Que la pandemia no entiende de clases solo se puede afirmar desde la clase acomodada
Salvado López Arnal
20-26 minutes
Alfredo Caro Madonado es biólogo, máster y curso de doctorado en
inmunología, doctorado en muerte celular, postdoctoral en inmunología y
metabolismo, y segundo postdoctoral en cáncer. Desde hace algo más de
tres años lleva la plataforma de divulgación científica Ciencia mundana. Fechemos la entrevista si te parece: 29 de marzo. El
Congreso de los Diputados español aprobó el pasado jueves (de
madrugada) la prolongación 15 días más del Estado de alarma. Desde tu
punto de vista, como científico, ¿te parece razonable esa medida? ¿No
queda otra? ¿Hay que seguir en casa?
Hay un meme circulando que dice “Ha llegado el capitán a posteriori”.
No, no quiero ser ese capitán.
No voy a criticar a
posteriori lo que
tendría que haberse hecho en momentos donde no había suficiente
información y era difícil prever la propagación del virus. Sin
embargo, tenemos que hacer un análisis político de las
cosas que sí se podrían haber previsto.
Sí, las circunstancias
actuales exigen una prolongación del estado de alarma porque:
– Un Estado como el nuestro tendría que haber sido capaz de
diagnosticar a toda la población en riesgo para así aislar con garantías
a todas las personas positivas.
– Un Estado como el nuestro tendría que haber preparado
infraestructuras (incluidos hospitales privados y hoteles), camas,
respiradores y EPIs (Equipo de protección individual) pensando en el
peor de los escenarios.
– Un Estado como el nuestro tendría que haber paralizado todos los
sectores productivos no imprescindibles garantizando el sustento y el
empleo en el futuro de esos trabajadores con una renta básica universal,
por ejemplo, para no ahondar en las diferencias en salud por los
condicionantes sociales.
Como
todo eso no es posible, porque nuestro estado social ha sido
parcialmente desmantelado y privatizado en la última década, y
donde lo productivo prima sobre la vida, nos encontramos en una
situación en la que la única salida es la coercitiva.
Ha circulado estos días
por la red y canales afines una entrevista a Miquel Porta. Se
manifiesta en ella contra el simplismo y señala la complejidad de
las decisiones en el ámbito de la salud pública. ¿Algún
comentario sobre lo que Porta defiende en esa conversación
(https://www.cronicapopular.es/2020/03/miquel-porta-los-intentos-del-secesionismo-de-aprovecharse-de-la-pandemia-son-indecentes-y-muy-daninos/)?
Estoy
bastante de acuerdo con él en esto: “Una cosa es ser un buen
albañil o una buena arquitecta, un buen trabajador o trabajadora de
la construcción, y otra cosa distinta es gestionar el urbanismo de
una ciudad”. Más allá de que ninguna labor es más importante que
la otra, ni está por encima, y que no comparto el concepto de
gestor, la labor de la figura política que tiene que gestionar el
urbanismo es tener una visión general aunque no sepa poner un
ladrillo.
Esta crisis ha sacado al epidemiólogo que todas las personas llevan
dentro. Hasta los entrenadores de fútbol sabían lo que tenía que hacer
el Gobierno. En el caso de España, Fernando Simón ha hecho una labor muy
difícil. Es un orfebre que tenía un barro de malísima calidad: ¿qué
medidas tomar que sean compatibles con el liberalismo? Es imposible, hay
que tomar medidas antiliberales. Han tardado un mes, y siendo muy
cuidadosos en no tocar lo más mínimo al gran capital. Mientras escribo
estas líneas, Sánchez anuncia que van a cerrar toda actividad productiva
“no esencial”.
