoyan al Gobierno regional, más el PP, votaron en contra. En la siguiente legislatura fue Vox quien presentó una moción para realizar una auditoría independiente que, según el presidente del IMAS sería “una pérdida de tiempo”. En este caso, el PP se abstuvo, y sólo Ciudadanos se sumó a la propuesta.
Julia Vázquez es la jefa de una Unidad de Coordinación de Violencia sobre la Mujer de la Delegación del Gobierno en las Islas Baleares. Y, como si coordinase la violencia sobre las mujeres, Julia Vázquez le ha quitado hierro al asunto. Dice que el sometimiento de las menores a la voluntad de sus pares varones desemboca en un conjunto de “casos aislados” de “hombres” que prostituyen a menores, y que no guardan relación alguna entre sí. De repente ellas son menores, pero sus pares, al ser proxenetas, se convierten en hombres. No sabemos, eso sí, si es Julia Vázquez quien ha degradado a los menores a la cualidad de hombres, o ha sido el diario El País.
El presidente del IMAS, Javier de Juan, ha dicho que la prostitución no es cosa suya, sino que los abusos de menores a menores afectan “a cualquier menor, venga del ámbito que venga”. Lo cual le hace a uno pensar sobre qué clase de amigos y familiares tiene el señor De Juan para que llegue a ese juicio. Y, como corolario, me pregunto si una persona con esa fibra moral es adecuada para dirigir una institución que dice tratar asuntos sociales.
Movimiento Feminista de Mallorca señala que las causas de este tráfago sexual se encuentran en nuestro “sistema prostitucional”. Hay abusos que “el sistema patriarcal legitima, silenciando la gran responsabilidad de abusadores y pederastas que anulan la voluntad de jóvenes en contextos complicados, para satisfacer sus propios deseos”. La organización no tiene mucho que decir sobre aquéllas menores que son también proxenetas. Los dirigentes del IMAS y el propio gobierno balear deben de estar encantados con este Movimiento Feminista de Mallorca, que desvía la responsabilidad a la sociedad. Imagino las negociaciones en los próximos presupuestos sobre cómo aumentar las subvenciones a esta asociación.
Hay otras asociaciones que son menos sutiles en la defensa del IMAS. Plena Inclusió Balears y Foro per la Qualitat agrupan a la gran mayoría de las asociaciones sin ánimo de lucro encargadas de recibir subvenciones para prestar servicios a las personas con discapacidad. Y han mostrado su “total apoyo” a los directivos del IMAS por su labor en defensa de “los derechos de las personas más vulnerables”, en referencia, cabe pensar, a su derecho a prostituirse o a gestionar el alquiler sexual de otros. De lo que es seguro que están en contra es de que la prensa dé a conocer el negocio; es es “sensacionalismo”. IMAS dispone de 30 centros que albergan a 359 jóvenes, de los cuales 270 son menores de edad. No caigamos en el sensacionalismo de contar que muchos de éstos han caído en la prostitución.
El Estado ha arrebatado a estos niños a sus padres porque considera que éstos no son capaces de ocuparse de ellos. Y así será, en la mayoría de los casos. Lo que no es evidente es que sea el Estado quien, haciendo buenas las palabras de la ministra Celaá, haga de padre de los menores. Sé muy bien que hay asociaciones privadas que tienen el interés y el ímpetu empresarial de cuidar a estos chavales; un ímpetu que se ahoga bajo el gris manto de la burocracia y la negra mano de la política. El interés por los niños empieza y termina en los titulares de prensa.
Este barco de degradación y muerte (no habrá ya un primer deceso en este negocio) navega sobre unas aguas que se prometían tranquilas y en calma: las del progresismo que nos dice que las personas somos un peligro para nosotras mismas y para los demás, y que sólo el benéfico y omnisciente Estado, a cargo de los políticos adecuados, y con la guía de los intelectuales, puede rescatarnos de nuestra inmundicia. Aquí no tiene cabida Dios, porque éste le habla a la razón y a la moral individuales. Y porque es un molesto rival para el propio Estado, que quiere ocupar su lugar en las conciencias individuales. Pero el Estado es un dios mentiroso. Promete un cielo e impone un infierno.
Me permitirá el escritor Ramón Aguiló Obrador que le cite in extenso sobre esta cuestión: “Todo suena a cuento de hadas sin final feliz, en el que toda promesa, toda ofrenda acaba revelándose como una condena y un castigo eterno. Ningún instituto como el de Asuntos Sociales para jugar ese papel; mientras que la buena conciencia atea y laica se regocijaba en los curas y pederastas que anidan en las iglesias y parroquias, los asilos y refugios que la compasión y la razón fundaron se han vestido de los mismos horrores, haciendo inútil y vano el discurso de la izquierda y su presunta superioridad moral”.
El pasado mes de noviembre, cuando todo esto ocurría, poco antes de que los grupos que sostienen al gobierno frenasen por segunda vez una investigación sobre el IMAS y la situación de los menores acogidos, la presidenta del gobierno regional, Francina Armengol, presentó un documental auspiciado por el propio gobierno. Se titulaba Prostitución y trata: cuestión de poder. Al parecer, no trata del papel del propio gobierno balear.
Foto: Emiliano Vittoriosi
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