Sin embargo, parece que
Fernando Simón vive en una burbuja, alejado de la realidad, o que
sus directivas no llegan, o no sé. Porque dice
ayer mismo:
«Cuando hay un
profesional sanitario afectado, todos los profesionales que hay a su
alrededor son testados y se identifica a los que son positivos»
Pero los profesionales se le han echado encima porque eso no es
cierto. ¿Miente? ¿No conoce la realidad? ¿Es un querer pero no
poder?
Por otro lado, cualquier
medida sanitaria, sea farmacéutica o no, tiene consecuencias
individuales y sociales. En el caso de las medidas contra la
pandemia, en un contexto liberal y empleocentrista, tiene primero
unas consecuencias fortísimas sobre el empleo. Después, prevenir la
expansión del virus mediante confinamiento tiene consecuencias
potencialmente serias sobre la salud de la sociedad, desde los
derivados del mayor sedentarismo a la ansiedad u otros síntomas y
problemas psicológicos, sin olvidar cuestiones como el posible
agravamiento de situaciones de violencia de genero.
Además, está la derivación
de recursos de Atención Primaria (AP) hacia los hospitales: están
cerrando centros de salud para abrir hospitales de campaña. Esto en
parte es comprensible porque la situación es extrema, pero en parte
viene de que el sistema es poco robusto (por los recortes previos) y
tiende a minusvalorar el rol de la AP (con mas potencial de estar
“pegada” a la comunidad).
Así que los que deciden tomar
medidas coercitivas tienen que ser capaces de ver la salud en su
conjunto, no únicamente desde el punto de vista de la expansión del
virus. Como gestionar el urbanismo de una ciudad.
¿Cómo ves la situación
de la pandemia en estos momentos en España? ¿No sorprende que
seamos uno de los países del mundo con más fallecidos y con más
contagiados controlados? Y hablo en términos absolutos, no en
términos relativos a la población.
Como
siempre, muchos grises.
Por un lado, el modo en que se están presentando las estadísticas
por parte de los medios es erróneo, y no sé si intencionalmente, por
sensacionalismo. En este hilo de Twitter
(sí, hay gente muy buena que por desgracia no escribe artículos sino
“hilos de Twitter”), se explica bien. Si visualizamos el número de
contagiados y muertos diarios, pues la conclusión es negativa, es casi
dramática. Pero si lo mostramos en forma de tasas de incremento, las
medidas de confinamiento están teniendo efecto. Aquí dos ejemplos de
hace unos días de España e Italia:
¿Por qué? Buena pregunta: ¿por qué?
Porque
lo importante en una epidemia es cuántos nuevos enfermos hay por
enfermo existente, y no de manera total.
O
sea, estas medidas coercitivas, fruto, como decía antes, de un
estado social y sanitario parcialmente fallido están teniendo
resultado. Tenemos que bajar de 1 en ese eje, o sea,
que haya menos de un contagiado nuevo por uno ya existente, la única
manera de que baje el número de contagiados.
Durante
semanas se ha seguido yendo a trabajar en sectores productivos no
imprescindibles.
Con respecto al número de muertos hay varias hipótesis en
circulación. Nuestros mayores han estado muy expuestos. Se han cerrado
los colegios antes del confinamiento. ¿quién se ha ocupado de esos
niños? Nuestros mayores han ido a comprar, han estado más en contacto
con sus hijos e hijas que volvían del trabajo, del transporte público,
etc. El Estado no se ha hecho cargo. En Madrid, ya se ha dicho, faltan
muchísimas camas. Hay una relación clara entre falta de camas y
mortalidad. Tenemos una población más envejecida que China.
Y como decíamos el otro día, el denominador está mal, existen
algunas fuentes que dicen que en realidad hay diez veces más de
contagiados que los declarados. El mismo Fernando Simón ha dicho que
solo conoceremos el verdadero alcance del virus cuando en el futuro se
hagan pruebas serológicas masivas, si es que alguna vez se hacen. ¿Pruebas serológicas
masivas? ¿Qué es eso?
Básicamente: cuando antes hablaba de la memoria de nuestro sistema
inmune frente a un agente infeccioso concreto, esas células encargadas
de ese agente producen durante el resto de la vida moléculas
específicas, los anticuerpos. Con esas pruebas serológicas sabremos si
hemos estado en contacto con el virus y además si hace más o menos de
una semana. Insisto en un punto
doloroso. La gente está muy alarmada por lo que ocurre en las
residencias españolas. ¿Qué está pasando allí? ¿Lo sucedido se
explica básicamente porque los mayores son un grupo de riesgo?
Buena parte de mi familia se dedica al cuidado de mayores en
residencias catalanas. Las condiciones son lamentables desde siempre.
Malos tratos, sarna, soledad, precariedad y falta de medios en
residencias concertadas. En los últimos años se ha llegado a despedir a
trabajadoras por denunciar malos tratos a los ancianos. Siendo así, ¿qué
podíamos esperar de una situación como la actual? Pues que las
trabajadoras, con todo el derecho y tras haber soportado la carga de
semejante sistema, se dan de baja ante la presión y/o el contagio. Y que
los ancianos mueran y pasen un par de días ya fallecidos hasta que
alguien pase a retirar sus cuerpos. El Gobierno, especialmente la
coalición de izquierdas, tendría que reconocer que solo en un Estado
fallido el ejército tiene que ocuparse de los cuerpos de aquellos que
dieron su vida trabajando por nuestro bienestar. Los ancianos (pobres)
son un grupo de riesgo, pero no sólo desde el punto de vista
inmunológico.
Hemos
externalizado a los mayores. Los hemos convertido en un negocio
privado cuya prioridad son los beneficios y no el bienestar.
En el momento en que te pregunto, Alemania tiene unos 40.000
contagiados pero apenas han fallecido 150 personas. ¿Cómo se explica un
dato así?
Aquí hay tema y polémica. Como siempre, son varias las hipótesis.
Me llegan testimonios de sanitarios españoles trabajando en Colonia,
que dicen que no se están contabilizando muchos posibles fallecidos por
SARS-COV-2 porque no se están haciendo las pruebas. Por ejemplo: en el
caso de una persona anciana muerta por insuficiencia respiratoria, a
toda la familia le hicieron la prueba y dieron positivo, a ella no.
En Alemania existe el sistema de copago, mucha gente está muriendo
en casa o en residencias y no se le está haciendo la prueba.
Por otro lado, y aparentemente contradictorio, en este artículo de la BBC (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51980118),
se describen dos motivos: su capacidad de diagnóstico (o sea, el
denominador del que hablábamos) y el número de camas (8 en Alemania,
unas 3 en España, por 1.000 habitantes según el propio artículo de la
BBC.
Lo
que se cae por su peso es la hipótesis genética, que es básicamente
racista.
Pero esas diferencias no se dan únicamente entre países o incluso
regiones, sino entre barrios. La idea de que la crisis del SARS-cov-2 no
entiende de clases como decía la ministra portavoz solo se puede decir
desde la clase acomodada. En Barcelona hay más acumulación de casos en
los barrios populares. En muchos países de América Latina, al menos hasta el
momento, el número de personas contagiadas es muy inferior. ¿Por qué?
¿Por el Atlántico?
Esto
hay que verlo en un par de semanas, llevan un retraso con el
contagio. Además, su capacidad de diagnóstico es aún peor que el
nuestro y su población mucho más joven.
Anthony Fauci, el responsable del Instituto Nacional de
Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU., advirtió hace unos días
de que el covid-19 podría reaparecer en «ciclos» anuales. ¿Y eso qué
significa exactamente? ¿Está anunciando más pandemias?
No me gustan mucho esas previsiones. Lo que parece más probable es
que este virus ha venido para quedarse. Pero aún no tenemos datos sobre
inmunogenicidad, o sea, no sabemos la memoria poblacional, la inmunidad
de grupo. No sabemos si esos supuestos casos de reinfecciones son
anecdóticos o no.
Por
otro lado, la capacidad de mutación de un virus también depende de
su morbilidad. O sea, se necesitan muchos contagios para que se
produzcan mutaciones que lo hagan más letal o contagioso. Si acaso,
lo que suele suceder es lo contrario, una adaptación entre nuestro
sistema inmune (y sanitario) y la letalidad del virus.
Así que siendo razonadamente optimistas, tendremos una vacuna de
eficacia y distribución desconocidas y cierta inmunidad de grupo, que
hará que el virus sea estacional pero no pandémico o tan letal como en
la actualidad. En una reciente entrevista, un virólogo español que trabaja
en Estados Unidos, Adolfo García Sastre, señalaba que los gobiernos
deben gastar en prevenir pandemias lo mismo que en Defensa. Desde un
punto de vista científico, sin entrar en polémicas políticas, ¿te parece
razonable esa afirmación o es una exageración formulada para llamar la
atención?
Yo
opto más por los análisis cualitativos que cuantitativos. ¿A qué
se refiere con prevenir? ¿Se refiere a revertir la disminución de
la biodiversidad para así reducir las probabilidades de los saltos
de los virus entre animales y seres humanos? ¿Se refiere a tener,
como venimos hablando, una capacidad de aislamiento y diagnóstico
suficiente? ¿O se refiere, sin embargo a “biotecnificar” la
prevención, o sea, a invertir masivamente en la industria biomédica
para que su capacidad de producir medicamentos y vacunas sea mayor?
No creo que se trate de una cuestión únicamente de inversión sino de
un cambio estructural de la sanidad desde el punto de vista preventivo,
poniendo el foco en los determinantes sociales y en salud pública.
Porque el problema no es únicamente que haya disminuido mucho el gasto
general en sanidad, sino que donde más ha disminuido ha sido en los
ámbitos poco tecnológicos como salud pública y AP (atención primaria).
De hecho en la Comunidad de Madrid, la más afectada y con grandes
diferencias en mortalidad con Euskadi, se eliminó la dirección general
de salud pública porque se pensó que no era necesaria, y esta dirección
general habría sido la responsable de prever, coordinar y dar protocolos
frente a la epidemia, evitando así toda la improvisación existente. En esa misma entrevista García Sastre afirmaba que, aún
consiguiendo una vacuna, no se podrá erradicar completamente el
coronavirus. ¿Por qué? ¿No existe entonces una solución definitiva?
Aquí
estoy más de acuerdo. Y ojalá nos equivoquemos. Tenemos vacunas
decentes frente a enfermedades como la polio o el sarampión y hemos
sido incapaces de erradicarlas. Por diversas razones, pero sobre
todo, de nuevo, los determinantes sociales. Así que veo difícil que
podamos erradicar el SARS-Cov-2. Me permito insistir en algo que ya has comentado. En un artículo del pasado jueves (https://rafaelpoch.com/2020/03/26/aforismos-del-coronavirus/#more-446),
Rafael Poch de Feliu contaba lo siguiente: “’Tendremos el número de
afectados que queramos’, dice un funcionario gubernamental extranjero a
un amigo que le telefonea para interesarse por el estado de la pandemia
en su país. La confesión resume una vieja certeza: en situaciones de
crisis como la que nos encontramos, la estadística es una decisión de
Estado. Según como cuentes te salen unos números u otros. Manda la razón
de Estado”. ¿Es así? ¿No hay que fiarse de los números? ¿Las
estadísticas están amañadas? ¿La razón de Estado lo confunde todo?
Espero que sea una metáfora. Estoy de acuerdo con Poch en que
centrarse en lo nacional y en el patriotismo es absurdo en una crisis
global. No hablemos de la falta de solidaridad intraeuropea. Pero sería
un tiro al pie no hacer bien las estadísticas. Confío en que no se están
haciendo bien por falta de recursos, pero en el futuro se tendrían que
hacer de manera retroactiva con un objetivo científico: cuánta gente se
ha contagiado, cómo se ha transmitido, para ver si las medidas de
contención han funcionado y cómo. Esas cosas sí dependen de factores
locales y no pueden ser extrapoladas desde China, por ejemplo. Estos
datos, de calidad, son tan importantes como una vacuna.
Pero como no quiero dar una respuesta sin su explicación contradictoria, como creo que toca en estas circunstancias, Íñigo Ugarte publica unas estadísticas
que plantean que España es el 2º país del mundo que más tests realiza,
algo que es muy criticado en las redes por no ser datos ciertos. Si eso
fuese cierto, que yo no lo creo, qué explicaría entonces nuestra
altísima mortalidad si no es la infravaloración del total de contagios. Y
más paradojas, mira esta gráfica:
La
mortalidad total es bastante mayor. Y con el tiempo veremos que la
epidemia aumentará la mortalidad total, no sólo por aquellas no
diagnosticadas correctamente sino porque cuando ponemos al sistema
sanitario patas arriba para priorizar al SARS-cov-2, dejamos el resto
de enfermedades descubiertas. Esta epidemia no ha eliminado al resto
de enfermos.
En la mañana del pasado
viernes, en la Cadena SER
(https://cadenaser.com/programa/2020/03/26/hora_25/1585262000_595005.html?sma=newsEditorialSER_generico20200327),
Miguel Barajas, investigador en la Facultad de Ciencias de la Salud
de la Universidad Pública de Navarra, señalaba que la idea central
del equipo de investigación que dirige era “estimular al sistema
inmunitario preparándolo para el ataque del coronavirus». ¿Te
parece razonable? ¿Cómo se consigue esa estimulación?
Antes
decía que centrar las diferencias de mortalidad en una cuestión
poblacional, de “etnia”, era un disparate. Pero habría que
matizarlo. Se sabe que determinados perfiles genéticos en unos genes
llamados HLA son fruto de variabilidad en la respuesta a una
infección. Pero la “eficiencia” en el sistema inmune no es solo
una cuestión de “estímulo”, también de contención. Me
explico.
Adelante con la explicación
Parece que hay personas jóvenes sin otras patologías que enferman
fuertemente de neumonía y esto es debido no a un sistema inmune no
estimulado, sino precisamente a una respuesta inmune excesiva. Esta
mañana leía este artículo
de uno de los inmunólogos más relevantes de Italia, en el ojo del
huracán, con el que tengo contacto, donde plantean que el problema de
este virus es la respuesta inmune exagerada, la “tormenta de citoquinas
por la sepsis viral” como lo llama. Y que curiosamente los sistemas
inmunes “inmaduros” como lo de los niños protegen contra el virus. O
sea, nuestras defensas reaccionan ante ese agente desconocido de manera
desproporcionada, lo que lleva a mayor inflamación y neumonía.
Lo
que plantea Miguel Barajas, en mi opinión, no tiene ningún sentido
inmunológico. Y a lo mejor me faltan detalles de su propuesta que no
aparecen en la entrevista y estoy metiendo la pata.
El sistema inmune tiene dos modos de defenderse de una infección: la
respuesta innata y la adaptativa. La primera es inespecífica, pero es
necesaria para que exista la segunda. O sea, los componentes moleculares
del agente infeccioso despiertan una respuesta inmune que permite que
se genere la memoria específica contra la infección. De ahí que haya que
usar adyuvantes en las vacunas que provoquen esa respuesta innata
imitando sus componente moleculares. Cuando en el futuro el agente
infeccioso vuelve a aparecer, tenemos una serie de células que reconocen
específicamente ese agente y reaccionarán de manera muy eficiente y
evitarán que ocurra de nuevo la enfermedad. Además de que los
anticuerpos a menudo también impiden que el virus se pegue a la célula a
infectar.
En el caso del SARS-cov-2, hacer un cóctel de vacunas estimulará
durante unos pocos días, menos de una semana, al sistema inmune (por la
mezcla de antígenos conocidos y los adyuvantes), pero a la semana ese
posible efecto protector pasará. Y no habrá respuesta.
Entonces, en mi opinión, la única estrategia farmacológica con
sentido ahora mismo son los interferones y los antiretrovirales, más los
paliativos (antiinflamatorios y fármacos contra la neumonía), claro.
Disculpa que me haya puesto demasiado técnico, pero se alargaría
demasiado esta respuesta si lo explicara de manera más sencilla. Nada de qué disculparte,
más bien lo contrario. Gracias, Permíteme que copie el
paso inicial de un artículo reciente (“Un cataclismo previsto”
https://elpais.com/elpais/2020/03/21/opinion/1584787828_176852.html)
de Juan Luis Cebrián, nada sospechoso de izquierdismo. Dice así:
“En septiembre del año pasado un informe de las Naciones
Unidas y el Banco Mundial avisaba del serio peligro de una pandemia que,
además de cercenar vidas humanas, destruiría las economías y provocaría
un caos social. Llamaba a prepararse para lo peor: una epidemia
planetaria de una gripe especialmente letal transmitida por vía
respiratoria. Señalaba que un germen patógeno de esas características
podía tanto originarse de forma natural como ser diseñado y creado en un
laboratorio, a fin de producir un arma biológica. Y hacía un
llamamiento a los Estados e instituciones internacionales para que
tomaran medidas a fin de conjurar lo que ya se describía como una
acechanza cierta. La presidenta del grupo que firmaba el informe, Gro
Harlem Brundtland, antigua primera ministra de Noruega y exdirectora de
la Organización Mundial de la Salud, denunció que un brote de enfermedad
a gran escala era una perspectiva tan alarmante como absolutamente
realista y podía encaminarnos hacia el equivalente en el siglo XXI de la
“gripe española” de 1918, que mató a cerca de 50 millones de personas.
Denunció además que ningún Gobierno estaba preparado para ello, ni había
implementado el Reglamento Sanitario Internacional al respecto, aunque
todos lo habían aceptado. “No sorprende” —dijo— “que el mundo esté tan
mal provisto ante una pandemia de avance rápido transmitida por el
aire”. ¿Es
así? ¿Exagera Cebrián? ¿Tenía razón Gro Harlem Brundtland, si
fue así, cuando afirmaba que ningún gobierno estaba preparado ni
tampoco había implementado el Reglamento Sanitario Internacional al
respecto (que yo desconozco)? ¿Por qué no hubo, si fue el caso,
oídos receptores del mensaje?
El riesgo de pandemia se viene
estudiando, sí, desde hace décadas. Por la disminución de la
biodiversidad, el aumento de la densidad demográfica,
los movimientos humanos (migratorios,
turismo,
transporte de mercancías, etc.) y la disminución de la capacidad de
los sistemas sanitarios.
Aquí no soy ni de lejos un experto. Pero sí estoy leyendo a estos. Según salubristas
como Javier Padilla, no hay ningún sistema en ningún país que estuviera
bien preparado. Solo los países que ya habían pasado por algo parecido
(China, Japón, Singapur…) han tenido una respuesta algo más eficaz.
Perdona que insista, pero políticas liberales y salud pública se ha
visto que son bastante opuestas. ¿Quieres añadir algo más?
Por mi parte no te extrañe que vuelva a molestarte la semana que
viene.
Mejor no, mejor no añado, que
me ha quedado un poco largo. Solo recomendar muchísimo este debate
organizado por Anticapitalistas donde participan tres sanitarias:
https://youtu.be/xCrR8jNJI3Y Gracias, muchas gracias.
Hasta la próxima.
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